NACHO DARKO: CAPTURANDO LOS DÍAS DORADOS

Desde hace cuatro años, Nacho Darko captura al circuito independiente rosarino con su cámara analógica.
Discreto y constante, el fotógrafo está logrando un registro de época imprescindible sobre la escena local contemporánea. 

Cualquier noche del fin de semana está tocando una banda. Elijan la que más extrañen en este tiempo de distanciamiento social y reclusión sanitaria. Es una fecha más; otro recital en la ciudad. La banda toca, el público escucha, baila, salta. Nacho Darko está ahí, munido de dos elementos que no son meros objetos, son herramientas fundamentales a la hora de componer su rol en esta historia: una cerveza y una cámara.  
Nacho está con la cámara en el bolsillo. La cerveza fría (casi congelada si tiene suerte) está en su mano hasta que la liquida. Entonces observa, calmo. Deposita su mirada sobre la banda. Mira. Mide. Se acerca. A su alrededor todo está en acción. Lo sabe, pero, impasible, sigue midiendo. Cada segundo que pasa, se extingue, no vuelve. Aquí nadie parece percatarse de eso excepto por Nacho, quien trabaja con una cámara analógica, por eso hace contar cada disparo; sabe apreciar cada respiro irrepetible. Observa. Respira. Entonces, dispara. Qué sucedió en ese preciso instante, nadie lo sabe. Qué fue lo que llamó a su atención. Nadie sabe porque tampoco nadie lo vio venir. Quizás fue algo que ocurrió únicamente en su cabeza y que su cámara supo traducir en una postal imperecedera.  
El reci sigue adelante. Las canciones se suceden. Entre cada una, Nacho jala algo más de su cerveza. Compró otra o se la pasaron. Desde mi lugar, bien pegado a la banda porque soy corto de vista y además no tengo una altura que me provea desde una buena perspectiva, observo a Nacho observar; observo a Nacho medir con su ojo, primero, luego registrar con su cámara. Él mira, yo lo miro a él. Lejos de ser una cadena de vigilancia, se trata de una cadena de voyeurs inmersos en la acción del recital. Observo que Nacho es una especie de cazador que captura de acuerdo a una mirada –y una velocidad- diferente. Hace capturas casi al ras de lxs músicxs; a flor de piel ahí donde las luces del lugar rebotan en la capa de sudor que baja por el rostro de quién está tocando.  
Por momentos lo odio, un poco. Se mete delante mío. Con su metro ochenta me tapa. Lo puteo por dentro. Me tapa. Me corta. Me roba la visión. Esa sensación dura unos segundos. Sé lo que está haciendo. Sé que está haciendo algo único; un trabajo maravilloso para la posteridad, que cuando en un rato esto acabe, sus fotos serán el único refugio para la posteridad más allá de la memoria de lxs presentxs. Todo re poético, pero no exagerado. Sé que si le digo a Nacho que está haciendo un registro de época único y que está fotografiando gran parte de los días dorados de nuestras vidas me va a decir que me deje de joder y me va a querer convencer de lo contrario. Pero no le digo nada. Lo conozco un poco.  
A Nacho lo veo en todos los lados. Lo saludo. Me abraza. Me comparte su cerveza fría, siempre. Nos encontramos en Puerto de Ideas, Club 1518, Berlín, Anderson, Casa Brava, Bon Scott, Galpón de la Música (el único lugar donde no me tapa) y en casas donde ocurren recis anunciados sotto voce. 
Cámara en mano, Nacho Darko está vivo, activando posteridad. Haciendo el trabajo que nadie está haciendo. Lo repito porque hace falta saberlo, no hay que olvidarlo. 
Salvo algunas excepciones puntuales, Nacho no cobra por sus coberturas. Lo hace porque quiere. Así de simple y directo es. En los lugares donde está fotografiando tampoco le convidan cerveza. Generalmente paga las entradas de los recitales. El revelado de sus negativos corre por su propia mano. Repito, está haciendo un trabajo que no hace nadie. Lo hace con dedicación, especializándose. Creyendo en algo. ¿Le digo eso? No, se va a reír 
Darko está llevando adelante la labor de registrar de cerca el pulso evolutivo de una parte del circuito musical rosarino. Es una constante que ocurre semana tras semana, en diferentes puntos de la ciudad. Su esfuerzo no está limitado a los findes, los días que generalmente albergan la mayor cantidad de fechas. Tal como lo hiciera la norteamericana Jenny Lens sobre fines de la década del 70 con la escena punk de Los Ángeles, Nacho hace de su cámara una extensión del escenario, capturando la intimidad de la movida, retratando vínculos subyacentes a lo estrictamente musical, esos vínculos que aúnan día y noche en un continuando de ensayos, sesiones de grabación, backstage de videos, camarines, viajes para toques en otras ciudades y las respectivas previas y after de shows. 
Todo eso tampoco se lo comento. Sé que va a desestimar sus esfuerzos. No le interesa darle demasiada entidad a su trabajo. Menos hablar sobre sí mismo. Por eso, esta nota toma lugar desde el engaño. Está a cargo de un periodista que se admite taimado y busca, mediante un artificio de engaño, una aproximación potable con un objetivo ulterior: lograr una nota, perfilar, aunque de manera breve, a un personaje fundamental de la movida. ¿El fin justifica los medios? Para esta nota, sí.


