LUCES Y SOMBRAS DE JESSY BULBO

Desde México, Jessy Bulbo repasa los aprendizajes de su carrera musical y la diversidad de oficios que supo abrazar a la par de su actividad por los escenarios.
Sin demasiada prisa por volver a tocar en vivo, la pausa de la pandemia permite a la polifacética artista reflexionar sobre la industria musical, el prejuicio ante el cambio y su rol como referenta feminista dentro del circuito rockero.

 

Es miércoles 20 de enero. La atención total del mundo, con medios, redes y transmisiones varias están concentrados en la partida de Donald Trump y la jura de Joe Biden como nuevo presidente de Estados Unidos. Mientras todos se convulsionan por seguir cada instancia del nuevo gobierno norteamericano como en reality show sin límites precisos, Jessy Bulbo está en otra, disfrutando de un enero invernal que no deja de tener complicaciones referidas a la pandemia. Cuando la tarde va cayendo en Argentina y en México todavía queda algo de sol, atiende el llamado el RAPTO y se dispone a charlar con tranquilidad.
“No me importa, pues sí”. confirma sobre lo que está sucediendo en el vecino país del norte. Escuchando música, entre instrumentos, para Jessy es un día más, un día menos, entre canciones, proyectos y algo de descanso. Tal vez, más que descanso sean tiempos en otra velocidad, con el pie fuera del acelerador. La pandemia y las consecuencias de parate casi total sobre el circuito de conciertos de casi todo el mundo representó una oportunidad de bajar un cambio, respirar con calma, mirar las cosas desde otra perspectiva. Puede haber sido algo brusco el freno de todo, pero ahora, en la calma, Jessy sabe apreciarlo.
Siendo una artista que se caracteriza por la entrega consumada, picos de adrenalina y mucho feedback con la gente durante los shows, ponerle un stop a las presentaciones significó una oportunidad. Claro que su gente la extraña. Ella, por supuesto, extraña encontrarse con el fandom, pero la velocidad descendiente permite la reflexión.
En tono casi zen, Jessy conversa con calma. Sin intermediarios, ni agentes de prensa, managers o agencias de booking que tercericen la entrevista, la artista mexicana convida de lo lindo, detallando aspectos de su carrera que van más allá de lo estrictamente musical. Empezando por la tranquilidad del presente, Jessy Bulbo da rienda suelta a su verborragia y avanza, como siempre, con valentía y espontaneidad. Dato geek antes de continuar: la voz conversadora de Bulbo es sorprendentemente similar a la de Lisa Hayes, la heroína de Robotech, interpretada para Sudamérica por la doblajista Patricia Acevedo.
“Me cayó bien la distancia” apunta inmediatamente sobre la pausa que significa este estadio extraño sin presentaciones en vivo ante el público y una relación cercana que se mantuvo vía redes como Instagram o Twitter. “A pesar que sí me gusta mucho cotorrear con el público, también he pasado por etapas por las que me es difícil mantener todo. He tenido etapas medio de pánico, de mucha inseguridad, también. En tanto tiempo, sabes, he pasado por muchas cosas. Son muchos muchos años sin parar. Entonces, esta vez, que fue obligado, me cayó muy bien”, detalla.
“Creo que nunca me había dado cuenta lo mucho que ya daba por sentado la actividad musical; ya lo hacía en automático”, comenta. Con sinceridad, Bulbo arremete entonces con los aspectos menos luminosos de la actividad artística. Lejos de las luces del escenario y del rugir afectuoso del público, el negocio siempre está marchando, en ocasiones dejando mucho que desear: “Había muchas cosas que no me gustaban de tocar en vivo. No tanto de la gente y el público en general, porque eso siempre me gusta, pero más bien el aspecto del negocio del show: que si va a generar dinero, que si no; que si va a estar todo bien; que si todo el mundo va a salir con lo que esperaba; uno carga con demasiadas responsabilidades, entonces parar un poco me cayó muy bien.
Bulbo habla desde la experiencia de una artista independiente que por tiempo considerable llevó las riendas de su oficio, aprendiendo cada detalle, apreciando los diferentes roles que hacen a la actividad musical y a la agenda de un proyecto musical que se nutre del vivo.
En casi dos décadas de carrera, su proyecto experimentó muchos matices y diferentes estadios de visibilidad y exposición. En ese sentido, durante muchos años Jessy trabajó con varios managers, conociendo una variopinta escala de dimensiones. Según explica: “tuve muchos managers, entre pequeños y medianos. Algunos empezaron conmigo y después intenté trabajar con algunos más grandes para ver si podía conseguir mejores cosas. Eso no me resultó. Finalmente, durante muchos años estuve trabajando con una persona que se movía en el medio, pero era un Booking chiquito, digamos. En 2019 decidí llevar adelante mis propias cosas. El año pasado empecé a trabajar con una productora que se llama Red Social que es de una amiga cercana y estoy muy contenta porque me gusta mucho su forma de ver las cosas. Pues ahora estoy en esa”.

