LALALAS: ECOS PARA UN FUTURO ABIERTO

Ecos marca el cierre de una etapa para Lalalas. Más que un canto de cisne, el EP propone un final abierto para un grupo que desarrolló una identidad diferente dentro del circuito local. Entrevista para adentrarse en las instancias del nuevo material y revisar parte del camino recorrido por el trío electropop.

 

Ecos es el nuevo EP del trío de electropop rosarino Lalalas, integrado por Florencia Vera, Catalina Lacelli y Estefanía Invernizzi. Editado de manera independiente en abril, se trata del tercer trabajo de mediana duración de la banda sumado a una serie de singles estrenados desde su debut en 2016. 
El nuevo material está conformado por tres nuevas canciones compuestas en un lapso de seis meses, luego finalizadas con el acompañamiento de Rodrigo Cursach (miembro fundador de D.I.E.T.R.I.C.H) en la producción. 
Lucas Lorenzo de Oz estudios fue el responsable de la mezcla mientras que el masterizado estuvo a cargo de Dani Pérez en Audio Buró.
De acuerdo a la gacetilla que acompaña al lanzamiento, “a lo largo de estas nuevas composiciones, el conjunto rosarino indaga en preguntas existenciales, algunas de forma más directa que otras, pero siempre poniendo el foco en la idea de un viaje interno repleto de preguntas, dudas y crisis”. 
“Influidas principalmente por sonoridades electrónicas de la década del ’80 como Tears For Fears, además de otras más cercanas y contemporáneas como Matilda, Perro Fantasma y Laika Perra Rusa, la paleta sonora de su más reciente estreno combina ritmos electrónicos con intenciones variadas como punk, pop y hasta se anima hasta tintes de balearic house en el último track”, indica la difusión.

Con casi 13 minutos de duración Ecos se siente vibrante. El tono es justo: personal, puesto que irradia identidad Lalalalista; contagioso, invitando a sumarse (a la pista de baile, a la hipnosis) a quien esté escuchando; fluido, ya que crece y decrece, en un trance armonioso que pide darle play una y otra vez. 
Se trata de una tríada de canciones elaboradas con paciencia, donde la banda lidera y el productor complementa. No es casualidad que Lalalas maneje con soltura ese equilibrio: el grupo evolucionó con constancia, trabajando para superarse en todos los frentes, logrando precisión. Asimismo, el flamante material posee una cualidad compositiva colectiva, prueba irrefutable que la banda construyó desde su formación actual, apostando a su presente.
La oreja de un productor externo, llegado desde otras latitudes, abre el panorama, permitiendo cierta profundidad. Cursach suma experiencia, claro, pero principalmente se muestra permeable a los procesos que aporta el trío.
“La integración de Rodrigo como productor del EP se dio de una manera muy orgánica para nosotras”, afirma el grupo a RAPTO. “Es la primera vez que trabajamos explícitamente de esta manera y buscando una línea estética que entendíamos que Roque podía captar y aportar por su trayectoria en la electrónica”. 
La modalidad de trabajo entre Cursach y Lalalas primero se dio a la distancia entre Santa Fe y Buenos Aires, a través de la plataforma Meet. Más tarde, el productor llegó a Rosario para instalarse un fin de semana completo. De manera presencial, el equipo completo trabajó la producción. Cursach, además, estuvo presente en las últimas jornadas de grabación en Oz Estudios. 
“La experiencia fue super rica y de mucho aprendizaje. Exploramos juntxs diferentes ideas y sonidos para lograr el resultado final que estábamos buscando”, señalan desde el trío.
“Lo divertido también fue que ya había un adelanto, Un Signo, que anticipaba el material que aún no estaba producido”, cuentan. “Rodrigo produjo «Sublim» y «Electro star». Supo generar la convivencia entre lo que ya habíamos iniciado con lo que estaba por generarse”.

 

