Zona 84 lleva veinticinco años tocando sus canciones de punk rock. Acaban de concluir dos giras consecutivas por Alemania y editaron nuevo disco. El encuentro con dos hermanos que formaron una banda para expresarse y manifestar sus aprendizajes como filosofía de vida.
Es miércoles a la tardecita en un verano típico rosarino, húmedo, denso, caluroso. Insoportable. El auge de las cervecerías artesanales invade la ciudad, y cuando nos encontramos con Juan y Guille de Zona 84 en Italia y San Juan, en apenas unas pocas cuadras pasamos por tres lugares nuevos. Uno no tenía aire acondicionado, otro estaba cerrado, y en el tercero la música sonaba a volumen brutal, lo que transformaba en una tarea dificultosa que se grabe bien el audio e incluso, hablar. Vamos hacia la cuarta opción, y también está cerrado. No lo podemos creer. ¿Dónde va la gente cuando bebe? ¿Esta moda ya pasó? ¿Ya cerraron las que abrieron hace un mes?
Decidimos volver a la puerta de un viejo y querido kiosco, y en el camino encontramos una cervecería abierta. Me dicen de entrar ahí, cuando yo no entendía bien el porqué. Nos sentamos y antes de poner a grabar Juan confiesa: “uno de los primero nombres en borrador, antes de que la banda se llame Zona 84, fue Prosit, el nombre de este bar. Que quiere decir, salud, en alemán. Lo sacamos porque era una cosa rara, teníamos que explicar que era. Y después terminamos yendo a tocar a Alemania”.
Todos los caminos conducen a Alemania. Zona 84 viene de girar por segundo año consecutivo allí, y junto a la salida de su nuevo disco, Radio Pirata, son la excusa del encuentro para Rapto. Pero aún estamos en Rosario, cuando eran Prosit algunas veces, y otras Los Dalton. Realmente nunca antes de Zona 84 tuvieron un nombre definido. Año 1991, época en la que se estaba concretando el cambio de formato para escuchar música; de analógico a digital. Se robustecía la era del CD. En ese momento la semilla de Zona 84, eran los hermanos Rodríguez, Gula (batería hasta el presente) y Fafa (bajo). El hermano de éste era quien aún a comienzos de la década del noventa, alimentaba a los pibes de dieciséis años con vinilos: Los Violadores, Todos tus muertos y Sumo, entre otros.
De esa época hasta hoy, pasaron casi treinta años. Y aproximadamente veinticinco desde que se llaman Zona 84. En ese transcurso, hasta sus apellidos se reconvirtieron. Son Juan (voz) y Guille (guitarra) de Zona, dejando casi de lado el Rodríguez. “Por la edad que tenemos, hemos vivido más tiempo tocando en Zona, que el resto de nuestra vida” dice Guille. Y de alguna manera sintetiza lo que significa la banda en sus vidas. A pesar de ejercer la medicina, afirma que la banda es lo que más lo representa e identifica.
Coinciden en que Zona es como una banda de adolescentes que se juntaron a tocar sin saber lo que estaban haciendo, con el sólo motor de tocar esa música. Y que la toma de decisiones en la banda es lo que realmente los formó como personas. “Toda la movida de punk rock, fanzines, que se gestó en los noventa, fue una escuela muy grosa. Sin darnos cuenta hicimos un aprendizaje muy grande. A punto de que ahora nos pasa que emprendemos algo en nuestra vida por fuera de la música, y te das cuenta que un montón de cosas que aprendiste con la banda las aplicas”, dispara Juan.
– ¿Y básicamente qué fue lo que aprendieron?
Guille: Vamos y lo hacemos. No estamos esperando nada. Mirá –señalando su último CD- ese disco que está ahí se hizo en Duserdorlf. Lo grabamos en Rosario. El vinilo se hizo a través de un sello de Madrid y se prensó en Praga. Y las remeras que vendimos en Alemania de la gira del disco, se hicieron en Hungría. Eso lo aprendimos desde que nos escribíamos cartas grabando cassettes TDK, poniéndole dos bolitas de papel atrás en los agujeritos para regrabar. No hay límite. Lo hacemos porque queremos hacerlo. Si hubiésemos esperado que nos fiche un sello, que nos grabe, nos masterize y nos edite en vinilo, nos hubiese pasado lo que le pasa a todas las bandas: morís sin hacerlo, porque no lo fuiste a buscar.