Gugleá Jessy  Bulbo

Jessica Araceli Carrillo Cuevas AKA Jessy Bulbo nació en 1974 en Ciudad de México. Desde entonces nunca se quedó quieta. Por eso, la calma de estos tiempos pandémicos parece un extraño pero merecido descanso ante tanto fluir vertiginoso.
Recurrir a los buscadores más populares para buscar su nombre arroja resultados sorprendentes y desde puntos impensados. Tanto Google Books, como Wikipedia  o IMDB tienen algo para decir sobre Jessy. Lo mismo corre por cuenta de sitios especializados en música general, grupos de culto y blogs especializados en punk rock. La tercera corriente que habla sobre Jessy Bulbo son espacios especializados en feminismo y temáticas de género. Allí se la describe y menciona como una referente del feminismo, inspiradora de nuevas generaciones de chavalas del punk y otras expresiones.
De acuerdo a Wikipedia:  “Jessy Bulbo es una música y compositora mexicana. Antes de iniciar una carrera como solista integró el grupo Las Ultrasónicas como bajista”.
Según el sitio Música.com: Las Ultrasónicas fue una banda de garage rock formada en 1996 en el DF. Fundado por Jenny Bombo (voz y batería) y Tere Farfissa (voz y teclado- fallecida en noviembre de 2020) iniciaron la banda por la cual pasaron varios cantantes, guitarristas y bajistas hasta que llegaron Suzy Vox, Jessy Bulbo (bajo) y Ali Gua Gua (guitarra) Empiezan a tocar como quinteto en tocadas memorables en tugurios de mala muerte hasta que sale Tere en 1997 y se quedan como cuarteto”.
“La música de las Ultrasónicas es una música transgresora, desfachatada, desparpajada, es una de la que se hace necesario comprender más que desde los sonidos estridentes de sus instrumentos, desde el centro mismo del territorio áspero que a través de las letras de sus canciones las ubican en situación y etapa de su vida como parte de un sector típico de la juventud de nuestros días”, escribió la Revista Proceso a principios de los 2000 sobre el grupo.
Más allá de la música, Jessy expandió sus intereses hacia otros oficios: estudió Periodismo y Comunicación Colectiva en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y luego se adentró en la literatura, el podcasting y el cine.
En 2011 participó en la película El lenguaje de los machetes para la que también hizo la música original y por la que obtuvo dos premios internacionales como mejor actriz.
Cuatro años más tarde incursionó en la literatura con Rock Doll: A las juventudes apáticas nos interesa la vagancia (Ediciones B).
En la actualidad, además de la música, forma parte de proyectos de comunicación como el programa televisivo Entre Tres, que puede verse vía YouTube y del envío Taxi Radiofónico de La Bestia Radio.

