La cantante se luce junto a la house band de BRODA en una sesión que promete algo más que música.
El estreno llega este domingo a las 22hs por YouTube.
A través de los años a la música se le ha llamado de muchas formas: el lenguaje universal, el gran sanador, incluso un reflejo de lo Divino. Si bien hay pocas dudas sobre el poder sanador de la música, en las últimas tres décadas, mediante investigaciones y profesionales especializadas, tuvimos una demostración real acerca de cuán poderosa puede ser.
Todas las culturas han descubierto la importancia de crear y escuchar música, de celebrarla de acuerdo a sus diferentes rituales. Incluso Hipócrates creía que la música estaba profundamente entrelazada con las artes médicas. En nuestro tiempo, por supuesto, ese ritual adopta diferentes nombres: recitales, conciertos, fecha, toque, reci, gig y la lista podría seguir.
Así como el ritual fue adoptando diferentes nombres, también supo cambiar la piel para presentarse de diversas formas. El ritual evolucionó en mil partes siendo algo más que un concierto: mutó en performances, instalaciones, intervenciones; conexiones que replantearon la dinámica de escenario protagonista y el público como mero receptor estático.
Los motivos del ritual pueden variar de acuerdo a su contexto: pueden ser urbanos o campestres, responder a la madre tierra o celebrar las alturas donde viven los dioses.
El ritual tienen mil caras, sensaciones e identidades por todo el mundo. A nuestro país, de decidida corriente pluricultural, Palo Pandolfo lo definió con un disco llamado Ritual Criollo, una combinación de folclore, samba, cumbia, rock, música popular y más.
En ese ritual de tantos colores y tonos, el vínculo tanto físico como emocional entre artistas y público ofreció siempre una experiencia superadora donde musicalidad, éxtasis, espontaneidad y energías se acoplaron en una conexión superadora que sus elementos o protagonistas. Algo más tomaba lugar. Una quintaesencia posible únicamente en la comunión del ritual. El estreno del próximo domingo de BRODA tiene a una artista que explora ese ritual desde hace años, buscando un estado de conexión diferente.
El estreno del nuevo episodio de BRODA promete energías transformadoras con Carito Miino también conocida como Caro Soul, cantante y guitarrista que supo sorprender desde los escenarios junto a Bonhomía del Soul.
Días antes del estreno Carito cuenta que “la sesión fue increíble” e inmediatamente anticipa: “escuchen este BRODA, tiene final épico”.
Encarando la grabación, la house band integrada por Sofía Pasquinelli en guitarra, Martín Valci en bajo, Jair Antonelli en batería y Coti Sheridan en teclados, se aprendió ocho temas de Caro en una semana.
Acerca de ese periodo de trabajo intenso Caro comenta: “altos músicxs y amigxs. Qué gusto tocar con ellxs. Un gran impulso, un placer, sobre todo, compartir con un compa que me acompaña hace rato con su batería como Jair”.
“Tocamos un tema nuevo que está por salir, de la mano de Tincho, el bajista de esta banda hermosa, titulado «Lilith» que cuenta la historia de la primera mujer que existió, que no es Eva, y la dejo picando”, comparte.
Carito está preparando el lanzamiento del primer trabajo de su proyecto personal. Solista, quizás, pero nunca sola. A su lado un equipo de talentos comparten el disfrute de proyectar algo diferente para un futuro no muy lejano. Sin spoilear lo que se viene, Caro confía que tiene varias cartas para jugar e ir sorprendiendo. Acerca de eso, cuenta: “estamos preparando el ritual de Lilith, creo que se viene un primer videoclip. Es un momento en el que me preparo para salir en busca seguir en la búsqueda de otros universos, mundos, formas de visión, con mi música disponible para quien quiera escuchar, se vienen, unos temas que hice algún tiempo y tienen estrecha relación con la naturaleza y la curación”.
De cara al futuro Carito vuelve sobre el comienzo del viaje. Saltando en el tiempo recuerda sacar melodías de oído en un pianito. Durante su preadolescencia, esa inquietud se fue manifestando de otra manera: “me encerraba todas las tardes a gritar porque cantaba canciones de negras o, mejor dicho, blancas copias de negras, como Chris Aguilera”. Sin negar esas primeras influencias Caro apunta “la admiro a Chris, obvio”.
Para Carito la música no era parte de lo cotidiano, pero sí lo eran las disciplinas con el cuerpo. De esa forma, ambas expresiones se fueron hermanando desde temprano. Por un lado la música, como una curiosidad declarada y creciente. Por el otro, su cuerpo iba desarrollando la capacidad de comunicar.
“Me han llevado a concursos” cuenta Caro, echando luz sobre una época que empezó a formarla. “Tengo un lindo recuerdo, me divertí mucho y así aprendí a perder la vergüenza”, comparte.
La relación de Carito con la música va mucho más allá de simplemente hacer canciones y tocar. Hay una conexión espiritual con la creación de música y también con sus pares, algo que profundiza su vinculación humana a partir del ejercicio artístico. Cuando Bonhomía del Soul empezó a transitar el circuito musical rosarino mostraba una aproximación artística diferente que capturaba todo eso.
Recordando los inicios del grupo, Carito apunta a esa química identitaria que mostraba el grupo: “son personas hermosas que transmiten mucha seguridad, certeza, sabiduría y amor”.
La expresión calaba más profundo que lo meramente musical, la propuesta tendía puentes hacia lxs cuerpxs que formaban a la banda pero también proponían un vínculo con el público.
“Todo eso salió sin pensarlo”, destaca. “Fue inconsciente, me dejé llevar y nació un grupo que me enseña magia”, observa de lo que comenzó hace algunos años y permanece hasta la actualidad.
“La expresión corporal como principio que quiero transmitir, los cuerpos están muy automatizados, la danza es algo muy importante y liberador, casi como cantar”, apunta.
Incorporando la expresión corporal como un elemento más, sus recitales tomaron un tinte de encuentro interdisciplinario que los hacía únicos.
Cada ocasión, por supuesto, era complicada de plasmar puesto que se debía contar con espacios que puedan alojar toda la movida, algo complicado. Esas dificultades, sin embargo, no impidieron que el grupo gane relevancia: lo de Bonhomía del Soul pasaba por lo cualitativo. Conectar con la gente era prioridad y pudieron lograrlo.
La decisión de integrar la expresión corporal como parte de la propuesta de la banda llegó de manera consciente cuando lxs integrantes de la banda se conocieron. Según recuerda Caro: “ahí comprendí que solo necesitábamos estar conectadxs porque, de hecho, no lográbamos ensayar en conjunto muchas veces antes de los shows por falta de espacio. Tampoco era nada fácil coordinar entre todes. Quizás esa es la prueba de fuego que nos poníamos delante para improvisar un poco durante show y así conseguir tocar en muchos lugares. ¿Será el efecto sorpresa lo que al público lo incentiva? Porque no paramos en 2019. Vuelvo a estar conectadx, estar presente, estar receptivx, estar en paz, sabiendo que nada puede detenerte, menos si estás acompañadx”.
Por Lucas Canalda & Ph Ferarte