Marianela Luna, creadora de la revista Femme Fetal, sobre los momentos que la formaron y su presente de plena diversidad artivista
La de Marianela Luna es una historia de una nena sin muchas amistades que encuentra su rincón de contención en la lectura, un cerco que la protegió en su soledad y que la hermanó eternamente con las palabras, tal vez por eso letras de tinta impregnan parte de su dermis. La historia de una Moli Moon que pudo ser Moli Nun pero el desencanto y aprendizaje sobre crueldad, maltrato y represión le dinamitaron las vías que pudieron haberla conducido a la vida monástica. La semblanza de una piba que supo hacer cenizas los prejuicios para darle campo fértil a ideas de sororidad y al deseo de reaccionar, de construir allí donde hay hostilidad e ignorancia. Luna es poseedora de un ímpetu que puede plantarse ante todo pero tiene claro que no se puede cambiar al mundo de un golpe directo. Hay herramientas más efectivas y ella las tiene en su cabeza.
Papeles
En la plenitud del veranito de San Juan, con sprite y café de por medio, los tópicos de conversación son diversos, laburar en gastronomía, la reciente visita de su antihéroe favorito Pete Doherty, las pintadas del Boca campeón, las señoras del ni mi riprisintin y algo más. Agitando su cabellera tricolor – castaño, rosa y azul- comenta lo entusiasmada que está con la lectura de Las poseídas de Betina González y lo recomienda efusivamente mientras confiesa las ganas que tiene de armar algo junto a la escritora de Villa Ballester. El intercambio es dinámico y muy veloz. Luna dispara palabras, sacude sarcasmo y exuda vivencias en primera persona; gesticula y expresa con su cuerpo completo ya que, por momentos, hasta tira alguna patada inconsciente como un acto reflejo que resalta sus palabras, algo así como ponerlo en negritas pero con brazadas o patadas.
La excusa de la charla puede ser la casi inminente presentación del número 5 de Femme Fetal pero también todo aquello que se está generando alrededor de la revista, los caminos hacia la creación de la misma, los aprendizajes personales, los momentos que la llevaron al puntapié inicial del principal proyecto de su vida.
Marianela escribe, convoca, gestiona y corre de aquí para allá, pero desde hace unos cuantos meses la publicación cuenta ya con una pandilla de esfuerzo permanente que acompaña a la chica del cabello tricolor. El equipo de trabajo de Femme Fetal se completa con Estanislao Porta y Simón Menéndez en edición, Nazareno Ceratti en diseño y Rocío de Zavaleta en la dirección artística. Acerca de trabajar con sus compañerxs Luna señala que “es un alivio muy grande. Con un equipo es otra cosa”. La editora también admite que “fue un laburo personal decirme «Bueno, voy a dejar esto en manos de otras personas» Aprendí a delegar. Aprendí a trabajar en grupo. Siempre fui de «Quiero esto, lo invento y me encargo sola» y a veces se complica ponerse a malabarear todo sola”.
En la cuarta edición de Femme Fetal se nota una estructura más definida y el desarrollo de la identidad parece estar casi formado en su totalidad. El editorial que da comienzo a la publicación es la prueba más contundente de que Femme Fetal está llegando adónde quiere estar: una construcción grupal que tomó a un conjunto de graffitis como inspiración para narrar historias de abusos silenciados por temor al qué dirán, micromachismos coercitivos, estigmas y voluntades violentadas. Unos siete párrafos que le ponen certeza al espíritu agudo y sensible de la revista. El texto es un llamamiento a todos los feminismos al mismo tiempo que emite una señal empática para aquellos varones que quieran despojarse de modelos homogeneizantes. “El editorial fue fuerte. La mayoría de las personas que me dieron un feedback fue acerca de ese editorial como algo marcado y fuerte.” apunta su creadora mientras que remarca que “Buscamos exactamente eso. Que no quedara ambigüedad. Somos ésto. Queremos esto”.
– En el cuarto número se encuentra una estructura más definida. ¿Se debe a una propia evolución de la revista a la par de lo que está sucediendo en las calles?
