En apenas meses de actividad pública, Bubis Vayins irrumpió en la movida recitalera rosarina a pura fuerza poética y adrenalina pulsional.
Empatizando fuerte con un público crecido en el circuito cultural autogestivo, irradian un magnetismo generacional propio de un tiempo donde las normas se tambalean y lo estipulado ayer es un plato rancio que ya nadie quiere tragar.
Siempre veo algo en la oscuridad, su álbum debut, toma las angustias inconscientes acechantes para sublimarlas en un fuego que impulse a cambiar un mundo seteado desde lo predecible.
I
Bubis Vayins está integrado por Nicolás (alias Nineo Zoom) en guitarra y voz, Maru en guitarra y voz, MireNah (Miru) en bajo, Sofía (Colo) en sintes y Camilo en batería. Como individuos –y como grupo– los integrantes del quinteto crecieron contando con la inmediatez de la internet y supieron aspirar a una perspectiva trascendental gracias al descubrimiento de un circuito cultural rosarino gestado como la posibilidad certera de imaginar un mundo corrido de lo establecido por la masividad uniforme.
Cinco almas que son parte de una generación que supo nutrirse en ferias y encuentros de poetas, y que pudo disfrutar de un festival apropiado: el representativo Otro Río, un punto de referencia para buena parte de los músicos independientes del último lustro.
Bubis Vayins sorprende por la absorción del mundo cercano que los rodea. Tanto en sus canciones como abajo del escenario, el grupo se hace carne en quiebres estéticos y balizas referenciales que ayudan a pulir el concepto de su música y la estética de su imaginario. Conversan sobre Julia Enríquez (escritora, creadora de Danke Ediciones), Los Cristales, Dalia Desamor (poeta y performer con la que grabaron la canción La niña soledad), La Metamorfosis del Vampiro y más. Hacen referencias a retazos del low fi de otras épocas y tierras algo lejanas. Pero siempre vuelven a Rosario, hábitat que supo catalizar sus inquietudes, sean colectivas o individuales.
Miru es la única integrante de la banda que nació en Rosario. Maru viene de Bariloche. Nico de San Nicolás. Camilo llegó desde Pergamino. Y la tímida Colo es nativa de Colón, Buenos Aires. La ciudad supo cumplir un rol de contención en su formación y, eventualmente, generó el encuentro propicio para que el grupo llegue hasta este presente auspicioso.
Saben también que, no hace tanto tiempo atrás, hubo una movida que sirvió como piedra fundacional. Desde el principio Nico menciona a Planeta X, charla sobre su música y sobre iniciativas de las que oyó hablar cientos de veces. Cuenta con velocidad como la poesía local lo encaminó a autodescubrirse y como varios zines le elevaron preguntas que hicieron ruido en su cabeza.
“En Rosario nos encontramos con elementos que nos flasheron. Info que realmente paralizaba un poco. Había música, gente haciendo movidas. La data te llegaba de todos lados”, recuerda Nineo Zoom, que llegó a la ciudad para estudiar música.
“A diferencia de Planeta X, nos criamos puramente con la tecnología en la palma de la mano. Crecimos con YouTube y mil facilidades que re expandieron nuestra curiosidad”, señala el guitarrista, marcando una importante referencia generacional. Maru también señala a la disponibilidad tecnológica como una pata esencial para su camada: “Para nosotros fue una herramienta fundamental para incorporar conocimientos y generar atención. Esa posibilidad de la tecnología, de las redes sociales, es la oportunidad de llegar a la gente en un principio”.
– Ustedes surgieron de manera algo silenciosa. Al principio asomaron mostrando lo que se estaba gestando en los ensayos. En menos de un año lanzaron un disco debut que tiene una identidad real. En diez meses armaron una base de seguidores importante. Eso se debe a que empatizaron con personas que tenían una identificación fuerte en la poesía, el dibujo, la pintura, u otras disciplinas, pero no tanto en las canciones…
Maru: Hoy en día va mucha más gente a los recitales, pero en un principio fue convocar a nuestros amigues a ver qué hacíamos.
