JUANE BASSO: NOTICIAS CON MEMORIA

Juane Basso es trabajador de prensa y militante de H.I.J.O.S. Su historia está envuelta en dos luchas: por la memoria, verdad y justicia; y por una comunicación democrática, al servicio de los intereses generales, nacional, popular y, por supuesto, feminista.

Un encuentro para conocer la historia de El eslabón, la cadena informativa que disputa la brutal agenda de los medios concentrados en Rosario. Su historia, jalonada de convicciones y atenta a los vericuetos nacionales, nos brinda una visión reflexiva que va más allá de la comunicación.

Nacimiento, desarrollo y desafíos de cara a un escenario que se construye entre decisiones y miradas cotidianas.

Existe un tipo de lector/a que con el paso del tiempo desarrolla cierta habilidad a la hora de leer los diarios. La misma consiste simplemente en identificar las posturas políticas de determinadas editoriales, las maneras de titular y desarrollar una noticia, el uso que hacen de los testimonios, por mencionar algunos casos. Este hábito se desarrolla con el correr de los años (no necesariamente muchos) y es lo que permite, al que experimenta la lectura, hacer un análisis más profundo sobre cómo nos informamos (o nos informan) y sobre qué intentan hacernos creer desde los medios de comunicación concentrados. Se trata de la perversidad de ciertos medios capitalinos que con su agresiva agenda setting inclinan la cancha hacia determinados intereses (generalmente nocivos para las grandes mayorías). Esta lógica existe, existió y siempre existirá, sin importar  tiempo o gobierno. Al mismo tiempo, el sujeto experimentado sabe que existe otro periodismo: el de la información entendida como derecho humano, hecho con ética y compromiso social. El atento a lo que pasa en su tiempo y país, dijo alguna vez alguien en tiempos oscuros. Periodismo contrahegemónico, se animan a teorizar algunxs. Estas últimas características, por suerte, forman parte del contrato de lectura de El eslabón, el medio rosarino que presenta batalla a la brutal agenda de la permanente desinformación de la cual somos víctimas.
El Eslabón representa lo contra hegemónico, pero no en el sentido binario sino por pertenecer a aquel periodismo que lucha por la disputa del buen sentido, la memoria, verdad y justicia y que, por supuesto, camina en sintonía al movimiento comandado por las mujeres. Aquí se detecta la primera diferencia: cuando a un medio lo hacen sus propios trabajadorxs, como es este caso, nos encontramos con otro tipo de información porque la entienden como un derecho humano. Todo lo contrario cuando lo conducen las patronales que solamente comercializan información según sus intereses. Parece una obviedad, pero como dijo a Rapto el periodista Pablo Bilsky: “En algunos temas, tenemos que seguir argumentando” (En referencia a que aún hoy, mundialmente, hay que explicar que el Fondo Monetario Internacional es malo, para ser bien claros).
Actualmente este medio cooperativo es la voz de los pibes y pibas sin calma, de quienes quedan afuera del periodismo mercantil y luchan por lograr su propia hegemonía disputándole la agenda a los monopolios que gobiernan la ciudad. Para esta ocasión, fuimos hacia la voz de uno de sus fundadores e históricos militantes que tiene nuestra ciudad: Juan Emilio Basso, trabajador de prensa y miembro activo de H.I.J.O.S Rosario. Conocedor de la arena política y social desde joven, es alguien que no se molesta cuando le dicen que hace periodismo militante ni tampoco reniega del término. Se reconoce como tal y como sujeto político por los Derechos Humanos: su lucha inclaudicable es conocer la verdad, tener memoria y que haya justicia. También es un eterno acompañante de la ronda de la memoria, de las madres y abuelas de Rosario. Pero, como buen comunicador, no apela a la autorreferencia. Su apuesta siempre es colectiva: “Si no querés terminar como Lanata, tenés que organizarte colectivamente y estar abierto a las necesidades de los intereses generales”, remarcó. Al citar referentes en el periodismo, no dudó: “Mis compañeros y compañeras de la cooperativa: Manolo Robles, Lucho Couso, Pablo Bilsky, Horacio Çaró, Laura Hintze, Guille Greco, Santiago Garat. Ellos me enseñan mucho. A nivel nacional, Gabriel Fernández me gusta como analista político por su línea que yo defino como Jaurecheana desde el periodismo y en pensamiento. En otra línea distinta, me identifico con el modo de trabajo y forma de investigar de Horacio Verbitsky, quien me sigue pareciendo alguien que tengo que leer siempre. Mi viejo Hugo Basso me gusta por el horizonte que tiene para ver las cosas y el modo de encarar el trabajo”.