Gay Gay Guys



Dekadencia


En los últimos cuatro años Nacho Darko registró a decenas de bandas de Rosario y otras ciudades. Sin importar escenarios, venues o la iluminación, trabaja sin pausas, click a click, construyendo un cuerpo de obra considerable.  Se trata de un trabajo minucioso, que además de la dedicación, destaca una militancia y una férrea creencia en un circuito que lo estimula y lo inspira a generar, potenciando otras iniciativas colectivas.  
Sin estridencias, ni deseo de cartel, Darko capturó en vivo, a bandas como 107 Faunos, Él Mató a policía motorizado, Zona 84, Mi Nave, Daddy Rocks, Aguas Tónicas, Puesto en Marte, Matilda, Ovulating Hummingbirds, Las ligas menores, Rosedal, El Deschu, Penny Peligro, Gay Gay Guys, Lichi, Unánime, SMC, El Robot bajo el agua, Helena Nav, Chimo, Juan Wauters, Amelia, Jimmy Club, Los Cristales, Atrás hay truenos, Perro Fantasma, Otros Colores, Queridas, La Metamorfosis del Vampiro, Gladyson Panther y la lista podría extenderse todavía más.  
Durante 2018 y 2019 las fotos de Darko se multiplicaron por las redes sociales de los grupos musicales del circuito subterráneo de Rosario. Nacho estaba por todos lados, quemando rollos, capturando el pulso de mil noches, haciendo acopio silencioso de una época donde el ruido resonaba por cada rincón habilitado –o no- de la ciudad.  
Darko estuvo allí fotografiando, energizado por las canciones, hidratado por cerveza, logrando una identidad pictórica imprescindible para el futuro y necesaria para el presente.  
Rápidamente, Nacho se ganó una reputación como ojo testigo, un documentalista analógico, que inmortaliza lo que para el resto suele pasar desapercibido en el vértigo del vivo. La suya es una labor de proximidad, donde hay un desarrollo que abarca meses y hasta etapas. En esos lapsos de tiempo, se nota la evolución de ambas partes, por eso cada foto marca el camino de un grupo, así como también el progreso de Darko 
Sus fotos están ajenas al tiempo, listas para atestiguar, como una tesis impostergable, a una parte significativa del circuito independiente rosarino de la etapa 2015-2020. Su trabajo es tan parte de esa historia reciente como los discos y las bandas. 
A diferencia de otras biografías de fotografxs de culto que trabajaron a la par de bandas sin contrato que luego harían historia y asociaron su nombre con publicaciones míticas, Darko habita en años donde la revistas son un objeto cuasi de coleccionismo y los grandes nombres de medios especializados palidecen en el olvido y en el óxido de su propio desinterés. Darko no se forjó de un nombre en versiones vernáculas de revistas clásicas; tampoco explotó desde los medios locales, ni asociándose a alguna institución; coherente con los tiempos que lo criaron y lo foguearon, su trabajo estalló mediante redes sociales, alimentando los feeds de decenas de bandas cada semana impulsado solo por dedicación y ganas.



