Matilda presenta El Río y su continuidad y celebra quince años de construcción
El recién nacido Amador descansa en la habitación de arriba junto a su madre Melina. Abajo, Lena no duerme. Juega en el patio y corre del comedor al living, habla con el padre, le cuenta sus planes su próximo cumpleaños, recién en 2017. Lena no tiene tiempo que perder y está dibujando las tarjetas personalizadas para sus invitados. Minutos más tarde se la escucha desde el patio, cantando con ternura y la energía propia de la niñez. “Le está cantando el feliz cumpleaños a la muñeca” dice Checho sonriendo de oreja a oreja con una ternura que contagia. La escucha con atención y luego se ríe. Checho es Juan Manuel Godoy, feliz padre de Lena y Amador. También es compositor y vocalista de Matilda, dúo tecno pop que integra junto a Ignacio Molinos, bajista y multifacético autodidacta musical. Estos compañeros y amigos acaban de editar el quinto disco de Matilda, el El Río y su continuidad, asimismo están celebrando sus quince años de canciones, constancia y una cartografía trazada mediante vínculos afectivos.
Checho Godoy siempre supo elegir las palabras. Sencillo, poético, sensible; un talento especial para generar empatía y entenderla. Un hombre que propone una construcción colectiva; desandar el camino buscando respuestas en compañía. Godoy hoy canta buscando delinear respuestas ante los interrogantes que se presentan a un joven papá. Preguntas y respuestas de un padre ante ese caudal de curiosidad espontánea que es la infancia, donde se construye con qué, cómo, cuándo, dónde. El Río y su continuidad es una invitación a pulsar sensaciones metafísicas y disfrutar de un universo sonoro expandido que convida dub, electro pop, raíces cancioneras de latinoamérica, algunas complicidades funkies. La elegancia tecno pop que caracteriza al grupo sigue presente pero hay una libertad, un relax sobre los dogmas estilísticos, que hace que estas nueve canciones respetan su espíritu originario. Molinos y Godoy, bien sueltos, supieron potenciar las composiciones al rodearlas de la calidez de instrumentos acústicos y sintes analógicos que tejen bases y colchones. Un trabajo luminoso, expansivo, capaz de marcar un nuevo punto de partida para la dupla. La espera parece no haber sido en vano. “Estuvimos dos años y medio haciendo el disco” comenta el cantante sobre la realización del disco que comenzó en 2014 y se expandió hasta 2016. Entre risas agrega, “siempre nos tomamos un tiempo” . Según Molinos “siempre tenemos una frecuencia de tres años en los discos. Habremos estados dos años y medio haciéndolo y en el medio algunas vacaciones”. El disco fue registrado y mezclado en la Mansión Mutante, cuartel principal del bajista y su sello digital Soy Mutante. “Siempre disfruté del estudio. La experiencia al grabar el disco tributo a Los Gatos hace dos años me abrió la puerta a trabajar con otros músicos y otros estilos. Me voy cebando cada vez más con cosas nuevas” detalla Nacho con entusiasmo, adentrándose rápidamente en el trabajo interno del dúo “Nosotros tampoco tenemos una formación musical de haber estudiado, por ahí me desayuno con ciertos instrumentos, cosas que nunca le había prestado atención. Por ejemplo, instrumentos de percusión que sampleamos para este nuevo disco. Nos juntamos y por ahí es “Checho, escuchá cómo suena este bombo legüero”, escuchamos esas cosas que luego usamos para darle calidez al disco. Timbres nuevos, digamos. Son experiencias que van en paralelo, que no siempre son estrictamente musicales, apreciar de otra manera. No es únicamente escuchar otra música, cuando uno está trabajando en un disco pasás horas y horas, se termina haciendo carne en uno esa cuestión de lo rítmico y otros elementos. Capaz que uno después ya no se puede despegar de eso y termina diciendo “acá necesitamos tal sonoridad que no vamos a encontrar en las cajas de ritmo”.
