CyberAngel presenta “La República”, una novedad que borra los límites entre clip y videogame.
CyberAngel es una rara avis dentro del panorama musical de la República Argentina que con ímpetu DIY rebasa cualquier tipo de límites descriptivo y ubicaciones. Es músico, realizador audiovisual y desarrollador de videogames. Autodidacta y hacker del método, se abre paso en la era de la información cultivando su propia data, traficándola en una música que se expande poco más allá de los soportes estáticos.
Algunas semanas atrás, cuando la idea de un lockdown mundial era un panorama casi absurdo, CyberAngel colgó en la Internet su nuevo simple: ´La República´. Más que una canción, la novedad llegó con un innovador clip que ayudó a rebasar los límites del formato en la ciudad. Siempre yendo un poco más allá, el videoclip también fue liberado como videogame. Todo generado por su laburo dedicado; una hormiga de laboratorio; un animal de un único hábito: romper.
Más de una década atrás, la banda ácrata de imaginario post-soviet Aguas Tónicas cantaba “La música no es una sola, no necesitas guitarras”. Saliendo de una canción de un grupo stoner ideado en las cenizas del post rock que fundía su electricidad valvular en cada concierto, esa línea (del compositor Mariano Conti) fue tanto una revelación como una confirmación que los lenguajes se multiplican, retroalimentándose y creando nuevas formas, las nuevas vanguardias que imaginarían los patrones del futuro.
Había algo premonitorio en ese disparo de Conti. Esa máxima tónica del 2008 anunciaba lo que habría de venir: una Rosario que empezaba a despegarse de su propia tradición e imaginario de territorio cancionero por excelencia. Aguas Tónicas, por supuesto, era parte de esa evolución (con las sanas contradicciones que eso significaba al tener a un cancionista punk). Entendiendo esa idea de diversidad rupturista que propone la línea del mejor Conti desde Haroldo, Patricio Invaldi surge en la micro escena de la música electrónica experimental local. Si hasta el presente sigue siendo una movida reducida, por entonces era micro al cuadrado.
Por entonces, Invaldi solía llamarse Lesbiano y, sin dudas, Lesbiano surgía para agitarla. Para romper las barreras de género y salirse de las tintas que escribían los respectivos roles de la microescena.
En su círculo de pertenencia, Lesbiano se diferenciaba de sus cómplices por ser el más desfachatado: dominaba el pop, rockeaba con o sin guitarras, podía ser tan áspero como smooth; apreciaba el K-pop y escuchaba con atención el trabajo de los superproducers norteamericanos de la época; entendía el baile y la entrega del cuerpo como un aspecto fundamental del todo. Mientras tanto, tenía una pata puesta en vibración underground, en el núcleo de una liga del ruido, o algo así que quizás nunca terminó de formalizarse, pero supo escupir ideas y movimientos de avanzada.
Tiempo después de la máxima de Aguas Tónicas, CyberAngel largó su disco debut BreakPop, un desarmadero sónico que inmediatamente entró en diálogo con el grupo stoner, trazando un eslabón ideal para seguir la evolución de la música subterránea del litoral argentino.
BreakPop tiene objetivo romper, reconstruir y reimaginar hasta llegar a una nueva data. En diciembre de 2020 ese lanzamiento cumple una década de vida. Probablemente no haya ningún tipo de reedición aniversario, ni box set celebratorio. Quizás ni siquiera él mismo quiera realizar un concierto sobre la ocasión (desde aquí tiramos la idea y vemos). Sin embargo, los méritos del trabajo son muchos, pero principalmente se deba remarcar el desarrollo de un léxico propio que anticipó la oralidad del presente: oraciones en un castellano entrecortado mejorado por neologismos surgidos de la cotidianidad propia de la era de la información; una lengua nutrida por la promiscuidad de la sobredosis de información y bien depurada al calor de los rayos catódicos.
Tuvieron que pasar varios años hasta un segundo LP de CyberAngel, pero en 2017 llegó El vuelo del águila midi. El tiempo entre discos, no fue en vano, puesto que la propuesta se depuró, especialmente en la entrega en vivo, ajustando una alineación constante conformada por Julia Red Ryu en bajo y Fran Pesado en batería.
Si Ballard sintetizó la muerte del afecto en sus páginas de finales de los setenta CyberAngel empezó su propia tesis respecto al tema. En sus dos discos desarrolló la prolongación/muteo/desapego del deseo a través de la (in)comunicación mediante redes, dispositivos móviles e infinidad de gadgets funcionales a la ley del mercado. No se trata de besos por celular: se trata de relaciones desapegadas de intimidad y carnalidad primaria interrumpida; del deseo neutralizado u obstaculizado por tsunamis de información; la distancia de la pose en un baile de acercamientos inconclusos.
En estas pistas nos vemos volvernos máquinas para olvidar algo que nunca ocurrió realmente. Perdidxs entre luces virtuales o ambientes de acting, donde la incertidumbre es la única constante.