Apunto a muchas cosas pero principalmente al crecimiento del feminismo acá en Rosario. En el primer número era yo solita frente al mundo aprendiendo a hacer una revista y una editorial desde cero. También era el resultado de un deseo luego de muchos años de escribir acá y allá, algunos blogs no me daban cabida e hice mi revista. Quería que la revista fuese no feminista, no en esos términos, porque nunca lo planteé desde entrada como una revista feminista, no, era una revista que sitúe a la mujer en otros personajes, que no sea la mina que está preocupada porque le salió un rollito, no, a la mierda todo eso. Había que empezar desde otro lado, de reírse de uno misma, de ver otras cosas. También en parte era cómo yo me veía, es mi acercamiento al feminismo, porque la verdad que yo notaba injusticias y después descubrí que eran micromachismos, empecé a ponerle nombre a esas cosas y así fue que dije “mirá, ésto era lo que estaba buscando”. Hay un recorrido que tiene que ver mucho con el contexto, obviamente. A partir del primer #NiUnaMenos ya para la segunda edición fue mucho más fácil la convocatoria. Al principio los textos que recibía eran en tono de minitah, entonces yo, jugando con eso le explicaba a las chicas, “no quiero texto minitah, no quiero foto de mina minitah” y me decían “ay, pero no está bueno que hablés así del estereotipo de minitah ya que vos querés combatir los estereotipos”. Es mi forma de definir más lo que yo quería. Minitah es la mujer que se comió todos los refranes, es la que cae al chabón en la publicidad de axe, esa no, la otra, la que no cae en todo eso, la que tiene otras ideas en la cabeza. Después de las dos primeras movilizaciones de #NiUnaMenos fue todo más sencillo, al menos para la convocatoria.
– Vos sos muy versátil y le diste una visibilidad especial a la revista. Hay una diferencia a muchos proyectos similares que suelen quedarse dentro de un circuito reducido. Femme Fetal dejó en claro que no le interesan los claustros o los guetos.
De alguna manera las otras actividades en las que participo, como el Slam de Poesía Oral o esto de hacer videos en internet haciendo cosas graciosas o escribir siempre desde el humor, creo que fue facilitando esto de marcar lo que yo busco en la revista. Lo academicista a mi, la verdad, me la soba. De hecho, en el Slam de Poesía nos pasó de no tener cabida. “¿Chicos, ustedes estudian letras?”. No, por eso queremos hacer poesía. La gente de letras no escribe, es un prejuicio que tengo pero un montón de veces lo comprobé. Yo quiero apuntar a lo otro. Por eso también me gusta publicar a Susy Shock y a una desconocida que publica por primera vez, me parece re sano eso. Hay que dar espacio y voz, yo también estuve del otro lado, me pasó de no tener adonde publicar, o que “tu texto está en otro tono” o “no tiene mucho que ver con la línea de la revista”.
– ¿Qué descubriste a partir de la devolución de los lectores?
Lo que descubrí es la expectativa y la respuesta. Abrimos convocatoria e inmediatamente tenemos respuesta. Publicamos la fecha de presentación del nuevo número y en seguida hay una expectativa. Hace mucho que no pasaba eso. En su momento me pasó con Apología, yo leía mucho esa revista. “¿Salió la nueva? Voy a ir buscarla” Noté que pasa eso. Descubrí también que hay toda una cosa alrededor de la Femme Fetal, no es solamente una revista. No quiero hablar de marca ni nada de eso (risas) Femme Fetal es mucho más aparte de la revista, de la fiesta y todo lo que trabamos de englobar.
– ¿Cómo es desarrollar una actividad cultural desde la independencia? Hace poco presentaron Femme Fetal en los llamados de subsidios a industrias culturales. ¿Te parece que en algún momento, para dar un paso adelante, hace falta el apoyo del estado?