107 Faunos


Ignacio Alturria -A.K.A. Nacho Darko, A.K.A. Nacho Abstract– tiene 29 años. La música y los recitales son parte de su vida desde su adolescencia. La fotografía, sin embargo, llegó más tarde. “Empecé a sacar fotos el 13 de octubre del 2013”, detalla hoy, en el otoño de 2020, con una precisión que se corresponde a un quiebre en su vida, como el inicio de algo que estaba por venir, como una claridad en manifiesto.  Fue con la cámara digital de mi pareja en aquel momento. Me acuerdo porque fue una fecha de Intense Mosh, dónde también tocó Knockout”. 
Nacho nunca estudió fotografía. Aprendió observando a otros; aprendió haciendo; cometiendo errores, acertando, probando; curioseando en todos los aspectos de la cámara y los entretelones que completan el proceso de la fotografía en general. 
Nunca me interesó estudiar fotografíaafirma. Acto seguido, sentencia: “el tecnicismo me aburre”.  Con espontaneidad se ríe de semejante declaración, por lo que inmediatamente agrega Ah, quién era”. 
Puede que no haya academicismos en la formación de Alturria, pero sí hay una escuela en él; se trata de la old school rosarina de fotografía en vivo de Hardcore y Punk Rock. Allí hay un referente ineludible que aparece, inefable. “Aprendí viendo a fotógrafos como Cal (Cristián Lois) disparando en los recis”. 
No sorprende que la primera incursión hacia la fotografía en recitales haya sido en el marco de una fecha de dos instituciones del hardcore local. El Hardcore acompaña a Darko desde siempre, al igual que el cine, en un imaginario trazado por el realizador John Waters y las enseñanzas del maestro de ceremonias Frank-N-Furter. En ese cuerpo de influencias y crianza estética para el joven fotógrafo también aparecen los nombres de Jing Huang y Vivian Maier, al igual que algunos poetas beat.  
Poco tiempo después de aquella gig donde Darko tomó el primer paso, fue un encuentro casual el que torció su rumbo, abriendo su visión hacia otras sonoridades. El incipiente fotógrafo experimentó a Mi Nave en vivo, así descubriendo otra vertiente de música de la ciudad. Desde entonces, la banda que se despidió en 2019 fue una de las más fotografiadas por Nacho, logrando registrar cada estadio del quinteto. 
A partir de esa bifurcación en su camino, su trabajo se multiplicó, llevando su esfuerzo hacia otros rincones y movidas.  
Desde entonces, Nacho activó un oficio que transmutó en algo más: una misión -inconsciente- de capturar la esencia de la escena emergente rosarina en primer plano. Punk, Hardcore, Indie, Synthwave, Rock & Roll, Noise y cualquier estilo, subgénero y onda que le interese.  
“Creo que todas las bandas y artistas tienen lo suyo”, observa sobre su trabajo en recitales. Queda claro: de acuerdo a su propia palabra cada banda tiene sus características, no hay alguna que garpe más que la demás. “Por eso muy raro que no le éste sacando fotos a todas las bandas que participen en una fecha”. Sin embargo, Darko si destacada un punto. Lejos de la virtud de la fotogenia, su preferencia se traduce en melomanía neta y en un gesto de cariño definitivo: sí hay bandas que amo y siempre me hizo feliz poder regalarles algunas postales, como a Mi Nave y a los 107 Faunos”. 
Acerca de su modus operandi Darko señala que siempre prefiere decatantarse por la espontaneidad antes que una planificación determinada. No podría planear nada ya que siempre estoy ebrio y me olvido”, aporta el fotógrafo, con sinceridad, apelando, otra vez, a la naturalidad.   
Igual creo que también depende mucho del artista que esté en el escenario. Hay bandas que nunca sabes con qué te van a salir y otras que tienen una especie de rutina con algunas canciones y ya sabes cuándo tenés que sacar la foto”, comparte.


