Dadalú publicó El mapa de los días, diez canciones punzantes que derrochan actitud mientras versan sobre neoliberalismo, heteropatriarcado y una industria musical obsesionada con vender sexo.
Entrevista exclusiva desde Chile a propósito de 30 minutos de música que se anotan entre lo más irresistible del año.
Con rimas desfachatadas, arreglos desprejuiciados y pura actitud, Daniela Saldías, también conocida como Dadalú, publicó El mapa de los días, 30 minutos de música que se anotan entre lo más irresistible del 2020 sudamericano. El disco llegó a principios de noviembre a través del sello norteamericano Cudighi Records y tiene edición en cassette disponible vía Bandcamp. La totalidad de las canciones fueron compuestas por Saldías, en un ejercicio creativo que contempló la escritura de una canción a diario durante un mes completo.
Pocos días después de su lanzamiento El mapa de los días fue recibido con entusiasmo en sectores por fuera de su audiencia natural. La prensa musical lo destacó por su calidad musical mientras que los medios enfocados en perspectivas de género lo abrazaron como un grito que trascendía lo meramente generacional. La onda expansiva pronto rebasó las fronteras de Chile, obteniendo la atención de oídos que nunca antes habían escuchando su propuesta.
2020, con toda su impredecibilidad, resultó un buen año para Dadalú. Entre todo ese bullicio, Saldías mantiene la calma. Va despacio porque todavía mucho por hacer (y agitar). Permitiéndose el placer de curiosear donde su olfato la dirija, Dadalú es una expresión generacional emergente que entiende la posibilidad como un proceso de viralización que lo vaya tomando paulatinamente: Música, animación, YouTube y más. Se trata de una combinación de histrionismo para sublimar la malaria y plasma algo que llegue a una audiencia difícil de predecir, pero que se sienta atravesada por las mismas problemáticas.
El mapa de los días
Daniela Saldías/Dadalú viene haciendo música desde hace más de quince años, cosechando aprendizajes y probando diferentes lenguajes que fueron llegando a medida que la tecnología iba evolucionando y las ideas encontraban nuevos canales de expresión.
Su proyecto solista comenzó en 2003. A través de esos tempranos esfuerzos solistas llegaron proyectos como Colectivo Etéreo o Iris, que reforzaron su identidad como algo decididamente diferente.
En 2011 llegó el disco Período, que logró granjearse atención considerable fuera de Chile. En esas canciones había pop corrido de cualquier norma y rimas filosas repletas que mediante crítica y desfachatez lograban una sentida reflexión sobre sexismo, opresión neoliberal y clasismo. Al viciado aire chileno Dadalú le respondió con un hastío generacional que supo anticipar los estallidos que habrían de llegar en 2019 y 2020.
Dos años atrás se arrojó a una aventura diferente: escribir una canción por día. Así como los escritores o historietistas se proponen el ejercicio de completar una página por día durante un periodo determinado, Dadalú se arrojó al desafío de cerrar un track tras otro. Esa idea finalmente apareció en forma de compilación bajo el título de Una Canción al Día.
Actualmente, además de canciones, produce y conduce junto a Oso el Roto El Programa Supersecreto, envío regular de YouTube.
En los primeros días de noviembre llegó, El mapa de los días es el resultado del trabajo conjunto de Saldías junto al productor Martín Pérez Roa (Merci Merci). Ambos compinches sacaron adelante el proyecto por completo, repitiendo la experiencia del EP Tiempo Negro, publicado en 2018. “Me gusta mucho como trabaja él y todos los aportes que hace”, comenta Saldías sobre la colaboración.
En el texto que acompañó al disco en Bandcamp y YouTube, Saldías escribió: “El mapa de los días es una selección de canciones creadas durante un experimento en el que hice una canción al día de lunes a viernes hasta grabar treinta canciones. Después de eso, realicé el mismo experimento nuevamente en octubre , inspirado en ‘Inktober’, grabando una canción al día para hacer ‘Songtober’. Todas las canciones fueron compuestas en 2018 y reproducidas y regrabadas en 2019 con la ayuda de Martín Pérez Roa. El disco fue terminado y masterizado en 2020 mientras COVID-19 estaba dando forma a nuestra vida cotidiana. Al completar el álbum, traté de transmitir cómo experimentamos el paso de los días durante la cuarentena; este sentimiento está marcado por las pequeñas parodias esparcidas entre las canciones “.