Nico: Nosotros por primera vez estamos mamando la música del presente. Por eso siento que empatizamos tanto. Yo hice arte casi toda mi vida y casi nunca estuve tan en el presente como ahora. Nunca estuve tan alucinado por el presente. Amé la música de diversas décadas, pero ahora está pasando algo, se está yendo todo a la mierda.
Maru: Además, cada finde nosotres vamos a ver bandas. Vamos todes, casi en formación. Se siente una efervescencia que estaría bueno que transcienda las fronteras de la ciudad. Todo queda reducido acá, no sé la razón. Nosotros estamos en constante búsqueda, pero no sé cuál sería el mecanismo que habría que encontrar para que esto explote en otros lugares. En Rosario hay un valor re zarpado. Recientemente vimos el estallido de Mendoza, con bandas que se conocen en todo el país. ¿Por qué Rosario no puede tener eso? Rosario tiene una historia detrás.
Maru: A nivel colectivo siento que es hora que esto empiece a pasar afuera, que llegue más allá de Rosario. Todos tenemos que hacer más ruido para salir. Lo que está pasando es terrible.
II
Siempre veo algo en la oscuridad, ópera prima de Bubis Vayins, consiste en casi cuarenta minutos de una secuencia en repetición compuesta por un ciclo de sexualidad, mortalidad y terror aniñado. Diez canciones que se permiten una simplicidad para el oído primerizo, hasta que una escucha más atenta advierte una construcción puntillosa. Líneas de bajo decididas. Cambios de tiempos. Temas en quinta, punks o post punk. También beben del post rock. No importan las etiquetas ni las descripciones fáciles. La banda sabe eso. Son partícipes concientes de un proceso de deconstrucción que se distancia de todo género preciso.
Como partiendo de una progresión evolutiva de la mitología que John Cameron Mitchell generó con Hedwig and the Angry Inch (2001), Bubis Vayins enfila hacia su propio imaginario. Tal vez por eso le niñe de la cubierta del disco es una criatura a la que cada mirada sabrá deducir. La portada (una creación de la Colo, a cargo de todo el arte) presenta a le niñe hamacando a un ser de sombra. Un juego divertido entre un ser y su oscuridad, casi en armonía y complicidad.
En las letras de les Bubis hay omnipresencia de la mortalidad. Todo puede terminarse en un parpadeo. Al mismo tiempo, hay una urgencia que quema en el pecho. Es una angustia que paraliza pero que demanda acción inmediata. En esa certidumbre de finitud que se hace carne en el grupo aflora, a la par, la inquietante necesidad de acción. En esa prisa por hacer, reside la capacidad salvadora o redentora ante tanta certeza irremediable de muerte.
Son los terrores nocturnos que nunca abandonan el pecho. Lejos de irse, se quedan ahí, como una presencia más, siempre angustiante. Al principio es una presencia perturbadora que luego se transforma en complicidad regular, aportando perspectiva y pulsión. Esa sombra, ese ser oscuro, al final, es un un motor, un impulso para activar y escapar de la asfixia. Todo eso se nota en el grito urgente de la canción Habitación: “¿Qué hago con todo esto que me habita?”, se pregunta Maru en un crescendo que tiene a la acción como única respuesta viable. Más que pregunta es un grito para activar; una acción desconocida pero que necesita hacerse ayer.
El disco fue grabado en el Fructuoso Record Club (FRC) durante diciembre de 2017 y enero de 2018 en sesiones ultra enfocadas. Posteriormente fue masterizado por Ignacio Molinos en su clásica Mansión Mutante. “Desde el vamos el concepto estaba bien definido”, comenta Ezequiel Fructuoso, ingeniero de grabación y productor del álbum. “La banda tenía muy en claro la cuestión musical. Nico me trajo los midis de todos los instrumentos. Cuando lo vimos en el Pro Tools todo estaba absolutamente detallado al milímetro, cada nota que tenía que tocar cada uno de los instrumentos. Simplemente había que tocarlo y darle un audio real a esas composiciones en Midi”, recuerda sobre el trabajo realizado el verano anterior.