Checho: Nos gustó mucho hacerlo, fue hacerlo de una manera bastante relajada. No solamente porque nos tomamos ese tiempo, también pensamos un disco que fuera bastante heterogéneo, no nos quedamos en un concepto cerrado. Fuimos por el gusto de hacer las canciones y nada más, de tratar de volcar toda esa música que uno ha escuchado durante toda su vida y la experiencia que hemos adquirido en todos estos años de trabajo. Nos dijimos “hagamos un disco heterogéneo, no nos atemos a una cuestión que tuvieron los otros tres discos” que eran más cerrados en el concepto de lo tecno-pop. Es un disco más cálido, orgánico. Tratamos de meter arreglos desde afuera de lo tecno-pop o post-punk, hay música disco, dub, música pop más pura, bossa nova, músicas latinoamericanas.
Nacho: Veníamos de Las Acciones Cotidianas donde dijimos “este disco lo vamos a hacer con determinada caja de ritmos”. Hicimos todos los temas con esa caja de ritmos, un sintetizador que nos habíamos comprado y el bajo, en algunos temas. Ahora es todo lo contrario. Quizás todo lo que habíamos contenido en ese disco, algo super minimalista, acá lo encontramos liberado, nos relajamos un montón. De hecho, “Cuestión particular” es una canción que estéticamente venía quedando fuera de los otros discos y ahora cuajó, salió todo redondo al toque.
– Los músicos invitados son testimonio de sus quince años tocando; gente allegada de varias generaciones y de diversos estilos
Nacho: venir tocando desde hace tanto tiempo, haber conocido a tanta gente, gente de palos muy disímiles…quizás todos nuestros colaboradores antes en nuestros discos eran muy muy cercanos, gente de Planeta X, ahora conocemos a un montón de gente más. Por ejemplo, la canción que abre y titula el disco, “El río y su continuidad”, con Sofía Pasquinelli de Budajipis, ella es una maestra de la guitarra. Le dije a Checho “Mirá, acá estaría buena una guitarra pero ésta guitarra, no cualquiera” y después ella lo hizo de toque. Dimos en el clavo porque pensamos un arreglo que no podíamos ejecutar nosotros porque somos medios toscos, no somos virtuosos del instrumento, y ella captó todo inmediatamente. Hay temas que los estamos haciendo y por ahí parecen que estuvieran al 60% y ahí Checho me dice “Acá necesitamos tal cosa, vamos a invitar a…”. Nosotros nos encargamos de la producción artística de nuestro disco y tenemos estos satélites, que son gente amiga, gente con la que trabajamos y sabemos quién tiene que intervenir en cada parte. Son ellos los que se copan: Rodrigo Jávega en guitarra, Natalio Rangone con un piano wurlitzer, Pol Nada en voces, Lalo Giandomenico en percusión.
Quiero que me digas algo
Extenso cimbronazo post 2001. Un Gran Rosario con fábricas cerradas, persianas bajas, carteles de remate. Un cordón industrial fantasmal de una Argentina condenada al éxito. Una ciudad brota en contrastes mientras deambula entre la impotencia de algunos y la indiferencia de otros. Nacho moviéndose entre el público -unas treinta o cuarenta personas- disparando con su cuatro cuerdas unas bien aprendidas lecciones de Peter Hook. Un Checho de camisa blanca cantando -tirando pasos de baile que hoy ya son marca registrada- en las casas de Planeta X o en las noches de la recién estrenada Kasa Enkantada. “Hay tanta pobreza tanta indiferencia/vemos la miseria como algo normal/el boulevard se hace profundo/y emerge todo el mundo de necesidad/la ciudad nos abandona/el hambre se hace dueño de la libertad” dice parte de la letra de “Volviendo hacia el sur” que más tarde sería editada en 2005 en el segundo disco de Matilda, Formas de inventar nuestro destino. “Uno trata, al escribir la letra, de escribir cosas que suceden de verdad” detalla Godoy mientras ejemplifica que “Son válidas todas las posiciones al momento de escribir una letra, si uno quiere puede impostar un personaje como hacía Bowie, se puede inventar toda una cosa que no es, en mi caso me gusta escribir sobre las cuestiones que me pasan y lo que me interesa en el momento. Por entonces yo vivía en zona sur, donde nací, y estuve viviendo allí hasta hace unos años, esa canción reflejaba lo que era ese momento y si bien algunas cosas mejoraron sigue ocurriendo, los márgenes de la ciudad siguen olvidados. Hoy en día me encuentro escribiendo sobre mi experiencia de ser padre. Las letras hoy tienen que ver con pensarse uno con respecto a la existencia. Tener un hijo te hace plantearte algunas cuestiones. Ya no sos vos solo, es tu prolongación, de alguna manera. Lo que para mi era mi viejo, yo soy ahora para esta persona. Ahora estoy en la rueda un pasito más para allá (risas). Es decir que esta cadena que vivimos se va sucediendo de generación en generación. Pensar a partir de ahí algunas cuestiones, la vida, la muerte, qué es lo uno quiere hacer en la vida y qué le quiere brindar a los demás. Lo de la paternidad es una excusa para hablar de otras cuestiones”.
