Según los medios internacionales, nacionales y locales, todas las miradas están concentradas en Rosario. El viernes 30 de junio el encuentro social del año tiene lugar en la otrora Chicago argentina. Los flashes están preparados para una larga jornada. Se esperan estrellas de todo el mundo y se calculan billones desfilando por la alfombra roja. Glamour, prestigio, carisma, leyendas vivas y algunas muertas.
Las ubicaciones ya están planificadas y cada mesa exhibe una identificación para sus ocupantes. Shakira y su culo van para la mesa 12. El cadáver del gordo Porcel, mesa 4, muy cercana al escenario. A Nik, plagiador serial, lo mandaron al pasillo, mesa 19. Ben Affleck triste, se ubica cerca del escenario, también. Martin Scorsese se sienta exactamente al lado de Batman. Al Padre de Messi lo dejaron en mitad del salón, en la número 10. Chris Cornell Muerto pegó la 7. James Cameron y Familia, están en la mesa 3, casi tocando el escenario. Parece ser el que el rey del mundo tiene trato preferencial.
El menú de la ocasión ofrece manjares como Pizza Chica Cristian Aldana o Sorrentinos con Shampoo Sedal Algas. La comida puede acompañarse con vinos como Caberpete Sabina u Oyarbide Blanc. La coctelería ofrece tragos como Puerta azul que cuando la abrís te encontrás con vos mismo cuando eras bebé que te mira y te pregunta si no tenés plata para comprar merca. Flan con angustia y Copa-Miento de La Tablada son algunas de las delicadezas que se sirven como postre.
A las 21hs quien dará el “Sí” es Gustavo Sala que en el Centro de Expresiones Contemporáneas estará presentado su espectáculo Levadura Bailable ante los flashes de celular de sus seguidorxs rosarinxs. Este reencuentro del humorista con el público local es diferente a visitas previas para presentar nuevos libros o participar de convenciones. El de hoy es un Gustavo Sala en una frecuencia de histrionismo físico y audiovisual que lo aleja de comodidad del papel o de la radio. Además, el humorista que hizo icono al hombre del testículo bicolor no viene solo, tiene cómplice. Levadura Bailable es la excusa y la mesa está servida.
¿QUIÉN ES ESE CHICO? (CONTIENE SPOILERS)
Hacer un repaso por la carrera y vida de Gustavo Sala no parece ser engorroso, la cosa se complica más adelante, cuando hay que puntualizar sobre qué carajo es Levadura Bailable: Marplatense. Un laburante de larga data proveniente del universo del fanzine desde donde se destaca Falsa Modestia, que pulula por la web o de mano en mano (siempre bajo promesa de devolverlo aunque cabe preguntarse si, como entre ladrones, hay códigos entre los lectores de Sala). Colaborando con publicaciones como Página/12, Comiqueando, Fierro, Barcelona, Inrocks, Rock Salta, Genios, Sala es un testigo privilegiado de las idas y venidas del fluctuante hábitat impreso. Con la llegada de los 2000, este hombre barbado y necesitado de lentes, se convierte junto a Diego Capusotto en uno de los responsables de desacralizar el mundo de la música rock pero en especial eso que a principios de la década del 80 se etiquetó como “Rock Nacional”.
Bife Angosto, AmaSala, Viva La Caca, Lo que no importa está acá, Tumor Gráfico, entre otros trabajos publicados, fueron formando una Familia Salasiana que lo lee religiosamente, lo acompaña en cada nueva aparición, y también lo escucha por la radio. Un salasiano puede ser reconocido por disparar gritos de “Sala o muerte” o por crear grupos de facebook que aglutinen el material que su líder pública por distintos medios nacionales o foráneos. Los salasianos y las salasianas pueden ser reconocidos también por cagarse de risa absolutamente de todo dejando de lado cualquier tipo de convención social pero mejor leer sus creaciones y hacerse un auto test para saber quién de ustedes califica.