JÓVENES DE AYER

Por aquel entonces, unxs jóvenes estudiantes en la recta final de la carrera de Comunicación Social sintieron  los deseos y ansias por aplicar sus conocimientos y militancia en algún medio de comunicación. Ante la falta de ofertas por la eterna concentración de medios en Rosario y las nulas posibilidades de acceder a ellos, decidieron fundar su propio espacio. Corría el año 1999 y el neoliberalismo volvía a cooptar el segundo partido popular del país para continuar con su modelo excluyente. Esta vez, la oligarquía nacional defensora de los intereses concentrados y poco sensibles de los datos de la realidad,  luego de cooptar el peronismo, hizo lo propio con el partido histórico de Yrigoyen: disfrazó sus intereses populares en una farsa para volver a engañar a las mayorías. El neoliberalismo volvía a triunfar en las urnas, esta vez levantando las banderas de la transparencia. Pero estos protagonistas se incentivaron aún más (después de todo un/a militante sin utopías no sería tal). Querían tener un medio de vida para subsistir desde la comunicación y así fue que, en una mesa de cinco pibes y pibas, abrieron la convocatoria para comenzar el recorrido que los derivó en Cooperativa La Masa, ofreciendo servicios de comunicación, elaborando su propio portal (Redacción Rosario) y dando vida a su propio programa de radio (Noticias Piratas).
Recogimos el intento de desacartonar al periodismo como lo hacía Página/12 con otra forma de escribir, de titular y de vincularse con la realidad. Nosotros, un poco más militantes que periodistas profesionales, reivindicamos las experiencias del Diario de la CGT de los argentinos o el diario Noticias de Montoneros que si bien era una línea orgánica, tuvieron un plantel de periodistas donde muchos de ellos terminaron en el Página/12”, explicó Basso, que también resaltó el carácter inspirador de esta historia al Diario de las Madres, a través de la pluma de Gabriel Fernández, y la figura de Rodolfo Walsh.
También veíamos que el contexto de los medios era expulsivo, la concentración aumentaba porque se consolidaba el perfil que hoy persiste con el Grupo Uno haciéndose del diario La Capital, las radios LT3, LT8; después el otro gran polo de concentración era el grupo el Litoral con Canal 3, Lt2 (hoy Radio 2) y sus FM; además de todo lo que pasaba a nivel nacional con Clarín a la cabeza. En general, toda la industria venía en declive expulsando trabajadores y cerrando fábricas al igual que pasa ahora. Entonces entendimos que teníamos que tener una construcción propia para poder, por un lado, decir lo que pensábamos sin depender de ninguna editorial de las grandes empresas que eran y son beneficiarias de ese modelo económico, y también tener un medio que sirva como una herramienta de denuncia de este modelo excluyente”.
Basso llegó a una cuestión no menor para cualquier medio: el financiamiento. Cobrar por la mano de obra puesta en el desarrollo de las noticias, coberturas, fotos, etc.  Según Juane, en el periodismo, el financiamiento siempre es la parte más difícil (no importa cuando leas esto). El Eslabón logró constituirse como cooperativa diez años después de su nacimiento, incluso en un primer momento fueron una Asociación Civil. No es fácil constituirse como tal. Solicitan una serie de requisitos difíciles de cumplir y a mitad de camino el voluntarismo hace lo suyo, donde  muchxs pierden fuerzas y/o logran conseguir otros medios de vida que no les permite dedicar el tiempo que quisieran al proyecto. Juane repasa esos momentos, admitiendo las dificultades, pero subrayó el convencimiento que los impulsó a seguir. En un primer momento, recordó que hacían fiestas en La Toma para juntar fondos para imprimir las tiradas en la planta del otrora diario El Ciudadano (comandando por empresarios), en San Nicolás, Victoria o en una imprenta rosarina.