Lo independiente nace, necesariamente, de un deseo de hacer. Si quisiéramos hacer plata estaríamos en otra, definitivamente. Cuando ese deseo es genuino te hacés el tiempo, buscás lo que haga falta. Mi deseo al participar en llamados para subsidios culturales por parte del estado, aunque la verdad odiaría tener el loguito de la Municipalidad en la revista porque, la verdad, me pesaría un poco, es por una cuestión de valorar el trabajo del otro. La Femme Fetal se hace de colaboraciones que mandan textos e ilustraciones. Ahí ves lo zarpado de sus colaboraciones y te sentís una mierda porque me siento como estuve yo en un montón de situaciones haciendo las cosas de onda. Y la onda no te paga la luz. El único motivo por el que hoy quisiera que la revista no implicara un gasto de mi bolsillo es para poder reconocer, aunque sea, simbólicamente, el trabajo de cada uno. Porque yo no pretendo hacer plata con esto, yo vivo de otra cosa, pero si pudiera al menos solventar gastos de imprenta y demás, me gustaría tener ese gesto para la gente que trabajó. Ahora la vuelta que le encontramos es hacer la re fiesta en la que recaudamos plata y para pagar los gastos de impresión y a los artistas que trabajen esa noche. Hasta ahora está saliendo. Ojalá podamos mantenerlo.
– Una de tus virtudes es el humor ¿Hay un límite en el humor?
Es difícil hablar de límites, a veces depende de la interpretación que cada uno tenga de límites. El humor que realmente me conmueve y me interpela es el que tiene un contenido y que no es el de subirse a un escenario para reirme de la gorda, seguir reforzando el estereotipo de la puta o del puto. A la mierda todo eso. Lo que soy, lo soy arriba de un escenario también y si me río, lo hago de cosas que no estén alimentado el discurso hegemonizador de la mierda, yo a eso lo quiero sacar. En Rosario estuve investigando y todavía me falta un montón para encontrar las personas que hagan el tipo de humor que me gusta y me identifica. En la presentación del último número las trajimos a la (Señorita) Bimbo y a (Noelia) Custodio que son las femininjas del humor.
– Vos experimentaste la viralización con varios de tus videos y además mantenés una presencia en youtube, no obstante seguís apostando al papel, algo que sigue siendo romántico.
Yo escribo desde muy pequeña, sin embargo empecé a leer literatura a los veintiuno, antes leía ensayo, estaba en el mambo Foucault y estaba toda esa cosa de estudiar filosofía. Después empecé a leer a gente viva, gente que podía buscar en facebook y decirle “Che, qué bueno ésto, qué loco ésto”. ¡Gente viva que me respondía! Me pasó de encontrarme con que Rosario tiene muchos escritores zarpados y yo tenía idea. Así también me metí en la Feria de Editoriales Rosarinas (FER). Me di cuenta que no hacía falta irse, ni a Buenos Aires ni a Europa, para encontrar cosas zarpadas.
– En la FER lograron una unión muy especial. Entendieron que hay que estar juntos para llevar adelante.
Concibo a la FER como una familia. Yo entré y no sabía hablar en imprentero (risas). Fui a la imprenta y le dije “quiero una revista con el papelito de ése, que es de tal color y más grueso”. Fue todo desde cero. Ahí aparecieron personas como la Negra Ocampo o Nicolás Manzi, fueron ellos quienes me guiaron. Entre todos nos dimos una mano.
Sor Marianela
Marianela Luna nació en Rosario hace veintinueve años. De chiquita era muy lectora y escribía encontrando refugio para su soledad en las letras. Oficialmente es profesora de inglés pero tuvo su paso por la carrera de Filosofía así como también experiencias en Periodismo y Comunicación Social. Durante algunos años fue moza de distintos bares de la ciudad. Su amor por el músico británico Pete Doherty se manifiesta en su piel, con un tatuaje donde se lee “The world is my playground” frase inspirada en la canción de “The whole world is my playground”. Además de ser la mente maestra al frente del equipo de Femme Fetal es integrante de Socorristas en Red y también prepara su debut formal en el humor con una rutina a la que intenta describir como “Una mezcla que no sé qué. Es Stand Up, es poesía, un poco de biodrama porque es muy autoreferencial”. Varios años atrás, una Marianela muy jovencita concurría al Colegio Madre Cabrini (a unos cien metros de donde la charla toma lugar). Entre risas se anticipa a cualquier pregunta detallando que “Sí, sí, fui a una escuela de monjas pero tengo una muy buena explicación” y entonces señala: “Yo le agradezco a mi madre por haberme mandado a esa escuela de monjas pero también la odié en algún momento (risas). Odio a la Iglesia, es la institución que más maltrató a las mujeres en la historia pero yo además caí en la trampa porque ¡quería ser monja! Ahora puedo decirle gracias a mi vieja porque hizo conocer algo que hoy rechazo con argumentos y con los fundamentos necesarios para decir todo lo mierda que es”.