– Podes tener muchas ganas de hacerlo. Pero también se necesitan recursos, y tiempo para generar esos recursos, porque a mayoría de los músicos en Rosario no se dedican exclusivamente a la música. ¿Pierden guita? ¿Ponen de sus otros laburos para la banda? ¿Salen hechos? ¿Ganan plata? ¿O no importa eso?
Guille: Hoy tenemos la suerte de salir hechos. No ganamos, no perdemos.
Juan: Todo va a un fondo común. Jamás dividimos lo que entra ni de shows ni de feria. Ahora estamos en una etapa donde si hay que grabar, sale completamente de ahí.
Guille: Y los planes los manejamos así, también. Si hay fondos, nos embarcamos en un nuevo plan.
Juan: También pasamos por laburar con manager, u otras personas, y las experiencias no fueron buenas. Pasamos por eso, pero por algo ahora lo hacemos todo nosotros. El tema de laburar con representante, o algo de eso, te lleva a una postura más pasiva. Porque estas esperando que active el que tenga que activar. Acá activamos nosotros.
-¿Por qué decidieron hacer una banda de rock, o de punk rock, y no un fanzine o un programa de radio?
Guille: Hemos pasado por todo eso. Pero decidimos hacer una banda, porque no había nada. En ese momento de adolescencia en el que todos buscan empezar a identificarse con algo, la movida del punk rock nos voló la cabeza. Inicialmente tal vez por alguna foto de los Pistols, o la música, pero rápidamente nos dimos cuenta de que era una cultura que tenía mucho trasfondo. Y siempre nos gustó el hazlo tú mismo, y toda la cultura que gira alrededor de la música punk rock.
– ¿Tenían referentes de todo eso en Rosario?
Guille: Argies ya no estaba en Rosario, estaba Bulldog pero nunca nos llamó mucho la atención. Dokumentos por favor, que tampoco mucho nos llegaba. Juntábamos lo que podíamos y nos íbamos a Buenos Aires. Vimos como empezaba el Buenos Aires Hardcore, Die Schule, Cemento. Veíamos a Bien Desocupados, Mal Momento, Attaque. Nos identificaba toda esa movida, un poco más activa desde lo contracultural, más allá de lo musical. Lo más rocker que había para hacer acá era ir a ver VHS a Le fu, un bar que quedaba en Mitre y Córdoba. Pasaban videos de Kiss, Van Halen y Motorhead.
Juan: Había más mezcla también. Fue muy fuerte Ramones, pero al mismo tiempo el trash metal, Metallica, si bien no por lo ideológico, pero veíamos a Hermética, acá en Rosario a Punto Trash o Carillion.
Guille: Ojo que estamos hablando de la época pre internet. Nosotros vivíamos en el viaducto Avellaneda. Había gente haciendo movida de lo que nos gustaba en zona sur, estaba Merkado Nocturno, Complejo Vitamínico…pero también era difícil encontrarse en un bar, o un recital. Entonces medio que uno se hacía su propia movida, porque no había demasiado que hacer. Nosotros los primeros shows en los que tocamos, lo hicimos para gente del barrio.
Juan: Cuando empezó a funcionar la feria de fanzines de la plaza Pringles, fue un punto de reunión. La red social de los 90’ eran los lugares. Venían los Asko y Pena.
Guille: Ellos sí nos gustaban mucho y nos identificaban. Asko y Pena era nuestra banda de cabecera de Rosario. Y la Pringles fue importante por lo menos para nosotros, fue el lugar donde nos integramos con el resto de la movida punk rocker y hardcore de Rosario. El que no tenía una banda, tenía un fanzine. Otro dibujaba, otro era fotógrafo, otro tenía un programa de radio. Y la mayoría hoy se dedican a eso profesionalmente. Todos participaban activamente. Tanto que la primera edición de Zona, salió de ahí. Lo editó el gordo Pepo, que lamentablemente falleció.
– La primera mitad de los noventa fue un momento en donde todas las vertientes de rock se ramificaron, y comenzaron a salir a la luz subgéneros y espacios donde las diferentes tribus se juntaban para identificarse con los suyos. En el caso de Punk Rock en Rosario, uno de esos espacios fue la plaza Pringles. Una ebullición desde lo artístico, con un claro enemigo en común: el gobierno nacional.
Juan: Totalmente. Las disquerías también era un punto de encuentro. Utopía, Donnington.
Guille: Donnington en la puerta tenía un bar con mesas, ahí en la galería. También fue una época en la que vinieron muchas bandas de afuera. Vos tenías un cassette grabado de La Polla Records y no sabías como era la banda. Empezaron a venir, ibas, y ¡te sorprendías! Quiénes eran, cómo estaban vestidos. Todo te volaba la cabeza.
