BUAN, EL DOCUMENTAL

Publicado vía YouTube sobre finales de 2019, Buan, el documental fue producido por un pequeño grupo de jóvenes realizadorxs audiovisuales de la ciudad.  
El cortometraje captura la identidad y el trabajo de uno de los músicos más singulares de la ciudad de Rosario. 

Buan es único en la ciudad de Rosario. Situarlo en la cartografía de micro escenas de Rosario amerita marcar un punto nuevo y diferente en el GPS.  Buan no se parece a nadie y nadie se parece a Buan. Notar eso es esencial y es algo que se vuelve obvio con apenas unos pocos minutos de inmersión en su mundo. Su dimensión consiste de elementos como el circuit bending, la experimentación, el hacking, la electrónica creativa, un arsenal de juguetes olvidados por el sistema, guitarras, pedales y la construcción de territorios sin igual. Buan cruza las límites y potencia los elementos, saltando fronteras entre música y performace. Además, por momentos, lleva el concepto de instalación dinámica a otro nivel.
Se trata de un artista que brinda talleres en varias ciudades de nuestro país, generalmente agotando el cupo en pocos días. Quienes se inscriben en sus talleres incorporan herramientas, pero, más importante, se embeben en la idea de expandirse un poco más allá, apostando por caminos diferentes, con mucho por explorar y descubrir.  La escuela de Buan, es la escuela de la libertad,  la de dejarse ir más allá de las fronteras de lo establecido y lo delimitado por la estética.
Como dijo Gina Valenti presenciando uno de sus conciertos en 2019: “es un distinto”. De bajo perfil y algo tímido, Buan Binario o simplemente Buan, es uno de los hacedores de música más respetados de la ciudad.  Sus colegas se inscriben en sus talleres sin importar la edad, el instrumento o estilo musical que dominen. Se debe destacar, además, que a esos encuentros no llegan únicamente músicxs, si no que la apertura se extiende a toda persona con curiosidad y ganas de sumergirse en corrientes exploratorias. Las herramientas y posibilidades que Buan enseña y comparte con generosidad no tratan únicamente de construir; sus talleres otorgan la chance de ir fondo con unx mismx en un camino de exploración individual que va desdibujando límites y posibilidades. Tomar una perspectiva diferente del mundo conocido es un bonus track, un agregado que llega luego de explorar posibilidades entre instrumentos, juguetes, cables y circuitos.

Desde la admiración y respeto que inspira Buan, un pequeño grupo de jóvenes estudiantes del campo audiovisual trabajó durante algunos meses en un cortometraje documental que revela parte del universo creativo de Buan, así como también dispara algunos indicios de la persona detrás de la búsqueda.  
Buan, el documental fue gestado por estudiantes de la Escuela Provincial de Cine y Televisión (EPCTV) de Rosario. El núcleo realizador del corto está integrado por Evelyn Perdomo, Yamila Vinti, Bruno Carbone, Francisco Pirri, Lucio Sánchez y Leonardo Pierucci. 
El documental fue estrenado en YouTube sobre finales de 2019 y empezó a circular de boca en boca, mediante la recomendación de antropólogxs del sonido y mentes curiosas por el espíritu libre y no menos curioso de Buan
Conciso y humano, el trabajo de estxs cinco realizadorxs es suficiente para pintar una perspectiva correcta sobre Buan y sus tres proyectos: Naub, BuAn. Once minutos que alcanzan a trazar una perspectiva de la obra del artista rosarino ante un público neófito al mismo tiempo que cumple con las expectativas del espectador avezado. 
El corto logra mostrar parte de los conceptos que maneja –e inquietan- a Buan: el desarrollo de colmenas creativas donde la inteligencia colectiva sepa albergar a la creatividad individual; interrogantes sobre la producción en masa; el desarrollo del entretenimiento prefabricado como sustituto apócrifo de la creación real y ajena a la seguridad de las etiquetas.  
Relatando el origen del corto, es el veinteañero Lucio Sánchez quien toma la palabra. Tecladista de Jimmy Club, Lichi y Gladyson Panther, Sánchez tuvo contacto el arte de Buan hace algunos años.   Conozco a Buan desde hace un tiempo, de verlo tocando en la calle o en algunos festivales”, explica.  “Siempre me pareció una persona interesante que tiene una mística muy particular”, añade.  
Un día, formando parte de los talleres de Buan, Sánchez tomó conciencia que compartir su obra con el mundo era necesario. “Este tipo tiene que darse a conocer”, recuerda Lucio sobre ese preciso instante. “La manera en la que explicaba las cosas y la cantidad de información que tenía me dejaron flasheado y lo propuse como protagonista del documental. Sentí que era una persona que tenía mucho para decir. Además de que estaba trabajando e indagando sobre cosas de las que no hay mucha información”. 
De acuerdo a su compañera de realización Evelyn Perdomo, fue Sánchez quien, en primera instancia, propuso a Buan como protagonista del documental.  “Creo que a todos nos pareció que tenía una estética interesante, cómo estudiantes de cine fue lo primero a lo que estuvimos atraídos. La idea de juguetes produciendo mezclas de música fue lo primero que nos enganchó. Después investigamos y lo conocimos y nos voló la mente con su propia forma de pensar y ver la sociedad” 
“El mundo está lleno de personajes como Buan. Personajes que escapan al ojo de la mayoría del público, pero cuyas historias valen la pena ser contadas. En tiempos donde la sociedad parece hacer hincapié siempre en los mismos temas, una voz como la de Buan es un respiro de aire fresco”, considera Francisco Pirri, otra de las partes responsables del documental. 