La comunidad Salasiana tiene nuevas oportunidades de encuentro desde hace algún tiempo. La excusa es Levadura Bailable un ¿varieté? ¿stand up? ¿café concert? ¿recital? tan difícil de definir como de describir. Levadura es una furia deforme que parece tener su propio motor y no dejar escapar a nadie hasta que terminen los créditos. Un ejercicio audiovisual de flow improvisado basado en un cadáver exquisito que recibe palabras del público para devolver pirotecnia verborrágica de un Sala distinto, ya que ahora se deposita directamente frente al público sin ningún tipo de red o filtro. No hay seguridad del lector, no hay micrófonos, no hay editores. Levadura Bailable es una transferencia multideforme que patea los conceptos de verborragia y estimula el morbo por apostar y acertar el momento justo en que estallen las tuberías hiper inflamadas del cuello de Sala. Levadura presenta investigaciones como la muerte de todos los gordos famosos, divulga las bondades del racismo medicinal, recuerda a Dana Plato, y narra la épica aventura de un primo cerrajero que logra abrir ciertas partes de la anatomía de la difunta Ernestina Herrera de Noble.
TENGO UN TRACTOR AMARILLO
Tres horas antes de ¿la función? ¿la obra ¿concierto? Sala conversa en el CEC, mesa cuadrada de por medio, cara a cara, permite un encuentro fluido y dinámico. El ilustrador es directo y conciso, veloz en sus respuestas. Se lo nota algo ansioso por estrenar en Rosario y explica que “Tengo en Levadura la compañía de Pelu Romero (Los Barenboim), un productor musical de espectáculos, es el encargado de manejar el tema audiovisual. No estoy solo como en la historieta. Hoy espero no estar solo, espero que venga gente así todo esto es más cálido y más peligroso para mi”. Sala tiene su vestuario preparado y todo parece correr en orden pero un asunto distrae su atención: hay un pequeño problema con la puesta audiovisual. Con Pelu estuvieron ultimando los detalles para ¿el show? ¿Salavaganza? ¿performance? y casi todo está listo para Levadura Bailable. Los instrumentos están en su lugar, el sonido está chequeado, los identificadores de mesa están bien ubicados. Casi todo chequeado salvo por un pequeño desperfecto que no parece encontrar solución. Sala se preocupa y Pelu se preocupa. A Sala le preocupa que Pelu se preocupe. “Es una boludez, el tema es que puede jodernos la puesta en un momento” comenta el creador de Enfermito. La solución parece llegar cuando una especie de deformidad de tractor amarillo, un transformer rechazado por Michael Bay por no ser suficientemente cromado, se estaciona junto a la mesa, y con sus irritantes “Piiii, piiii, piiii, piiii” operativos, empieza a trabajar. La siguiente conversación toma lugar bajo la sombra y el ruido del Bumblebee del subdesarrollo.
– Tumor Gráfico es una especie de laboratorio que terminó en un libro. Es un manual autoparódico sobre el humor, vos apuntás dónde y cómo funciona el chiste y si funciona al sumar o quitar elementos. ¿Cómo nació eso?
El origen de todo fue una convocatoria para el evento TRImarchi en Mar del Plata, ese mega evento de diseño que se hace en el estadio polideportivo. Yo soy marplatense y conozco a los organizadores hace mucho tiempo. Sobre finales del 2015 me invitaron a participar preparando una charla de cuarenta minutos, algo sobre lo que yo quisiera, solito sobre el escenario con una pantalla bestial. Así que pensando qué podía preparar, se me ocurrió, como una especie de charla TED en joda, una especie de tutorial medio improbable, sobre la problemática de qué cosas funcionan y qué no; tratar de ver la anatomía de un chiste; qué pasa si un elemento está o no está; de dónde viene una idea que es algo que siempre está pero nunca termina de explicarse. Hice una cantidad de dibujos y de textos en ese sentido, funcionó, la gente la pasó bien y ahí me di cuenta que había algo más para extender. Empecé a agregarle cosas y me cebé, se me ocurrían preguntas, cosas que me interesan de la propia historieta, del humor y del lenguaje. Cebado empecé a agrandar y a hacer más cosas, a ampliar el material. Se lo propuse a los chicos de Hotel de las ideas, una de las editoriales más importantes para manejar material de historietas. Todo terminó en un libro cuando realmente no estaba previsto para tal cosa.
