Cuando la década del ochenta estaba llegando al final, Pablo Vanyo Broardo, Daniel Vega, y Fernando Vercelli canalizan sus inquietudes musicales y en Rosario comienzan a gestar Scraps, banda impulsada por la primera camada argentina vinculada al ska y los sonidos de ese género que llegaban desde Inglaterra. Debutan en vivo en 1991 en Ibarlucea, en un boliche que se llamaba Alcatraz. Hoy siguen tocando, vigentes, con Disco Rayado, su último material discográfico editado en noviembre del 2016.
El 144 que va por Callao está llegando a la esquina de Jujuy. Veo a casi cincuenta metros que en el bar de la esquina donde va a doblar está sentado Fernando Vercelli. Y le digo a mí cumpa de asiento: “ese que está ahí, es uno de los primeros cantantes de ska en Argentina”. El tipo venía mirando el celular y jamás nos habíamos visto en nuestras vidas. Me mira como si le estuviera diciendo que le metimos un gol a la luna de media cancha, o que el Carlito, en realidad, lleva manteca, y el tostado, ketchup. No le doy bola, aprovecho el amontonamiento de las seis de la tarde y que el colectivo no avanza para sacar la cabeza por la ventana y gritarle, “Fernando, Vanyo me pasó Disco Rayado; esta buenísimo”.
Vanyo es su socio creativo en la banda pionera que va y viene hace alrededor de treinta años, y Disco Rayado, se llama el nuevo trabajo. Fernando me contesta “Gracias chuchu –su latiguillo preferido-, después decime qué te parece”. El bondi sale del amontonamiento y mi cabeza queda tildada en esa esquina de Pichincha. Fernando nació y vive en zona Sur, pero su deporte preferido es salir solo de noche a recorrer barrios de Rosario donde sabe, porque le contaron los que ya no están y porque lo leyó, que hace muchos años ocurrieron historias increíbles. Así desde el sur, llega a Pichincha, y añora momentos que no vivió. Extraña aquello que nunca tuvo y le hubiese gustado vivir. Caminando la noche entera, piensa y observa aquello que lo nutre para escribir otra canción. Y todo está ahí, en Disco Rayado. Una gema como ‘Primer Round’ dice “Vos mordiste aquello de querer seguir luciendo el cinturón; toda la plata, ropa fina, estampa de señor; va la cuenta a diez, ya te condenó. Viniste de un infierno igual que la condena. La misma fábula, la misma decepción, entre campeón o retador, sólo la bolsa cambia… en lo que dura un round, ves pasar tu vida y más”. O en ‘Una copa por llenar’: “Mi alma deambula la ciudad, es un envase de cristal. Las calles me vieron zigzaguear, yo zigzagueé Rosario. Las casas caen en un parpadear, y ya no quedan casas”. Desde la pupila de Vercelli, los versos de Scraps entienden, digieren, y vomitan, en su justa medida, dentro del mundo ska toda la oscuridad, y el baile, la fiesta de la vida y lo que se vive en las calles de Rosario. Queda certificado en la primera canción, con la oración que dice “Por el brillo de tus ojos, adivino que esta noche venís mal”.