– ¿Cómo es el momento en que Checho llega con sus letras? ¿Te metés en la canción, Nacho?
Nacho: No. Nosotros tocamos desde hace quince años. Ensayamos mucho, viajamos mucho, estamos todo el tiempo juntos. Hay cosas que uno ya sabe, Checho nunca va a caer con algo que me va a parecer sorprendente. Por ahí viene contento con algún tema y yo no le presto atención, soy medio…no sé (risas), no malo, algunos me llaman más la atención, que son los que van quedando. Hay un filtro natural. Hay algunas canciones que van avanzando.
Checho: Las letras generalmente, nunca están hechas. Casi siempre son lo último en terminarse. A veces empezamos a producir las canciones y están trabajadas desde un sanateo bárbaro. Lo que pasa con las letras es que, si bien las escribo yo, están cruzadas de las conversaciones que nosotros vamos teniendo durante el tiempo que pasamos juntos. En la canción “Nada se va”, siempre digo que es como una explicación no religiosa de cómo alguien le explica a su hijo sobre la muerte. Hace un tiempo atrás falleció un familiar de Nacho, alguien a quien yo conocía de los recitales, siempre iba y tiraba la mejor onda. Fue un mal momento para especialmente para Nacho y para mi también, puesto que tenía relación con esa persona. La canción encierra lo que me pasó a mí ante lo ocurrido: pensaba en la muerte y en que yo ahora estaba con un hijo. ¿Cómo se hace ahora para procesar todo esto y de alguna manera explicarle algún día a mi hija? Uno nunca se acuerda cuándo y cómo le explicaron lo que era la muerte. No se sabe si uno lo aprendió por ósmosis o qué sé yo, lo trae consigo. Uno ya es un ser consciente y se lo plantea. Esas experiencias que vamos teniendo, cuestiones que nos pasan en la vida real o conversaciones más teóricas. Una de las personas con las que más charlo es con Nacho. A veces charlamos mucho más de lo que realmente hacemos como banda, en realidad. Esas cosas se terminan mezclando con las letras de las canciones.
– Que los temas conserven ese acompañamiento de guitarra del momento en que surge me llevan a sus orígenes en vivo y al primer disco.