El mapa de los días está repleto de manifiestos por parte de una Dadalú que tiene ganas de derribar y reconstruir (casi) todo lo que la rodea: el modelo neoliberal, el heteropatriarcado, la industria musical agonizante que apuestos sus últimos cartuchos hacia la clásica estrategia de vender sexo y cuerpos hegemónicos. Hay bronca y sublimación en El mapa de los días. Dadalú dispone de herramientas para hacer algo constructivo y está lista para usarlas entre una sonoridad abarcativa que podría considerarse como un pop cadencioso experimental.
Creatividad, sonrisas y amor son tanto herramientas como fortalezas y Saldías las pone en acción a través de diez canciones que calan con profundidad en problemáticas que van más allá de su Chile natal, representando un momentum que atraviesa toda Latinoamérica. Las canciones de Dadalú atraviesan el presente y vienen desde tiempo atrás. Tiene mucho para decir porque en su vida fue mucho lo que experimentó. El miedo se naturalizó hace tiempo. La convivencia con ese temor la hace cantar (gritar) basta, todo esto no es normal, nadie quiere vivir con miedo. Saldías lo experimentó en primera persona y Dadadú lo canta para todo el mundo ante quien quiera escuchar.
Dadalú opta por la sinceridad para hacer sus canciones. Hay maneras de sobrevivir al sistema, pero saber desconfiar de la mentira exitista y arribista que abrumadoramente baja desde redes y medios hegemónicos. La pretensión queda de lado. No hay careteadas de glamour, felicidad poser o cuerpos firmes vendiendo rastros falsos. La cantante elige desarmar preceptos utilizando las bondades de la palabra y una alegría irreverente energizada por un espíritu punk.
Los diez temas que componen al disco son rayanos al wave, vapor, hip hop y canción pop, sin ningún tipo de interés en dejarse clasificar. Dadalú maneja el quiebre, sabe correrse segundos antes de la clasificación. Pero más allá de las aproximaciones o estilos que puedan reconocerse, algo aflora: nueve de las diez canciones tienen una raigambre punk. Hay un agotamiento que buscar ser manifestado; hay bronca que merece ser vomitada; mucha amargura quiere ser escupida mediante ironía y sarcasmo. No importa qué tipo de orquestación entra en juego: con un laptop, un sintetizador o una guitarra distorsionada, las canciones iban a salir de Dadalú de alguna forma u otra.
Las canciones cargan con rabia y hastío, pero por sobre todo, hay un deseo enorme de transformación, de patear lo aceptado por generación tras generación. En ese sentido, El mapa de los días se suma a otros tantos discos ilustres del pop chileno contemporáneo que son políticos y desean la transformación. Este es el wake up call bien personal de Dadalú. Sus herramientas son los beats y el software. Y la actitud, por supuesto.
Entre las canciones, como separadores-souvenirs del año pandémico, se escuchan mensajes de buzón de voz en algún móvil desinteresado. Son audios escépticos, otros desesperados, algunos resignados. Se busca capturar parte de la enorme incertidumbre y confusión de un año vertiginoso donde la realidad se vio agitada fuera de su normalidad. En Chile, por supuesto, la efervescencia social de las calles llevó al 2020 a una realidad donde la pandemia se encontró con la lucha por cambios históricos. En las palabras de Saldías, entre rimas, canto y cadencias corridas del purismo de un género específico, la rabia aparece una y otra vez, agotada de un modelo que se impone aplastando y asfixiando.
-¿Cómo fue el proceso de grabación de El mapa de los días?
Este disco comenzó como un proceso de composición donde hice una canción al día de lunes a viernes poniéndome ciertas reglas: terminar la canción que empiece independiente si me gusta o convence, no tomarme más de tres horas en hacerla, hacer treinta canciones y publicarlas en Soundcloud. Todo eso nace debido a la desilusión de sentir que vivir una vida musical activa en mi ciudad y país es muy difícil si no haces cosas a la última moda, o no te vendes como mina sexi, o no eres cheto o cheta.. no sé es difícil…
– Parte de ese proceso imaginado de antemano supo incluir fuertes madrugones. Más allá de lo anecdótico, ¿qué buscaste levantándote a las 5AM durante un mes?