– Me parece que Zona no es una banda que le huyó al cambio del tiempo. Por ejemplo, hoy su música se encuentra en todos los formatos: redes sociales, vinilos, CDs, plataformas digitales. Si bien tienen su ideología bien marcada, viven en un mundo que no niegan.
Guille: Son cosas que no se pueden desperdiciar. Antes de encontrarnos con vos, nos escribió un brasileño para comprar todos los discos de Zona, porque nos escucha en Spotify. Para una banda como nosotros, que no pretendemos vivir de la banda, pero sí pretendemos bajar una línea y un mensaje, es importante que nos escuche toda la gente que pueda. Nosotros realmente pensamos que habría mucha más gente que le gustaría Zona, si lo escuchara. Por ejemplo, consideramos que este último trabajo es un discazo, y el desafío es que la gente lo escuche. Que nos pueda juzgar, que puedan decir me gusta, o no me gusta. Vivimos en un mundo donde la gente no busca, sino que escucha lo que le ponen. Entonces nosotros toda plataforma de Internet que sirva para poner gratis, lo aprovechamos muchísimo.
– Evidentemente no le esquivan a las pautas de consumo, que cambiaron. Pero, más allá de que piensen que la gente no busca, también es cierto que hoy no necesitamos un tipo en una radio que nos diga lo que tenemos que escuchar. Pongamos como ejemplo a esta persona de Brasil, ¿no les da curiosidad saber cómo llegó hasta Zona? ¿Tienen en cuenta eso, hacen algún estudio de cómo llegan?
Guille: No.
Juan: En Alemania nos pasó que nos costaba entender cómo se enganchaban con la banda, más allá de la barrera del idioma. Un poco encontramos respuesta en Die Toten Hosen, que nos gusta, y nunca entendimos una puta letra.
Guille: Una cosa interesante que tiene el punk rock es que es multifacético y todo está bien. A esta altura está bien que cada uno haga lo que quiera y nadie va a ser árbitro, porque otra cosa típica es que todos los punks creen que son punks y los otros no porque no toman cerveza fría o comen puflitos…bueno, sin llegar a eso, la movida nuestra, o la alemana particularmente, es muy politizada. Entonces existen unas series de reglas básicas, que si estamos en ese lugar, todos compartimos.
-¿Cuáles son?
Guille: Básicamente, la movida es netamente anti fascista. Acción anti fascista activa.
El sello de Zona 84 en Alemania se llama Pauli Punker, y está ubicado en Hamburgo. Marcus, quien está a cargo del sello, es hincha activo del St. Pauli, “probablemente el equipo de fútbol más anti fascista del mundo”. Es el equipo de los marginados de Alemania, y podríamos decir de muchas partes de Europa, ya que a su estadio concurren personas de diferentes nacionalidades pero con una misma realidad. Estos activistas reciben a los músicos y asistentes a los conciertos con calcos que dan la bienvenida a refugiados o gays; en todos los lugares existen alcancías para poner dinero y ayudar a Cuba o Siria, por ejemplo. Junto a Despabila Records, el sello de la banda, editaron los discos del grupo rosarino en Alemania y están a cargo de la organización de los tours.