Siempre inquieta, nunca quieta, Bulbo se aventuró siempre a nuevas experiencias sin detenerse en las consecuencias. Buscando crecer y saciar cierta curiosidad por las oportunidades que la vida iba proponiendo, su currículum se lee como el caminar de una mujer sin temores, cargada de un ímpetu desinteresado en redes de seguridad.
Sus experiencias escribiendo o actuando no tuvieron medias tintas. En cada oportunidad fue a fondo, abrazando el riesgo, aún cuando los desafíos se presentaban ásperos y mucho más demandantes que lo esperado al principio.
“Yo estudié periodismo en la universidad, entonces de por sí, ya escribía. Estaba acostumbrada a articular discursos desde hace tiempo, sobre todo opinión, también algo de investigación. Eso lo estudié en la escuela. Todo me sirvió de base para lo que pasó después” comenta la polifacética artista mexicana sobre su incursión en la literatura para el libro Rock Doll.
“El libro me lo encargaron porque era una serie sobre adolescentes mujeres narrada por escritoras mexicanas. Me llegó la propuesta de la editora de hacer el libro sobre la chavita rockera. Pues yo tenía muchísimas historias, tanto mías como de mis amigas. En la cabeza me volaban ideas que seguramente iban a ser muy divertidas de trabajar en el proyecto. Fue muy difícil. Estuvo muy divertido, pero escribir ficción es otra disciplina muy distinta. Requirió de mí mucha energía. Lo que más trabajo me demandó fue confiar en mi voz interior, la que me iba dictando el libro. Como era ficción, no estaba acostumbrada a ser concisa, le metía demasiada reflexión cuando quería hacer más acción o más narrativa. Sentía que me quedaba demasiado resumida la historia o la voz. En las canciones escribes muy poquita letra, tienes que resumir las cosas en pocos versos, pues yo no estaba acostumbrada a soltar la pluma y dejar ir todos los detalles, tomar los caminos largos y bonitos”, recuerda.
Finalmente, con sinceridad, Bulbo admite que la experiencia fue muy difícil y que aún quedan resabios sobre ese aprendizaje: “Cuando agarro el libro y lo leo, no sé qué pensar. Me gusta, pero me resulta difícil decir si está padre y bien hecho, o no”.
Sobre sus incursiones en el cine como  El lenguaje de los machetes, El Alien y yo (2016) y El Encierro (2020) Bulbo observa que la exigencia también fue ardua, debiendo aprender nuevos lenguajes y aproximaciones artísticas que fueron complementando su experiencia como música. En ese sentido remarca que actuar le demandó mucho trabajo. “Muchísimo”, repite, haciendo énfasis en una empresa que resultó casi transformadora. “Estoy acostumbrada a ensayar cosas, estoy habituada a no entregar la emoción en el momento, sino que lo hago es acompañarla de música. Cuando ya tenía que hacer un personaje que no era yo, otra vez ficción, me costó trabajo”, cuenta al otro lado del teléfono. “Luego, para la radio sí me resulta más fácil, ahí sí soy yo hablando de cosas que sé y pienso. Eso es más sencillo, lo difícil es que la gente te escuche, hay tanta oferta ahora que se complica jalar público. Pero ahí vamos y me divierto mucho haciéndolo”.

Punk

Resumir el camino de Bulbo en unos pocos párrafos es reduccionista.  En el vértigo del hacer, la artista mexicana fue siempre superando desafíos y reflexionando sobre cada paso y experiencia gratificante o de mala espina.
Con tanto para abordar (discos, conciertos, bandas, trabajo independiente o con compañías, películas, libros, periodismo) es evidente que Bulbo nunca se quedó quieta. Entre tanto frenesí, su curriculum denota algo que muchas veces se pierde en el fuzz guitarrero: Jessy Bulbo construyó un carrera desde el impulso por crear y comunicar.
La palabra carrera puede incomodar en ciertas ocasiones. Algunos artistas la toman como propio de la premeditación. No es el caso de Jessy, que entiende que su recorrido se labró sobre esfuerzo y dedicación cotidiana, lejos de un planeamiento cerebral y señorial.
Sí, creo que super podría decirle carrera porque se ha tratado de hacer un oficio en el que me siento bastante enganchada”, dispara desde el vamos. “Al principio me costaba más trabajo que me saliera lo que me imaginaba y en este momento, ya siento que conozco mejor mis herramientas. Sé mucho mejor cómo conseguir los resultados que esperaba. También, paso por etapas y procesos diferentes según voy creciendo y de acuerdo a las cosas que me van gustando e influenciado. Entonces sí, han sido una serie de pasos, creo que sí usaría la palabra carrera.