Estaba experimentando con la composición y creer en las primeras ideas. Me topé con unos youtubes de personas que decían que si uno se levantaba a las 5.30 am las ideas fluían mejor y decidí experimentar. Me levanté una semana a las 5.30 directamente a componer, pero duré solamente una semana ya que ese estilo de vida me dificultaba vivir al ritmo de los demás ya que me daba sueño a las 8PM. Compuse cinco canciones a las 5.30, dos de las cuales están en El mapa de los días. Adivinen cuáles son.
-Me llamó la atención el orden del track listing. En ese sentido, El mapa de los días está muy bien pensado: si bien el disco tiene mucha furia, energía y rimas, el comienzo con “En el campo” es bien oxigenante y relajada. Es la calma antes de la tormenta; tomar aire y salir a darlo todo.
¿Pusieron particular atención a esos detalles o quizás estoy delirando?
Muchas gracias 😀 El tracklist lo pensé yo, siempre le pido consejos a mi novio que también es músico, Oso El Roto, y también al Martín, pero me pareció un orden bien lógico, y “en el campo” es muy de comienzos no?
-En las canciones hay mucho hastío y rabia, sin embargo, nunca te dejás cegar por eso. Con ingenio y humor combinas respuesta y propuesta para hacer algo más.
¿De qué forma vas desarrollando tus letras? ¿Van saliendo de a poco o las escribiste de una sentada?
Estas las escribí en una sentada y son inquietudes que me acompañan hace tiempo y que salieron por el mood del momento en que compuse los temas. En el fondo es hablar de cosas que me interesan, y es una extensión de mi, me gusta hablar, analizar, bardear, qué sé yo.
-Lo que siento cuando escucho tu música es que, por debajo de los géneros musicales y aproximaciones estéticas más modernas, hay mucho punk. Hay una actitud decidida de ser frontal y buscar romper con lo predecible. ¿Puede haber algo de esa influencia en tu etapa formativa?
¡Obvio! El punk es mi primera casa. Mi primera banda de colegio fue punk y de chica estuve muy metida en ese mundo de tocatas punk, tipo desde los 16 años. En ese sentido siempre me sentí rebelde, cosa que me trajo penas ya que de chica quería que las cosas pasaran a mi manera, me costaba ceder, por lo que hice el camino largo.
–El mapa de los días llega en un contexto muy complicado para la música en vivo. ¿Qué sensaciones te genera no poder salir a tocarlo en vivo para encontrarte con el público?
La verdad es que no me compliqué mucho por eso, no soy muy de estrategias convencionales. Encuentro que en Chile todo el mundo de la música es algo difícil y estoy acostumbrada a esa dificultad. Si bien cuando se podía tocar en vivo yo tocaba casi todos los fines de semana porque me gustaba y tocar es ensayar y aprender, siento que me adapto a lo que sucede. Estuve tocando por Streaming, pero claro no hago aún una presentación del disco oficial.
– Ser solista tiene muchas ventajas como la libertad total de tus movimientos al igual que las decisiones finales sobre cada canción, clip u otro tipo de producción. Sin embargo, con todo también llega toda la responsabilidad, lo que a veces puede ser abrumador.
¿Cómo te llevás llevando adelante todos los aspectos?
Eso es cierto, cuando siento ese peso de la responsabilidad le quito importancia: intento ponerme en mi lugar y darme cuenta que no soy tan importante, nadie es tan importante. A veces creo que vivimos pensando que todo lo que hacemos va a tener mucha repercusión y es muy crucial, pero la verdad es que no es así, de hecho creo que hay que gritar bien fuerte para que te tomen en cuenta, todo el mundo está super inserto en su realidad. Para mi, hacer lo que hago es una necesidad personal, en el fondo es algo super hedonista, no hago pensando en lo que le va a gustar al otro pues me parece super loco, nunca vamos a saber. Al final son solo las subjetividades que chocan y esas subjetividades no son estáticas, lo estético no es estático. Me lo tomo como vivir y como un juego, le quito el peso de esa responsabilidad.