Concluidas las sesiones de grabación en el FRC, Fructuoso propuso dos opciones probables para la mezcla: una aproximación americana o una británica. “La idea de dos mezclas diferentes fue porque querían ver hasta dónde podían llegar con cada uno de esos audios”, explica el sonidista. “Preparé dos mezclas sobre un mismo tema. El sonido británico tenía más mezcla, más profundidad, más delay. En definitiva, era un sonido que uno identifica más con esa cosa británica oscura a lo The Cure. Luego hice todo a la inversa: instrumentos bien al frente, casi nada de efectos, o al menos que no se noten, que estén los instrumentos bien despegados, que se note la definición de cada uno. Fue algo más cercano a Surfer Rosa de Pixies, probé por ahí, por un lado (Steve) Albini, bien fuerte, bien en tu cara”.
Si bien hubo una respuesta positiva de ambas mezclas la definición se basó en qué sonido sentaba mejor a Bubis Vayins. La aproximación americana fue la decisión unánime. Desde allí partieron a la mezcla definitiva. “Fuimos para ese lado, buscando un espíritu más punzante y presente. Tiene que ver con lo que es Bubis Vayins, con sus letras”, finaliza el productor.
III
El sábado 10 de noviembre es la primera jornada del Festi Casero, encuentro dividido en dos partes organizado por Remedio Caseros Discos. El sello propone una noche en el bar Anderson con Lucas Roma, Belarus, Rosedal y Bubis Vayins. ¿La entrada? 100 pe y un alimento no perecedero para colaborar con distintos comedores infantiles.
El recital funciona, además, como el cierre de la etapa del quinteto con el floreciente sello local. En una semanas, Bubis Vayins será oficialmente parte de BPM Discos, label de Buenos Aires manejada por Alejandro Schuster (Viva Elástico) y Sebastian Beretta.
En el camarín del bar de Pichincha, entre pizzas veganas recién salidas del horno y cervezas heladas, se improvisa un concurso: Homeros dibujados en fibrón sobre la pared. En la competencia no queda claro si hay un representante por banda o simplemente de cada individuo por sí mismo. Lisandro, guitarra y voz de Rosedal, va primero y traza un Homero básico pero cumplidor. Nico va segundo y la emprende con un Homero de cálculo errado en su (no) cabellera. Los dos pelos característicos del banco de órganos del sector 7G pronto se convierten en varios más. Es demasiado tarde para volver atrás, la pared no se puede borrar. El concursante, de reflejos atentos, rápidamente dibuja al Homero con la cabellera (trasplantada) de Snake. Por último, el jovencito Santino (AKA Gladyson Panther), arremete con su dibujo. Lo que a priori parece una ilustración desproporcionada pronto se convierte en el Homero ganador. Nadie se atreve a seguirlo y se declara ganador al silencioso héroe del rocanrol.
El cigarrillo post cena sirve como excusa para evacuar el caluroso camarín. En el patio, bajo el cielo estrellado, las risas espontáneas siguen apareciendo, en una química grupal que sin dudas tiene mucho futuro más allá de las formalidades de un sello.
“Con Remedio Casero vamos a seguir viéndonos y haciendo fechas como siempre, por supuesto”, explica Maru sobre el cierre de este capítulo.
“Lo de BPM surgió cuando Ale Schuster nos vio tocar en Rock In Vi”, cuenta la guitarrista, con una dicción impecable, cortesía de una madre fonoaudióloga y un hablar que todavía se mantiene fiel a su Bariloche nativo. “Esa noche le encantó la banda y a los dos días nos llamó para contarnos que estaban armando el sello y preguntarnos si queríamos formar parte. Está buena la oportunidad. Está piola la propuesta y nos hace sentir tranquis para ciertas cosas, por ejemplo, poder producir nuestra música en calma”.
“Nos fuimos conociendo de a poco con BPM. Es un sello que recién empieza. Nos flashea la confianza en nosotros. Son gente copada. Posta que es algo flashero que alguien confíe e invierta en estos tiempos. Nosotros estamos pensando en grabar el segundo disco. ¿Cómo grabar en tiempos así, donde todo se desmorona? Nos tranquilizó mucho la confianza del sello en nosotros”, agrega Nineo Zoom. “Nos tiene contentos el crecimiento sostenido de la banda. Eso nos ceba mucho. Que pasen cosas así nos llena de confianza. 2019 es el año en que queremos ir a Buenos Aires y a otros lugares. La cosa es mostrar nuestra música”, agrega.