Después de algunas escuchas más, me comunico con ambos y quedamos en juntarnos a charlar sobre parte de la historia y del presente de Scraps. El encuentro es, finalmente, en la casa de Fernando. Zona sur, barrio La Guardia, un día cualquiera donde el sol ya se ocultó y corren las horas previas a un ensayo. Una bolsa de boxeo cuelga frente al sillón que está en el living, y el que pasa por allí no resiste la tentación de darle un golpecito seco. Uno solo, cortito, la bolsa va y viene y el que sería el segundo golpe la frena y la deja en su lugar. La misma escena se repite con todos los deambulantes. En la puerta hay un perro que es del barrio, y cada vez que toca el timbre algún integrante de la banda, el animal intenta entrar, seducido por el sonido y el calor humano. De vez en cuando lo logra, y cuando interrumpe con sus ladridos pretendiendo colaborar con algunos arreglos, cualquiera de los presentes le pide amablemente que se vaya. Sobre la pared de la cocina hay fotos de Fontanarrosa, Olmedo, Rosario Central, y tapas de discos: Los Twist, Bares y Fondas de los Cadillacs, Spinetta y Los niños que escriben en el cielo, Park Life de Blur, Madness y algunas más. Sobre la mesa, libros con historias de Rosario y fotos familiares. Se observan mesas largas donde la tanada Vercelli compartía algún festejo, o la previa de algún partido. También el padre de gira en algún bar, y en algunos viajes. En uno de ellos se cruzó en un aeropuerto con Bochini, en los años gloriosos de Independiente y me muestra orgulloso esa imagen “porque mi viejo me enseñó que a los buenos jugadores se los aplaude”. También, en el mismo montón de cosas, una pila de viejos recortes de diario donde se cuenta la historia del barrio, la época dorada, donde miles de personas iban a rendirle tributo a la santa Madonna. La tradición sigue, pero mermó el número de gente. Hago un paréntesis de atención y entre voces que se superponen y conforman una ruidosa nebulosa, se concreta un nítido recuerdo: una vez le prometí que iba a ir cuando saquen a pasear a la virgen y así lo hice. Fuimos con Fernando y otros músicos a la capilla, saludamos al padre y nos apostamos unos pesos a los juegos de la gran kermesse. A medida que Vercelli daba un paso, alguien lo saludaba, le recordaba a algún familiar, y le preguntaba por Scraps. Fernando contesta todo amablemente, y entre respuesta y respuesta, aparece un tío Vercelli que le da un abrazo eterno y le pregunta donde está tocando ahora. Mezcla rara entre compadrito, petitero, galán de antaño, rockero, y personaje de barrio, Fernando va silbando o tarareando alguna canción. Todavía hace frío, y cuando abre su boca se expande vapor por el aire, lo que nutre a la escena de un halo europeo. Digamos que ese primer domingo de setiembre por un momento barrio La Guardia queda en Inglaterra, en alguna de esas urbes de trabajadores, donde surgen bandas desde las alcantarillas. Tal vez la fotografía de La Guardia Made in England nace cuando Fernando me cuenta de su viaje a principios de los 90’, donde vio en vivo la misma noche a My Bloody Valentine, Blur, The Jesus and Mary Chain y Dinosaur Jr. Y para colmo, en Brixton, “el barrio de los Clash”, me aclara, y sigue “ahora están por tocar los Cadillacs en el mismo lugar, no lo puedo creer” y brota en sus palabras un genuino sentimiento de ‘teníamos razón’. Lejos de un comentario envidioso, Fernando siente que al tocar los Cadillacs allí, es como haber llegado todos. Se lo comento y me contesta en tono tangueado “pero claro, hermanito, para que te voy a explicar si vos sabés cuál es el sentimiento”.
Previo al encuentro, Vanyo me pasa a buscar con su coche y en el camino comienza la charla. Vanyo es el obsesivo de la dupla. Está en los detalles de producción, en respetar el sonido Scraps, en que la estructura musical, tanto en grabaciones como en el vivo, sostenga la identidad que han logrado en todos estos años. Y precisamente, durante un tiempo largo hasta alcanzar este presente estable, había músicos que se iban y otros que llegaban. Por ahí comienza el diálogo. Me cuenta que está muy contento, que la banda hoy son todos –ante mi insistencia de que Scraps son ellos dos- y que sabe que son los músicos actuales los que permiten que