ROSARIO SPLENDOR Y EL TESORO QUE NADIE QUIERE

Leo Ditaranto es responsable de una historieta que retrata a Rosario desde una perspectiva renovadora. En tiempos complejos, la ciudad encuentra un reflejo generacional necesario para oxigenar imaginarios viciados.

 

La ciudad pertenece a quienes la observan. A quienes la oyen. A quienes la transitan. Habitarla en toda su forma, significa entregarse a su complejidad. En ese sentido, habitarla equivale a perderse en ella. Con el paso de los años, ese habitar mareado puede quitarnos la prudencia de la perspectiva. Lo abrumador del hastío cotidiano conduce a dar por sentado lo positivo.
El último semestre de Rosario, convulsionado entre una escalada de violencia, la ausencia del Estado, la confusión y el miedo, redunda en un estado de confusión permanente. Con la incertidumbre como plano general, la ciudad se vuelve una nebulosa complicada de predecir. Sin embargo, las subtramas que la mantienen viva, siguen adelante, conectando expresiones, vidas y apuestas.
Rosario Splendor, creadas en Instagram por el dibujante y diseñador Leo Ditaranto, de 33 años.
Primero, giran por las stories de unas pocas cuentas. Más tarde, se viralizan, impulsadas por algunos guiños generacionales, ciertos padecimientos mundanos o, sencillamente, por dibujar una postal de un evento reconocible. Lo cierto es que la tira genera una empatía casi inmediata.
Amén de retratar pormenores del circuito cultural de la ciudad, Rosario Splendor debe señalarse como un atrevimiento espontáneo que llegó en el momento indicado, permitiendo reírnos de nuestros padecimientos, recuperando la escala humana de los espacios que habitamos, semana tras semana, aún cuando -a priori- todo parece desanimado.
La historieta, además, permite que nuestro territorio sea narrado desde perspectivas renovadoras, tanto en lo poético como en lo generacional. En sus cuadros, Rosario Splendor construye una mirada contemporánea, con códigos propios que refractan desde la recreación, los sucesos azarosos, las angustias, el sexo (o la falta de), las frustraciones laborales, las mil y una conversaciones espontáneas que marcan nuestra vida.
Finalmente, la calle parece la patria definitiva: Rosario Splendor transcurre mayormente en las calles, con sus múltiples personajes en tránsito,  como una recuperación simbólica de aquello que se perdió en la última década, cuando el espacio público quedó relegado por distintas circunstancias coyunturales (y no tanto).
Ditaranto evoca días del tesoro que nadie quiere:  emociones mundanas para adolescencias menguantes que todavía se manifiestan en treinteñerxs de profesiones, oficios e intereses confusos, que transitan una ciudad que demanda trincheras afectivas.
El tenor es lacónico y tierno. Las tiras se pueblan de una sensibilidad que evita remates efectistas. Ditaranto esquiva el punch o el plop con naturalidad. Cuando lo intenta, se siente forzado. En ese sentido, la naturalidad con que Ditaranto absorbe los sucesos de su alrededor parece ser una herramienta de interesante potencial: el dibujante que se vuelve oyente activo.

Mientras que la referencia directa del título se emparenta al American Splendor de Harvey Pekar ilustrado por Robert Crumb, como dibujante Ditaranto se enfila detrás de Daniel Clowes, Charles Burns y Joe Sacco (quien trabajó en dicha tira underground). Leo usa las líneas limpias para potenciarlas, articulando los gestos de sus personajes así como también la escala de la escena, atreviéndose a la perspectiva, algo desacostumbrado en la historieta gestada para redes sociales.
Ditaranto nació en San Lorenzo. Trabaja en Capitán Bermúdez. Vive en Rosario. Como es lógico, pasa mucho tiempo arriba del colectivo. Entre viajes, la lectura es profusa. Se trata de matar el tiempo, pero también de disfrutar páginas de historietas, zines y libros.
En la inercia del transporte cotidiano caen ideas, que guarda en su celular. Además lo hace cuando está acostado, casi en estado de somnolencia.
“Se me viene algo y lo anoto. Estoy en el bondi, anoto. En la cama, anoto”, explica.  “Las ideas aparecen en algún momento. Eso como que no tiene horario”.
Paradójicamente, cuando está dibujando no se enciende ninguna luz demasiado especial. “Estoy muy concentrado en el dibujo. Me centro mucho en eso, en el tablero y en la hoja. El resto del tiempo es para anotar cosas”, comenta con paciencia.
La serenidad parece ser una característica fundamental de Ditaranto. El tipo viene dibujando desde hace años, sosteniendo una producción discreta aunque constante, que supo pasear por ferias y convenciones de la región.
De esa forma, Ditaranto parece siempre elegir el camino de la paciencia. Entiende que nadie ni nadie lo corre. En los últimos meses Rosario Splendor modificó su frecuencia digital, priorizando los tiempos dedicados al papel. Luego de los dos primeros volúmenes editados por Craz, recopilando las tiras aparecidas en Instagram, Leo apuesta al formato tangible, quizás abriendo una salida hacia la evolución que necesita el proyecto.