Pasada la medianoche, Lucas Roma larga con sus canciones solistas. Acompañado por su guitarra, un sinte y una laptop, alcanza a tocar tres canciones cuando se ve obligado a interrumpir su set ante la llegada de inspectores municipales y la GUM. Luego de un parate considerable, Roma vuelve a tomar el escenario e interpreta canciones de su disco Los que nacieron al revés y un estreno que será parte de su próximo trabajo en solitario.
Belarus dispara su set sin interrupciones ni palabras entre canción y canción. Tienen un disco llamado Reflejos, de donde salen algunos temas. El resto forma parte de un repertorio que está en pleno proceso de desarrollo bajo una nueva formación de trío. El sonido post punk oscuro y opresivo tiene momentos de reflejos melódicos cuando el cantante y guitarrista Sebastián Tarzia toma el liderazgo con decisión. Antes de despedirse, invitan a Lisandro de Rosedal para una versión furiosa de El espejo, de Todos Tus Muertos.
Cuando el efecto envolvente de las canciones de Rosedal está iniciando su viaje todo se detiene súbitamente. Otra vez hay que parar. Ahora es la policía quien llegó al bar para inspeccionar. O al menos eso dicen. Los encargados de Anderson tratan de resolver el incordio de los muchachos del patrullero, que se retiran luego de unos veinte minutos. Sin desperdiciar un segundo, el cuarteto vuelve a hundir sus miradas en las pedaleras y liquida un set poderoso que deja con ganas de más. Cuando terminan, Orsi, guitarrista y cantante, confiesa su frustración por las repetidas interrupciones.
Pasadas las 2 AM Bubis Vayins cierra la noche. Entre lo emotivo de la despedida y un reloj que corre buscando burlar una tercera visita de la gorra, la fórmula soft-loud-soft se intensifica. Tocan Pizza de arroz, La niña soledad, Ya te vi y Siempre veo algo en la oscuridad, entre otras canciones . Entregan una versión extrema de Lxs niñxs invisibles y en el “nada, nada, siempre nada” del final las venas del cantante están a punto de reventar. Lejos de quedarla ahí mismo, Nineo Zoom baja energizado del escenario, abrazándose a sus compañeros de Remedio Casero.
IV
BPM Discos se presenta en sociedad el último día de noviembre en el Club Social y Cultural Matienzo, en la capital del país. Esa noche las bandas que integran el sello tocan gratis con sets breves de cuatro canciones. La grilla anuncia a Gay Gay Guys, Bubis Vayins, Excursionistas, Max, The Chantaz, Re signados, Amplilabial, Los Bicis, Penny Peligro y a los veteranos mods de The Puñeters.
Esa tarde un micro parte desde Rosario hacia una Buenos Aires cooptada por el G20. La incursión narco indie al Matienzo está compuesta por unas cincuenta personas que bajo una lluvia torrencial se reúnen en plaza Sarmiento. El colectivo se llena con puntualidad. En los asientos se reconocen muchos rostros: hay integrantes de Rock Villero y de Júbilo Discos, la poeta Dalia Desamor viaja con sus fanzines, una fotógrafa captura todo el road trip. El rango etario oscila entre 24 y 30 años. Algunos pocos DNI acusan treinta y pico. El sonidista Fructuoso junto a Manolo Robles, periodista de El Eslabón, y los choferes, son los únicos + 40 a bordo del bus.
Lejos de especulaciones, persecuta y suposiciones varias que involucran a la gendarmería de Bullrich o a la policía vidalista en las rutas de la provincia, no pasa nada en todo el trayecto. El operativo de seguridad obliga al conductor a rodear los acceso a la ciudad capital, circulando entre carteles de “Cerrado el paso” y “Controles adelante”, pero finalmente llega en el horario estipulado: 20 horas.
