Boom Boom Kid regresó a sacudir Rosario y conversó sobre pasado y presente
Diciembre es un horno que parece tachar el Sub y colgar el definitivo cartel de Tropical sobre Rosario. Por calle corrientes la gente disfruta del pegajoso aire libre y espera el comienzo del recital que devuelve a Carlos Rodríguez a los escenarios de Rosario. Luego de una frecuencia de dos o tres fechas por año, hace más de once meses que no toca en la ciudad y los seguidores se congregan dentro del local, en la puerta o esquinas inmediatas. Adentro la mayoría de los presentes recurre a cerveza para refrescar la temperatura corporal. Adelante, frente al público que sigue llegando, las tablas se muestran en claroscuros de luces apagadas y parecen franqueadas por batería, bajo, guitarra y un cajón lechero que carga LPs derruidos. Entre los asistentes se ven banderas con leyendas veganas, remeras DIY de Fan Pipol y se adivinan reinterpretaciones (una sonriente Twiggy vampírica) del imaginario que Nekro viene construyendo desde hace más de dos décadas, un mundo que combina -y convida- desde El Principito de Antoine de Saint-Exupéry tatuado en su antebrazo hasta Black Sabbath, pasando por María Elena Walsh, Kurt Gustav Wilckens y Ritchie Valens. La feria ofrece compactos, vinilos, libros y remeras a precios amables. En la barra se despacha birra y más birra. Ocasionalmente, alguna botella de agua. Mochilas y remeras de Ramones unen a los adolescentes de hoy con los A.D.90 que inmortalizó El Otro Yo. Luego de un rato de espera la banda desciende las escaleras y toma posición. Tanto el público como las luces hacen su parte y se preparan. Tras un microconteo de unodos el escenario de Pugliese se convierte en remolino que agita todo. Al comando está un arlequín invertebrado que se retuerce y se desata en espasmos de alegría catártica, su cabeza junto a sus desprendimientos decolorados desafían cualquier bonanza quiropráctica. Abajo, un mosh pit frenético gana espacio y arrastra a desprevenidos que se dejan llevar sonriendo y cantando. Se disparan canciones de Boom Boom Kid mechadas con algunas perlas de Fun People sin palabras ni descanso entre tema y tema. Sin dejar de cantar ni bailar, Nekro regala los LP, los reparte entre manos que se alzan, los frisbea hacia el fondo de la sala, termina compartiendo casi todos. Por poco más de una hora la energía va incrementándose, parece afluir de una inagotable fuente colectiva formada por la alegría de todxs lxs presentes. Al escurrirse el último sonido y prenderse las luces todo Pugliese es un borrón de sudor, calor y felicidad. Boom Boom Kid dejó el escenario y Nekro estuvo de regreso.
Parece imposible imaginar una postal de ocio con este diminuto compositor, cantante, ilustrador y fotógrafo amateur. Las rutas argentinas ocupan la mayoría de las semanas del calendario de Nekro. Cuando parece quedarse estático dibujando en compañía de su gato el viajar llama otra vez a la puerta para sellar el pasaporte y seguir sumando kilometraje internacional. Acompañado por banda o munido sencillamente con su guitarra, maracas o claves, el vértigo personal parece no aflojar nunca. “Debe ser algo de trotamundos, de vagabundo o de croto, no sé, cosas que uno tiene. 2015 me la pasé viajando – comenta el hombre de los dreads- Escapando de nada, en la búsqueda de algo que a veces no encuentro. A veces cuando me quedo parado siento que no hay oxígeno entonces me lo voy a buscar. Salgo a la ruta o me tomo un avión. Ojo, no quiere decir que en otros lugares esté ése oxígeno que busco, porque no es verdad pero estoy en esa, en una búsqueda de algo y moverme me da felicidad, el estar buscando ese algo que no encuentro me lleva a un éxtasis lindo. Moviéndome me encuentro; bailando, cantando, me encuentro. Pin, bam, bam, ahí voy al próximo concierto. Acabamos de venir de Japón, hicimos nueve conciertos, bajé del avión y me fui a tocar a San Pedro, luego fuimos para La Plata, ahora Rosario y después me voy para España, allá voy a hacer siete conciertos en cuatro días.
– El vínculo con el público asiático se formó en la época de Fun People ¿Cómo se originó?