El desarrollo del documental se extendió durante algunas semanas en diferentes locaciones. En primera instancia el espacio creativo y taller del protagonista. Luego llegaron los registros en directo de Buan tocando en Bon Scott y algo más (no queremos spoilear nada). Según Yamila Vinti, “la primera entrevista fue un viaje de ida. Nos marcó el camino para decidir qué era lo que queríamos mostrar y comunicar con el documental”. “Fue un proceso muy fluido por la buena predisposición de Buan y por la cantidad de material generado.  Eso nos dio libertad y tranquilidad a la hora del montaje, porque tuvimos la oportunidad de ´ser exquisitos´ en cada archivo que elegíamos”, confía la cineasta.  
“Decidimos dividir el documental en bloques, interconectados entre sí, y con un ritmo establecido”, explica Pirri. Cada bloque muestra un aspecto sobre Buan: las características de los proyectos NaubBu y An: las técnicas de confección de sus instrumentos; sus presentaciones en público; su filosofía y más.



La realización del documental funcionó como un ámbito de conocimiento mutuo para el equipo de producción y el artista retratado. Durante horas de grabación, entrevistas y encuentros, el ida y vuelta fue inevitable, tocando de diferentes maneras a todas las personas implicadas. Es lo propio de la condición humana, pero, quizás, el arte tiene la virtud de potenciarlo, de llegar aún más profundo que un mero vínculo de respeto y admiración. Lo cierto es que, una vez finalizado el trabajo, los aprendizajes habían sido muchos e iban más allá de un ejercicio para la facultad.
 
“El hecho de conocer a Buan creo que, me voy a tomar el atrevimiento de hablar en nombre de todo el grupo, nos voló la cabeza. No se me ocurre otro término”, confía Francisco, poniendo en palabras la experiencia.  
“Su forma de pensar algunos acontecimientos que le pasaron, o que pasan en el mundo, me hizo reflexionar bastante”, apunta Sánchez.  “La manera que tiene de ver el arte y la crítica que hace a algunos sectores de este, son realmente increíbles, te hacen repensar y replantearte cosas que tenés instaladas desde siempre y eso es muy valioso”, agrega. 
Finalmente, Vinti explica con sencillez lo que fue el intercambio que generó todo el proceso: “Conocer a Buan fue todo un viaje. Sí hay muchas cosas en las que estoy de acuerdo con él. También pude ver distintos puntos de vista de ciertas situaciones, y, reflexionar en cosas que hasta el momento jamás había pensado”.


