Densha Gogó evolucionó de un proyecto musical de entrecasa creado para divertirse a ser una de las propuestas más magnéticas de la ciudad.
A pesar de los imprevistos pandémicos, 2020 les encuentra con nuevo disco y una formación de quinteto que pronto tendrá debut en vivo.
A continuación la historia de una identidad única dentro de la movida rosarina.
“No tengo término medio”, bromea Victoria Lucero días antes de responder las preguntas de RAPTO. Más allá del comentario en tono divertido, algo de eso se traduce en su caudal verborrágico que atraviesa tanto la palabra escrita como la oral. Es apasionada, ama los detalles y desde la espontaneidad desarticula cualquier tipo de interferencia externa. Es directa, con la palabra justa. No desperdicia el tiempo floreando en rulos dialécticos que dicen poco y nada. Tiene mucho para compartir, mucho para reflexionar. Al mismo tiempo, carga con data y disfruta los pormenores porque sabe que el goce viene a la par del recorrido, no de tachar metas cumplidas de alguna to do list. En ese equilibrio, ningún detalle queda librado al azar.
Victoria Lucero A.K.A. Laura Remis, A.K.A. Laura Remix, A.K.A. La Lideresa, es música, Profesora en Letras y mente maestra del proyecto editorial La Ciudad de Las Mujeres. Abocada a la gestión cultural, hace sin necesidad de oficinas, escritorios ni disposiciones burocráticas, mucho menos de rótulos. En pocas palabras: Laura sabe activar. Conocer, comprender y desandar el recorrido de Densha GoGó es descubrir a esta mujer de varios alias y múltiples oficios.
La otra pata necesaria para este viaje es Jean Luc Patulek A.K.A Diego Picech, multiinstrumentista, productor y realizador audiovisual. Agitando desde diversos ángulos, su nombre es recurrente al abordar una decena de bandas de la ciudad de los últimos años. Como CEO de Patulek Records, productor musical de Lalalas y Prethino Gol, o director de videoclips de vuelo internacional como “Un día menos” de Los Castigos, Picech supo desplegar una magia discreta que lo confirmó como uno de los talentos necesarios para marcar una parte del circuito local. El multitasking de Patulek supo hacer un trabajo de hormiga que sigue creciendo y multiplicándose.
Debido al contexto que entrama su historia, es fácil entender a Densha GoGó como una banda underground, sin embargo, esa descripción no parece del todo correcta para el que supo ser un dúo y ahora es quinteto. Más que underground, Densha GoGó fue -es- una banda off the grid. Según Wikipedia, off-the-grid se entiende como: fuera de la red, sin red o aislado o autónomo; no estar conectados a una red, que se utiliza principalmente para hacer referencia a no estar conectado a red eléctrica principal o nacional.
Durante la última década, especialmente a partir de que la tecnología se combinó con la telefonía móvil, una especie de realidad paralela empezó a tomar forma. La vida en directo, transmitida en porciones impostadas, fue llevando al contundente engaño de lo que hoy es moneda corriente en casi toda actividad: si no fue o está transmitido, entonces no sucedió realmente. Así la espontaneidad se fue diluyendo en pos de un reality constante desde las cuentas de cualquier proyecto. Pero mientras ese fenómeno se iba expandiendo sin demasiada consciencia, mucha otra gente operaba en una frecuencia diferente con la libido más enfocada sencillamente en pasar el rato de puertas para adentro.
En Rosario hubo iniciativas meramente recreativas que evolucionaron en bandas o discos más que interesantes como Sistema de Sonido Descontrol (comandado por Osvaldo Zulo), Sangre Sintética (salido del universo de Patulek Records y donde Picech toca la batería) Jean Charles and the Flaming OGT´S (iniciativa de Maximiliano Vacarini) o la apuesta conjunta de Nacho y El Robot + Ale Siniestro llamada Funeral para mi mente. Quizás en ese mismo enclave, Lalalas tuvo su inicio antes de evolucionar hacia el proyecto que hoy conocemos (y sigue cambiando mes tras mes). Para finalizar podemos citar un ejemplo recién salido del horno creativo: Emiliana Arias, Jorge Capriotti, Mauro Cuffaro y Nata Rangone se unieron bajo el proyecto de Los celos digitales, tres sesiones de electrónica experimental a base sintetizadores que data de 2012.
Coetáneo de Sangre Sintética y Lalalas, Densha GoGó se formó una tarde diciembre del 2015 en el barrio de Arroyito bajo el mero deseo de crear mediante la diversión. Combinando habilidades e intereses como la música, el cine, la danza, la poesía y la expresión performática devenida del teatro, Lucero y Picech se embarcaron en una aventura extemporánea desfachatada y rebalsada de color.