Cuando el contingente desciende del micro, una extensa fila de rosarines invade las calles de Villa Crespo en dirección al Matienzo. Se respira un aire de excitación y nerviosismo. Entre los Gay Gay Guys, el único que mantiene la verborragia es Nico Andino, guitarrista y antihéroe. Les Bubis están expectantes ante una jornada que desde hace algunas semanas les genera algo de ansiedad.
El maratón de música en vivo comienza a la medianoche y bajo ese aviso, las cincuentas personas se dividen entre pasillos y salas del centro cultural. Otras se cruzan al minimarket en busca de una cerveza fría.
Las bandas visitantes llevan sus instrumentos al depósito y luego se encuentran con el resto del equipo de BPM para ir apuntando detalles técnicos. En una especie de persecución digna de cine catástrofe, la tormenta de turbiedad tropical llega a la Capital Federal pegando fuerte con agua y viento. Paulatinamente el patio del Matienzo se va llenando con una lluvia incesante. Impoluta de goteras, una feria del sello anfitrión exhibe vinilos de The Puñeters y Excursionistas. Además ofrece remeras de casi todos los grupos presentes.
Indiferente a la tormenta, sobre las doce, el público empieza a llegar. Fico, guitarrista de Massacre, es el DJ encargado de amenizar la previa y en los tiempos entre cada artista. Suenan Gang of Four, Ramones y The Jam.
La sala permanece colmada durante la mayor parte de la noche a base de una rotación de gente que se acerca a escuchar a la banda que le interesa y se queda chequeando las siguientes propuestas. Entre la audiencia hay unos pocos periodistas y algún actor joven que durante 2019 será sensación. Están ahí porque rosarinos residentes en Buenos Aires los llevaron prometiendo buena música garantizada.
Enfundados en negro total y con su elegancia mod, The Puñeters da cátedra hilvanando una canción detrás de otra. Casi sin palabras, se van, ante gritos que reclaman por más. Penny Peligro logra inyectar una buena dosis de pop lúdico a pesar de los problemas técnicos que sufre durante su repertorio.
Conectando sus instrumentos con calma, los Bubis Vayins toman el escenario sobre las 2 AM. Cuando enfrentan al público, la sala está llena. Los rosarinos y rosarinas que acompañaron están bien presentes casi rozando el tablado. Pero se cuentan muchas más caras atentas. Les Bubis son la criatura más preciada y distinta de BPM. Se nota en los rostros presentes una expectativa por ver a este quinteto disruptivo. Tras un breve saludo, disparan Siempre veo algo en la oscuridad, A mi me gusta vivir con vos y Pizza de arroz. Ansiedad, última canción, es una rafaga de energía de apenas dos minutos que enciende a más de la mitad del auditorio. Quien no está cantando, está absorto en estos cinco chiques. Nineo Zoom está doblando sobre sus rodillas, tocando en el piso, estallando de energía mientras hunde su cabeza en la guitarra. Maru canta, golpea su guitarra y atrapa al público con decisión y expresividad total de manos, voz y cuerpo. La Colo le pega al sinte, entre saltos gentiles. La base cruza miradas y sonríe con una perspectiva privilegiada. Sin más tiempo, Maru se despide con un “muchas gracias” entre cánticos de “Una más y no jodemos más”.
Sobre la madrugada, Gay Gay Guys clausura la noche con la seguidilla de El rocanrolero, Droga y delincuencia y Pichincha. La despedida con Rosarino cool es una turbamulta que salta mientras corea palabras y riffs. Sobre las cabezas del público, haciendo crowd surfing, aparece un oso de peluche gigante perteneciente a las Penny Peligro. El oso salta por sobre las cabezas y hasta el escenario donde se queda abrazado al frontman Robles, quien finalmente lo devuelve al pogo para que termine la noche bailando como el resto de los presentes.
En Puerto de Ideas, el Matienzo o el Festival Bandera, les Bubis suenan ajustadisimos. Un resultado propio de sus constantes ensayos. Dueños de sus matices, explotan, la pudren, recitan poesía abrasiva, susurran y se ríen. No importa hacía qué mood se dirijan a velocidad postpunk, siempre están en control absoluto. La base de relojería provista por Miru y Camilo es el territorio donde Nineo Zoom, Maru y Colo construyen. Siempre afilados, nunca rígidos, Bubis Vayins detona un sonido donde cada línea se entrelaza, dejando casi nada librado al azar.