Desde sus primeras épocas como integrante de Las Ultrasónicas hasta los días del presente solista que la tienen más relajada (pero siempre espontánea) en su rol de comunicadora, Bulbo fue una artista de una impronta escénica, discursiva y ética muy fuerte. Como artista Jessy fue -es- una mujer independiente, libre, punk rocker, dueña de su sexualidad y desparpajo. Siendo espontánea, sensible, salvaje y constructiva, nunca respondió a nadie más que a ella misma, bien distante de una Industria que esperaba ubicarla en lo que creía correcto para una mujer joven en el mundo de la música. Sin quererlo, Jessy Bulbo fue convirtiéndose en una figura política que fue trascendiendo el mundillo del rock underground conservador, siendo una referente para las nuevas generaciones que vibraban con la impronta desfachatada y salvaje de Las Ultrasónicas y luego se potenciaría en su etapa solista, siendo dueña absoluta de su destino, también plantándose y sosteniendo una libertad estética que rompía con lo establecido. Quedarse cómoda nunca fue lo suyo. Tampoco actuar de acuerdo a lo esperado por la Industria o por un gueto rockero demasiado conservador y aburrido.
“Cuando empezamos con Las Ultrasónicas nosotras teníamos ese lema de ´Saca tu política de mi música’. No queríamos  dar mensajes sociales. No se debía a que no nos interesara la política en nuestras vidas, era porque no lo queríamos meter en la música. Para nosotras la música era un espacio de diversión y de solaz que no queríamos embarrar con cosas que nos apesadumbraban como quejas o miedos o preocupaciones. Entonces lo queríamos dejar en diversión y punto. Tratamos de sacar lo demás. Conforme fui creciendo, llegué a un punto donde sí quería hablar de lo que era importante para mí”, recuerda Jessy, mirando al principio de toda la construcción.
“La política me parece super sobrevalorada y mal entendida. Mi personalidad conecta mucho más con la espiritualidad y con los aspectos místicos de la vida. Para resolver mis preocupaciones del mundo, la humanidad y la naturaleza, de todo lo que me preocupaba, utilicé el camino espiritual y místico. Empecé a escribir sobre eso en el disco Telememe (2010). A partir de ahí, empecé a llevarlo de regreso a la diversión, pero, por ejemplo, hablo muy seguido de Dios y del Diablo, se me hacen símbolos muy blanco y negro, muy fáciles de cachar. Creo que es muy directo lo que digo cuando hablo. Me gusta mucho el juego de luz y sombra. Siempre hablo sobre magia, ahora mucho más ligero que ese tiempo que sí trataba de expresarme sobre temas que no me estaban preocupando, me estaban atormentando”, comparte.
“Eso he hecho yo, pero lo que la gente ve en mi, pues no tengo ninguna forma de controlarlo. Sí sé que se me ve como una bandera feminista, como una especie de faro dentro del movimiento, para mí es un honor”, comenta con modestia, entendiendo que la construcción se dio de manera orgánica.
Son varias las artistas iberoamericanas que citan a Jessy Bulbo como una influencia positiva en sus respectivas carreras. Como inspiración liberadora inicial o dueña de su propio camino en un business repleto de machismo, Jessy es una referente como música inquieta, irreverente y dueña de un carisma divertido siempre esquivo a dejarse encorsetar. Como ella misma remarca, la interpretación y construcción que hace la gente sobre sus actos está fuera de su control. No hay dudas: para la gente Jessy Bulbo es una referente del feminismo, la cultura transgender y de la música. Sin embargo, una pregunta permanece abierta: ¿Jessy Bulbo se siente referente? “Sí, me siento”, contesta, sin preámbulos. “Muchas, muchísimas, chavas y también personas que nacieron con pene, pero se identifican como mujeres o como homosexuales, que en su infancia jugaban a Las Ultrasónicas y eran yo, jugaban a ser Jessy. Cuando yo era niña, también jugaba a ser como mi artista favorito. Muchas personas empezaron a tocar, a hacer música, porque me vieron hacerlo y porque les pareció que estaba padre, que era fácil, que ellos también tenían cosas para decir, que podían decirlas a través de ese lenguaje. Con los años voy conociendo a mucha gente a la que inspiré a hacer música. Nos hacemos amiguis y me siento inspiración. No puedo medir la dimensión, qué tanta gente llegue a tocar, pero qué importa, con que sea una, es suficiente”.