Sus canciones apuntan, además, hacía mantenerse a flote en un océano de copypaste donde ser unx más es la meta. Sobreactuación, pose y algo que nunca cambia a pesar de los paradigmas: encajar como un acto repetitivo, programado por la inercia de generaciones.
Sónicamente, su obra se caracteriza por la yuxtaposición de elementos. Luego de dinamitar los géneros, de esa conjunción de elementos, sale algo fresco. Rock, industrial, punk, trap, electronica, pop, anime, funk, ambient, todo fue procesado por CyberAngel. Así, en una actualidad donde el Trap es la criatura dominante, ´Rosario is dead´ preanunciaba todo hace poco más de cuatro años. Como si fuera poco, el título de la canción resguarda una pequeña mueca que el tiempo volvió irónica: en una ciudad muerta, donde (aparentemente) no pasa nada, la artista más destacada y taquillera en décadas es una centenial trapera.
Sintetizadores, programaciones, guantes de poder; implante en lo profundo de la corteza cerebral liberando endorfinas en formas de nuevas datas; parches, plugins y cracks; estados alterados y realidades aumentadas; oriente meets occidente vía una Sudamérica que exige una inventiva constante.
Probablemente tenga un porcentaje importante de su soulware dedicado a la revolución. Sin embargo, es difícil imaginarlo confesando algo semejante. Su confesión pasa por la acción. Su discurso pasa por la acción. Su revolución es la acción.
¿Qué es real y qué es fantasía en la construcción del CyberAngel? Para narrar un mundo que no existe, otorgándole profundidad real, gestos de humanidad (aciertos, errores), CyberAngel toma el control de la narrativa, se suelta, volviéndose un polímata, un generador de energías que exceden un solo ámbito. Es un crossover constante, tanto en el resultado como en el proceso.
Más que gestado en un vientre humano, este artista que esconde su nombre real, parece haber saltado directamente a la acción desde las páginas del escritor William Gibson, el visionario responsable de la vanguardia cyperpunk.
No confundir: CyberAngel no es un fundamentalista de la parafernalia; no es un tecnócrata ni tampoco un fetichista del hardware obsesionado con un colapso vía Skynet . Este artista transita el mismo sendero que Trent Reznor y por supuesto, la ilustrada dupla de Ralf Hütter y Florian Schneider. Se trata de creadores que no ceden ni un ápice de alma-corazón en la acción del taller-laboratorio.
El mes pasado CyberAngel presentó ´La república´, simple que fue acompañado por un videoclip sorprendente y, como si fuera poco, llegó aparejado con un videogame propio, un universo extendido donde (otra vez) los límitesse corren, dejando lugar a la creatividad.
El track fue compuesto, interpretado, grabado, mezclado y masterizado por Invaldi. Coros y bajo sintético estuvieron a cargo por Julia Red Ryu mientras que las voces fueron grabadas en Estudio Godzilla por Fran Pesado.
Sobre ´La República´, CyberAngel explica: “se trata de un collage de vivencias propias con recursos estilísticos basados en películas y un imaginario futurista de La Sexta, mi barrio. Si bien hay todo un contenido lírico que tiene sentido y que deja algunas puertas abiertas para completar lo que sucede, para mí es la forma que tengo de encriptar la verdadera data que es abstracta y no se puede decir con palabras”.
Sin demasiado tiempo que perder o ganas de dormirse en los laureles, hace apenas un puñado de horas lanzó la novedad de ´Todo roto siempre´, donde el tono se pone más oscuro, llegando en medio de un contexto de incertidumbre desatada y una pandemia de desinformación por doquier.
Por estos días la ficha de la realidad cae con contundencia. El repentino reino de silencio del COVID-19 se extiende y el bunker minimalista de Invaldi trabaja como siempre, concentrado en no sabemos qué.
Si ´Europa (satélite)´, simple de 2019, se preguntaba cómo sería ver un árbol en el futuro, la gambeta de la realidad presente potencia la curiosidad sobre el imaginario de CyberAngel. Concebida como una balada de desamor en el año 3144, la canción traza nostalgia entre probabilidades algo desesperanzadoras (no solo en lo afectivo). Pero si bien las circunstancias pueden ser oscuras y hasta ominosas, sin embargo, nunca se consagran al cinismo o a la resignación.
Volviendo al hoy, con un 2020, rotundamente presente y sintiéndose hermético e intimidante, los interrogantes crecen. ¿Cómo canaliza este parcial shutdown temporario del mundo? ¿Qué canciones surgirán del imaginario del CyberAngel mientras el sistema defaultea, dejando en evidencia su precariedad total? ¿Qué pasa con una humanidad aterrorizada por su propio ocio e imposibilidad de existir sin su cable hacia el mundo?Interrogantes vivos. Sistemas obsoletos. Pánico enclaustrado con permiso de salida transitorio ¿Qué será de todo eso? Quizás la respuesta la tenga Gibson: “Cuando quieran saber cómo funcionan realmente las cosas, estúdielas cuando se desarmen”. CyberAngel, uno de sus más brillantes discípulos, ya tiene la lección aprendida y está trabajando en el siguiente level.