El quinteto ensaya con una constancia irrompible. Además de pulir y desarrollar nuevo material, cada encuentro funciona como una manera de celebrar su amistad. Días antes de las fiestas, cuando llega el momento de partir hacia sus respectivos terruños, la mejor manera de despedirse y celebrar el fin de año es ensayar. “De paso nos besuqueamos todes por dos horas”, comenta Nineo Zoom al pasar.
Les Bubis Vayins irradian hermandad. Las estadísticas demuestran que si hay une Bubis presente, el resto esté allí, también.
Con personalidades que se complementan, los cinco tienen una sensibilidad a flor de piel, virtud desde donde parecen absorber todo lo bueno que los rodea mientras no dudan un segundo en meter filtro y distancia ante la toxicidad de un circuito prolífico en vanidades.
Lo admiten, son bien ñoños, de los libros, de las partituras; ñoños orgullosos del descubrimiento y de las cosas frikis de la Internet. Eso también los hermana en su forma de abordar sus canciones. La Colo es la primera en apuntar el nivel de detalle que conlleva el trabajo del grupo. “Tenemos en cuenta todos los parámetros posibles para poder hacer que suene mejor”. Maru inmediatamente toma la posta. “Nosotres, en la vida, somos re ñoñes. Es así. Me hago cargo de mi ñoñez en todos los aspectos. Eso hace que seamos muy obses en algunas cosas”.
Ese armado milimétrico, capa por capa, se dio con naturalidad cuando en las primeras juntadas pintaba una primerísima idea de lo que llegaría a ser Bubis Vayins. Ese aspecto, entre académico y obse, entre crudeza excitante y control total, es uno de los principales atractivos de su entrega en vivo.
Nineo Zoom se entusiasma cuando desde el exterior se reconoce la pasión por la construcción detallista del sonido del grupo. “Sé que termina sonando re cósmico, re Castaneda, pero todos llegamos a la música por un mismo camino: mediante la partitura. Yo estudié composición en la facultad; Camilo, el niño prodigio, se recibió en la facultad; Miru estudió saxo además de dominar el bajo; Colo estudió piano y sabe leer partituras. Se dió ese lenguaje en nosotros. La manera de construir la música se evidencia desde afuera. Primero tiene que funcionar en la partitura. Nosotros separamos mucho los espectros. Las capas están pensadas como se piensan en la música clásica. Ahí está la diferencia cuando empezás a leer o a flashear con la partitura, con la armonía en vertical y ver todas las alturas al mismo tiempo. Veo bandas muy capas, que están tocando ritmos tremendos, y sé que fallan en el momento en que interactúan. Hay algo que se está perdiendo y se están ensuciando. Nosotros desde el momento inicial estamos pendientes que nadie ensucie al otro. Hay un juego muy de limpiar y de pulir. Si hay algo raro, somos re obsesivos con eso. Si hay algo que no funciona, no sabemos si es en la armonía o en el timbre, capaz que hay que cambiar la guitarra en tal tema, buscar una ecualización más aguda. Eso es primordial. Es un proceso, va desde la composición hasta llevarlo a la sala”.
– Una vez que aparece el disco, salieron con otra impronta al vivo. Colgar las canciones fue dejar en claro que había algo que decir. Eso fue complementario a lo que demuestran en los recis. Allí no curten la postura de apatía o de medalomismotodo. Están comunicándose con el otro.
Maru: Es re importante para nosotres decir cosas relevantes sobre lo que estamos viviendo. Estamos aquí. Somos las que marchamos. Tampoco creo que digamos tanto. Pasa mas por el planteo estético que por la palabra literal. No creo que seamos tan contestatarios. Me suena de otra época algo así. Somos coherentes entre lo que pensamos y lo que decimos cuando tenemos la posibilidad de tener un micrófono adelante con gente que te está mirando y escuchando con atención. Es muy loco tomar consciencia de que alguien te preste su atención. Me flashea que alguien tome con irresponsabilidad esa oportunidad o que te dé igual. Yo no puedo.