– ¿Por qué querías ser monja?
Creo que porque no tenía muchas amiguitas. Era super introvertida, no hablaba con nadie, era un manojo peludo de nervios, toda peludita. Fueron como pequeños refugios, el primero fue la lectura, el segundo fue la religión pero porque no tenía amiguitas, no te la voy a caretear. Yo era muy olfa, me gustaba escribir, no tenía amigas, me dije que lo mío eran las monjas, total las monjas no tienen amigas (risas).
– Vos viste eso, la monja no tiene amigas y escribe.
Claro. A la monja siempre la pensás rezando en una situación muy de introversión y yo era así. Y no sé si eso fue causa y consecuencia de la lectura porque yo a veces disfruto pero también sufro la soledad. No por el hecho de estar sola sino la necesidad de estar sola al menos dos o tres horas para mi sin querer ver a nadie. Quiero ponerme a escribir. Para mi un día que se pierde es aquel en que no tuve un rato para sentarme a escribir. No me refiero a escribir un cuento, hablo de escribir sobre lo que soñé, de lo que pienso, de alguna crítica de algo que no me gusta. Con la escritura pasa eso que va del hobby a la necesidad y después a esto de “OK, soy tuya, hacé conmigo lo que quieras”.
– ¿Cuánto queda de lo que escribís por día? ¿Sos muy crítica de lo que producís?
Eso es muy difícil. Yo trato de hacer una diferenciación entre lo que es catarsis y un texto literario. Cuando uno está muy triste escribe y lo lee para decir “Ésto es terrible porque mi angustia es la angustia más triste del mundo” y no, hay miles de personas que tienen esa misma angustia y peores. Aprendí a detectar cuando hay algo que me puede servir. Por ahí saco tres líneas de un texto que es pura basura y que luego me sirven para disparar a otra cosa, las voy moviendo y termino haciendo como un frankenstein. Después me voy a un bar, por ahí veo algún gesto particular que tuvo una chica, lo anoto y lo meto en un cuento. La vida cotidiana es una fuente de ideas.
– ¿Tenés algún recuerdo en particular del primer machismo o micromachismo que en ese momento te haya dejado pensando?
Desde el seno familiar, miles de cosas. Mi hermano “no lava los platos porque tiene que trabajar, tiene que madrugar”, bueno pero yo estudio, hago danza, voy a inglés y francés y ¿por qué yo no? Esas boludeces, un montón. Pero lo más importante y es donde hacemos una autocrítica viene desde mi adolescencia: a los dieciocho o veinte años, yo tenía una actitud que hoy detesto, eso de “no tengo amigas mujeres porque son re histéricas, todas cualquiera, me junto con pibes porque las minas son muy rebuscadas, son re viboras”. Sin querer estás alimentando algo que tiene viene así y que fomenta una competencia estúpida entre las mujeres y que después las vas viendo. Yo trabajé de moza y por mucho tiempo al entrar en un bar, en lugar de tener compañeras, tenía enemigas. Yo pensaba ¿Por qué mierda tiene que ser así? Si estamos todas en la misma, tenemos que trabajar, hacer plata y ya. Reconociendo esas cosas también tuve otra actitud, traté de hacer lo que yo quería que hicieron conmigo. Cuando entraba una piba nueva le decía, “hey, mirá esto es así y así. Cualquier cosa me avisás”. Si se mandó una cagada digo que fui yo, total yo soy más vieja laburando acá y ella re nueva. Esas cosas mínimas que van construyendo un montón y a la vez terminás sorprendiendo a la otra porque, por ahí, se encuentran con lo mismos miedos que tenía yo a los dieciocho. También así se puede lograr un grupo unido porque en la gastronomía hay una misoginia inmunda. Es como que la moza es la puta del bar, maltratala y hacé lo que quieras con ella. Eso hasta también puede ser fomentado por los dueños de los bares, sobre todo de noche y en lugares de birra en los que yo trabajé un montón, un asco. Ahí es cuando desarrollas la ironía que te salta la vida. La verdad que al sarcasmo le debo mucho porque de otra forma es imposible trabajar con público y menos en un contexto de la noche en que te bancás un montón de cosas.