LA COOPERATIVA

A diez años de su nacimiento la Cooperativa La Masa es quien nuclea a lxs trabajadores del hoy periódico semanal. Basso enumeró como punto de referencia los eternos conflictos del diario El Ciudadano con ese eterno estado de alerta que nunca cesó desde su nacimiento: “Los compañeros del diario nos ayudaron mucho con el armado de notas, correcciones y sugerencias. Después nosotros lo ayudamos cuando estaban en conflicto con las patronales porque éramos los únicos que les dábamos voz a sus reclamos”, memoró. Durante la charla, compartió que muchos colegas coinciden que tomar el camino de la cooperativa no es fácil. Por eso destacamos la historia de este medio que contó con trabajadores y trabajadoras convencidas de que lo que estaban haciendo valía la pena. ¿Hay vida después de formar una cooperativa?

– ¿Cómo aparece la idea de cooperativa?

En un momento en que Manolo Robles lanza la idea, pero más como una productora de comunicación, algo que excedía a la militancia y era para hacer campañas de comunicación a quienes lo necesiten, sean sindicatos, particulares, mutuales, páginas webs, etc. La idea viene del desgaste que sufrían en El Ciudadano, esos momentos duros que pasaron con los empresarios de medios como (Orlando) Vignatti, Grupo Uno, Eduardo López y después con Cristóbal López. La idea de autogestión tiene que ver con aquel momento histórico que se vivió en el 2001. En Rosario y Santa Fe fue muy importante lo que se llamó el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas que tenía al Vasco (José) Abelli (primer presidente y cofundador de decenas de cooperativas). Y Manolo pensó en nuestro laburo y lo propuso. Ahí, de alguna manera se profundiza la relación con él y los que veníamos desde la primera etapa de El Eslabón. Empezó a sumarse gente que coincidía más o menos con nuestra ideas políticas, de cómo entendíamos la coyuntura y la comunicación. Todo esto nos vinculó con el universo de las cooperativas, porque eran empresas recuperadas. Ahí entendimos que ese era el camino. Éramos horizontales, pero estaba todo muy tirado de los pelos hasta que derivamos en una Asociación Civil, que fue lo primero que hicimos para tener una identidad real. Pero en el devenir de este recorrido nos asumimos como trabajadores de la comunicación, ya que no tenemos patrones ni patronas.

– Esto es un trabajo militante, si se quiere, donde muchas veces se produce un desgaste con el paso del tiempo.  De repente te encontrás poniendo el cuerpo y mente en el laburo pero no hay compensación económica. ¿Te pasó?

Creemos que es una tarea militante en el sentido más amplio de la palabra, pero también es nuestro laburo. Marcamos esto porque queremos que sean las dos cosas. Pero sí pasó con compañeros que quedaron en el camino, se fueron corriendo, y coincidiendo además con la aparición del Kirchnerismo. Entonces se dieron dos discusiones: primero que El Eslabón no era un medio de vida, todos habíamos terminado de cursar y necesitábamos eso para bancarnos económicamente. Pasó que muchos teníamos nuestros trabajos y el diario al mismo tiempo, entonces el nivel de exigencia se elevó. Algunos dijeron “esto no va más” o “yo no puedo seguir”. Había una preocupación de decir “paremos acá”. Pero yo quería seguir porque apostaba a una línea y entonces teníamos que algunos no compartían determinadas visiones. Muchos estábamos convencidos, seguimos y se profundizó la idea de sumar a más compañeros y compañeras, sobre todo los que venían de El Ciudadano.

– ¿A qué atribuís este convencimiento de no bajar los brazos?

Primero por el deseo de seguir haciendo lo que más o menos pensábamos que sabíamos hacer y desde el lugar que estábamos, con la mayor libertad posible. También nos parecía que se sostenía, que el periódico no dejaba de salir y siempre aparecía el dinero para hacerlo. Con esfuerzo, pero salía. También por la etapa de cambio en el país que representó la salida del 2001. Se reacomodaron las líneas políticas y nosotros que éramos, y somos, un espacio heterogéneo, donde convivían tradiciones de izquierda y nacional popular, más aún con las incorporaciones que venían del diario que eran más o menos de la misma rama que yo, de alguna manera como que se peronizó el espacio. Fue una identidad gremial y política que dio ese marco de seguir en ese contexto del país porque arrancó una etapa que muchos de nosotros estábamos esperando: una orientación a lo nacional y popular. Es decir, apareció la reconstrucción del mercado interno, de soberanía nacional, de volver a darle lugar a los movimientos sociales, a que los Derechos Humanos sean centro de la agenda, de integración Latinoamericana, que habían sido siempre nuestra línea y no podíamos ser tan necios. Coincidíamos en casi todos los puntos con ese surgir que fue el Kirchnerismo.