Nico: Creo que nuestra generación vino con la fortaleza y el deseo de cambiar el mundo. Se nota en todes, en el ruido que se produce. Cada vez aparecen más pibas y pibes que son políticos y la tienen re clara. Hay futuro. Se terminó esa estupidez de que no vamos a construir más nada porque ya está todo y no se puede cambiar. Ahora la cosa es construir a pleno, no voy a hacer nada de lo que vos esperás que haga. Para nosotres, lo primero re político fue la música. Empezó a aparecer una música y nos dijimos que era lo que teníamos que hacer. Es ésto. Las ideas de la guitarra son así; el sinte así; vamos a respetar todo esto. Después, cuando tuvimos que ponerle letra a la música nos dábamos cuenta que estábamos más atrasados. Nos re costó hablar como lo hacemos ahora. Lo buscamos una y otra vez. Trabajamos mucho. Leímos a muchas pibas y pibes de Rosario. Fuimos desde ahí hasta que finalmente pudimos largar todo lo político que llevamos dentro.
Maru: Lo realmente valioso es poder conectar con lo que te pasa adentro o le pasa a tu amigue, darte cuenta que no querés vivir así. Ya no tenés ganas de que impongan nada. Realmente no lo podés soportar cuando tomás consciencia de eso. Las letras tienen algo super cotidiano, profundidades nuestras que tratamos de acercar con una cercanía en el lenguaje. Por ahí transitamos otros momentos en que andábamos re flasheros, flasheando Castaneda. Ahora la idea es volver al núcleo central.
– Se nota ese esfuerzo por hacer valer cada palabra de la canción. ¿De qué manera van armando cada letra? ¿Lo hacen en conjunto?
Maru: Las trabajamos entre los dos. Nosotros flasheamos un montón cuando descubrimos que se podía decir mucho con poco. Eso nos pasó específicamente con los libros de Julia Enriquez. Somos muy fans de ella. La noche que sucedió fue una sensación increíble; fue saber apuntar lo que quería hacer con mi arte. Poder transmitir con esa simpleza todo esto que me está generando a tal autor. Desde ahí tratamos de reducir a la mínima expresión. Buscamos ser lo más directos con las ideas. Buscamos partir de ideas simples, tanto en las letras como en la música. Por momentos hasta buscamos el ejercicio de escribir frase y frase.
– Las letras tienen una omnipresencia de la mortalidad. Todo puede terminarse en un parpadeo. Al mismo tiempo, hay una urgencia que quema en el pecho. Es una angustia que paraliza, pero que demanda acción inmediata. “¿Qué hago con todo esto que me habita?” Necesito activar. Una canción, una poesía, gritar, bailar, no sé qué, pero sí necesito hacer algo con eso, ya.
Nico: Hay una idea fija ahí. Son ideas recurrentes. Entiendo que son mías. Lo confieso. Por la noche estoy en la cama, tapado, pensando en la muerte. Me pasa seguido, de repente, tener miedo y estar temblando. Está presente eso. Se siente la muerte acechando en las letras.
– Es una finitud muy palpable la de sus canciones.
Maru: Son sentimientos genuinos. Darte cuenta de eso es una euforia, te cae la ficha que todo es ahora. A la gente eso también le llama la atención. Nos han dicho “ustedes son muy sinceros”. Hay gente que no quiere expresar algunas cosas. Esa mortalidad, eso que puede ser inminente, no todos quieren cantarlo.
Nico: Nosotros hablamos de simplificar todo, ese proceso de simplificar nos llevó a sacarnos disfraces. Hablar spinetteanamente me llena de ropajes. En realidad, lo que quiero decir está más abajo, voy sacando capas y encuentro ideas muy aniñadas, cosas muy recurrentes. Sigo temblando de la misma forma en que lo hice a los ocho años cuando me enteré que había muerto una tía. Es ese momento en que tomás conciencia de manera brusca sobre la mortalidad. Esos mismos miedos son carne una y otra vez, nosotros estamos en ese filo.
TXT – Lucas Canalda
PH – Renzo Leonard
Asistencia – Flor Carrera
Corrección – Dani Rand