– Surgió como algo espontáneo y que siguió un proceso natural ante las preguntas que iban brotando.
Claro. También tiene un poco esa cosa de los DVDs que vienen con extras. A veces es más interesante ver el famoso detrás de escena que la propia película. O ver un documental sobre tal la película, ver los secretos de la filmación, o los comentarios del autor. También después se me ocurrió esto de chistes comentados. El primero, me acuerdo, fue un chiste muy malo del Che Guevara preguntando adónde estaba el baño del restaurant y el mozo le respondía “Al fondo, a la dereChe”, jodiendo con el tema del “Che, Che Guevara, al fondo a la derecha”. La pregunta era ¿Tenía sentido si el baño estaba al fondo a la izquierda? Se me empezaron ocurrir preguntas para deconstruir esa pavada. En realidad, fue como el chiste del chiste. Aplicando un poco esa metodología, de comentar, analizar, hacerse preguntas sobre una viñeta en particular, más todo ese material de chistes comentados, más lo que te comenté antes, ahí armé el libro completo.
– Tu trabajo experimenta la viralización de manera regular. ¿Te parece que dar el paso hacia la publicación implica otra tipo de responsabilidad del artista?
No lo sé porque en realidad mi mente funciona en papel. Yo sigo pensando en el concepto de publicar, no en subir. Ahora el concepto es subir. “Subí tal dibujo” no “publiqué”. Ahora no se habla de lectores, se habla de seguidores o de comments. Yo un poco por mi edad y la cantidad de años que laburo en diarios y revistas me sigo excitando con el material impreso y la revista de toda la vida en papel. Ahora esto que decís de la viralización y todo lo demás que uno, ingenuamente, sube algo que pensó para la revista Barcelona, ponele que tiene un público bastante acotado y concreto, esta cosa que después uno lo levanta y lo publican y pasan para otro lado, fuera del contexto original, un poco se me escapa porque siento como en un momento medio perdido, de estar medio afuera de la dinámica actual de las redes sociales, esto de hasta cuándo uno tiene hacerse cargo de lo que sube, de las consecuencias que pueda tener. Yo me siento medio ingenuo y analfabeto en temas digitales.
– Publicando con regularidad desde hace años, en la radio lograste una constancia, ahora te animaste a algo nuevo como Levadura. ¿Te sentís un tipo reconocido?
Cada tanto me pasan cosas muy alucinantes como que alguien me diga que se cagó de risa con alguna historieta, que me hagan acordar de una tira que publiqué hace diez años. Cosas así me parecen muy alucinantes, que alguien recuerde algún chiste o viñeta, alguna cosa muy puntual, que yo me olvidé hace muchísimo. Eso es bastante alucinante que suceda. Yo me siento parte de una escena de historietistas o de humoristas, como Ángel Mosquito, Dante Ginevra, Ariel Lopez V, Fede Pasos, o el propio Liniers, un montón de gente que venimos desde finales de los 90, te diría, haciendo un recorrido de fanzines, después empezando a aparecer en algunos medios y haciendo todo un recorrido hasta hoy que seguimos ahí, buscando lugares en esto que cada vez se hace más difícil, los medios en papel, la gráfica que está en crisis desde hace cuatrocientos años. Me siento cómodo y reconocido por muchos amigos que también son colegas, entonces es como una situación de generación, te diría, de comunidad.
– ¿Se puede aflojar en algún momento? Decir, ok, ahora me relajo y dejo de publicar tanto para concentrarme en algún proyecto postergado.