Checho: Al principio de la banda, el primer disco de Matilda Tres corazones rotos y un ordenador todavía no estaba muy definido qué iba a ser del sonido de Matilda, estaba la intención de tener programaciones pero si veías un recital nuestro de aquel entonces te encontrabas con un tema con pistas, otro con guitarras, era bastante variado. Cuando empezó a pasar el tiempo y nos sumamos a Planeta X ya de alguna manera la cuestión de lo tecno pop fue ganando terreno en el proyecto y lo más acústico fue quedando a un costado. Cuando Matilda quedó como dúo, tuvimos unas vacaciones en que nos fuimos a Mina Clavero en carpa (risas compartidas), debe haber sido verano del 2003, me acuerdo que ahí fue como un momento fundacional, hablamos mucho sobre qué queríamos hacer con el proyecto, hubo delineamientos, no solo artísticos, también éticos, nos propusimos no vivir de la música si no que la música sea un lugar que nos genere felicidad, no queríamos ir tras la zanahoria todo el tiempo porque se iba a volver algo tan rutinario como un trabajo. Quisimos un espacio de felicidad con la banda. Otra de las cuestiones que se planteó en el momento fue decidir cómo iba a sonar el proyecto, ¿qué queríamos? Veníamos copados con algunos proyectos bailables y escuchando mucho Adicta, estábamos muy copados con Miedo, para nosotros uno de los discos de tecno pop más importantes de nuestro país junto a Los Encargados. Pensamos que estaría bueno ir con el proyecto hacía lo bailable pero, a la vez, estábamos metidos en otras cosas, Nacho estaba ya siendo parte de la biblioteca anarquista (Alberto Ghiraldo) yo en Planeta X, pensamos que esas experiencias y aprendizajes podían atravesar la letra de nuestras canciones, que lo bailable fuera un transporte para que esas ideas tuvieran entrada. En el origen de Matilda lo acústico siempre estuvo pero luego ese concepto al que llegamos con Nacho se extendió por diez años y tres discos. Pero cuando llegó el momento de este nuevo trabajo, Nacho empezó a escuchar otras cosas, se copó con la experiencia del estudio, fue permeable a otros sonidos. De alguna manera, priorizamos que la calidez de la guitarra, ese momento inicial, siguiera estando y alcance el resultado final. Fue una decisión completamente consciente, fue volver a la fuente.
Nacho: Antes laburabamos mucho de noche, hacíamos fiestas, recis, ahora estamos como un poco más relajados de eso. En aquella época cuando teníamos que tocar a las 3.30 AM estábamos muy contentos y a esta altura ya no queremos eso, no estamos para ese agite. Lo ético tampoco ha quedado de lado. El disco anterior, Las acciones cotidianas, era más explícito con ese accionar diario, la cuestión política no es solo la militancia política, la situación cotidiana está intervenida por situaciones políticas. Lo que teníamos que decir explícitamente ya se ha dicho antes.
Checho: Nosotros en el algún momento fuimos bastante explícitos, tal vez no tanto en las canciones pero sí a través de las redes, lo cual generó, como todo en los últimos años, adherencias y detractores. El año pasado cuando fueron los recitales de Macri No nos invitaron a participar de toda la movida, lo pensamos y declinamos la invitación. Lo que yo me quedé pensando es hasta qué punto sirve para alguien que hace algo artístico, hacer explícitas ciertas cuestiones que te van a impedir poder entrar en una persona que piensa diferente. Si yo soy explícito en lo que pienso políticamente de alguna manera le estoy negando a otra persona que pueda entrar a eso que yo hago ya por saber que uno apoya a tal o cual político. Hay gente que no, yo sé que Borges no pensaba como pienso yo pero lo leí igual y lo admiro, también sé que mucha lo gente lo dejó de lado por no pensar igual. Últimamente pienso que quizás está más bueno volcar todo en las canciones, tratar que la gente que piensa diferente acceda a otro tipo de pensamiento, al menos, bailando y a lo mejor a largo plazo que eso vaya haciendo ruido.
El camino
El 16 de septiembre en Plataforma Lavardén fue la presentación oficial de El río y su continuidad, una noche plena de invitados especiales y una sensación de emoción compartida por aquellas personas que compartieron tantos años este viaje que la dupla sigue transitando. Días antes, a través de su cuenta en facebook el sello independiente Polvo Bureau publicó unas líneas referidas al grupo y a su concierto: Este viernes presentan su nuevo disco unas verdaderas leyendas de la canción pop rosarina. Ellos traían a tocar a las mejores bandas del under federal a mediados de la década pasada, cuando aún no existía mucho de lo que hoy tenemos en esta ciudad. Cuando los primeros grupos de Polvo arrancaron muy prematura, y precozmente a viajar con su música (destinos como La Plata, Córdoba y Buenos Aires mayormente), mientras recorríamos radios y disquerías con nuestros discos nos dimos cuenta que la única banda de Rosario que se conocía era Matilda. Así de gigante fue la gesta de este dúo. Cita imperdible con la historia y el presente, este viernes en Plataforma Lavarden”. Las palabras pertenecen a Valentín Prieto, principal motor logístico de Polvo, label local con intensa actividad en los últimos seis años, creadores del Festival Otro Río y diversos encuentros de cultura emergente. Las palabras de Prieto reflejan lo que genera Matilda en el circuito rosarino: un bien ganado respeto por una rica trayectoria dedicada a la música así como también un reconocimiento a su trabajo como agentes culturales. Nacho y Checho, lograron trazar vínculos y desde sus pasiones e inquietudes supieron construir futuro entre tanta incertidumbre. Un trabajo constante por los caminos argentinos, así como también en su propio hogar, hoy tiene la trascendencia de ser un aporte fundamental a una movida que desde unos algunos años marca una parada en el circuito federal.
