Joako22 presenta 022, un larga duración con la fuerza propia de un despegue.
Producido por Irivrte, el trabajo reúne un conjunto de talentos que confirman la salud musical de la Rosario actual.
Si el mejor logro del Diablo fue convencer al mundo de que no existía, el engaño más infame (y lucrativo) que logró la industria musical en la última década fue vender la idea de que el acceso tecnológico vía plataformas de streaming democratizaba la información y establecía las mismas reglas de juego para todos. De esa manera, un paradigma completo de la industria cultural y del entretenimiento apostaron de lleno al flujo invasivo e incesante de información que vivimos hoy, mordiendo el anzuelo que mostraba una supuesta igualdad de condiciones entre underground y mainstream secundando por plataformas, redes sociales y marketing digital. La pandemia, claro, llegó para profundizarlo todo.
Tratando de mantenerse presente en esa corriente, un considerable porcentaje de la producción musical se adaptó al paradigma de la novedad, bailando al ritmo del algoritmo.
En épocas marcadas por el predominio de la fugacidad saber tomarse el tiempo para que los procesos creativos encuentren su punto de maduración constituye una rareza. Cuando eso sucede significa que podemos encontrarnos con un trabajo perdurable . Puede que sea un libro, un disco, una película, apenas una canción. Pero sucede y hay que saber apreciarlo, dejarse sumergir en su propuesta. Darle el tiempo necesario para valorar el laburo realizado.
Quizás más importante aún sea el hecho de saber reconocer que detrás de semejante decisión anida una cabeza diferente, la voz de un artista que entiende la cosas de otra manera. Vislumbrar artistas así es sanador ya que nos deja saber que hay esperanzas además de futuro. Otra visión es posible manteniéndose a un lado del camino principal. De nuevo: saber apreciarlo es menester.
Meses atrás, luego de unos años de trabajo paciente y discreto, Maia Basso publicó La pregunta última, su primer larga duración donde sublima muchas de las ideas que actualmente constituyen el núcleo del disturbio para el arte y la producción cultural. Especialmente para lxs hacedorxs independientes, obligadxs a marchar a un ritmo que no pueden soportar por demasiado tiempo.
En el caso de Joako22 su reflexión/sublimación pasa por otro lado. Sin embargo, los puntos se repiten: reconocer un joven artista que en lugar de picar buscando velocidad exitista optó por madurar su arte, concentrándose en crecer en su oficio de hacedor. Asimismo, el caso del rapero nos deja saber que hay futuro, pero que, con apenas veinte años, tendremos una vida compartida y musicalizada por todo lo que está por venir.
Cuando el futuro pinta cada vez más turbio (acá, allá y everywhere) es bueno saber que algunxs hacedorxs pueden mantener viva nuestra esperanza. Eso, sin lugar a dudas, no es poco.
Joako escribió un disco para volver a nacer. El vuelo ya comenzó y pinta piola. Detrás de todo eso hay una historia que empieza a contarse hace dos años atrás en una vieja normalidad que todavía no sabía nada de pandemia, barbijos, hisopados como tampoco de ecocidios, de vivir meses baja nubes tóxicas de humo, de un río que desaparece lentamente y con partes de la ciudad que literal y metafóricamente habrían de hundirse.
Joako empezó a bosquejar las letras de 022 en mayo de 2019. Su idea inicial era encarar algo más sencillo, algo en clave boom-bap. Grabar junto a un productor, editarlo y salir a tocar. Quería algo más simple porque atravesaba un momento complicado. En sus palabras, “un momento de bloqueo creativo desde mi yo artista”.
Sin progresar demasiado decidió entrar en un periodo de escritura intensiva. Con las letras listas, iba a meterse al estudio. Afortunadamente, nada salió como lo planeaba.
Lo dijo Luis Alberto: “Si no canto lo que siento/Me voy a morir por dentro/He de gritarle a los vientos, hasta reventar”. En la misma, Joako entiende que algunas necesidades son imposibles de domar: “Yo no escribo sólo por la música (aunque sí), yo escribo por una necesidad interna, pienso mucho y si todo eso que pienso no lo vuelco sobre algo me vuelvo loco. ¿Pero qué pasó? Cada vez pensaba más y me surgían más ideas. Fue por eso que terminó siendo un disco de 11 temas y no un EP”.
Joako encontró un concepto en su cabeza, pero para eso, primero debió aceptar el deseo de ser artista, además de abrazar la necesidad de escribir lo que le pasaba.