– Este es un laburo intenso, que requiere muchas horas disponibles, de sacrificios, paciencia y demás. Qué le dirías a esas experiencias que están arrancando el mismo camino que ustedes. Un ejemplo reciente es la Agencia Sin Cerco o Enredando.

Hay que inventar siempre, ver cómo congeniás la idea de hacer tu propio medio y que sea tu laburo. Nosotros, hasta ahora, lo logramos colectivamente. Por ejemplo, en esta nueva etapa que no hay apoyo a las cooperativas con la pauta del Estado Nacional, profundizamos la venta de servicios, trabajos para terceros, para seguir financiándonos. Nosotros laburamos de otra cosa y hacemos nuestro propio medio. Tal vez esa “otra cosa” es la que nos generan los ingresos. Vendemos el diario y tiene publicidad, pero sin esa otra pata sería muy difícil. Sobre todo cuando estábamos recibiendo apoyo hasta que llegó Macri y le soltó la mano a las cooperativas.

– Entonces no es que formaron una cooperativa y vivieron felices para siempre.

Sobre todo en la comunicación donde no hay tantas experiencias en cooperativas, si bien en los últimos años creció ese número. En La Rioja está el diario El Independiente que cumplió cincuenta años como cooperativa. Creo que esa es una experiencia particular, casi única.  En la comunicación vos tenés la típica empresa tradicional, extorsiva o no, con dueños que son unos reverendos garcas o no; pero siempre concibiendo a la comunicación como una mercancía y como un herramienta extorsionadora al poder político para obtener determinados negocios. También como una defensa de intereses de clases. Eso es lo hegemónico. Incluso en ninguna escuela de periodismo o en la carrera de Comunicación Social te hablan de cooperativas. Si vos tenés el deseo de ser periodista defendiendo una manera de pensar y terminás haciéndolo en una empresa tradicional, vas a tener que encontrar cómo hacerlo, y verás muchas dificultades y muchas veces te vas a comer muchas limitaciones. Pero ojo, esto no te quita tu dignidad como trabajador de prensa. Con una cooperativa vas a tener más satisfacciones en ese sentido pero vas a renegar con el factor económico. Yo pienso que aquellos que no logran trabajar en las empresas tradicionales y tampoco constituyen una cooperativa en definitiva son víctimas del sistema de medios que tenemos. El sistema tradicional no contiene a toda la gente que hace falta para dar a conocer todo lo necesario. Son excluyentes y van a un camino de aniquilamiento de derechos laborales que se conquistaron muchos años atrás. En La Capital, donde se cumplen casi todos los convenios de prensa, al estatuto de periodismo lo quieren hacer percha porque quieren que una misma persona escriba, saque fotos, comparta en Facebook, filme y trabaje desde su casa. Son cosas que se están planteando con la excusa de la caída de la venta del papel, de las nuevas tecnologías y se terminan abusando de los trabajadores.

– ¿Que pensás cuando escuchás esa excusa?

Creo que hay mucha mentira. En los grandes diarios el principal ingreso sigue siendo la venta del papel a pesar de que ya es fenomenal su presencia en lo digital. Pasa en el mundo. Internet simplificó mucho a los lectores que tenían otro hábito. Las grandes corporaciones hacen periodismo para hacer otros negocios, por ejemplo para lograr la fusión de Cablevisión con Telecom. Los canales de Clarín son una herramienta de poder para conseguir decisiones políticas, para extorsionar. No solo Clarín, el Grupo Uno también. El negocio es mucho más grande de lo que pensamos: pensá que Clarín hoy gracias a esta última fusión está dentro de los todos los hogares de la Argentina.