Salidas. Trabajo. Paseos en bici. Fútbol. Entre la vida cotidiana surgen insinuaciones de ideas. A partir de allí Ditaranto traza una pequeña sinopsis. “Sería un renglón o dos, generalmente a partir de una anécdota”, explica.
Desarma la historia para distribuirla en viñetas. Entra, entonces, en la prueba y el error. Bocetos que no avanzan. Descartes. Aciertos.
El proceso demanda paciencia. Además, exige humildad: las ideas iniciales cambian, los bocetos se modifican, el guión termina siendo otra cosa.
Va todo mezclado, todo el tiempo. Ser guionista y dibujante es una facilidad”, considera.
Para Ditaranto es liberador ser su propio editor. No tiene que pensar si alguien le va a decir qué está bien o mal.
Habitante de la historieta. Militante del fanzine: hace años que Leo está presente en convenciones de comics y ferias de arte impreso, siempre abrazando el Hazlo Tú Mismo.
La carpa fanzinera de Crack Bang Boom supo acercar al público lector varios títulos producidos antes de Rosario Splendor. El color de sus ojos (2016), Iluminades por la hegemonía (2020) y Naranjas al vapor (2022) son algunas de las publicaciones de Ditaranto previas al quiebre viral.
Además de la notable evolución de su aproximación al dibujo, se evidencia un perfil narrativo con una sensibilidad interesada en historias poco convencionales. Las ilustraciones progresan mientras Ditaranto, paulatinamente, se acerca a lo personal, en dirección a lo intimista.
“Obviamente son muy diferentes a lo de ahora. Esos fanzines generalmente los hacía más que nada pensado para publicación editorial”, indica Leo sobre su producción previa.
“Todas eran historietas que mandé previamente a las distintas editoriales y fueron rechazadas.  Con razón. Para no dejarlas colgadas en la computadora, las imprimí y las hice fanzines. Lo que descubro es que son muy distintas en el sentido que es otro tipo de escritura, quizás no tan real en lo inmediato”.
“Al ser pensadas para editorial hay un contenido un poco más apto para todo público. Más tranqui, por decirlo de alguna manera. Ahora siento que busco algo un poco más adulto. Se trata de apuntar a otro público”.
“Mucho de lo que dibujé antes son historietas que mandaba a concursos. Capaz que el concurso planteaba una temática y me adaptaba a eso. Como Rosario Splendor empecé a hacerlo exclusivamente para Instagram, me solté bastante”.

Los dos primeros tomos de Rosario Splendor tuvieron su presentación formal en Craz en el mes de mayo, junto a una muestra de trabajos de Ditaranto en la que se pudo apreciar desde sus ideas iniciales, borradores y procesos típicos hasta la publicación.
La muestra con sus ilustraciones y bosquejos, tanto lo inédito como lo publicado, denota que el trabajo de Ditaranto se aprecia mejor en la generosidad del papel, sin las limitaciones propias de la pantalla, los templates y las redes sociales.
Las pantallas digitales son lienzos infinitos, pero no por ello dejan de ser restrictivos. Restringen a los lectores a la pantalla disponible, sin poder apreciar detalles reales, ni tampoco tener una amplitud real.
Ditaranto trabaja casi enteramente a mano con papel, lápiz y tinta. La muestra daba cuenta de la fisicalidad de su expresión, permitiendo al público ver de cerca los elementos detallados de su trabajo como letras, texturas y expresiones faciales.
Entre el material colgado, además, podía apreciarse cierta fascinación del dibujante y diseñador por la arquitectura rosarina.
Las historietas y la arquitectura tienen más en común de lo que parece a primera vista, dado que ambos tratan de crear entornos de vida para ser leídos y experimentados en historias y en la realidad.
A su modo, las viñetas de Rosario Splendor reflejan el encuentro de Ditaranto con su nueva ciudad. Es tanto romance como descubrimiento, entre el azar cotidiano que lo lleva de un lado a otro, fascinado por mirar hacia arriba, mientras esquiva las veredas rotas. El dibujante descubre, desde su mirada novata, para luego retratar de su trazo experimentado.
Ditaranto pone especial atención sobre los planos, los fondos y las perspectivas. Enfocado en las líneas, aparece una profundidad generosa. Hay un disfrute particular ahí, como si Leo estuviera obsesionado con habitar ambas disciplinas.
“La arquitectura me gusta, pero no estudié nunca”, explica Leo, dejando en claro que no tiene formación en la materia, como uno podría sospechar al revisar su obra.
“Me pongo un poco obsesivo con las líneas porque todo tiene que quedar perfecto. No puedo deformar nada. Por eso trabajo mucho con perspectivas y líneas del horizonte”.
“Esa obsesión me lleva a querer ver lugares y querer dibujarlos tal cual son”, cuenta.
Por estos días, de cara a una nueva tira de la historieta, estuvo dedicado a dibujar la fachada del Teatro Empleados de Comercio, en calle Corrientes. El proceso, generoso en particularidades, deja saber que lo de obsesivo no es exageración.
“Me pasa mucho con las calles de Rosario, de verlas y querer dibujar eso en los detalles. Me gusta el tema de las veredas, hacerlas rotas como están”, sostiene.
“Con el tema de la perspectiva, creo que es medio como una obsesión de buscar que quede perfecto y que, si dibujo una esquina, que sea reconocible, que sea única”, observa.
“Me obsesiono con la arquitectura, de una. Con dibujar muchas veces los ladrillos. En eso hay un laburo de ir a ver las construcciones. Me enganché con el tema de las estrías en la superficie de los edificios, sobre todo las construcciones viejas. Le digo estrías, no sé cómo se dice bien. Me gusta eso, me gusta dibujarlo y representarlo y que quede bien el lugar, que se note que ese es el lugar que quiero mostrar”.