Scraps siga existiendo ya que “gracias a estos intérpretes se puede salir a tocar temas de todas las épocas y estamos empezando a generar material nuevo con ellos”. Afirma que cuando estaban grabando Disco Rayado, “los pianistas estaban todos renunciados” y que cuando rearman la banda en el 2009 luego de seis años de impasse, Daniel “Hamburguesa” Vega –integrante original- decide no ser parte del proyecto. Hacen un show, y quien ocupaba los teclados no puede seguir. Con otra fecha confirmada le preguntan a Hamburguesa si se copa, y contesta que sí. “Pensé ¿quién puede venir a tocar así de la nada y entienda todo?”, y Hamburguesa luego de la negativa inicial, finalmente acepta y trabajan casi un año con él. “Los sonidos de Hamburguesa son los de Scraps, y el aliciente fundamental era que el loco pudiera tirar algún tema. Dani es compositor, de la etapa clásica de la banda. Ahí escribían más parejo Fernando y él, que yo. En esta etapa, el predominio compositivo de Fer es total. Yo estoy empezando a meter algunas cosas a instancias de él, que me presiona para que traiga algo”. Pero después de ese año, resulta que entre idas y vueltas, el piano no tenía quien lo ejecute. Estaba la banda con un disco grabado, y les faltaba una parte fundamental para el sonido en vivo. “Cuando buscábamos tecladista puse un cartel en la escuela de música y se presentaron dos personas. Cuando vino la Colo no entendíamos nada. Había algo lindo que me convencía, sin encajar del todo, hasta que se ganó el lugar porque toca increíble. Ella está hace una bocha de años y es la tecladista de Scraps”. Básicamente, toda la reformación de Scraps en el 2008, surge de la primera formación de Cocktail Real, banda que creó Fernando con Diego B de Lima Sur para concretar una vieja idea suya, “que se la pasa armando bandas paralelas a Scraps para tener una estructura más chica para poder hacer otra cosa y tocar en lugares donde Scraps no podría. Todos (Cocktail Real, Cocktail Vercelli, Sorocabana Cocktail o Mondo Vercelli) son proyectos a escala que se adaptan a formatos chicos. El problema de Scraps es que es un circo de tres pistas, moviéndose en rastrojero, y siempre se nos desarma la chata. No podemos tocar en cualquier escenario, con cualquier sonido, porque no da”, explica Vanyo. Hoy la formación de Scraps es Jorge Turu Flores – Batería (desde 2008, batero de toda la fase II de Scraps y el que históricamente lleva más tiempo en el banquillo), Gustavo Cabreriso –ex integrante de El Regreso del Coelacanto- Bajo, Rosse Hernández Guiance – Piano y órgano, Sebastián Portaneri – Trombón, Flaco Talamonti – Saxo Tenor- y Juanchoppe Latón – Trompeta. Entre tanto tiempo transcurrido, el ahora y el ayer se intercalan. Disco Rayado es el nuevo lanzamiento, con integrantes anteriores, y temas de otra época. Entonces…
– ¿Cuándo te referís a ‘ahora’, es Disco Rayado, o estos días?
Vanyo: Lo que pasa es que Disco Rayado no es ahora. Disco Rayado es hace siete años. Sin entrar en detalles, el disco se grabó con una banda que ya no existe más. Se grabó hace tiempo, con material que es fundamentalmente de Fer, pero que también metí unas manos yo en las músicas. Y después metimos ‘Caravana’, que es el tema en servicio más viejo de la banda. Hay cassettes de ensayos con versiones de Caravana del año 1992. Y viene cerrando shows desde esa época. Y después metimos el ‘No Swing’ que tiene una base de Hamburguesa, con letra de él, yo y Fer, y algunos toques míos.
‘Caravana’ cierra el disco –aunque si no se desesperan por sacarlo rápido, se encuentran con bonus ocultos que alargan la escucha-. Es ese que dice “Vamos de Caravana, vamos de cara al sol”. Y en los shows el público lo vitorea a coro desenfrenado. Casi como un canto religioso, convencido de que termina el concierto, pero sigue la procesión y la historia. Pronto habrá otra oportunidad para ver a Scraps otra vez. Y más allá del random de la lista de temas, se sabe que en el final se canta “vamos de caravana, vamos de cara al sol”. Una caravana nutrida de energía. Una caravana que va hacía la luz. Tiene esperanza, tiene futuro, a pesar de que el disco esté rayado de noctambulidad y se subtitule ‘Loca carrera a la nada’. Hay algo, hay mucho, por eso siguen existiendo.
