El joven cantautor y productor Fermín Sagarduy presentó This is fine, media hora de canciones entramadas por arreglos que se corren del canon de la música indie argentina.
Cuando en enero de 2013 el ilustrador norteamericano KC Green publicó el número 648 de su serial de historietas Gunshow nunca imaginó que algunas de sus páginas estarían integrándose en la cultura popular como la nueva forma de definir la negación.
Formalmente conocida como “The pills are working” e informalmente popular como “This is fine”, el meme del perro sentado transcendió (sus dos primeras viñetas, en realidad) cada uno de los ámbitos transmedia como LA estampita definitiva del siglo XXI para transmitir el estado de negación ante situaciones desesperadas.
Por supuesto que no hizo falta mucho para que la línea de tres palabras diera el salto desde la Internet hacia la oralidad de una buena parte de la juventud de occidente como un guiño certero. “This is fine” se convirtió en un latiguillo contundente e ideal para definir una situación alarmante donde se niega el conflicto.
El viernes pasado Fermín Sagarduy (23) publicó su primer disco titulado como la universal viñeta-meme de Green. El trabajo del joven rosarino parte desde esa situación de encierro asfixiante de la que –a priori- no se puede salir. La diferencia es que no hay demasiado espacio para rechazar aspectos desagradables de una realidad incomoda. Aquí el calor abrumador está bien adentro de unx y arde por la imposibilidad de exorcizarlo aceptando.
This is fine es el primer compendio de canciones rubricado con su firma luego de los simples “Calle descalza” y “No autorizado” (adelanto del disco) y otros proyectos-asociaciones como Camello o Depto de Islas.
Sagarduy entrega 28 minutos gestados a partir de un minucioso trabajo de home recording en su propia habitación de la casa familiar. Las herramientas para el proceso fueron pocas y marcadas: computadora, micrófono y una placa. Potenciado al máximo sus recursos, el resto transcurrió como una cuasi apuesta minimalista al hardware.
Son canciones con partes, arreglos y quiebres. Un trabajo milimétrico que parece construido poniendo énfasis en cada minuto, así entramando el resultado final que es la canción.
El trabajo digital se amalgama con el pulso humano, la sofisticación de un corazón que bombea sangre y la economía de palabras inequívocas. Hay pulsión, unas pocas herramientas tangibles y mucho de laboratorio detallista. Todo se combina de manera orgánica en canciones preciosistas y de elaboración perfeccionista que atrapa tanto por su data ñoña como por la sensibilidad poética introspectiva.
El ejercicio de escucha atenta revela que cada una de las siete pistas está gestada por un apasionado del detalle: pads sobre pads; capas de sintetizadores construidas casi de manera milimétrica; el sampleo de voz de Nai Palm de la banda australiana Hiatus Kaiyote. “Son como una especie de easter eggs que deja Fermín para que se descubran” apunta desde adentro un estrecho colaborador a propósito de las sorpresas que aparecen en el disco.
Las canciones son un amasijo de angustia y frustración que golpean (desde adentro) casi al borde de la asfixia. Poniéndolo así pareciera que estamos hablando de un oscuro y opresivo disco de post punk, sin embargo, no es ese el caso de This is fine. Sagarduy logra sublimar su encerrona introspectiva haciendo poesía cancionera de la angustia. Lo hace con las palabras justas; una economía que toma lo necesario y lo expone con claridad. Hay algo que se perdió, algo que pesa tanto que llega a sabotear una especie de ley de la gravedad metafísica donde el alma está al revés (una maravillosa imagen poética donde Miyazaki meets Spinetta) y el tiempo pesa horrores.
En tiempos de sorpresas digeridas o lanzamientos segmentados y planificados sobre la posibilidad de atención que se obtenga desde una historia de 15 segundos, es refrescante encontrarse con algo fuera del radar del hype de marketing pasivo-agresivo que desciende periódicamente desde el product placement desde radios de moda, influencers y otras formas derivadas de aprobación de indigemónico.
This is fine es media hora de música que habla con lxs hacedorxs de canciones, engancha a lxs oyentes académicos, sintoniza con lo pasional y pincha a quienes disfruten de tendencias introspectivas que no resignen su sensibilidad pop.
Sagarduy y su disco hacen todo eso desde una estética corrida del canon que maneja su generación: Elude la clasificación del hashtag y la descripción fácil; resulta imposible catalogar estas canciones en un género o subgénero. El disco tampoco llega con un marketing del YO a partir de una cuenta de Instagram. De hecho, su rostro es casi desconocido, aún más que su nombre. Sin embargo, este joven rosarino viene haciendo de las suyas desde algún tiempo como productor, ingeniero de sonido e invitado de otras bandas. Lo hace, claro, corrido de casi todo. Allí parece sentirse cómodo encontrando su lugar y el tiempo ideal para componer, grabar, producir, masterizar y tocar a sus anchas.
This is fine tiene a la discreción como virtud. Entregó siete pistas que se corren de lo pactado entre la industria y su paradigma de turno que exige simples pegadizos y sencillos que solo apunten a un gancho. Puede que estos –casi- 30 minutos alojen más arreglos y trabajo refinado que el 50% de las novedades que integraron la lista de novedades “federales” que presentó Spotify el mismo viernes de su lanzamiento (lo mismo ocurrió con el debut Los Castigos hace menos de dos meses).