– Tuvieron el respeto de su camada y hoy tienen la admiración y el reconocimiento de una nueva generación. Las palabras de Valentín me gustaron, demuestran el reconocimiento de alguien algunos años más joven que ustedes que supo apreciar sus esfuerzos y búsquedas al activar en varios sentidos: musical, gestivo, afectivo.
Checho: A veces generar algo tiene que ver con el tipo de público. Siempre hablo de la calidad del público, te pueden ver quinientas personas pero si esas quinientas ninguna tiene intereses o no hay intereses en común con uno eso va a ser indiferente, no va a pasar nada. Por ahí hemos tocado en lugares donde tocaron quince personas pero esas eran quince personas muy potentes que luego hicieron fiestas, eventos, sellos. Eso es mucho más rendidor que cualquier otra cosa. La experiencia de estar en la biblio, de estar en Planeta X, hizo que nosotros mamáramos ciertas cuestiones organizativas de cómo manejarnos, cuestiones logísticas, manejar cuestiones éticas con los artísticas. Entonces con Nacho y otros amigos empezamos a hacer fiestas y aprovechamos la oportunidad para estrechar lazos como banda con otros artistas. Pensamos generar lazos con gente de todos lados, invitamos a Los Todopantalla (Santa Fe), Benigno Lunar (Córdoba), Coiffeur (Morón), Hacia Dos Veranos (Neuquen-Buenos Aires). Muchos de ellos recién estaban empezando. Nacho y David (Bersany, ex socio) trajeron por primera vez a Él Mató (La Plata) y a Fantasmagoria (Buenos Aires). Un montón de gente vino a tocar. Nos parecía que estaba faltando algo en la ciudad. Había toda una movida que Rosario se estaba perdiendo mientras estaba pasando algo en Buenos Aires.
Nacho: Siempre consideramos que la experiencia de ir a tocar muy seguido a Córdoba fue importantísima. Primero porque allá iban a tocar todos. Había una movida y todos los que eran parte iban para allá. Bandas que acá nunca habían venido, estando mucho más cerca nuestra ciudad que Córdoba. También estando en Córdoba ibas a un boliche en 2004, ponele, sonaban los Peligrosos Gorriones y eran el hit de la noche. Sabíamos que lo que había sucedido en Córdoba no fue algo espontáneo, en los 90 eso había sido muy importante y que acá en Rosario no. A lo mejor porque nuestra ciudad tenía sus propios referentes.
Checho: Claro, el nuevo rock argentino pasó por arriba en Rosario. Salvo Sumergido que han sido fans de Juana La Loca o Los Brujos y que algo parecido hicieron al principio y luego ya lo dejaron de lado por un sonido propio.
Nacho: Habíamos visto todo eso y también algo parecido a lo que mencionaba Valentín. Nosotros en algún momento trajimos todas esas bandas y yo creo que eso ahora, de alguna manera, puede estar llegando a dar algún tipo de fruto, gente con Valen u otros se han nutrido de lo que hicimos y está re bueno.
Checho: Lo que pasó a Valentín es que vivió todo ese mismo recorrido en primera persona, él hizo el mismo camino que nosotros. Cuando las bandas de Polvo Bureau empezaron a viajar, nosotros ya habíamos viajado por ahí, habíamos tenido un recorrido previo. Tiene que ver con la lógica de trabajo que compartimos: abrir la bocha, buscar otro horizonte, salirse de creer que Rosario es el universo. Creo que coincidimos en salir de Rosario, en apreciar todo lo que hay más allá de la Circunvalación y entender que uno no es rockero por salir en el diario La Capital. En realidad, te vas a otro lado y te pintan la cara.