Densha GoGó tomó fuerzas y salió a la superficie de manera oficial en octubre de 2017 con Chaque tu tendal. Todavía sin tocar en vivo, en diciembre de 2018 la dupla publicó Vení a comer a casa, diez canciones que confirmaron una identidad única dentro del circuito local. Cuadriculado de marzo de 2019 mantuvo la esencia de frescura y marcó una posición clara: no esperes nada de nosotrxs, hacemos lo que queremos, podemos dejar de lado todo lo anterior sin mirar.
Desestructurado, húmedo y demasiado veloz como para rastrear concienzudamente, el grupo escupe información intensa mas no agobiante. Las canciones son breves (entre 80 y 120 segundos, la más extensa de toda la discografía es “Slinky de 206 segundos) y arrasan desde un tesón de swing bastardo y (¿proto?, ¿post?) gauche.
Hay una razón poética anidando en estas canciones, una inquietud transformadora que atraviesa el sonido y se propone en letras desperdigadas, pero que se conectan de disco en disco. Referencias explícitas y guiños camuflados saltan desde los libros. Lucero hace de Naty Menstrual, Anne Sexton, Roberto Arlt o Clarice Lispector, puntos de partida para una cosmogonía húmeda e hiperquinética. Hay partes iguales de perturbación y animación. Las canciones corren y Lucero va de las calles violentas a la familiaridad casera de unxs compañerxs.
Vení a jugar a casa
Densha GoGó fue un proyecto desarrollado en una burbuja creativa a un costado de las corrientes estéticas imperantes. Trabajando a la par, con tranquilidad y una pasión de artesanos, la dupla pudo encontrar una sonoridad diferente libre de pretensiones: no buscan figurar en listados editoriales, tampoco conquistar al mundo o ser la vanguardia preferida de un periodismo especializado que ya no existe. Además, por un tiempo, tocar en vivo ni siquiera fue una opción. Con divertirse era suficiente.
Bebé Frankenstein de estudio o la yuxtaposición de dos personalidades diferentes que resultan en un híbrido inclasificable, no hay una referencia simple para abordar su sonoridad. Algún alma audaz podrá atreverse al desafío de ponerle un rótulo, pero no será el caso de estos párrafos, puesto que entendemos que Densha GoGó más que una banda o un proyecto es una experiencia. Ese entendimiento experiencial se refuerza al haber vivido al grupo en vivo en alguna de sus escasas presentaciones en cinco años de vida.
Densha Gogó tuvo su debut recitalero el sábado 13 de abril de 2019 en Bon Scott, una fecha compartida con Franco Dolzani, otro cercano compinche del grupo. Esa calurosa noche se dio un cruce de música y danza que excedieron la lógica de un mero recital, cruzando a la orilla de lo performático. Victoria y Diego sumaron a Andrés Picech (hermano menor e integrante de Dubies) y a la VJ Flavia Cisera para complementar la formación. Mientras Cisera inundaba el cuartito de atrás con una oleada óptica de glitch, lxs músicxs dieron rienda suelta a canciones que, en vivo, eran dicha en movimiento. Con el avance del set, de repente una formación de tres bailarinas entraron en sincronía con Lucero, alterando la dinámica del cuarto con un espiral performático que dejaba a la banda dándolo todo mientras la danza intervenía sobre el público estático y el que decidió entregarse al baile.
Desconocer el miedo al error es un factor determinante para Lucero y Picech. En la génesis de todo el proyecto había demasiado por descubrir simplemente jugando entre papeles y parafernalia vintage. Nadie sabía qué era equivocarse. Esa actitud sigue hasta el presente.
El sonido particular del grupo se fue desarrollando al entrecruzar elementos analógicos y digitales, potenciando la sonoridad a partir de las herramientas disponibles. Sumergirse en ese desarrollo parece ser el entretenimiento favorito de Patulek/Picech, quien con cada nueva producción se consagra más como artesano que busca identidad mediante la precisión del hacer.
“En un principio había demos con máquina de ritmos (volca Sample), pero me gustaba la idea de que hubiera batería acústica por el estilo que veníamos haciendo”, recuerda el polifacético Picech. “Para eso usaba un grabador de cinta, con el fin de usarlo como efecto, para que queden saturadas”. Una vez digitalizadas las cintas, el productor empezaba a grabar bajo, guitarras y algunos sintes (Yamaha CS) en el Ableton.
Para Densha Picech siempre priorizó la guitarra acústica, sumando las eléctricas únicamente para usar en las melodías. Los tres primeros discos fueron desarrollados de la misma manera, siendo Romance el más acústico de todos.
Por su parte, las canciones de Victoria surgen desde la simpleza melódica. Algunas acuden a la mente de Lucero, otras se pegan a su oído y van degenerando en algo propio. Su relación con la música siempre fue de oído y nunca quiso diluir ese vínculo. Luego de cuatro discos ese proceder sencillo sigue funcionando.