RESISTENCIAS

Contextualicemos otra etapa del país: 1995. Año en que Juane certifica su militancia en H.I.J.O.S. Por entonces no existían los juicios a los genocidas, era el país del indulto, de las leyes de punto final y obediencia debida, y el histórico juicio a las Juntas perdía su efecto justiciero. Pero Madres y Abuelas, luego de su primera ronda de un jueves de abril de 1977, iniciaron un viento imparable que acontecería en lucha por la memoria, verdad y justicia. De aquí se desprende y nace la agrupación H.I.J.O.S., donde hijxs de desaparecidxs buscan justicia y respuestas mientras reconstruyen su identidad de aquellos años. Esta agrupación se hizo conocida por una creación: el escrache. El método consiste en recorrer los barrios del país donde viven estos violadores de derechos humanos, contándole al barrio, a los vecinos, que ese señor que tiene de vecino secuestró, robó, torturó, violó, mató o robó bebés. Esa historia en Rosario la fundó, de alguna manera, Juane junto a otrxs compañerxs. Basso subrayó su valor simbólico y la conexión que existe entre los medios concentrados, los escraches y lo que pasó durante los años de plomo. No es menor el tema porque existió un empresariado cómplice de la dictadura desaparecedora y de la que recién ahora, 2019, se están por conocer las primeras sentencias contra las empresas. El último ejemplo fue el caso Ford. En algunos puntos la lucha por la memoria logró un total consenso en la sociedad (para muestra basta ver cómo se acrecientan los concurrentes a las marchas de los 24 de marzo) pero faltó hablar de los cómplices civiles, eclesiásticos y empresariales. Un ejemplo: al día de hoy, cuando se escracha a algún liberal ortodoxo o pensador del neoliberalismo en la Fundación Libertad, el silencio de los medios concentrados es total.

– ¿Pensás que los escraches funcionaron como escape al cerco mediático de aquel entonces?

Pienso que el perfil que tuvieron, tan ruidosos y creativos, sirvieron para que los medios de comunicación tengan que hablar de ellos. Nosotros teníamos un objetivo, en primer lugar acercarnos a los vecinos para que sepan y reconozcan al genocida, pero también para que los medios lo difundan y crezca la condena social. Un caso contrario fue cuando le hicimos un escrache a la Fundación Libertad, ahí sí nos ningunearon. Nosotros siempre planteamos la necesidad de denunciar el genocidio dando cuenta de que fue un proyecto económico. Hicimos un escrache simbólico de Martínez de Hoz en el Anfiteatro y en la misma Fundación, que es la usina de pensamiento donde se promueve ese modelo económico que se instauró durante la dictadura. Allí los medios no nos dieron pelota. Incluso nos cruzamos con algunos periodistas que decían que no era para tanto. Ahí te das cuenta del poder de lobby que tiene la Fundación al hacer creer a algunos que la dictadura y el plan económico son cosas distintas. Hay una pata dentro de los medios fuertemente vinculados con la Fundación, periodistas que moderan sus charlas y Alberto Gollán siempre fue un tipo que se vinculó a la dictadura, eso también hay que decirlo.

– ¿Hacer saber que la dictadura fue cívico, militar, eclesiástica y llegó para imponer un modelo económico excluyente es una batalla pendiente, por decirlo de alguna manera?

La cuestión de los beneficiarios económicos en los últimos veinte años de los cuarenta que tienen el movimiento de Derechos Humanos, fue un argumento que se hizo más fuerte en nuestro discurso. Tal vez en el debate social me parece que es algo que nos faltó más. Sobre todo ante el triunfo de un tipo como (Mauricio) Macri. En nuestro laburo permanente nos faltó eso ya que triunfaron los tipos que hostigaron y se beneficiaron con la dictadura. Eso a pesar de que hay mucha gente que está en las antípodas de nuestro pensamiento, pero también acompañan la condena a la dictadura. La idea de que es mejor la democracia, pese a sus limitaciones, se instaló. La condena es gigante gracias al trabajo de las Madres, Abuelas y los movimientos de Derechos Humanos. Pero no es equivalente esa condena a los genocidas con la de los beneficiarios y hostigadores de la dictadura. Si hubiera sido equivalente, Macri no sería presidente. Eso sin dudas nos faltó. Judicialmente también, hay muy poco avance en ese sentido. No hay juicios a los empresarios y responsables civiles o hay muy pocos. Recién ahora está avanzando el juicio a Ford, Ledesma, Papel Prensa, los grandes grupos concentrados que están impunes. Estos tipos hicieron detener a delegados de sus empresas, los hicieron desaparecer, además del lobby que hicieron para estatizar la deuda privada que ellos tomaron, siendo el robo más grande a nuestro país.  Estos tipos tendrían que estar presos. Desde H.I.J.O.S. no sé si no dijimos lo que teníamos que decir, sino que a lo mejor es el cómo lo decimos o cómo hacemos que este debate se plantee en determinados sectores. Tal vez ahí está el desafío. Lo dijimos, pero tal vez no encontramos las formas o no lo instalamos con las herramientas de comunicación que teníamos a mano. Por supuesto que vamos a seguir trabajando para instalar esto.