022 desarrolla un concepto donde se busca pluralidad y entendimiento. En ocasiones, pareciera que esa pluralidad son múltiples demonios que Joako quiere exorcizar. Lo logra mediante el papel, a través de la música. El entendimiento llega mediante la comunicación abierta, un fuego cruzado de talentos que hace de las suyas en las canciones. Pero, de nuevo, hay una necesidad de la voz narradora de encontrar algo de entendimiento (paz o armonía podrían ser sinónimos) consigo mismo y en su relación con el mundo. Se trata de una búsqueda de equilibrio para un individuo cada vez más aplastado por un mundo invasivo (y destructivo) que define sus logros mediante un circo que, visto en detalle, es una picadora de carne, ilusiones y expectativas. Joako le dice que no a todo eso, buscando algo de seguridad mientras todo alrededor se mueve demasiado rápido.
El primer larga duración del joven rosarino tiene una extensión de 36 minutos y contiene 10 canciones más un bonus track en clave acústica que sirve como outro donde la magia se va apaciguando. Se compone de atmósferas que albergan microclimas. La tensión aprieta, por momentos. En otros se relaja hasta invitar al agite. Los arreglos acompañan cada etapa, marcando inicios y finales con matices cuidados.
Desde la introducción poética abrasiva sobre un colchón sintético que marca el inicio hasta el éxtasis verborrágico de Joako o sus invitados, el disco demuestra una producción cuidada donde ningún detalle (o segundo) fue dejado al azar. La cohesión en la producción artística es clave tanto en el resultado del disco como en el cambio de piel del joven rapero.
022 permite señalar varias observaciones que atraviesan el circuito musical independiente rosarino: con apenas 20 años Joako pudo haberse grabado y producido a sí mismo, haciendo las veces de artista pulpo, cubriendo los roles músico, escritor, productor, director de orquesta y gestor. No obstante, tuvo la capacidad de salirse de ese paradigma actual donde la disponibilidad tecnológica hace un home studio que se extiende más allá de lo físico: es la idea de tocar, grabar y producir entre amigxs como un grupo autosuficiente. Joako ya hizo eso. Aprendió. Pudo haberlo hecho y puede que, alguna vez, vuelva a hacerlo. Con todo, luego de esa experiencia, eligió seguir creciendo al vincularse con otrxs. Los vínculos, en la creación artística así como en la vida, son educación; significan crecimiento, marcan un antes y un después en nuestras vidas. Hace años, Maru Conti de Aguas Tónicas lo definió bien en una canción: “conocé gente que en un principio te joda pero que después te liberará”. Conocer gente, intercambiar data, generar tensión y hasta alguna fricción, es, por supuesto, crecimiento asegurado. Joako pareció entender eso hace algunos años, luego de intentarlo por sí solo. Él mismo lo dice en «Nebulas»: “Intentando hacerlo solo cuando necesito ayuda”. Un signo de los tiempos para lxs músicxs más jóvenes es grabarse y producirse a sí mismxs, lo que está fantástico. Pero, a veces, ese procedimiento se estira demasiado gracias a una calidez de la zona de confort. Salirse de ese útero libre de fricciones es necesario para seguir creciendo. 022 demuestra eso.
022 es una fuerza colectiva que cuenta con numerosas participaciones. La producción musical estuvo a cargo de Irivrte. Además aportaron su talento productores como Frankrouse, Martin Valci, Cofran Olima y yul0.
Pol y Druff AKA Djatala son los rappers invitados, la poeta Valentina Lopiccolo hace una intervención y además hay un seleccionado de talentos jóvenes que evidencian el presente de talento que vive nuestra ciudad: Valen Solé en guitarra, Sofia Cassadey en voces y coros, Luca Topino en el saxo, Lisandro Castillo en bajo, Roman Pagura en teclados y Mateo Crincoli en la batería.
Encabezando, Joako toma la antorcha y abre el camino. Su presencia es fuerte, una autoridad propia de alguien que destila respeto, reciprocidad e interrogantes. Tiene una idea, la profundiza. En el camino tira paredes con otros talentos.
A contracorrientes de egos y nombres inflados que abundan en las grandes ligas, el Joako conductor dialoga con sus camaradas, estableciendo la oportunidad para un lucimiento colectivo. Un ejemplo de esto podría ser el comienzo del disco: la voz de Joako aparece recién transcurridos los dos minutos «Introducción al Sol», tomando la posta de Lopiccolo. Corrido del ego protagónico, entran los demás.La música acompaña secundando cada punch lírico para un doble ataque que golpea y engancha.