Parte considerable de las letras viene desde esa aproximación orgánica. “Hago un ejercicio que empezó con Las chicatas, mi primera banda (junto a Dalia Desamor y Sofía Amigo), algo similar a los talleres literarios: se te ocurre un sonido que tiene que ver con una cantidad de sílabas y buscás palabras”, cuenta.
No cuesta demasiado imaginar a Lucero sumergida en sus libros para luego cranear ideas mientras avanza por la ciudad en bicicleta, de un trabajo a otro. Según explica, “me gusta usar el lenguaje en el sentido poético, más por el sonido que por el significado. Una letra es un montón de tachones pero sensible, graciosa, frontal, me suena muy yo”, concluye.
2020
Al momento de repasar el derrotero del grupo, la narrativa de Lucero es casi abrasiva; te mete en situación, armando un mapeo rico en detalles, hipervínculos y letra chica; ningún dato es demasiado pequeño, no hay asteriscos que tiren la data para más adelante, todo es parte del cuadro mayor. El rastro de Densha GoGó permite revivir una parte de los entramados culturales desperdigados por la ciudad. Música, poesía, fanzines, ferias, noche y otras acciones DIY se multiplican en una bio en construcción y con el deseo claro.
Antes que la pandemia hiciera su gracia sobre 2020, Densha GoGó anunció una formación renovada conformada por Kimi Neptune (Daddy Rocks, Chicle) en bajo, Carla Colombo (Perro Fantasma) en sintetizador, Gabriel Hauscarriague en guitarra y Leandro Paquez (Rosedal, Olvido) en batería. Laura completa la alineación como cantante.
La ausencia de Picech no es definitiva, puesto que la idea es que se sume más adelante. Disfrutando a pleno el oficio de producción musical, por ahora Patulek es un integrante no presencial del grupo. Su socia creativa señala que “tocar con Diego es una de las experiencias más placenteras que tuve en la vida”. ”Diego está muy contento de saber que hay gente tocando nuestros temas y un poco la banda también se formó más allá de los estilos diversos de cada une, con personas que tenían ganas de tocar los temas de Densha y ese espíritu es bastante lindo para empezar”, agrega en una primavera en la que el quinteto va sentando las bases de lo que habrá de venir.
La renovación del grupo encuentra su origen en el último trimestre del 2019, año donde los festivales reinaban por doquier. De forma casual, tan simple como una conversación espontánea, el nuevo espíritu de Densha GoGó estaba en marcha sin que nadie lo supiera. “En un festival de Núcleo, yo estaba con la editorial feriando y re contenta de ver a todas mis bandas favoritas prácticamente juntas, se dio algo así como una iluminación, que surgió igualmente de un deseo muy profundo. Ese día, se acercó Paquez y me dijo que le re gustaba Densha y que por qué no tocaba los temas, me sentí intimidada y a la vez dije, por qué no tocás vos la bata, y ahí empezó todo. Después se fue dando, ya me sentía tan contenta de tener un batero y además tan decidido a tocar, que empecé a buscar el resto”, explica Lucero.
A partir de ese primer paso todo entró en movimiento. Las personas correctas estaban cerca, ya siendo parte del universo personal de Lucero: con Neptune venían trabajando en la editorial; con Colombo tenían una aventura previa llamada Las Parcas; Hauscarriague había participado como guitarrista en Vení a comer a casa. El equipo estaba al alcance de una charla informal, la buena vibra estaba garantizada por años de compartir la movida y proyectos en común. Todo parecía encajar a la perfección.
Con la renovación Lucero pasó de tener un solo socio creativo a tener cuatro, con personalidades y formaciones bien diferentes entre sí: canción, indie, punk, hardcore, pop y post rock. Si en un principio Densha GoGó fue un crisol de mixturas desprejuiciadas al comando de un par de músicxs con ganas de divertirse, el nuevo level promete sorpresas mientras se multiplica la diversidad de experiencias.
Según la palabra de La Lideresa, el arranque de la nueva formación fue tan fácil como práctico. De hecho, los buenos resultados hasta la sorprendieron. “Tuvimos un muy buen primer ensayo, después vino el segundo, tercero, y siempre nos sentimos bien en general. Ojalá siga así” , señala.
Contando con la química justa, llegó el momento de encarar las canciones del catálogo desde la formación de quinteto. “En un principio el sonido no me convencía mucho porque no era igual al disco y creo que una vez que lo aceptamos, todo mejoró”.
El desprejuicio y la mixtura de estilos son parte característica de Densha GoGó. El espíritu de siempre parece afirmado con lxs cinco que ahora se divierten entre salas de ensayos varias que rotan según las promociones que encuentren y la disponibilidad de horarios que puedan equilibrar.