– ¿Y cuál fue el primer paso decisivo para activar y tomar acción para cambiar las cosas?
Está difícil esa. No sé si voy a decirte el indicado pero te digo el primero que me viene a la cabeza. A mi siempre me gustaron los sombreros. Siempre fui un poco excéntrica para vestirme pero excéntrica porque siempre me ponía lo que realmente tenía ganas. Por ahí tenía el cuestionamiento en el grupo de mis amigas “Ay, ¿en serio vas a salir así vestida?”. “Bueno, boluda, me quiero poner esto, me lo pongo y ya”. “No pero no van a gritar de todo por culpa tuya que te estás vistiendo así” y esa idea que se iba instalando en mi cabeza fue para preguntarme ¿Estoy provocando yo? Y el sombrero es un caza boludos. Te ponés sombrero y aparece el chabón (poniendo voz de chongo bolichero) “Ay, ¿me prestás?” y te lo saca, te lo esconde. Eso fue hace mucho, ahora está más tranqui el temita del sombrero pero yo vi algo en ese gesto tan estúpido, quedé preguntándome ¿por qué tengo que quedarme con las ganas de ponerme lo que yo quiera para frenar ésto que es un problema de ellos con la forma en que me visto yo? Porque también está esto: la burla por cómo vos sos y también una cuestión misógina de fondo que no siempre son lo mismo, porque a veces se ríen de vos porque sos una payasa y a veces porque “sos puta” o “estás pidiendo pija con ese escote”. En la ropa tuve como un quiebre fuerte, un encontronazo, basta, hasta acá, voy a ponerme lo que yo quiera.
– Courtney Love en la canción “Awful” de Hole canta “Si están todos equivocados los podés romper con una canción” pero más adelante dice “Si están tan equivocados lo podés enfrentar con una canción”. Hay un cambio, en la primera parte hay una energía, una rabia, una tremenda sensibilidad suficientemente poderosa que cree poder transformar todo de golpe, romper todo, pero en la segunda hay algo de compresión, toda esa energía, sensibilidad y rabia siguen ahí pero con alguien que entendió una mejor manera de generar el cambio buscado. Eso me hace acordar un poco a lo que hablamos, querer producir un cambio primero con pura energía y rabia pero luego con otro entendimiento y con otras herramientas.
Yo entiendo los proyectos artísticos como shortcuts a la inmortalidad o caminos a eso. La adolescencia es una mierda, ya de por sí, y en el camino te encontrás autores, bandas, cantantes que vos decís “Ay, qué suerte que están los Ramones” y así vas haciendo tu canastita o tu altar de protección y digo, yo también quiero hacer eso. Que después que yo muera queden cosas de una piba que quiso cambiar el mundo, que sabía que no iba a lograrlo pero al menos quiso dejar sus marcas, una huella que después le sirva a alguien. Me empezó a pasar eso, fue muy sorpresivo, cuando empecé a subir textos al blog. Textos que para mi eran re boludos, lo hacía para divertirme, era pop para divertirme, y me escribían chabonas que decían que tal texto puso en palabras lo que ellas sentían. Estamos todos en esta y queremos interpelar, queremos hacernos sentir en nosotras y nosotros que no estamos solos. Eso también lo hago en la docencia, yo doy clases de inglés pero es sólo una excusa para dejar algo. A través del inglés, a través de la revista, como sea, bajar una línea. A veces, y no me pongo en pose de emo, tenés una infancia o adolescencia complicada y te sentís, no en falta, pero con deseo de devolver eso que a vos te rescató alguna vez y desde ahí concibo el arte.
– Cuando uno crece tiene una empatía muy grande para con la gente que está pasando esas instancias jodidas. Uno quiere comunicarse para dejarles saber que no hay una seguridad que todo vaya a mejorar pero sí sabemos que ese momento de mierda va a pasar.
Sí, ya va a pasar. A mi me dan ganas de acercarme a pibitas que la están pasando mal y decirles “Te juro que todo esto va a pasar. Sé que todo es una mierda pero va a estar todo bien y después te vas a reír de todo esto” pero bueno, en ese momento es una mierda que te digan ese “ya va a pasar”.