Yo tenía contacto con bandas del estilo thrashcore, de hardcore, de metal, bandas como Casbah, Lip Cream, bandas antiguas japonesas, te estoy hablando del 86, 87. Pero el vínculo vino por el lado de un amigo mío que mandó, tipo año 96, un disco de Fun People para allá y un sello que se llama Snuffy Smile se interesó por la música de la banda y dijo “Loco te quiero editar un compilado y que en un año vengan a tocar” y así fue. Nosotros justo estábamos en la última época de Fun People, haciendo la gira mundial de cuando sacamos “Angustia, no, no” y la última gira que hicimos fue Japón y ahí terminó. En realidad, la banda estaba terminada pero como somos fanáticos de la película Spinal Tap ( Rob Reiner, 1984) que se reúnen para ir a Japón, nosotros hicimos lo mismo, “Y bueno, loco, pero falta Japón, reunámonos y hagamos esto y ya está. Listo, lo hicimos”. Luego de eso, con Boom Boom Kid tocamos en un festival en Los Ángeles y nos vio alguien de un sello y nos llevó con la misma proposición, primer paso editar el disco y después nos lleva. Fuimos para allá y fantástico. Nos encontramos con un montón de gente que ya nos habían visto. Algo hermoso. La conexión buenísima, es fantástica, me encanta estar ahí. Siempre da ganas de volver.
En 2012 Boom Boom Kid comienza tímidamente a explorar nuevos territorios, flamantes olas para su crowd surfing. Dejando de lado, momentáneamente, los sótanos, Nekro prueba en locales de capacidad de hasta 500 personas y también comparte escenarios con artistas masivos, asimismo participando de festivales a los que siempre les había esquivado el bulto a pesar de constantes ofertas para ser parte de la grilla. Esa búsqueda, propia de un camino que ya evidencia más de veinte años sobre los escenarios generó suspicacias entre sus seguidores más celosos, generando ciertos resquemores sobre la dirección de Il Carlo.
– Al tocar en lugares más grandes, en festivales y compartir escenarios y fechas con grupos como Babasónicos, muchos asumieron que ibas a quedarte más tranquilo, sin embargo, seguís tan inquieto como siempre.
Es que si viene buena, se va para ese lado. El Jeque, como le digo a Adrián (Dárgelos), siempre me anima para seguir. Él y muchos amigos más. Como por ejemplo los Baba o Los Fabulosos (Cadillacs) cuando se volvieron a juntar que me llevaron a México. Yo no tenía ganas de tocar en Festivales ni nada por el estilo pero de repente te invitan los Fabulosos Cadillacs en su reunión para tocar ante 60.000 u 80.000 personas y bueno, dije, yo qué sé, voy con mi tablita, que venga la ola gigante y la voy a surfear. Y al otro día de eso tocamos en un sótano ante quince personas y está bien, es así cuando uno está de gira. Me gusta saber del mundo y no por internet ni por una enciclopedia. Ya las vi cuando era chico y eso me hizo ver que el mundo no es la esquina de mi casa, aunque sí también es la esquina de mi casa. Mientras pueda viajar y moverme, mientras tenga mis brazos y mis piernas voy a seguir viajando porque es lo que me gusta, es algo que me llena y me da felicidad, a eso me dedico.
– A esas invitaciones para compartir escenarios y giras se sumaron otro tipo de reconocimiento tu largo camino de diversidad musical, colaborar con Lisandro Aristimuño o ponerle voz al proto-hit “Sí, es verdad” de Poncho (el grupo electrónico integrado por Javier Zuker, Leandro Lopatín y Fabián Picciano).
Está bueno, viste. Yo a Zuker lo conozco como DJ y me encanta. Cuando me convocaron me encantó porque también me gusta mucho la música electrónica. De hecho, acá tengo conmigo “De aquí a la eternidad” de Giorgio Moroder, hace poco vino y me encanta, es uno de mis compositores y artistas favoritos. La gente no sé qué piensa de mí, qué preconcepto de lo que debería ser un pibe que canta de una manera o hace música de tal manera. Nosotros con Boom Boom Kid y Fun People siempre tocamos muchos estilos, nos metimos en la electrónica, en el minimal wave, y tantas cosas más. No hacemos un filtro a la hora de grabar un disco. Incluso vamos a los mejores estudios que podamos pagar y también somos super lo-fi, grabamos en monoaural y con un solo micrófono. Me gusta la experimentación y gozo en eso. Si algunos chicos que son muy cercados en algún estilo como el hardcore, al punk, al rockabilly, al metal, o lo que sea, son felices también pero las personas que ya empiezan a decir “Nekro se vendió”, no sé, está bien, que digan lo que digan, a mi no me importa, lo importante es que estoy haciendo algo que me gusta, y sé lo que soy y sé adónde voy y eso es lo importante. Los que opinan si alguien se vendió o no, yo qué sé. Lo único que no voy a tranzar es a mi felicidad y a mi libertad, esa no la transo. Lo demás que digan lo que digan.