– La responsabilidad nos cabe a todos, no solo a los militantes activos de las organizaciones. Nos quedamos a mitad de camino parece.

Lo que pasa que ellos tienen muchas más herramientas, son los dueños de los medios de comunicación más importantes y tienen mayor capacidad de lobby en el aparato judicial. Acá también es bueno aclarar que, sobre todo la Justicia Federal, es una institución colonizada, del status quo, un resabio conservador. Cuando hay un avance desde lo político, la Justicia suele ser la más difícil de democratizar. Fijate lo que pasó con la Ley de Medios y con el intento de reforma del sistema judicial (2012). Para lograr modificar ambos actores en beneficios de las mayorías tenés que tocar los intereses de las grandes minorías, que son dueñas de todo, prácticamente. Cuando hay intentos de democratización, justamente, los medios  y la justicia operan para que no se avance. Ahí tenés dos territorios de lucha que cualquier proyecto político va a tener que encarar, sino la va a tener muy difícil.

– ¿Y ahí qué hacemos?

No la tengo muy clara, pero sí creo que tenemos que tener instancias colectivas. Esto no es de iluminados. Por eso creemos que hay que defender  la construcción de alternativas de comunicación, como una de esas herramientas. Nosotros hacemos nuestro intento pero creemos que debe haber muchas. Y poder vivir con esto. Los medios expresan determinadas maneras de ver y de identidad; entonces hace falta  un montón de medios. Pero lo que creo que tiene que pasar es que esos medios estén en manos de trabajadores y trabajadoras que compartan el destino y sus necesidades. Desde ese lugar, construir sus propias herramientas de comunicación de la misma que manera que se construyen las herramientas políticas. Entonces hay que seguir promoviendo la construcción colectiva de política, de militancia con todos los sectores. Los medios tienen que seguir consolidando y construyendo lazos de alianzas para poder enfrentar a las grandes corporaciones.  Las cooperativas estamos en esa, estamos en alianza con distintas cooperativas con la perspectiva de unidad. Estamos con los compañeros de El Ciudadano (La Cigarra), con el Correo de Firmat, más lo que tenemos en toda la provincia y a nivel nacional. La salida siempre es colectiva, orgánica y dentro de un proceso histórico. Ver ese proceso histórico, involucrándose y siendo parte, sin perder su identidad, pero estando ahí. Porque nadie tiene la verdad absoluta.

– ¿Qué pasó con la ley de medios?

No quedó nada, su espíritu democratizador se hizo mierda, incluso fue la primer medida que se tomó apenas asumió este gobierno. Además, Macri llega al poder gracias a eso. Las corporaciones lo pusieron ahí pese a que buena parte del pueblo le dio su voto. Después no cumplió ninguna de sus promesas, como ya sabemos. Ahora, lo que le prometió a Clarín se lo dio al toque, igual que a los bancos y a las grandes corporaciones. Clarín te puede decir que se lo merecen porque trabajaron mucho para llegar donde están. Encima son capaces de convertir al Kirchnerismo en los demonios de la corrupción. Cosa ridícula porque los Macri, los (Héctor) Magnetto y los (José Luís) Manzano son tremendos corruptos. De dónde salió ese dinero para llegar a donde están hoy. Los medios te dicen y te convencen quién es corrupto y quién no.

Medios de comunicación: conceptos, desafíos y futuro.