La escena de Rosario es la que hay. No es masiva, le falta mucho para ser algo rentable, pero es lo que hay. Si bien no hay que bajar los brazos y seguir trabajando y construyendo día a día, hay que saber disfrutar y entender el lugar que ocupa cada uno en esto que tenemos. Y Scraps, en el escalafón imaginario o no de importancia cultural, ocupa un lugar de privilegio. Scraps es una marca en sí mismo. No en el sentido empresarial, sino de peso histórico e identificable con una época y una música. Y eso, no es fácil lograrlo, y mucho menos fácil es sostenerlo.
– ¿Cómo explican a Scraps en Rosario?
Fernando: somos una banda de ska, pero que nos gustan otros géneros que fuimos metiendo en nuestra música. De la primera hora quedamos Vanyo y yo. Y seguramente si nos hubiéramos ido a Buenos Aires , hoy no existiríamos como banda. A nosotros nos mantiene Rosario.
Vanyo: nosotros teníamos la idea de vivir de la banda. Cuando uno arranca existe esa fantasía de me quiero dedicar a eso full time.
Fernando: cuando pasó el tiempo nos dimos cuenta de que era algo que no hacíamos, y disfrutamos de esto que tenemos. Estamos acá en Rosario, y nos sacamos ese peso. Estamos acá, estamos juntos, sigue la banda viva. Ni siquiera lo replanteamos mucho; estuvimos separados y Seba Petrich (Malones) nos tiró la onda para volver produciéndonos. Y volvimos por eso. Ahora es un crucero que va.
– ¿Cómo fueron los comienzos?
Vanyo: desde el año 1987 rompíamos las bolas con Hamburguesa y con Fer que queríamos armar una banda de ska. Y sabíamos que no iba a ser una banda de ska cuadrado, porque siempre tuvimos mucha música alrededor: Mr Bungle, Talking Heads, mucho rock nacional, como García o los primeros sónicos de los 90’ (compartieron fecha con Babasónicos y Los Brujos). Nunca nos propusimos hacer algo a lo Charly, pero está ahí, en los genes, como Spinetta o Peligrosos Gorriones. No nos interesaba el rock Stone, ni el pop pseudo Soda que se hacía acá en los 80’. Y cuando finalmente armamos la banda en 1991, el ska no estaba en boga.
– Nunca fue una música de moda…
Fernando: no, pero nunca se fue. El grunge pasó, por ejemplo, y así varios. El ska atravesó todo. Acá fue moda en un momento, con Los Cadillacs. O el primer disco de Soda que yo lo amo. Y ahí hay cosas de The Police. La New Wave nos interesaba mucho.
– ¿Y al armar la banda cómo le explicaban a los de alrededor lo que querían hacer?
Fernando: bueno…eso era un mambo negro.
Vanyo: cuando se conoció el reggae les decíamos, ”¿Viste el reggae?, bueno, más rápido”, je.
– ¿Pero ustedes se identificaron más con el ska Inglés?
Fernando: sí, claro, pero porque acá a fines de los ochenta no llegaba material de ska Jamaquino. En el 91’ yo viajo a Londres, voy a una disquería y compro un cassette que dice ‘ska Original’. Y ahí me doy cuenta de donde venía todo. Ahí nos dimos cuenta de donde venía el nombre de Madness (así se llama una canción de Prince Buster, músico de Jamaica, figura del ska en su país). Nosotros pensábamos que eran los ingleses los que habían hecho la historia (Madness, The Specials y The Selecter, Bad Manners, English Beat y Elvis Costello, productor del primer disco de Specials) Y acá Los Cadillacs y Los Intocables.
Vanyo: tenía las primeras grabaciones de Trojan y Studio One del 62’. Lo primero que escucho y me dicen que es ska, es Bares y Fondas. Y desde ahí tiramos del hilo.
Fernando: Yo escuchaba punk. Y la primera vez que escuché a Madness, que es la banda de mi vida, me pareció onda cumbiamba.
Vanyo: Para mí Madness es heredero de los Kinks.
Fernando: y Blur es heredero de Madness, y todos herederos de los Beatles. La tradición del Pop Inglés.
Vanyo: Ian Dury, Elvis Costello…
– Teniendo en cuenta esto, cuando deciden armar la banda, ¿les fue fácil conseguir músicos para hacer lo que querían?