Rosario Splendor es la primera apuesta conjunta de su carrera. Javier El Javi Reynoso de Craz le propuso publicar los primeros tomos y seguir adelante, apostando por fuera de Instagram.
La historieta ya tiene tres números editados. Para la nueva edición de Crack Bang Boom que comienza este jueves 15 de agosto, Ditaranto lleva dos números más con material inédito.
El proyecto apenas está comenzando. Es correcto afirmar que la tira todavía se encuentra en su etapa formativa.
Ditaranto precisa desarrollar su lado guionista, fortaleciendo ese oficio que se insinúa detrás de anotar y anotar, pensando en historias probables.
Mientras tanto, más allá de los formatos, Rosario Splendor sigue adelante.
Síntoma de los tiempos, a la tira le toca crecer ante la mirada pública, ya con un público cautivo.
Quizás por eso Ditaranto se entusiasma con publicar en papel, optando por una velocidad personal, a un costado del frenesí de algoritmos y aceptación.
En ese tiempo más suyo, puede llegar a encontrarse con los desafíos que demanda un proyecto a larga data: profundidad narrativa; una voz identitaria; una perspectiva que haga la diferencia.
Sé que el formato impreso no va a tener tanto alcance como puede tener en Instagram”, confirma Ditaranto.
“Siento que puedo volar un poco más en el papel. Puedo animarme a contar otras historias, algunas que me daría vergüenza hacerlo en redes. Entonces, es más trabajo de guión”.
“El dibujo está muy adaptado al formato cuadrado, al formato Instagram. Ahora también lo pienso para el fanzine”.
A propósito del template característico de Instagram, el dibujante afirma que “nunca fue un problema la restricción del tamaño. Me siento cómodo”. 

Algunos párrafos atrás aparece un dato refutable. Se afirma que Ditaranto trabaja en San Lorenzo. Sin embargo, para cuando esta nota se publique, esa será una afirmación incorrecta. El día que toma lugar la entrevista, es su penúltima jornada laboral en una aseguradora de la ciudad ubicada en el margen derecho del río Paraná.
Tras largos años de marcar tarjeta allí, Ditaranto optó por empezar otra historia. Los planes inmediatos son llegar a Crack Bang Boom con nuevos tomos Rosario Splendor, acercando material inédito a la concurrida carpa de fanzines.
El futuro luce abierto. “Quiero dibujar. Quiero ver qué pasa”, confía, con su tono sereno.
Se trata de una apuesta pensada. Necesita enfocarse en la historieta. Entregarse a cierto azar. Ver qué sorpresa puede llegar.
Por unos meses va a estar tranquilo. Después verá si tiene que conseguir otro empleo de la vida real.
“Siento que es ahora cuando puedo apostar a esto. Nunca antes hice algo así. Creo que puedo hacerlo. Está pasando algo”. 

Por Lucas Canalda y Flor Carrera Ph

 

¿Querés más RAPTO? Chequeá nuestro encuentro con Plenamente

 

comentarios