Juan y Guille aseguran que Alemania es hoy una plaza donde las bandas punk rock pueden y tienen lugares para tocar todos los días de la semana, lo que posiciona al país como una de las plazas del género más fuerte del mundo. “Es increíble que abra un bar un lunes para que toquemos nosotros u otra banda. Y van entre 20 y 30 personas seguro”, cuentan los hermanos Rodríguez. “Supongamos que la gira esta armada desde Rosario a Buenos Aires. El lunes tocas en Arroyo Seco y van 30. El martes en San Nicolás, y van 60. Y así hasta llegar al final con más personas” y agregan que además de asistir, compran todo lo que tiene la banda para vender. El público es su mayoría supera los cuarenta años, con estudios y trabajos profesionales, “pero que llevan una vida de rockeros”, aclaran. “La diferencia está en que cada bar, tiene una banda en vivo, cosa que acá no existe. Y por lo general, detrás o arriba del bar hay habitaciones con camas cuchetas, baño y cocina para alojar a la banda” explica Guille. “A la banda se le da una cena caliente, tienen su camarín con bebidas. Si el alojamiento no es ahí mismo, está a unas cuadras. Como todos los bares hace unos veinte años que están abiertos ininterrumpidamente todos los fines de semana por lo menos, ellos ya se dieron cuenta de que económicamente les rinde más tener un lugar propio para alojarte que mandarte a un hostel” agrega su hermano. “Y eso no hay ni que charlarlo. Si vos vas a tocar ahí, eso está. Lo mismo que el sonido, esta todo armado” sigue Guille. Pregunto, entre sorprendido e incrédulo, si además se cobra entrada: “Se cobra entrada, y cuando son lugares muy chiquitos, es a la gorra”. El dinero recaudado es todo para la banda, tanto si es de entrada, como de colaboración. Lo mismo que todo lo que vendan de objetos de la banda. El bar, gana plata con la venta de cerveza. O sea, lo que la mayoría pensamos que sería lo ideal y justo. Juan, abriendo grande los ojos, entre emocionado, sorprendido, con un tono de voz y un gesto que habla de la coincidencia con las ideas que relata, dice que “cuando es a la gorra, nadie se hace el ratón. Todos saben que la entrada es entre 5 y 8 euros y ponen eso. La gorra la pasa el productor del show durante el recital. Y al final te dan la plata”. “Hay una anécdota muy buena”, suelta Guille que rápidamente se mete en el relato: en el 2016, al otro día de tocar en un festival muy grande en Helgoland, donde nos fue muy bien, fuimos a tocar a un lugar que era muy chico, casi que no entraba la banda. Había que pagarle al ingeniero de sonido, un tipo de unos sesenta años, con una barba gigante, que sacó su Tablet, y nosotros le advertimos que hacíamos un ruido bárbaro. Nos contesta que no nos hagamos problema, y que pongamos el volumen que quisiéramos. Probamos un montón, se paraba en todas las puntas, nunca nadie nos dio tanta bola, y tocábamos para veinticinco personas. Sonó bárbaro, no podíamos creer que un bar suene tan bien. El arreglo era que había que pagarle, no sé, unos cincuenta euros, que para nosotros era una fortuna, porque con eso vivíamos unos días. Le dimos la plata, el tipo agarró los cincuenta euros, hizo dos metros, y se los gastó todo en material nuestro. Se llevó disco, remera, de todo. Se lo quisimos regalar y nos dijo que él trabajaba, y se gastaba la plata en lo que quería. Nos lo devolvió”.
-Supongo que un poco por saber todo eso, es que eligieron Alemania por sobre otro país para ir de gira.
Guille: En el 2015 tocamos en el Teatro de Flores antes de Die Toten Hosen. Pero unos días antes, junto a Argies –que también teloneaba- y Radical Radio, hicimos un recital en el Salón Pueyrredón, donde sabíamos que iban a ir todos los fans alemanes que viajaron a Argentina para verlos y estaban en Buenos Aires. Los Hosen cuando viajan, vienen quinientos alemanes con ellos. David de Argies dijo que hagamos un show, tocamos, se llenó de alemanes, y entre esos tipos estaba Marcus, el de sello, que nos dijo que teníamos que ir a Alemania, porque allá la banda iba a gustar. Cosas que han dicho muchos, pero este era alemán. A los cuatro meses nos dijo “este es el tour, tienen un mes para confirmar porque hay dos festivales grandes y tenemos que confirmar ya”. Y así fue.
Previo a su último disco, Zona 84 regrabó canciones para su primer vinilo, una edición que se llamó 20 Aniversario y también está disponible en otros formatos. El vinilo se hizo en San Sebastián, y coincidía con la primera gira que el quinteto estaba por realizar en Alemania. No contaron con la misma suerte, ya que no consiguieron ir a tocar a España, porque no tenían la misma organización. De todos modos, llama la atención de la necesidad de regrabar viejas canciones.
-¿Por qué decidieron volver a grabar esas canciones y editarlas?
Guille: Habían pasado varias cosas. La banda era otra porque habíamos cambiado algunos integrantes y nos pareció que los temas merecían unas nuevas versiones. Coincidió con que cumplíamos veinte años como banda, y decidimos hacer versiones renovadas y una canción nueva. También es cierto que lo sacamos para irnos de gira, y nos servía como carta presentación de muchas cosas que había hecho la banda.