Vanyo: Fernando era el baterista. Cantaba desde la batería, o yo ensayaba algunas letras en inglés. Completaban la formación Hamburguesa, Madelén (que después pasó a la bata) y Watán en percusión y Kamikaze (Sergio Ananía) que tocaba la viola, y a instancias de Fernando, se compró un bajo. La idea era tocar con amigos, la música que queríamos. Y para empezar no había vientos. Los que había eran de bandas de jazz o de la banda de la policía.
Fernando: …o de las iglesias
Vanyo: la primera encarnación de Scraps fue un sexteto sin vientos
Fernando: y yo tarareaba los arreglos de los brasses. La primera vez que un caño sonó arriba de lo que estábamos tocando, que anda a saber lo que tocó, capaz que era un solo de churrero, para nosotros era el súmmum.
Entre influencias y objetivos de los primeros días, se filtran pensamientos en voz alta. Reclamos individuales, eso que uno tiene adentro, y lo saca sin darse cuenta ni pensarlo. Supongamos que un diálogo se transforma en una sesión de terapia, y salta algo desde el inconsciente. Vanyo mira un punto fijo y larga el pensamiento que se le cruzó en el discurso. Fernando que observaba el piso apagando un cigarro, le clava la vista y contesta seco y contudente. Uno mira al otro sorprendido y paternal, y si bien podría desarrollarse una discusión, la mirada penetrante parece decir “no seas boludo, no podés pensar eso”. Existe cierta tensión, porque son personas con carácter fuerte y personalidades definidas. Pero ya no hay reclamos, sino apoyo.
Vanyo: esto para mí nunca fue un hobby. Pero yo estudié igual, conseguí mi laburo, y no me dediqué a full a esto, y eso tal vez es un error en la vida.
Fernando: no, no es un error.
Vanyo: me podría haber jugado mucho más. Lo que pasa que yo pensaba que la banda era un cóctel explosivo que podía volar en cualquier momento, viste, entonces no le podía poner tantas fichas.
– ¿Y vos, Fer, qué sentías?
Fernando: Todo lo contrario.
Ahí es cuando estallan en risas y a la vez se interrumpen. Fernando vuelve a mirar el piso y se ríe mientras se sube uno arriba del otro con declaraciones diciendo más o menos lo mismo: somos distintos, pero somos el equilibrio, equilibramos la jugada así.
Los años que estuvieron sin tocar, Fernando no dejó de recorrer la escena, y las canciones de Scraps de vez en cuando seguían sonando en alguna radio. Las nuevas generaciones de músicos comenzaron a saber del mito Scraps, y la calle sostuvo el nombre en el tiempo. Hace muchos años, en tiempos de la separación, en el desaparecido El Sótano, la banda Cool Confusion –por entonces una relativamente nueva- invitó a Fernando a hacer un tema de Scraps. Es probable que la mayoría del público presente por una cuestión de edades, no hubiera tenido la oportunidad de ver a Scraps en vivo. La canción era ‘Berrinche ska’, y el lugar explotó. “Porque es así, la banda no estaba, pero los temas y los discos sí. Y estaban dando vueltas por ahí” recuerda Vercelli.
– ¿Pero sentían cierta presión para volver a tocar, se lo pedían?
Vanyo: no éramos tan conscientes. A lo mejor Fer un poco más porque siguió moviéndose en el ambiente. Nos encontrábamos y me decía ‘loco, la gente me habla de Scraps’.
Fernando: Nos pasaron cosas lindas. Una de las satisfacciones más grandes que tuve fue que una banda que me parece re grosa, como Sig Ragga (en ese tiempo era Sig Ragga Naurú), hacían un tema nuestro. Pero más allá de eso, es que estamos acá. Está la banda. Es parte de la historia, pero tampoco somos los Rolling Stones. Es cierto que en Rosario sabemos que somos muy queridos, pioneros por una cuestión de edad, pero sabemos que alguna cosita pusimos en la música de Rosario. Principalmente, la parte de hacer bailar a la gente, que antes no se bailaba. Es lo que es.