En junio de 2023 Lalalas sorprendió con el anuncio de una fecha, en el marco del ciclo Cápsula Musical del CEC, que se insinuó como una de sus últimas apariciones del año, aunque, informalmente, sus integrantes comentaban en redes que podía llegar a ser la despedida por un largo tiempo.
Quienes se acercaron esa noche al tradicional espacio frente al río Paraná encontraron que había algo de cierto en ese anuncio: la banda entraba en un estado de pausa.
La noticia fue llamativa ya que, por entonces, la banda mostraba gran forma en sus apariciones en vivo, al igual que el material de estudio que iba apareciendo. 
A principios de 2022, a partir de la incorporación de Invernizzi, Lalalas encontró un equilibrio ideal. Escénicamente el grupo mostraba puro disfrute, además de una solidez propia de tres músicas seguras de sí mismas, conscientes de estar impulsando un proyecto con un horizonte abierto y atractivo. 
Desde sus primeros esbozos looperos en vivo en 2018 y hasta su pausa del año pasado, Lalalas dejó en claro que no era una banda más dentro de la movida local. El otrora dúo actuó con decisión, aprendiendo de gestión, incorporando herramientas expresivas, explorando hardware; superándose para evolucionar tanto en situación de estudio como en las fechas en vivo.
Cabe destacar que el periodo vital del grupo se desarrolló en ciclos complejos tanto en el plano nacional como en la ciudad: el macrismo y su descalabro devaluatorio; el embate municipal contra los centros culturales y cuevas de música independiente; luego la pandemia, con la cuarentena y sus respectivos ejercicios de confinamiento y distanciamiento.  Con todo, Lalalas logró ser una banda que ganó kilometraje, tocando por varias ciudades de la Argentina, algo que pocas bandas de su generación pudieron hacer debido a su apatía, localismo o no saber abrazar de lleno la autogestión. A la par de sus movimientos, como se dijo, la producción de Lalalas se iba mostrando cada vez más interesante. Flemari y Misterio Nocturno – ambos lanzamientos de 2021- llegaron para confirmar al grupo entre lo más destacado de Rosario.
Pero había más: en una contemporaneidad regida por la novedad constante y el bait algorítmico, Lalalas demostró un respeto supremo por sus propios tiempos, sin correr detrás de ritmo ajeno ni adaptarse a las pretensiones de una supuesta industria. 
Otro aspecto saludable del grupo fue que, a diferencia de sus congéneres, Lalalas transitó su evolución de manera discreta, elaborando puertas adentro y mostrando su crecimiento en cada fecha. Sin sentido de autobombo ni campañas celebratorias de lo efímero, apelaron al trabajo consciente. En ese sentido, siempre dejaron en claro que sus prioridades estaban en lo esencial: aprender y crecer; generar una sustentabilidad que alimente lo artístico, así como lo humano.
Para finales de 2022, la banda había generado un espacio diferente gracias a su identidad, logrando una transversalidad capaz de integrarse a fechas más bailables (compartiendo con Matilda, por ejemplo), mientras que también estaban en noches más experimentales cercanas a la electrónica. De la misma forma, compartían algunos elementos indie, pero fundamentalmente la ética DIY para seguir adelante, gestionando desde su propio trabajo. 
“Quizás este momento de Stop hace que tengamos la perspectiva necesaria para poder pensarnos en un lugar en la movida rosarina, pero sinceramente no era algo que hiciéramos muy a menudo” observa la banda sobre el lugar que ocuparon en la ciudad. “Disfrutamos mucho ser una parte activa en la escena musical rosarina. Nos sentimos parte, porque es nuestro lugar, el lugar donde producimos, donde compartimos con otros proyectos musicales y todo lo que hay alrededor de ello”. 
“Nos gusta sugerir diferentes climas con los sonidos y esa versatilidad en nuestro proyecto nos permitió adecuarnos a diferentes propuestas y nos dio la posibilidad de compartir con bandas y movidas de distintos géneros y espíritus, no solo en Rosario sino también en otras ciudades del país donde tuvimos la suerte de poder tocar en vivo y compartir con colegas y amigxs”.
“Esa versatilidad y cierto eclecticismo que se deja escuchar y ver en el proyecto es parte de todo lo que traemos cada una, de nuestras influencias estéticas y del poco miedo a ir explorando y cambiando”, concluyen. 

De vuelta a junio del año pasado: esa noche presentaron el single Un signo, además de canciones de todo su repertorio. Con ganas de más, siguieron un rato, en una zapada libre, con el disfrute asegurado.
Las sensaciones eran encontradas. No quedaba claro si la banda se despedía para siempre o únicamente cerraba un capítulo. Sin embargo, había una certeza: la banda estaba en un gran momento, quizás el mejor, exhibiendo gran forma musical mientras accedían a otro nivel de exploración escénica como trío.
Para abordar la decisión de pausar el proyecto en ese gran momento, las integrantes de Lalalas eligen responder de manera individual.  
No fue fácil transitar el duelo de darle una pausa al vivo en el momento que estábamos atravesando, pero a veces los ciclos cumplen un fin y hay que saber aceptarlo”, explica Lacelli. “El hecho de poder coronar esa pausa con la grabación y publicación del disco le devolvió algo de gratificación al proceso”.
“No respondería desde el pensamiento en que ese momento fue ´el gran momento´, tampoco ninguna decisión es sencilla”, señala Vera desde Italia. Me surgieron otras oportunidades y deseos que implicaron un movimiento geográfico, que tampoco tengo el ciento en claro. El duelar una vida al mismo tiempo que estás iniciando otra en otro continente, conlleva el receso de muchas cosas porque se activan otras”, agrega.
Dejar de tocar en vivo, además de mí viaje, también fue una decisión para poder hacer lugar a la construcción de Ecos. El tocar en vivo es solo una parte de lo que realmente es y constituye a una banda. Y sin dudas que la nueva exploración de Lalalas es una bomba, mucho más sólida”, concluye Vera.
De acuerdo a Invernizzi, “todo cambio, interrupción o volantazo en proyectos que se sostienen con otrxs, sin dudas trae sensaciones de desconcierto”. La bajista considera que “siempre es un acto de cuidado y de amor, para con nosotras y la música, dar lugar a lo nuevo y a los deseos personales de cada una”. 

 

Por Lucas Canalda

 

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