Zona 84 toma a 1993 como su primer año. Cuando efectivamente llegaron a las dos décadas, celebraron en El Sótano, con grabación de DVD incluida. Ya no tocaban más allí, pero siempre fue un lugar que los recibió de la mejor manera, donde tuvieron grandes conciertos (telonearon a Jello Biafra and the Guantanamo School of Medicine) y además fue un espacio profundamente identificado con el punk rock. “Si nosotros teníamos que grabar un disco en vivo, tenía que ser ahí. Te cruzás con gente y te dice que nos en El Sótano. Es un clásico” señala Juan antes que su hermano agregue que “Fue el lugar donde más tocamos, y donde más fuimos. Igual no fue la panacea, como parece ahora que hubiera sido. Cuando grabamos eso llevamos nuestro sonido, nuestras luces, porque era una poronga. Pero en nuestra juventud, fue EL lugar. Nos pasaba lo que nunca nos había pasado en Rosario. Sólo preguntarnos ¿qué hacemos hoy?, vamos al Sótano. No sé quién toca, pero nos vemos en El Sótano. Después tuvimos un poco de suerte, porque cuando cerró, el mismo dueño difundió videos de ese show para representar un poco lo que fue El Sótano”.
– ¿Zona 84 es una banda muy rosarina o creen que podría haber existido en otro lugar?
Guille: Es difícil de responder…y pensar. Creo que somos muy rosarinos. De hecho la mitad de nuestros amigos íntimos se fueron a la mierda. Hemos vivido muchas crisis, sobre todo la del 2000-2001 donde muchos se fueron, pero nosotros nos quedamos. Lo hemos planteado varias veces, incluso Juan estuvo un tiempo viviendo en San Martín de los Andes.
Juani: Los que se fueron, no armaron otra banda afuera. Entonces es un poco lo que te ata a Rosario.
Guille: Somos una banda muy rosarina. Pero también te digo que lo podríamos haber hecho en otro lado. Nos dimos cuenta que al compartir muchas cosas en común con personas de, por ejemplo, Alemania, País Vasco o Inglaterra y nos llamó la atención realmente con la facilidad que podés pegar onda estando en la misma movida.
Juan: La gira nos agarró con una vida hecha. Familia, trabajos, etcétera. Hasta es un quilombo organizarse para hacerlo. Si lo hacés a los veinticinco tal vez ni volvíamos. Dejame agregarte que muchas veces pensé en bajar los brazos. Todo el discurso de “Déjate de joder con la guitarrita”. Cuando todo es adverso…y esto ya no es de punk…todo el sistema te baja una línea de ponete a laburar, dejá de tocar. Y nosotros la fuimos surfeando hasta llegar acá. Cuando conocimos otra realidad con en estas giras, fue un alivio sentir que no estábamos equivocados. Que nosotros no éramos los que estábamos equivocados.
– En cierto sentido lo que decís tiene que ver con un respeto hacia el artista al que no estamos acostumbrados, y asumirse artista también.
Guille: Totalmente. En uno de los festivales, terminamos de tocar, y estábamos tomando algo atrás del escenario. Viene el productor y nos dice “¿Qué hacen?”. Nosotros nos miramos, no entendíamos a qué se refería. Y nos dice “tiene que venir a firmar autógrafos”. Fuimos y había gente haciendo cola esperándonos. Firmábamos y si faltaba uno, lo reclamaban. Falta el bajista te decían. Es increíble.
Juan: Se sorprenden cuando les contas que no vivimos de la banda. De que todos laburamos aparte.
-Hay algo que dijeron y tiene que ver con esto. En un momento dijeron que no pretenden vivir de la banda. ¿No pretenderlo es un no se puede o asumir que tienen que trabajar de otra cosa? Porque no creo que sea algo que esté mal, vivir de la banda.
Juan: Las bandas que empezaron al lado nuestro que en un momento les pintó de profesionalismo, que apretaron el acelerador al mango, duraron cinco años y terminaron separados. Le pusieron muchas fichas, se pelearon internamente. El sistema no está preparado para mucho más que ponerte una coraza, metas cortas, para no frustrarte.
Guille: Nosotros empezamos con la banda por una tremenda necesidad de expresarnos . Era hasta espiritual. Ni siquiera pensábamos tocar en vivo. Después tocamos en vivo, después grabamos, etcétera. Pero nunca nos cambió la idea del porqué lo estábamos haciendo. La mayoría de las bandas que conocemos, que tienen mediana trayectoria, están pensando en que se está escuchando ahora para ver si meten algo de ese sonido, o pensando en mandar un correo para ver si pueden tocar en el usumano festival. A nosotros nunca nos interesó. Podés plantearte que la banda para sobrevivir tiene que vender, o que la banda es parte tuya. Si puedo dejar de laburar y tocar la guitarra, me encantaría. No me cabe ninguna duda. El problema es que el camino para llegar a eso tiene que ser el camino que nosotros elegimos cuando teníamos quince años.