Jugando con la androginia y cierta aproximación al gender bending, en Changuemonium de 2015, Bulbo hizo un disco que rompía con todo: no eran canciones rockeras, nada de punk, nada de lo que se podía esperar de ella. ¿Sorpresa o coherencia? Un poco de ambas, quizás. Aunque la respuesta varía según a qué parte de su público le preguntemos. Sin embargo, estaba claro: ella estaba contenta con los resultados y quería seguir creciendo, divirtiéndose, sin tener que darle explicaciones a nadie. Como a tantos otros artistas del punk, otra vez el gueto tuvo que entender que rock y punk son sinónimos de libertad, no de dogmas. Con recursos tropicales, sonoridades rayanas al méxico alternativo de los 90, pop para transfigurarse, Bulbo se reinventa y marca su territorio otra vez, dejando las cosas en claro: hago lo que quiero, pueden acompañarme los que quieran.
Changuemonium tuvo una respuesta dividida en su audiencia. Mucha gente lo amó, otra gente lo despreció, descalificando la obra y a la artista. Nadie se quedó indiferente al disco. Pero entre todo ese circo de foros y ruido de redes sociales, Changuemonium se presentó como la carta ideal de Bulbo a tiempos cambiantes. Una nueva generación la descubrió con ese disco que tuvo buena recepción en sitios especializados más allá de México.
Con el público renovándose, a partir de entonces Bulbo agregó otra faceta atractiva: transgredir los géneros que la formaron, cuestionarse los lugares de seguridad, rearmar todo el juego para que siga siendo divertido. Sin medir los riesgos, se mandó el salto, lo demás era cháchara inútil.
“El tema de los géneros siempre ha sido muy fuerte, en todo el sentido de la palabra. Esa onda del rock y el punk han sido muy fuertes. Ha habido veces que me dieron ganas de hacer una cumbia o un merengue y el público espera de mi cierto género, me lo reclama muy duramente. O les deja de gustar lo que hago, directamente. Yo quisiera que no me importara eso, pero me duele. Me duele el abandono del público porque decidí cambiar de género. También su desprecio”, cuenta la mexicana con algo de dolor.
“Para mí, el género abarca esas dos cosas y todo lo demás: mi sobrina me dice “el tío Jesso” y la gente se enoja. ¿Por qué no la tía Jessa?, me dicen. ¿Qué importa? Para mí no es importante. Yo no me identifico con un género. A mí me vale madre. Yo soy una persona que por casualidad tiene vagina. Yo ni lo escogí. No me acuerdo haberlo escogido. Soy esta cosa que anda igual que todos, que siente igual que todos, que anda en este mismo camino. El enorme peso que le dan a que yo tenga vagina me parece demasiado. El enorme peso que le dan en la música porque empecé haciendo rock, también me parece demasiado; es un peso que no me libera para nada, me ata, me aprieta como un corset que no me deja respirar. Esa suavidad que deseo la tengo que encontrar primero en mi, por eso trato de trascender el género”, observa.

– ¿Te sorprende la reacción del público ante tu reinvención y transgresión de géneros? Me llama la atención esa reacción negativa, porque tu música siempre se caracterizó por tener un espíritu libre, de gozar la libertad sin atarse a un dogma. 

No me sorprende. Me impresiona. Muchísima gente lo único que conoce de mí es mi canción “Maldito” o mi paso por Las Ultrasónicas, entonces les gustaría eso. Yo entiendo que sí tienen razón, pero también les digo lo siguiente: si tu abres una Coca Cola y te sabe a machaca con huevo pues no está padre porque no es lo que esperabas y no pagaste por eso. Entonces sí entiendo su molestia de querer una cosa y no obtenerla. Al final, mucha gente no me ve como yo me veo. Yo me veo como una especie de fonda que sirve todos los días un menú distinto, según lo que encontré en el mercado. Mucha gente del público me ve como una Coca Cola de la que espera siempre el mismo sabor. Entonces entiendo la molestia de cierto público. A veces me duele que me digan cosas horribles, pero también entiendo que muchas veces esa hostilidad tiene que ver con algo que le pasa a ciertas personas…no tiene que ver conmigo, tiene que ver con ellos mismos. Sí me impresiona el volumen de gente que no me ve como yo me veo.