No lo sé. Igual ser reconocido más o menos, yo estoy en un lugar, junto a muchos colegas, muy under, donde hay gente que consume esos medios pero son veinte personas que por ahí hacen mucho ruido, que son muy cariñosos, entonces pareciera que en vez de veinte fueran veinticinco, pero la gente, el gran público, mi vieja, no sé, el verdulero de acá cerca, si le preguntás sobre historietistas o humoristas gráficos, con suerte, te va a decir cinco. Te va a nombrar a Fontanarrosa, Caloi, Quino, Maitena y poco más. Es más, mucha gente ni lo conoce a Liniers que es un tipo que pasó del under a la masividad. Hay mucha gente que no conoce a Langer, que tiene un recorrido impresionante. Entonces somos un pequeño club, yo siento parte de eso, con lo bueno y lo malo que tiene.
– Levadura es una experiencia muy diferente a tus trabajos en la historieta y la radio. Ahora estás poniendo el cuerpo, estás enfrentando al público.
Sí, eso da mucho miedo porque esconderse tras un papel es muy cómodo e inofensivo, nadie te puede arrojar una botella desde adentro de una revista o desde provincia del país. En cambio ahora hay gente que te está mirando a los ojos y tranquilamente puede golpearte, irse, o poner cara de orto y quedarse en silencio que es la peor de las respuesta posibles. Volviendo a Tumor Gráfico, una de las preguntas que uno siempre se hace es si para que algo funcione el humor tiene que causar gracia o tiene que hacer reír. Porque a veces, se supone, son cosas que no las tengo del todo confirmadas, que una cosa de humor si no hace reír es porque es mala o no funciona. En mi caso particular a veces hay cosas que disfruto muchísimo y no me río a carcajadas, hay como una risa interior, una risa mental, hay otras experiencias. Cuando la risa es silenciosa es un poco complicado porque uno está haciendo algo en vivo, como decís vos, poniendo el cuerpo, hay una temperatura de la gente que es muy inspiradora o destructiva en ambos casos para bien o para mal, según corresponda.
– Desde esa experiencia de humor buscás generar algo en la cabeza de cada uno, pueden ser risas o carcajadas pero también un ruido que más tarde repercuta y movilice. ¿Quién te generaba eso cuando vos eras chico?
Yo soy muy fan de la historieta española, de la historieta infanto-juvenil de Editorial Bruguera, que era un monstruo editorial que en los 60 y 70, con personajes como Mortadelo y Filemón, Zipi Zape, acá llegaba como saldos. En esas historietas, especialmente, las de Jan o las de (Manuel) Vázquez, había una especie de grotesco, eran infantiles pero muy salvajes y muy deformes. Eso siempre me pareció muy impresionante, tratar de lograr esa cosa grosera y punk en el dibujo. Después aparecen figuras como Robert Crumb, el padre de la historieta contracultural e inspirador de un montón de autores que tratamos de ir a verlo y estudiarlo, estamos hablando de un virtuoso inalcanzable. También aparecen cada vez más talentos. Hoy por suerte hay muchas más autoras y lectoras, lo que hace un tiempo parecían objetos extraños.
– El heavy metal es una gran inspiración para vos. ¿Cuándo empezaste a observar en detalle a ese universo?
Yo lo ampliaría a los subgéneros del rock. El heavy metal no es algo que me interesa musicalmente pero sí me interesa zoologicamente o antropológicamente. Esa cuestión de que debe dar miedo o todo esa cosa sobre la maldad que tiene pero que las letras son sobre un unicornio que vuela dentro de una castillo, no sé, un guerrero celta que usa pollera a las tres de la mañana y se come un murciélago enfermo. Hay como una ingenuidad entre patética y cariñosa. A mi lo que más me genera ganas de hacer cosas es cuando hay algo que no tiene humor. El fundamentalista, ya sea de blues, de rocanrol, de reggae, de heavy metal o de lo que sea, cuando es un dogmático de su género que se cree que se tiene que vestir de una sola manera y no permite ningún tipo de mirada adversa o de comentario graciosa, bueno, hay que hacer más chistes todavía.