Mi Nave


Puesto en Marte


La fotografía analógica nunca se fue. Tampoco murió. ¿Por qué nunca quedó de lado la película? Porque con la fotografía química se siguen obteniendo resultados que el digital no logra (todavía). Los especialistas remarcan que la película sigue batallando y demostrando vigencia debido a la aleatoriedad, su virtud definitiva.  Fujifilm, la corporación japonesa que es sinónimo de fotografía, lo explica en un comunicado de 2018, cuando las ventas de película volvieron a marcar un ingreso significativo. “A diferencia de lo que sucede con los sensores de imagen que usan las cámaras digitales para captar los fotones de la luz, en la película fotográfica los haluros de plata cumplen la misma función. Pero estos no se distribuyen en una matriz uniforme. El haluro de plata fotosensible, que es la unidad mínima de información en fotografía química, se distribuye aleatoriamente sobre la superficie de la película”.  
Más allá del comeback de los últimos años mediante la curiosidad centenial, la película nunca resignó protagonismo en Rosario. Cecilia Lenardón y Paulina Scheitlin son algunas de las artistas que mantuvieron en alto el estandarte. Parte de la obra de ambas puede encontrarse en libros como Los segundos (EMR, 2014) de Lenardón o El centro (EMR, 2012) y La foto de los lunes (Independiente, 2016) de Scheitlin 
Para Alturria la fotografía analógica no se trata de una militancia dogmática o una nostalgia que desconfiada de la tecnología. Lo analógico se complementa con lo digital, como herramientas de trabajo necesarias que se eligen según lo que la misión en cuestión demande.  
No sé si elegí lo analógico”, observa. “Era lo que tenía a mano, al menos en ese momento”. Lejos de la pretensión y la pose, Darko aclara:“si te soy honesto, tampoco sé porqué lo elijo hoy, solo sé que no encuentro sensación más linda que cargar un rollo nuevo antes de arrancar para un reci”. 
A la par de esa sensación, casi parte de una liturgia, hay otros aspectos que deben contemplarse. “Lamentablemente la fotografía analógica es un gusto muy caro”, indica Darko, enfocando en el  lado oscuro. “No para de aumentar y hay casas como Fotolandia que te roban más aún”.  
Como aspecto positivo, el cultor de Nikon, añade: “si revela une misme se hace un tanto más económico, y más si le revelas a algún amigue a cambio de unos pesos para comprar más químicos”. 
Revelar un rollo color te lleva como mucho veinte minutosobserva sobre los tiempos y costos que demandan la predilección analógica. Actualmente no estoy revelando más, pero en su momento podía variar según lo que me daban los clientes, pero creo que un mínimo de tres horas por día”. 



Tensión 


Dead La Ruas



Nacho 
Darko es un obrero dedicado. Cubriendo fechas y festivales, está activo cada fin de semana, allí donde sucede la acción, disparando y agotando rollos. Pero su entrega corre más profundo que un simple oficio o que un deber.  Si bien está abocado a la fotografía desde hace un tiempo, Darko no se considera profesional. De acuerdo a su perfil humilde y magia discreta, rápidamente señala que todavía estoy aprendiendo. Para nada soy profesional”. No hacen falta más palabras. No le interesa hablar sobre sí mismo, prefiere extenderse sobre su trabajo, sobre todo lo que está por venir.  
En 2018, Darko y varios colegas fundaron Grans of Rosario, un colectivo que nucleó los crecientes esfuerzos de la fotografía analógica de la ciudad. Luego de algunas muestras colectivas y encuentros varios, esa movida llegó a su final, por eso en 2020 ese colectivo se ve reformulado. 
A pesar del paréntesis de incertidumbre que significa el periodo de cuarentena total, Darko ya está planeando lo que habrá de venir. El silencio no es tiempo perdido, y el encierro más que un freno, significó la oportunidad de resignificar y reinventar lo que fue Grains of Rosario en un esfuerzo más específico: Film Junkies 
Nuestra idea al crear el grupo fue reflejar el amor y el cariño que sentimos por nuestros amigues, y por los recitales también ya que gracias a ellos nos conocimos”, explica sobre la iniciativa. Film Junkies está integrado por Sebastián Zurrian, David Ezequiel Gómez, Maximiliano ToldoDarko 
La primera -y única, por ahora- exposición que hicimos con Film Junkies se trató sobre Amistad y el camino que nos llevó a la misma”, comparte Darko. 
“Nosotros asistíamos a los recitales de la escena hardcore, nos conocimos por casualidad y resultó que los tres compartíamos el amor por la fotografía analógica. Nos pareció una linda idea compartir eso que a nosotros nos unió: fotos de recitales, amigues, y algún que otro paisaje para que digan ay que lindo”. 

Lucas Canalda
Fotos de Nacho Darko

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