El disco carga con los colores que están moviendo a la ciudad: hay groove, neosoul y mucho ímpetu funk. Más que acatarse a un sonido puro hace estragos desde el buen entendimiento del hip hop. Partiendo de una diversidad de elementos, mantiene su fluir orgánico, permitiéndose matices de cierta sofisticación jazzy o entramados más duros, con dientes apretados para rabiar.
Joako guarda silencio sobre cómo será 022 en concierto. Casi como ensayando una sonrisa, indica que todavía le queda jugar esa carta. Por ahora opta por el silencio, pero escuchar estas canciones tocadas en vivo seguramente será un punto alto. Por ahora, paciencia.
Joako22 es el alias de Joaquín García de la Cruz, músico nacido, criado y formado en la República de la Sexta hace veinte años.
La música apareció desde temprano en su vida, atrapando una creatividad que escaló pronto: tocó violín, piano y guitarra. Arrancó a rapear en el 2015. Un año después se largó a escribir. No paró nunca.
Entre 2018 y 2020 formó parte de Dois Agha, banda con la cual conoció los escenarios rosarinos y produjo Mano al Centro, EP que conformó su primera experiencia en estudio de grabación.
Con un sonido frontal y actitud de asalto, ese trabajo de cinco canciones tiene a Joaquín García de la Cruz insinuando una identidad narrativa y política. Las primeras palabras que salen de su boca cargan el combustible de todo lo que habría de venir.
Tiempo después, ya abrazando la identidad de Joako22, el power de Dois Agha se reformula, canalizando la energía en una iluminación diferente. El compromiso es el mismo, pero la sutileza de un joven que va encontrando su propia senda de construcción se evidencia más certera y segura. El mensaje está más pulido y filoso ya acompañado de una diversidad musical que le sienta un marco ideal para profundizar.
En ese plano Joako22 se zambulle en las aguas del conscious rap, sin necesariamente suscribirse abiertamente a ningún subgénero. De la transformación quedó claro que para levantar vuelo no hacen falta ataduras de ningún tipo. Por más cómodas que resulten, las etiquetas restringen. Mejor, simplemente, hacer música.
El rap consciente es un estilo o subgénero del universo hip hop caracterizado por contenido que aborda problemáticas sociales y hace un llamado a acción política e involucramiento comunitario.
Desde su esquina, la corriente genera reflexión sobre problemas sociales interpelando sobre situaciones que, por encima de lo individual, engloban una situación a escala mayor.
En un juego donde los gallos tienen altamente desarrollado el sentido de la territorialidad con una industria que se empecina en vender esos egos super inflados, el rap consciente significa una anomalía.
Entendiendo esa bifurcación en la fuerza, Joako arremete un camino que empezó hace seis años pero que cada día descifra mejor.
Con todo por delante, mientras se rodea de cómplices que lo complementan y lo potencian, Joako va creciendo y definiendo sus pasos.
Además de su talento como escritor y su entendimiento coyuntural, Joako exhibe un rasgo generacional más que significativo: una masculinidad que demuestra fortaleza desde la expresividad y la sensibilidad. Entendiendo que la sensibilidad es poder, tiene una antena que capta lo que sucede a su alrededor generando rimas y canciones. No le hace falta testosterona vieja escuela.
Hace tiempo que Joako tiene algo bien claro: la pluma es más poderosa que la espada. Desde entonces le mete.
Birome y papel. Rimas. Borradores. Correcciones. Muchas sirven. Otras quedan en el tintero. Lo importante es saber tomarse el tiempo, esperar.
A veces la cabeza está llena de ideas, casi que hierve. Bajarlo al papel, es casi urgente. Escupirlo todo en una velocidad punk sería saludable, sin embargo, por sobre todo prima la consciencia.
Conviviendo entre la urgencia de lo que necesita decir y las formas ideales de comunicarlo, dentro de su cabeza hay una puja de espontaneidad y un ímpetu crudo con el ejercicio de reescribir, corregir, pulir el material lírico hasta encontrar la forma definitiva.
Joako se reconoce como una mezcla entre esas dos tendencias. El ímpetu se combina con el oficio dedicado de pulir rimas hasta sacarles filo. Llegar a entender eso es parte de su crecimiento como artista. Seguir perfeccionando el método hasta un equilibrio saludable es parte del desafío. Sin fórmulas ni varitas mágicas que aseguren resultados, al final, es cuestión de trabajo.