Vanyo: Para nosotros si la gente no agitaba era un fracaso. La pesadilla de un show de Scraps era todo el mundo en una sillita mirándote. Y parte del folklore de los comienzos, era que terminaba toda la gente arriba del escenario.
Fernando: el segundo recital fue en Rosario en La Cueva –reducto característico que quedaba debajo, literalmente, del bar El Barrilito en la esquina de Belgrano y Tucumán-. Cuando llegamos estaba el público todo sentado en el piso esperando. Nosotros entramos en fila india, y atrás del escenario lo miro a mi hermano (Capitán Lanas Corleone, uno de los primeros graffiteros y tatuadores de Rosario, hoy viviendo en Copenhague) con unos amigos y les digo ‘muchachos, ayúdenme a levantar a estos pibes, hagan todo el show adelante, que no se queden ahí sentados. O sea, si se quieren sentar, que se sienten, pero atrás de todo’.
Vanyo: viste cuando se arma el semicírculo adelante y nadie se mete, bueno, esa banda ocupaba ese lugar, agitaba, tiraban papelitos, y se sumaban los entusiastas naturales, que eran los mismos que después te sacaban el micrófono.
Fernando: Pero la gente en lugar de ofenderse, al contrario. Faltaba eso, querían bailar. Nosotros llegábamos, y sacábamos las mesas de adelante, corríamos todo. De ahí salieron amigos. Estaba Yaq (Ernesto Yanquinto, ex músico de Sumergido y Rosario Smowing), por ejemplo, que ahora estoy tocando con él en un proyecto solista que tengo y siempre me recuerda “Qué noche esa, cómo nos hicieron bailar”.
– ¿Se acuerdan mucho del segundo show en Rosario, porque el primero es mejor no recordarlo?
Vanyo: jajaja, no, el primer show en Rosario fue donde hoy funciona el teatro Vorterix, una sala abandonada de la Unión Ferroviaria. Lo armó Fernando con Coki, de la banda The Capitados. El recital se recuerda como el día que Fernando desapareció del escenario. El escenario estaba podrido, las maderas estaban podridas. Viste lo que salta Fernando ahora, imaginate en esa época, entonces en un momento, desapareció…
Fernando: pasé de largo …
Vanyo: Se enterró en el escenario y nosotros, como premisa, era nunca parar; así que seguimos tocando y Fernando no estaba en el escenario, le veíamos los deditos agarrados de la madera …
Fernando: Pasé del largo, y sentí el ‘uhhhh’ de la gente. Me podría haber quebrado todo, pero me miré unos segundos, no tenía nada, y volví a salir y seguí. Estaba lleno de basura el escenario y por el agujero que hice yo mismo veía que seguían tocando. Ni miraban para abajo, quedaba justo a mi altura, así que no se qué agarré de atrás mío, hice pie y me subí por el mismo lugar donde desaparecí, literalmente, del escenario.
Vanyo: …el teatro era una ruina. También después de mucho tiempo, vemos los riesgos que hemos corrido todos en algún momento.
Surge sobre la mesa el tema de la seguridad para el músico y el público en los lugares donde se tocaba antes y donde se toca ahora. Después de muchos años sobre las tablas, se permiten reflexionar, con anecdotario propio, sobre momentos que podrían haber terminado muy mal. Y claro, queda expuesto que la realidad de los músicos que se encargan absolutamente de todo, proporciona un amplio margen de irresponsabilidad, ya que en el revoleo de funciones varias, la seguridad queda –o quedaba- librada al azar. Fernando asombrado toma la iniciativa.
Fernando: Pobre mi hermana, en El Sótano. Estábamos en la barra, temprano, y yo estaba preocupado por el sonido, por las entradas, si habían ido a buscar las anticipadas y había en la puerta. Toda una historia porque sos manager y cantante y todo. Todo esto, antes de Cromañon, que cambió la visión de todo. Entonces viene mi hermana y me dice “Fernando, si pasa algo acá, ¿como salimos de acá?” Y la mandé a la mierda. Pobre, tenía toda la razón. Suena mal, pero es así. Nunca pensabas en la seguridad ni nuestra ni de la gente. En el Caras y Caretas iban lanzallamas, escupían fuego para todos lados y estaba lleno de goma espuma.