Mientras el rock argentino de los 90 se expandía cómodo en su machismo chauvinista, por debajo de la superficie latía otra sensibilidad que encontraba en She Devils y Fun People una voz común que gritaba la asfixia de temas como el aborto, la apatía, la violencia discursiva que cae sobre los niños, adolescentes y jóvenes, la discriminación racial, violencia de género, homofobia, autoritarismo gubernamental, eclesiástico y parental. En recitales, splits, cassettes y cds, decenas de jóvenes encontraron una voz empática que grite junto a ellxs. Cada reci, cada feria, era un punto de encuentro para gritar, luchar e instruirse conversando, leyendo e intercambiando información. Entre esos días de agite contracultural de Fun People al presente multitemático de BBK mucho parece haber cambiado en las calles. A partir del estallido de diciembre de 2001 algo cambió en mucha gente. Jóvenes -y no tanto- buscan llevar adelante una lucha por debatir estos temas en la esfera pública. Nuevas generaciones que encontraron pasión en las palabras y en los hechos, creyendo posible avanzar para llevar la discusión a cada rincón y lograr avances. ¿Cómo siente la lucha de tantos años un hombre que supo ser referente? “Y la verdad las cosas están igual. Igual o peor. – admite en tono melancólico mientras respira y retoma su respuesta- Gente de Capital o gente que hace veinte años vive en la ciudad, todavía se sigue burlando cuando viene alguien con un tonito diferente, te sacan el cuero. Porque sos de algún color de sacan el cuero. Si sos mujer te quieren pagar menos. Mis canciones hablan de amor, de amor y de libertad. Esas canciones luchan contra eso, contra no poder decidir sobre tu cuerpo. ¿Por qué el gobierno se tiene que meter sobre una decisión que es tan importante? Está la iglesia que es el gran mal. La iglesia Apostólica Romana, el gran mal, el más siniestro. Siempre en lo más alto y desde allí quieren mandar. Son lo peor que hay, son los que tienen la última decisión de todo y los que dicen “Dale, trae un hijo” Pero, pará, ¿sabés las condiciones que tengo para traer ese hijo al mundo? Yo no tengo ni para comer. “No, traelo igual” ¿A qué? Nosotros cuando sacamos ese disco, que también vino con un libro, queríamos tirar la música para concientizar. Nuestro mensaje era “preservativos gratis para abortar”. Esa época te daban la Caja Pan. “No, Caja Pan no queremos, queremos preservativos. Queremos laburar, queremos ganarnos la vida, no queremos mendigar”. Y todavía queremos eso. Yo salgo a la calle y una caja de preservativos cuánto sale. Yo tengo 43 años pero si soy un pendejo, no tengo laburo y me quiero ir a comprar forros, hay por ahí pero no en todos lados y no tengo ni para morfar. Así pasa. Lamentablemente, el mundo desde que yo arranqué a tocar, del 83 hasta acá, no cambió, lamentablemente, al contrario, veo esas cosas y por eso salgo a tocar. Hay canciones, por ejemplo, que hablan del servicio militar obligatorio, canciones que yo tenía, que son canciones buenas pero ya no toco más aunque me gusten. No las toco más porque no tienen sentido. El servicio militar obligatorio no existe más. Me encanta la música, me encanta la canción, sí, pero ya no tiene sentido para mí tocarla porque ya no sentido para luchar para eso. Todavía siento, tal vez, por muy ambicioso que sea y tengo todo el derecho de hacerlo, quiero más amor, más libertad, y no la encuentro ni la veo. Entonces salgo. Capaz que en mi delirio pienso que estoy aportando algo. Yo creo que sí y si me equivoco el tiempo lo dirá. Yo creo en salir a hacer cosas, a pintar, a gritar, a bailar, a cantar, expresarte y no guardarte las cosas hace que seas mucho mejor. Uno cuando ya está liberado, irradia eso. Yo no sé si voy a cambiar el mundo pero sí trato de cambiar el pequeño espacio donde me estoy moviendo. De eso hablan mis canciones, de que vos seas, que no importa el qué dirán, que vos sigas, que no dejes que vos no seas.”
Un rato antes de nuestro encuentro, un bar céntrico busca llenar su vacío con un televisor chillón que dispara publicidades sin cesar. En medio de la tanda se cuela una melodía indescifrable pero sospechosamente conocida, más que familiar, casi que debería tener una letra que ya se debería estar entonando. Pero no, es una treta publicitaria. En una especie de cadena de regurgitación warholiana llega otro melodioso jingle inspirado en irresistibles canciones de este nativo de Campana. Otra más y el conteo parece no detenerse. Imposible dejar pasa este guiño de las circunstancias.
-Cuántas veces tomaron prestadas tus melodías y hasta jugaron con la fonética de las letras.
Sí, muchas veces me llaman para hacer publicidades y yo les digo “No, yo a las canciones no las hice para vender publicidades” entonces me ofrecen y me ofrecen hasta que se cansan y contratan a alguien que emule, que emula como canto yo y cambia la melodía, sabe los trucos para que no haya quilombo legal y lo hace, todo bien. Si alguien me llama para hacer un jingle de algo que yo no tendría problema para hacerlo ya es una cosa pero ya poner una canción que no está para eso, no hago la canción para eso. Mientras sea inspiración para algo lindo, como componer una canción y no algo para vender armas o cosas así.
Txt: Lucas Canalda
Ph: Renzo Leonard