El estreno del documental es una gran excusa par
a entrar en una frecuencia que late a la distancia del circuito de recitales, sellos y discos. Buan es un habitante algo enigmático de ese mundillo: presente, pero con reservas; es un observador nato que elige construir en otros terrenos.
El año pasado lo encontramos en Sonido Saladillo, la película que captura al roster completo del sello Discos Del Saladillo (DDS) tocando en la mítica Casa Arijón, en el extremo sur de Rosario. Allí aparece “Abrazas cuando sonríes”, una canción de Bu.
Las fechas para descubrir a Naub, BuAn no abundan. Se trata de toques puntuales que van apareciendo ajenos al autobombo y al ruido. Buan avisa e invita. Quien quiere acercarse, puede hacerlo. Cada ocasión es especial puesto que irradian la virtud de lo irrepetible.  Huelga decir que no hay que colgarse y dejar pasar ninguno de sus recis
Contactar a Buan bajo la misión de entrevistarlo significa una oportunidad hermosa de entrar a su mundo personal, un universo lleno de calidez, magia creativa y curiosidad contagiosa. Deseoso de compartir con las personas que estén interesadas, las invitaciones a conocer el espacio creativo donde toma lugar parte considerable de su magia se ven truncadas por una pandemia que va cercando planes hasta clausurarlos definitivamente.
Corren días de encierro y de distanciamiento social. Pero la incertidumbre sobre el futuro más inmediato no afecta el flujo creativo y experimental de Buan. El tipo sigue detrás de algo. No corre detrás de un conejo blanco, busca algo más; eso que, a veces, no tiene nombre puntual ni descripción posible, pero que, cuando lo encuentra, sabe perfectamente de qué se trata. 
“La cuarentena mundial postergó la inauguración pública del nuevo espacio de creación que estaré ofreciendo”, comenta Buan, a propósito de su actividad en estos días de parate. “Es un laboratorio creativo de producción sonora y musical con un foco en las tecnologías low fi (obsoletas, discontinuadas o intervenidas). Dispuesto para clases y su uso como estudio, tanto niños como adultos podrán experimentar con todos los instrumentos electrónicos que fui desarrollando en este tiempo (Ab1, Ab2, Fom, OSC6, etc) y una selección de más de 136 juguetes sonoros que sigue creciendo”. 
Pero hay más, por supuesto: “con los proyectos musicales, la mejor, para mi es todo como un sueño hace un tiempo y así seguirá fluyendo. Con Naub se completará un ciclo dentro de poco y siento que se abrirá un portal”.

– En el documental hablás sobre la Internet como una fuente educativa y como un panal comunitario de ideas. Pero la idea inicial de la red como una comunidad global quedó relegada en actualidad, donde el paradigma de la información te atrapa hasta casi esclavizarte. Al mismo tiempo, las distancias entre artistas se acercaron, generando un rápido feedback entre personas de diferentes países e idiomas. ¿Vos dónde te encontrás hoy entre tanta sobredosis de información y estímulos engañosos? 

La Internet se fue de nuestra total comprensión hace rato, ya no la veo con el cariño de cuando pasaba en forma de pulso a 56 kbps por un cable telefónico. Lo mismo pasa con la electrónica, los circuitos literalmente se nos están yendo de las manos. Recuerdo de juntarnos por el documental y mencionarles a los chicxs que siento al “sistema” como si fuese una película de terror que todxs estamos viendo, pero como es una peli, nadie hace nada, solo la vemos. En algún lugar random de ese set de filmación planetario de esa gran producción cinematográfica es donde siento que tengo que hacer arte, porque si no puedo terminar actuando en cualquier momento.

– Una de las posibilidades de la electrónica creativa y del circuit bending es crear tu propio instrumento o herramienta.  ¿Cuándo surge la necesidad de crear una herramienta? 

No me llega como una necesidad, sino como el resultado de una exploración, en la cual pude ver un potencial creativo que me resulto útil y emocionante. ¿Qué mejor que compartirlo? Voy recorriendo el conocimiento electrónico a través de las distintas tecnologías (muchas veces obsoletas) que investigo. Navegué bastante con circuitos lógicos integrados del milenio pasado y hace poco comencé con el hackeo de juguetes electrónicos a fondo.  

– ¿Cómo son tus talleres? Entiendo que siempre llegan músicxs de diversos géneros y también gente que no necesariamente se dedica a la música o tiene conocimiento avanzados.  ¿Los talleres tienen que ver solamente con aspectos de hackeo y hardware o hay algo que sea referido a búsquedas sonoras? 

En los talleres broteAntena siempre se fabrica algo, se aprende de lo que se crea y su utilidad como posible recurso creativo. Ya son más de 50 osciladores, 30 teclados intervenidos, 20 Bebedinotrones, entre otros dispositivos que se gestaron en torno a los talleres. Recorrieron varias ciudades y la red se sigue expandiendo. En cada objeto, quedan las experiencias que trabajamos, ese mapa de inspiración que nos recuerda como seguir. De más pequeño cuando comenzó apasionarme la electricidad, soñaba con reuniones y encuentros entorno a artefactos de lo más fantásticos, siempre pienso que es el futuro y hacia allí voy o eso intento crear. Preparo estos talleres con el mismo empeño que los sets musicales en mis proyectos, a la larga descubrí que son la misma energía, supongo que se pueden filtrar sus esencias entre sí.