– ¿A qué le adjudican que antes de Cromañón no haya pasado nada, no sólo con Scraps sino a casi todas las bandas? ¿A la suerte? ¿A que no había mucha gente? ¿A que en teoría se cuidaba más el uno con el otro?
Fernando: a la suerte. Pobre, que Dios lo tenga en la gloria al músico de Raras Bestias que murió en el Café de la Flor. Podría haber sido yo, o cualquiera. Mil veces tocamos ahí. Debe ser el lugar donde más toqué, y te soy sincero: estaba tan preocupado por las entradas, el sonido, etc, que nunca me puse a pensar que podía pasar una cosa así. Lo reconozco. Y ahora que tomo conciencia, siempre estuvimos en el filo de la navaja.
Desde el de más trayectoria hasta el que recién empieza, los músicos en Rosario tienen que hacer más que tocar. Al comienzo hablaban de dedicarse sólo a la música, y vivir de eso. Pero estos planteos, en algún sentido, tienen que ver con la autogestión. Con estar en todo uno mismo. Por ejemplo, recuerdo que uno de los primeros shows del reencuentro, después de todo el trabajo que llevó organizar la fecha, y de tocar, Fernando terminó lavando los baños del Club Unidad y Tesón.
Fernando: ¿Y si no quién lo va a hacer? Una vez en Montoya, la banda estaba empezando el primer tema y le tuve que decir al bolichero “aguantá que tengo la banda arriba, y después seguimos hablando”.
Hay un chiste interno de la banda que es ‘Vanyo primero te dice que no’. Así pasó, por ejemplo, cuando se pusieron de acuerdo para participar del pre Cosquín Rock para la edición del 2002. Finalmente terminaron tocando, siendo la primera banda rosarina en tocar en el festival de rock más grande y perpetuado en la historia Argentina. También es cierto que editaron discos siempre a contratiempo. Y al comienzo de la idea de ‘Disco Rayado’, Vanyo había dicho que no lo quería grabar. Como él mismo dice, “La noche del hombre invisible, para lo que se grababa en la época está bien. Avarovia es un demo. Pero La noche… garpa, funciona, de punta a punta”.“Altas satisfacciones nos dio ‘La noche…’ y ‘Avarovia’ ni hablar”, apunta Fernando. Pero la banda se merecía un disco nuevo. Y a pesar de las dudas y primeras negativas, el disco se comienza a grabar en el 2010.
Vanyo: nos planteamos hacer tres sesiones de doce horas. En la primera tocábamos todo el disco en vivo. Y en la segunda, las voces y los caños, y en la tercera mezclábamos. Que fuera un registro de la banda en vivo en estudio. Así empieza Disco Rayado. Yo sabía que no era el momento, y que no iba a salir. Pero Fernando es la voluntad de hacer. Tiene un empuje increíble, y por eso estoy al lado de él. “Qué vas a hacer, te vas a quedar en tu casa mirando Tinelli”, esa es su frase. Y terminó siendo una superproducción.
La banda que entró al estudio comenzó a disolverse mientras lo grababan. Los plazos no fueron los pensados, y los recursos no iban alcanzando. Y Vanyo se puso el disco al hombro. Juan Pablo Sancho lo graba en su estudio El Dorado en Octubre del 2010. Los vientos, las voces, y algunos overdubs se graban en el 2011. Y el disco queda ahí cuando Sancho se va a Inglaterra. Y recién en el 2014, el ingeniero de sonido Jorge Ojeda –una noche en la barra del bar El Diablito– le ofrece a Fernando mezclarlo. “Gracias a él existe la mezcla y el mastering” dice Vanyo, y agrega “pero lo volvimos tan loco que un día me dijo: si vos aprendés a editar pro tools, hacelo vos. Y estuve dos meses más hasta las tres de la mañana haciéndolo” hasta que le pasó la mezcla final a Fernando, dio el ok, y habemus disco. Porque si bien Vanyo le da vueltas a la producción, Fernando le baja los decibeles. Y nuevamente desde la discrepancia, así funcionan. “Si le metes mucha mano, terminas sacándole la onda. No hay que pasarse de tuerca” dice Vercelli. “¿Me pase de tuerca?” pregunta Vanyo, “No estoy diciendo eso, pero sí frenar a tiempo”, le contesta Fernando, “Es así, si no escuchó la mezcla final Fernando, no es final” termina Vanyo.