– ¿Hay un límite claro para el humor cuando muchas cosas avanzan y otras retroceden terriblemente?
Hoy hay una especie de preocupante indignación permanente o hipersensibilidad que en materia de humor siempre es una mala noticia. Para mi hay que hacer humor con todo. Uno siempre sabe cuál es el contexto o una posible consecuencia, los códigos que alguien puede no tener. Lo peor que puede suceder es que uno se autocensure, para eso está la figura del editor, que puede objetar un chiste en la historieta por no creerla conveniente, eso de última se podrá discutir, pero que un propio humorista decida no meterse con algo por temor a que alguien se ofenda o te haga mierda por twitter me parece que puede generar un precedente de generar humoristas cagones o que no se atrevan a irse al carajo con determinados temas.
– Con tus tiras pasó eso de “¿Cuándo se va a meter conmigo?” entre varios músicos. Parecía que no se querían quedar afuera.
No sé, varios jodiendo me dijeron “Eh, ¿cuándo una tira conmigo?”. Y la verdad que no sé, primero se me tiene que ocurrir algo, no solamente tengo que querer hacer algo, tengo que tener una idea y poder resolverla. La mayoría de las ideas que se me ocurren no las puedo rematar o quedan en la nada. Las que salen son malas así que imaginate las que no salen. Siempre es investigar, anotar, buscar, llevar otro objeto a un lugar improbable, a veces un poco el humor es eso, poner algo en un lugar que no corresponde, ver qué pasa si en vez de estar acá está allá. Me gusta jugar con personajes reales y el que se sienta identificado se sienta parte de la cosa.
– ¿Cómo está hoy el escenario para la historieta? Entre recesión, nuevos artistas, viralización, costos de impresión, distribución, economía nacional y los cambios de consumo cultural hay un alto guiso.
Son varios temas a la vez. La buena noticia es que cada vez hay más autores y autoras, eso se ve en las redes sociales. Hay cada vez más libros editados por sellos chicos, muchas veces por propios autores convertidos en editores que saben cuidar el material. Lo que parece no haber es cada vez más lectores pero tampoco estoy seguro. Me lo pregunto yo también. También otra pregunta interesante es: Quien quiera dedicarse a vivir de historietista o humorista como un trabajo concreto y real, ¿puede vivir? Esa es otra pregunta complicada porque ponele, laburando en los medios gráficos, cada vez hay menos lugares, no se amplía, se achica. Uno puede hacer su blog o setenta redes sociales pero es muy probable que no ganes un mango. Entonces me parece que es el tema del material y la creatividad y la explosión de autores y después, la posibilidad profesional de vivir de eso. Creo que en lo artístico es un momento de muchísima calidad y libertad.
– Muchos de los nuevos ilustradorxs y humoristas surgidos en los últimos tiempos parecen ir con una velocidad de cero a mil en tiempos muy cortos. ¿Cómo se miden la calidad, la evolución y el aprendizaje que antes se lograban en quince o veinte años de carrera en estos tiempos hiperveloces ?
Eso es difícil de calcular ahora. Me parece que la posta, la verdad, es cuánta gente compra tu libro. O cuánta gente va a un lugar, que tenga que salir de la casa, tomarse un colectivo o moverse de un lado a otro. Por eso me parece que a veces tomar el parámetro de cuantos seguidores tenés o hacer un estrellato de eso puede ser medio frustrante. Seguramente autoras o autores que tengan un millón de seguidores y después venden quince libros. No creo que necesariamente tener muchos seguidores signifique tener muchos lectores. Por eso remarco la diferencia entre seguidor y lector. El tipo que te sigue sabe quién sos o tiene una conexión más completa u orgánica. Igual todo lo que digo lo estoy pensando e inventando ahora mismo y seguramente sea una pelotudez.
TXT – Lucas Canalda
PH – Renzo Leonard