Buan tiene tres fuentes donde canaliza su fluir musical: Naub, Bu y An. Son tres pieles distintas que habitan en sonidos particulares. El documental rinde una explicación de cómo funcionan esas fuentes. En sus propias palabras, Buan los describe desde una aproximación que escapa definiciones concretas y etiquetas. De nuevo, busca soltarse, evitar todo tipo de ataduras:
“Naub es un proyecto de electrónica experimental, tecnológico y artístico”. Remontándose al origen origen, indica que “un día se me ocurrió presentar una acción que consistía en una transmutación entre ciertos formatos. La presenté en un museo y pudo romper la frontera de lo musical para entrar en lo artístico”.
“Bu es un proyecto con guitarra eléctrica. Está más ligado a lo emocional. Lo relaciono mucho con sentimientos de la infancia. Tiene un lindo camino transcurrido. Sigue en esa constante búsqueda por distintos lugares. No sé exactamente cuál es su destino, pero sé que cumple con su existencia”.
Finalmente, revela la identidad de An, su más reciente proyecto: “Todavía no existe en el mundo real, pero sí existe en mi alma. Se basa en el hackeo de objetos electrónicos. Simplemente se sumerge en la posibilidad de una paleta tímbrica-sonora de juguetes, de codificar y decodificar su potencial”. 

– ¿Cuánto de instintiva tiene tu música?  

En su totalidad me parece, en la mente tengo una rocola generativa infinita que anda constantemente a lo largo del día, es probable que sea energía que está en el universo y aprendí a canalizarla, pero cuando me pongo especialmente a crear la música o el sonido para mis proyectos, la información viene de otro lado, una especie de lupa muy potente que mira hacia adentro.

– Tocando en vivo estuviste en las noches de improvisación en Bon Scott, también compartiendo fechas con CyberAngel o alguna movida de DDS, entre otras. ¿Con qué artistas de la movida local te sentís identificado?  

Creo que lo importante no es quedarse en la identificación solamente. Los seres humanos se agrupan, generalmente, en patrones estructurados según sus gustos e intereses, así se divide la sociedad y sus grupos se auto determinan, eso se aplica en todos los sectores, yo trato de salirme de eso. Creo que lo profundo del arte es también todo lo opuesto a lo que a uno le gusta: los impares, lo errático, lo contrario, lo que no podés entender, todo eso en realidad lo completa y potencia. Así conocí y me vinculé con proyectos de distintos géneros y enfoques, con los que pude compartir y expresarme más allá de si tener la misma forma de onda o no.  Me encanta juntarme con seres que hacen arte de lo cotidiano, cual fuera su forma, no solo para la muestra o el escenario. 

– ¿En vivo hay una idea de repertorio preparado de antemano o preferís apuntar lo sensorial y experiencial de cada ocasión?  

Las presentaciones las preparo dependiendo del contexto y con qué proyecto sea, moldeo una configuración según las circunstancias. Todos los proyectos tienen su repertorio propio de canciones, pero no es lo único que hago en vivo, por ejemplo, un recital de Naub puede comenzar con su formato de canciones “naub.12v” y terminar con “naub.exp” registrando campos electromagnéticos en toda la sala. 

– Tenés tres caminos de creación Naub, Bu y An. ¿Cómo se define en qué piel desarrollar una idea que surge desde la espontaneidad? ¿Vas desarrollando a partir de cada identidad? ¿Existe la posibilidad de hacer un crossover? Por ejemplo, llevar un material de BU hacia el mundo de NAUB o viceversa.

Cada identidad se fue desarrollando sola y naturalmente, cada cual ocupa un lugar en el espacio y el encenderla, me permite expresar su contenido emocional. Los proyectos que tienen más tiempo traen consigo más información y experiencias. Si es posible el crossover que mencionas y tengo ideas para trabajarlo como una obra en el futuro.

¿A los juguetes que vas interviniendo dónde los vas encontrando? Me da curiosidad porque más allá de lo colorido de todo, hay una búsqueda y una inversión económica considerable. 

Quien busca, encuentra. Por ahí ahora si no lo trae Glovo o suena en Spotify es algo que no existe, eso pasa. Trabajo generalmente con juguetes que estaban rotos u olvidados, es considerado basura en muchos casos. También me los donan o regalan con mucho cariño. La inversión económica es más significativa en la compra de materiales electrónicos (con los cuales se interviene) que con los juguetes en sí. También con Delfi (Prodan), mi gran compañera de hace muchos años, viajamos a través de los sueños para darnos con preciosos motines de objetos perdidos en el tiempo, así conseguimos lotes de teclados para intervenir en los talleres y los mismísimos “Baby Talk” que se convertirían luego en Bebedinotrones, entre otras joyas.

 

Por Lucas Canalda

Fotografía principal por Delfina Prodan 

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