Fernando se va, no sabemos dónde, y aparece con Clics Modernos de García. Pasa un rato más de charla sobre Disco Rayado, y cuando está sonando ‘Transas’ pregunto por la inclusión, entre tema y tema, de los audios extraídos de los Autos Locos, lo que genera un llamativo concepto unificador al disco.
– ¿Por qué los Autos Locos?
Fernando: Uno pone la vida en el disco. Y me gustaba la idea de que la vida es una loca carrera a la nada. Arranca, tiene un desarrollo, y un final. Pero nunca sabemos cuál es la meta, la llegada. Además me encanta la estética de esos dibujos animados, y que nosotros somos un poco los hermanos Macana. No es un chiste, para mí en el disco es importante cuando hablan los Autos Locos. Es lo que pienso de la vida, una carrera en la que estamos todos locos, una carrera a la nada, que en sí no tiene un final definido.
Vanyo: También desde el principio de la banda queríamos hacer un disco que fuera un continuo. Que no haya silencios. Esta bueno para el que quiera el viaje para los oídos, o la película completa.
Fernando: nos gusta escuchar los discos enteros, y quisimos proponer esa aventura. Ya ‘La noche del hombre invisible’ simulaba un viaje en avión. Arrancaba con el despegue, las canciones del medio era el vuelo y sobre el final encontramos el aterrizaje.
Fernando es una máquina de componer. No es raro cruzárselo con una lapicera y algunos papeles, porque tal vez, entre copetín y copetín se le ocurre algo que contar. Y si es muy profundo lo que tiene, se vuelve a su casa –aunque sea temprano- se pone unos tangos y a trabajar. Además de Scraps, actualmente tiene Sorocabana Cocktail, y Mondo Vercelli, un proyecto solista empujado con Oko (Dubies) y Yaq, que produce las canciones de estudio y toca el bajo. Y que según Fernando, “ya está muy avanzado”. ¿Te das cuenta cuando una canción es para Scraps y otras para tus otros proyectos? le pregunto a Fernando, mientras Vanyo interviene diciendo “el primero que pone cosas distintas es él, porque tiene canciones para otras situaciones”. Y tal vez ese sea el secreto. Si Scraps tiene un concepto tan logrado, se debe quizás a la versatilidad de su principal compositor, que reconoce los límites, tanto de las canciones como los de la vida (“la nada de la carrera es el paredón final. Pumba, te la das, terminó”) Y las habituales correcciones de Vanyo. Uno genera y quiere hacer, vive y disfruta. El otro corrige, arregla, edita. En términos futbolísticos podrían ser un lírico y un técnico. Pero sería un concepto mezquino, que se queda corto en el torbellino Vercelli/Vanyo que forma la columna vertebral de Scraps. Así como es la entrevista, es la producción de su arte. Un combo explosivo, sí. Pero que no falla.
– ¿Scraps no se separa nunca más?
Vanyo: nos podemos pelear mañana. Nos peleamos seguido, pero hay otro vínculo que es más fuerte, y es que queremos hacer esto juntos.
Fernando: No sé si habrá un final de Scraps, salvo que se muera Vanyo o yo. Mientras estemos nosotros dos, la banda va a seguir. Scraps no podría existir si él o sin mi. Y somos amigos. Y siempre digo ‘banco a mis amigos porque me bancan a mí’. Y los más importante es tocar, porque hablamos mucho, hay alguna riña, pero cuando subimos al escenario y tocamos, es ahí donde está la historia. Podes estar en desacuerdo en un montón de cosas, pero hay cosas que te unen, como la música. Lo importante es que estamos acá. Que estamos juntos acá.
TXT – JUAN CRUZ REVELLO
PH – RENZO LEONARD