El uso del término “alternativo” en el periodismo debería dejar de usarse. Al menos debería abandonarse la idea de pensar en medios alternativos. “Puedo creer que sea una alternativa a lo hegemónico pero no quiero quedarme en un lugar marginal”, apunta el experimentado Basso. “Ningún medio quiere eso, nosotros queremos ser lo más grande que podamos, tener más potencia que el diario La Capital. No queremos que lo hegemónico siempre sea hegemónico y nosotros siempre ser alternativos. Nosotros somos parte de la disputa por el sentido de una pelea que se da en el territorio de la comunicación, queremos ser las voces y las miradas que queremos defender, que seamos nosotros los hegemónicos, que las mayorías populares tengan el poder”.
Los medios cooperativos necesitan de los lectores y las lectoras, así como nosotros necesitamos de ellos. Lejos de caer en la mirada romántica, contaremos una breve historia. Quienes son fieles militantes a la cita de cada 24 de marzo, saben que volverán a sus casas con un número especial de El Eslabón. El objetivo de este pequeño acto es sumar suscriptores al medio y potenciar el encuentro entre el comunicador/ra y su lector/a en un momento clave. En la lucha por la memoria, verdad y justicia nos une la proximidad de no sabernos solos y que cada vez somos más los que no queremos saber nada con el neoliberalismo y que haya juicio a los culpables.
Para finalizar, el rol de la comunicación y el sumarse al desafío de pensar otra comunicación: popular, democrática, feminista, en defensa de los intereses generales, sensible a los datos de la realidad y por los Derechos Humanos. La invitación es a los jóvenes que también son víctimas del sistema de medios concentrados que padecemos. En tiempos de violencia simbólica contra toda lucha colectiva y desvalorización de la política, pensarnos a nosotros y nosotras, desde nuestro lugar, pensándose como militante (otra palabra demonizada por los grandes medios) para cambiar los hábitos de comunicación y saber plantarse frente al cerco mediático y sostener nuestros derechos, no solo como trabajadores de la palabra, sino como ciudadanos al derecho de informarse dignamente. Un desafío que nos encuentra a todxs por igual.

– ¿No sienten que les pasó el fenómeno 6-7-8: que se le hablaba solo a un público?

Ahí la discusión era otra porque estaban en un medio público. A mí me parece que los medios representan intereses y por supuesto hablan a aquellos que se suponen interpelados. No me parece mal eso. A mí me gustaría llegar a mucha más gente, por supuesto. Pero decimos las cosas de la manera que sabemos  y obviamente nuestros códigos definen a nuestro lector/a modelo. Nuestro desafío es elevar ese público y que nos ayuden. Que al que le gusta leernos, también pueda suscribirse y potenciar nuestro vínculos.

– ¿Qué cosas no permitirías que falte en alguna tirada del Eslabón?

Nosotros tenemos un determinado compromiso con determinadas temáticas que las queremos sostener siempre pero a la vez todas no pueden estar en algún número. Tenemos un margen acotado de 16 páginas para comunicar. Muchas veces quedan afuera mis notas incluso. No me gusta decirle a una compañera o compañero que su nota no sale. Redacción Rosario por suerte nos salva a veces porque lo ponemos ahí. La dinámica es muy volátil, hay notas que son para El Eslabón, más de análisis y otras que no. Las notas del inmediatismo, como dice (Ignacio) Ramonet, van directamente a lo digital. Todo lo que sostenemos es importante: lo internacional es fundamental para comprender un proceso político. No hay manera de entender el Kirchnerismo sin Chávez, Evo, Lula como un proceso latinoamericano inserto en un contexto mundial. Los Derechos Humanos, los juicios a los genocidas, es central, incluso tenemos un suplemento. La violencia institucional o todo lo relacionado con el movimiento de mujeres. Esto último es clave porque nos dimos cuenta porque nos lo enseñan nuestras compañeras, nuestras lectoras quieren leer, tuvimos que deconstruirnos en nuestra agenda.

-¿Si tuvieras que explicarle alguien que viene de afuera qué es El eslabón, qué dirías?

Para nosotros es un semanario de interés general con debate político, producido por una cooperativa. Ponemos la atención en la voz de los trabajadores de los sectores populares. No decimos que es periodismo objetivo, sino que lo hacemos desde una posición que es de los trabajadores y de la defensa de lo nacional. Esa categoría de lo nacional y lo popular no solo es desde lo ideológico, sino desde los sectores populares y en defensa de la Nación frente a las grandes potencias. Esas son las grandes líneas que nos marcan. Nuestra línea no es solamente para la gente que es peronista, sino para aquellos que son de izquierda y progresistas, que coinciden con la importancia de defender los intereses de las mayorías. Aquel debate del periodismo militante era interesante porque nos permitía decir mirá, no tenemos problema que nos digan eso porque creemos que la militancia es lo mejor que le puede pasar a cualquiera, siempre que sea en defensa de los intereses de las mayorías. Pero sí decimos que no hacemos periodismo de ningún partido político. Todo bien con la prensa partidaria, pero ahí se expresa una línea, no hay discusión ni debate. Lo nuestro es distinto, somos una cooperativa que dice lo quiere decir en función de unos intereses que creemos que son los de las mayorías.

 

 

TXT – JOSE LUIS MORELLI
Ph – FLOR CARRERA 
Edición – Agostina Avaro

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