-¿Creen que existe un concepto en cuanto al sonido de punk rock nacional?
Guille: Sí, claro. Incluso está bastante definido. En un comienzo tremendamente influenciado por el punk ramonero. Y hoy hay muchas bandas que su referencia es Flema, y 2 Minutos y Mal Momento. Con unas letras con una temática definida. A nivel audio, Zona no me parece que sea una banda que suena así.
Cuentan, los hermanos de sangre y de banda, todavía sorprendidos y alegres, que en Alemania vendieron 150 vinilos, y 200 CDs de sus últimos laburos. De material más viejo, unos 300 CDs. “Vendimos mucho. Les gusta comprar objetos únicos. Quieren la firma, y saben que es único porque es de esa noche y no lo va a tener más nadie. Y muchos compran tres o cuatro cosas” remarcan. “Y también nos pasaron cosas que son increíbles. Fuimos a comer con la personas del sello, y nos dijo que teníamos que ir a disquerías a firmar discos y un Meet & Greet. Pensábamos que éramos unos boludos, qué íbamos a hablar si ni siquiera sabemos hablar alemán. En Dusseldorf era muy chiquito, y había ocho personas. Nosotros éramos diez. Fue como una visita a otra disquería, de donde nos llevamos un montón de discos. Pero cuando fuimos a Berlín, llovía, pensamos esto es un fracaso, quién va a venir a vernos a una disquería. Hay dos disquerías, una del este y otra del oeste. Fuimos a la del este, caminando bajo la lluvia, vimos que había cuarenta personas. Nos aplaudían, “Bravo Zona, bravo” decían. Había personas con sus hijos. Se nos acerca un flaco de pelo largo y nos dice que tiene todos nuestros discos. Sacaba los discos y fibrones de distintos colores. “Este lo quiero con fibrón blanco, este con rojo”. Son así. Terminamos haciendo un acústico. La disquería estaba repleta. Cuando terminamos le digo a este fan que estaba realmente sorprendido, que un acústico de Zona nunca se había hecho. Llamó a un amigo delante nuestro para decirle que vio el único acústico que había dado Zona”.
Radio Pirata, su último trabajo está dando vueltas. Como ellos dicen, “tiene notas en los mejores fanzines del mundo, de Reino Unido, Alemania, en todos hablaron maravillas del disco”. Y sus letras fueron traducidas al alemán. “Permanentemente hablando con ellos nos preguntaban qué decían las letras. Ellos quieren saber. No quieren comerse ningún sapo. Te interpelan. Quieren saber por qué los puños en alto, o lo que decía nuestra bandera. A raíz de eso, nos pareció que estaría bueno tener las letras traducidas al alemán. Tiramos una convocatoria por Facebook para ver si se enganchaban algunos amigos de allá, y tuvimos una respuesta buenísima porque varios se anotaron. Y tuvimos hasta varias traducciones para comparar. Otro amigo se tomó el trabajo de ver qué era lo mejor de cada una. Esa misma persona es alguien que conocimos en la primera gira. En la segunda, se tomó sus vacaciones para seguirnos en todos los conciertos. Era nuestra traffic y su auto detrás. Hasta terminó siendo stage en algunos shows” relata Juan.
Resulta difícil sacar la cabeza de Alemania, pero lo cierto es que Zona tiene los pies en Rosario. Caminan estas calles que los vieron nacer, crecer, desarrollarse. Los viejos escenarios los conocieron todos, y los nuevos los tiene como protagonistas. A pocos días de nuestro encuentro, camino por calle Dorrego a la madrugada y en la puerta de Floyd veo varias personas con remeras de Zona. Pregunto en la puerta, y todavía no habían tocado. Entro. Y nuevamente confirmo que cuando toca Zona 84 hay una especie de embrujo que se repite en todos los escenarios. La banda es una trompa, cada vez más potencia y volumen preciso y euforia deslizándose desde los parlantes hasta el público, que canta todas las canciones, como indica la canción, con los puños en alto. Existe una especie de complicidad explícita entre los músicos y sus seguidores más antiguos. Los nuevos, disfrutan extasiados un espectáculo old school. Todavía se sacuden en un pogo genuino, creíble, rockero. Y ahí estaban, los nuevos y los mismos de siempre. Hasta el final.