Nacho: Una vez me encontré con Lolo (Luciani) de Fluido, una banda de un palo re distinto al nuestro, y me pregunta en qué ando, adónde estoy tocando y le cuento que sigo tocando en Matilda, como siempre. Me comentó algo que es medio anecdótico pero sirve como ejemplo de lo que hablamos, me dice “Siempre que salimos a tocar por el país nos preguntan por Matilda. Hace poco fuimos a tocar a San Luis y nos preguntaron si los conocíamos a ustedes, si éramos amigos suyos”. Rosario es como una isla, hay músicos que son grandes en Rosario y que parece que solamente le gustan a los rosarinos y que cuando quiere salir se dan cuenta que no pasa nada. Nosotros que somos una banda chica en Rosario, seguimos siendo una banda under, pero tenemos un pequeño recorrido en otras ciudades.
Checho: Polvo Bureau, Nacho, Planeta X, toda la gente que hoy lleva adelante un sello, de alguna manera, venimos de todos de una cosa parecida, hemos circulado en los mismos recitales, en la experiencia de fiestas en casas, en armar y trabajar de manera independiente con una lógica no comercial, buscando romper ciertos clichés de la industria musical. Yo me siento contento con el acercamiento a las generaciones más jóvenes. A mi me interesa mucho lo que está haciendo gente más joven, me sirve escuchar lo que están haciendo. Si uno no es permeable a lo que está sucediendo termina encerrado en su mundo y pronto se te termina. Generacionalmente se te termina el recorrido si no te interesás en la que hace la gente más joven. Desde que vos tenés veinte hasta los treinta, está bien, te va a ver un montón que tiene tu misma edad, pero si vos no saltás el cerco generacional, se te termina.
– ¿Serán veteranos ya o los hace sentir muy viejos algo semejante?
Nacho: No reniego de la cuestión de ser veterano porque también es cuestión que uno, al saberse viejo, tiene que saber que hay un lugar que lo tiene que ocupar otra gente. Hay lugares que está bien que lo ocupen chicos de veinte años porque ellos tienen la efervescencia que tienen que tener. Veterano o viejo no me preocupa porque somos gente joven a pesar de no tener pelo (risas).
TXT – Lucas Canalda
PH – Renzo Leonard
Apenas compartido en la web en julio pasado el nuevo trabajo de Matilda se viralizó en las redes sumando cientos de descargas y más de 10.000 reproducciones en bandcamp y spotify. Desde Rosario en un mundo libre de fronteras virtuales el disco se compartió por todo el país a través de seguidores de distintas provincias y distintos espacios digitales abocados a la música independiente. Según Checho: es un trabajo que venimos haciendo de a poco. Con cada disco que hemos hecho tratamos de sumar, desde todos lados, de ir expandiendo nuestro trabajo. Salir a tocar afuera es un trabajo que venimos haciendo desde que arrancamos. Desde el año 2002 que fuimos por primera vez a Córdoba y desde ahí nunca más paramos. Lo mismo pasa con Santa Fe, ahí ya tocamos tres veces este mismo año. Paraná, Rafaela, siempre fuimos sumando. En Buenos Aires las últimas fechas que venimos haciendo, ya encontramos un público, algo que no es nada fácil en Capital. Hace quince años que tocamos, es un trabajo que ha hecho muy de a poco, muy de hormiga, sentar el culo en la silla y darle. Lo hacemos ahora con Nacho hasta el día de hoy, mandando el disco a blogs, a medios, a otros músicos; es un trabajo que puede parecer hincha pelotas o que no es muy glamoroso que digamos, pero es nuestro trabajo si queremos que el disco vaya más allá de Rosario. Nosotros tenemos muy buen público en varias ciudades y eso es lo que nos mantiene pilas para seguir tocando año tras año. Si uno se limita a tocar solamente en Rosario, la verdad que sería medio para atrás, en algún momento te frustrás. Hay que expandirse, la ciudad no da para tocar más de tres o cuatro veces al año.