Ritmo

Durante 2020 Bulbo publicó una serie de sencillos que trajeron algo de oxígeno entre la locura pandémica y la ausencia de conciertos presenciales. El yonke, Se busca pareja y 2 espinas probaron que Jessy seguía bien rockera mientras que continuaba buscando nuevas sonoridades. También, por supuesto, seguía bastante picante. Como canta en 2 espinas:  “me supura la herida, pesadillas sangrientas no me dejan dormir…no tengo descanso, no busco perdón”. Al final, las cosas no cambiaron tanto. Still Jessy.
En Se busca pareja la rítmica toma el control de todo. En clave rapper, relajada y bien divertida, Bulbo sigue expandiendo su sonoridad solo por diversión. Por supuesto, la oportunidad de echarse un baile en tiempos de cuarentenas, encierros y distanciamientos, siempre merece ser destacada, casi como un grito salvador.
“Estoy muy enamorada del estudio de la rítmica. Cuando empecé a oír hip hop con mayor profundidad y claridad enloquecí con la onda de poder hacer ritmos con las vocales. De repente no era solamente melodía y armonía, podía clavarme mucho más en el ritmo”, señala sobre las sonoridades que la interpelan en la actualidad.
“Empecé a darme cuenta que los raperos en español no me daban tanta satisfacción. En otros idiomas encontraba mucho más, sobre todo en los africanos y obviamente, en los gringos. La pregunta ante no satisfacción fue preguntar qué faltaba. OK. No me gustan…¿por qué? Pues porque seguramente yo tengo ideas y deseos que ellos no tienen, voy a tratar de explorar a ver si me sale lo que estoy esperando, lo que no encuentro. También, por supuesto, pude encontrar música en español que satisface mis anhelos rítmicos, pero empecé esa exploración cabrón y creo que es lo que la gente está oyendo ahorita”.

– ¿Cómo te pensás dentro de la escena musical mexicana de la actualidad? ¿Qué lugar ocupa Jessy Bulbo en un mercado tan grande que tiene tantos circuitos diferentes? 

Yo llamaría de culto a lo que genera mi música. Es esa la escala. Hay muchísima gente que no sabe que existo. Muchas personas saben que existen Las Ultrasónicas, pero no pueden nombrar a sus integrantes, por ejemplo. Pero de todas formas, esas muchas personas no son tantas, no es un nivel mainstream mexicano como todo lo que apoya Televisa, eso es gigantesco. Regularmente esos contenidos de Televisa terminan por toda latinoamérica y en todo el público de habla hispana de Estados Unidos. Es tan grande que tirarle a eso me queda muy lejos, no tengo esa masividad. Las Ultrasónicas tuvimos un momento de visibilidad que entramos a Telehit que es de Televisa, pero como canal de paga, nada popular, todo muy sectorial. Yo también como Jessy Bulbo tuve una pequeña llamarada en mi primer disco, sobre todo mi canción “Maldito”, que está en Grand Theft Auto. Esa es la canción que todo el mundo conoce. A partir de allí mi carrera tuvo ese pico y después me quedé como en un lugar de la escena super chiquito. Además, creo que con los años se ha ido disminuyendo porque el rock dejó de ser tan visible e importante. El público cambió de gustos e inclinaciones así como también de formas de consumo. Yo fui arrastrada por esa corriente hacia el basurero, básicamente. Ahora estoy ahí, haciendo mis cosas super distraída del éxito. Bendito sea Dios o Satán, llegué al punto donde ya me dejó de importar. Entonces sigo haciendo las cosas por gusto y me doy cuenta que a nadie le importa lo que hago, o al menos, a menos gente. Pero las personas a las que sí les importa, las amo con todo el corazón porque somos comunidad. Siento que soy como su tía, cotorreamos mucho, sin conocerlos en persona. Me siento más en una comunidad que en una escena.

Lucas Canalda

 

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