Sagarduy conoce de cerca de sus herramientas. Domina el bajo, el sinte y la guitarra. No hace alarde de virtuosismo ni tampoco cree en echarse a menos para no presumir y herir susceptibilidades del manual de cuidadosamente desprolijo indie argentino que estira como chicle el paradigma de no toquemos demasiado. En su discreción tampoco se muestra interesado en hacer bandera de sus decisiones. No le interesa bajar línea. Prefiere hacer.
El disco es el primer lanzamiento oficial de Quema, flamante sello independiente que ahora empieza su recorrido con el joven Fermín y que en el futuro promete lanzamientos de Otros Colores, Amelia y Los Cristales.
El disco comenzó a elaborarse en 2019 y encontró su forma final ya entrado el otoño que ahora transitamos. Las canciones fueron apareciendo en esa extensión de tiempo, algunas fueron llegando sobre el verano pasado, ya sobre el tirón final.
Otras datan de tiempo atrás, tal es el caso de “Voz_s” que existe ya desde finales de 2018/principios del 2019. Con el tiempo, claro, fueron evolucionado bajo la mirada atenta y detallista de Sagarduy. En el caso de “Nono 1” y “Nono 2”, los sonidos ambientales y cántico tubular de los sapos nocturnos tienen origen en Río Chico, en el Valle de Traslasierra en Córdoba. La aventura de una noche resultó en que Sagarduy y su amigo y colega Emmanuel Guiñazú (Los Cristales) se llegaron al cauce munidos de micrófono y computadora para registrar lo que acontecía en la noche de naturaleza embriagadora.
Para el cantautor parte del proceso creativo significó hacer catarsis en ciertos aspectos. Sacarse pesos de encima a partir de la obra representó un reto. Quizás porque las sorpresas que escondían las canciones fueron varias. El proceso exigía más a medida que aparecían nuevas curvas. Ante eso, Sagarduy optó por la prudencia del tiempo.
En ocasiones el trabajo significó un desgaste emocional que por momentos no encontraba una fácil resolución. Algo de lo que habitaba en su pecho, en clave de frustración, se traduce por pasajes de “No autorizado”, “Voz_S”y “Estelas”.
La resolución llegó desde la intimidad y la soledad, un estadio de fragilidad que parece prologarse durante cada canción y sus respectivos ambientes texturados. Así, entre momentos desperdigados ratos propios y trabajos para otros artistas, This is fine fue tomando forma hasta presentarse el viernes pasado a través diversas plataformas de streaming.
La novedad llega después de un largo tiempo de espera y algo de agite de sus compinches artísticos más cercanos. “Dale, ya está, largá el disco” o “dejá que la gente lo escuche”, son algunos de las reacciones de su entorno ante el nivel de detallismo de Sagarduy.
Como se remarcó antes, el álbum disfrutó de un proceso de elaboración bien discreto. El trabajo minucioso se extendió entre pruebas, errores, remaiginaciones y reconstrucciones. Como un orfebre parte sangre-parte digital, Sagarduy trabajó a veces encontrando aciertos, otras topándose con laberintos.
El polifacético joven estuvo a puliendo cada trama del disco de manera personal. This is fine fue compuesto, interpretado, producido, grabado y mezclado por el pulso de Sagarduy.
Siguiendo la línea de una producción reducida, Fermín contó con algunos aportes externos para completar el álbum: Gabriel Rosignoli (Depto de Islas) estuvo a cargo de la batería en “Voz_s”, primer track del disco, mientras que Gabriel Schubert (Forestar) estuvo a cargo del masterizado. Por último, Paul Auster aparece –mediante sus palabras- como invitado en “F5” casi sobre el final de This is fine. El poema “Aubade” del escritor norteamericano encuentra recitado en la voz de Juana Sagarduy, hermana e invitada afectiva de honor.
Algunas canciones del disco supieron sonar en vivo en contadas oportunidades. “Estela”, por ejemplo, sonó en los primeros días de marzo, en el ciclo indoors Matte Kudasai (aquí la nota), una fecha compartida con Imaginario.
Sin que nadie pudiera saberlo ese recital devino en inolvidable por dos razones: fue uno de los últimos viernes con actividad musical bajo el régimen de la vieja normalidad, ya que pocos días después la cuarentena se extendería por toda la Argentina. Además, esa ocasión Sagarduy adelantó algunas canciones del trabajo que acaba de aparecer.
Después de esa fecha Sagarduy se abocó principalmente a terminar su disco y en masterizar la mayor parte de Bestiario Remix, disco de remezclas de Jimmy Club.
Ahora This is fine da sus primeras vueltas en un contexto delicado, cercado entre la incertidumbre del presente pandémico y la elaboración de un panorama de nueva normalidad. Mientras tanto, cuando la ciudad está inmersa bajo una nube tóxica ecocida, ese “Respira mientras te queden árboles con vida” parece un consejo iluminado que confirma que la llegada de Sagarduy ocurrió un momento crucial para interpelar a nuestros días.
Lucas Canalda
Fotografía por Nazarena Priotto
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