“Creo profundamente en la musa inspiradora, de hecho es un concepto que desarrollo y estudio bastante”, apunta. “Pienso que un artista no puede esperar a que le caiga un rayo de luz inspirador para escribir una canción, hacer un disco o pintar un cuadro, la obra no se finaliza en el momento en el cual nace, o por lo menos la mía”, observa. “El artista tiene que vivir con la dicotomía de un día estar muy inspirado y al día siguiente cuando retoma el trabajo estar completamente perdido, y que eso no se transforme en una frustración directa”, reflexiona como un obrero de las rimas que cada día emprende su labor.
“Trato de aprovechar al máximo la lucidez en el momento que se presenta, exprimo cada segundo porque sé que hay algo ahí, y cuando está sucediendo es una sensación realmente inexplicable”, apunta, echando algo de luz sobre sus procesos creativos. Joako también remarca que “siempre después trabajo sobre lo escrito, pulo las metáforas, hasta me doy el lujo de tachar mucho el papel”.
La experiencia de escucha de 022 es expansiva, con detalles pequeños que disparan guiños y contrabandean data para quienes quieran enterarse. Desde la clásica arremetida de violines terroríficos del compositor Bernard Herrmann para Psycho, pasando FX gamers, aerosol en acción por los muros de la ciudad hasta una atmósfera envolvente de canto nocturno de ranas, todo se disfruta mejor con auriculares.
En ese sentido, la experiencia evoluciona de disco a hacia algo más cercano a una audio película donde los sentidos estimulan el córtex cerebral, allí donde ocurren la percepción, la imaginación, el pensamiento, el juicio y la toma de decisiones. Entre todo lo positivo que puede remarcarse del disco, lo fundamental es precisamente el efecto que tiene sobre los sentidos: 022 es ciento por ciento estimulante. Las palabras tienen finalidad, buscando algo más que un buen rato. No importa si uno comulga, disiente, armoniza por completo o en parte con la propuesta consciente de Joako, las canciones te mueven, te sacan de la inercia y de la comodidad, logrando una reacción. En tiempos donde la sobre estimulación permanente se reduce a una comunicación sin emoción, este paquete de emociones logra bombear sangre, ideas e iniciativas.
La propuesta de rap consciente lo conduce a un espacio diferente en el mapeo musical rosarino. Proponiendo reflexión su palabra va más allá de lo meramente generacional, busca interpelar a cualquier oído que quiera oír.
En una época donde lo individual es prioridad, como una especie de campo bélico donde solo importa comparar reproducciones y cifras, las canciones de 022 exceden al género, conectando con otras latitudes sonoras como el ya mencionado álbum La pregunta última de Maia Basso. Mientras que otros se miden las reproducciones Joako pone a trabajar el músculo más poderoso de nuestro organismo: el cerebro.
Si tres años atrás con la publicación de «Me olvido» en plena primavera macrista Joako había demostrado una sensibilidad que decía resistencia, memoria y consciencia de un futuro que se construye desde las acciones cotidianas, el Joako versión 2021 deja en claro que entiende su sentido del propósito. ¿Qué otra cosa puede hacer más que sembrar conciencia, ejercer el pensamiento y bregar por una realidad diferente antes que todo esté perdido? Joako lo hace con sus armas: música y palabra.
Rapeando, dispara acerca de historia, política, ambientalismo y, sobre todo, el tiempo que habita como joven artista. Sus disparos no funcionan como una bajada de línea obvia ni unidireccional, sabe interpelar planteando interrogantes abiertos que abren la discusión. Joako no canta la posta, abre el juego para que se sume la cantidad de voces que sea posible, sabe que la construcción es con todos.
“Vengo de una familia militante” comparte. “Desde la cuna se me inculcaron valores relacionados con la conciencia social y la importancia de estar informado”, agrega.
“Siempre me picó el bichito de saber qué es lo que está pasando y qué fue lo que pasó. Y mi arte es una demostración de eso”, afirma. “No puedo escribir algo vacío que no me represente o que no entienda. Muchas veces escribo con un diccionario al lado, para descifrar qué es lo que mi cabeza está queriendo transmitir”.
“El mundo que hoy nos interpela a todxs es bastante siniestro por momentos y me es completamente inevitable no verlo”, señala con sinceridad. “Siento que es una falta para la esencia artística hacer ojos ciegos. Expresarse es un acto político en sí y cuando tenés tantas preguntas, tanta incertidumbre, tanta contradicción siento que explayar las idea sobre una hoja y después soltarlas sobre un micrófono es una forma de encontrarse con la ideología propia, de arraigarse y sentirse seguro. Para mí escribir es como una tesis, planteo preguntas, desarrollo conceptos y busco respuestas”.
Por Lucas Canalda + Martin Casse Ph