-Más allá del contexto actual de pandemia, quisiera preguntarte sobre cómo es ser una artista independiente en Chile en estas épocas.
¿Cuáles son las problemáticas que atraviesan a la escena independiente?
A mi parecer la base de muchos problemas en Chile es la educación. Siendo que la educación acá es un negocio, no es de calidad para todos, o es algo parejo, yo he trabajado en colegios y lo he visto: los colegios municipales de barrios vulnerables, siento que muchas veces son una mímica de la educación, o una guardería, los profes son mal pagados, hay muchas personas que no les importan a las autoridades y se siente que se hace por cumplir no por un interés de enseñar realmente. Esa falta de educación deriva en una pobre formación en pensamiento crítico y creo que eso incide directamente en el mundo del desarrollo cultural. Hay poca curiosidad y muchas ganas de pertenecer a la última moda, cosa que frena un poco el desarrollo de experimentar con nuevas expresiones o dejar eso relegado a un ámbito más bien pequeño o de chetos. También creo que los chilenos somos re malos para asumir nuestra precariedad y para construir desde ahí, siempre aparentamos más de lo que somos, nuestra sociedad es super arribista, lo que se extiende hasta la música y cultura: mismos músicos mirándote en menos por tocar en un lugar que consideran de baja calidad y así. Los músicos que vienen de escenas independientes y lograron llegar a un mainstream siento que se quedan mucho en su comodidad y no intentan cambiar el panorama. Pero no todo es negativo, al mismo tiempo siento que hay una escena muy rica, llena de gente haciendo cosas interesantes haciendo sellos y discos. Tengo fe en el cambio de switch de las nuevas generaciones y en que las escenas independientes se fortalezcan en sí mismas y no intentando salir a un mainstream o una industria oficial casi inexistente
– Cuando estuve en Santiago me resultó muy complicado conseguir material de bandas chilenas que venía escuchando. Noté que en el mercado casi no hay espacio para la producción chilena. Se privilegia a lo foráneo por sobre lo local. Luego me comentaron artistas independientes que en Santiago esa cultura existe en un paralelo subterráneo concurrido por muy poca gente y que hay una idea falsa de que está todo bien en la movida.
¿Cómo es el circuito musical en Santiago? ¿Hay una posible llegada al público masivo o la tendencia siempre es trabajar a un costado de una industria que apuesta a lo foráneo?
Tienes razón. Creo que la Dictadura nos hizo pésimo e instauró un modelo neoliberal terrible donde culturalmente fuimos colonizados por Estados Unidos y también nuestra autoestima destruida a punta de torturas horribles. Nos dejaron sumisos y mucha gente es tipo “ las cosas son así” y no se rebelan a cambiar. Somos un país super estrecho y estamos todos pegados, pero se insiste en ignorar una escena de músicos super creativos solo por no intentar calzar con el marketing internacional. Institucionalmente, el país no se ha dado cuenta del valor de la cultura. Llegar a audiencias masivas responde en hacer lo que está a la última moda o transar con ciertos sonidos muy higienizados e imágenes. Como te digo, siento que las cosas están cambiando y por las redes hay artistas independientes que tienen una masividad virtual. Además, los medios convencionales como la radio y la TV están muriendo lentamente por no actualizarse a lo que pasa.
-Repasando tus redes sociales me puse a leer los mensajes de tu público y además del tremendo apoyo encuentro que, por supuesto, tu mensaje llega a la gente.
¿Te pensaste alguna vez como referente? ¿Te interesa serlo?
Sinceramente no me he pensado como referente. Obviamente, yo experimento el crear y la vida desde mi ser y mi experiencia porque no sé cómo es ser el otro. Lo que hago es muy personal y como todas las personas tengo mis contradicciones y aprendizajes por lo que me parece mucha responsabilidad posicionarse como referente. Creo que hay muchos artistas que sin querer son posicionados como referentes para luego ser funados. Siento que se espera mucho de los artistas que se creen referentes más allá de la música o que la música sea buena. A mi me gusta que las cosas se den lo más natural posible. No me interesa ser referente.
Por Lucas Canalda + Guido Peric Ph