La nueva etapa del grupo llegó en un contexto raro donde los recitales estuvieron parados durante casi diez meses. Luego de una frustrada noche en el ya desaparecido Club 1518 (RIP) y todavía sin posibilidades reales de volver al ruedo frente al público, Densha GoGó espera con paciencia la oportunidad de salir a presentar Romance. Mientras tanto, profundizan su amor en la sala de ensayo, sobreponiéndose a los altercados de agendas individuales que contemplan trabajos y otras bandas.
Según Lucero, se siente raro el parate recitalero, muchas veces cayendo en el desánimo. Sin embargo, el grupo pudo encontrar el disfrute en la sala de ensayos, encerrándose a tocar, probar e ir encontrando la piel de un tiempo nuevo.
Mientras 2020 corre sus últimas semanas, todavía dista de aclararse con respecto a los recitales de expresiones minoritarias. Si bien las disposiciones parecen estar listas para los conciertos al aire libre resta saber qué será de los espacios de menor escala.
“El viernes fue mi primer reci, organizaba Nela (Marianela Menelli) del Distrito7 y Remedio Casero Discos, tocaba Kimi con Hombre de Color y Torneo de Verano. La pasé bomba”, cuenta Lucero sobre la segunda Posta Sanitaria Cultural que tomó en Hevalé.
“Creo que poco a poco va a volver todo, tenemos una capacidad de adaptación tremenda pero también hay que empezar a agitar un poco, porque no hay voluntad política ni lobby comercial para que vuelva la música. Había una vidriera, se escuchaba bien, había amigues, latas de birra, yo la pasé bárbaro, pero entiendo que no soy un parámetro para medir nada, menos la normalidad. Esa fue mi experiencia más cercana, lo demás no lo puedo saber. No soy optimista, soy más bien cabeza dura, transformadora, creativa, me molesta cuando me dicen optimista, lucho todos los días para que no me aplaste el sistema, me considero parte de la resistencia y creo que los vínculos se construyen y también el deseo. También creo que siempre está la posibilidad de potenciarnos como sociedad y seres humanes, depende de qué lado de la vereda quieras pararte, sea el contexto que sea. Ojalá podamos tocar pronto con Densha y vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que eso suceda”.
Romance
Romance se publicó vía Bandcamp el pasado mes de agosto. Si bien el disco fue grabado por la dupla clásica más un aporte de Hauscarriague, la cubierta presentaba a toda la nueva formación, abrazando de lleno una nueva etapa.
Las voces del disco fueron grabadas en casa de Lucero en el barrio de Luis Agote, donde junto a Picech y Hauscarriague triangularon un estudio ad hoc. Por unos días la artillería de Patulek se trasladó para la ocasión y allí sentaron base hasta concluir. Hauscarriague grabó sus coros el mismo día de su cumpleaños por lo que al finalizar con la tarea, comieron torta.
Desde su estudio Picech se despachó con las baterías, bajos, guitarras y sintetizadores. De acuerdo a Lucero, “el sonido que consiguió es algo inmenso. Quizás tiene que ver con esto que decías de lo artesanal, de cómo Diego se volvió cada vez más meticuloso en detalles y los resultados son increíbles”.
En Romance el aire es diferente a sus antecesores. El cuarto trabajo es el disco más tradicional del grupo, enraizado en una escuela que tiene varios siglos de existencia: el romance como un poema divulgado por la forma popular de la canción. Filtrada a través de Lucero y Picech, esa canción adquiere reconocidos ropajes de surf y un pop casi rayano al synth.
Varias de las canciones de Romance están cantadas en francés sin pretender ser Chanson. Si bien la banda supo utilizar el idioma galo en discos previos, ahora hay un marcado protagonismo. “No hay nada preestablecido ni con el francés ni con el castellano. La verdad no es una decisión totalmente consciente y tiene que ver con que en el plano creativo es la única otra lengua que domino bien porque viví allí, en la región de Bretaña”, explica Lucero.
A propósito del uso indistinto de ambos idiomas, Lucero reflexiona: “lo que no sale en castellano, sale en francés. Por ahí no está tan en juego el qué quiero decir y sale algo sin sentido, a veces, que es totalmente creativo, porque la creatividad no tiene que tener sentido como se espera de otras actividades. Lo loco es que a veces también tienen su lógica en francés, es decir, cuentan una historia, tienen su narrativa”.
Para Romance tampoco existió un destino seguro. “Lo más raro fue lo del bolero (“Encierro”) que para mí era genial y que Diego veía muy cliché. Después en la grabación le metió unos sintes raros y quedó re contento, ahora es uno de los temas que más nos gusta”, confía Lucero.
Esa referencia traza un puente hacia la nueva formación y lo que habrá de venir a partir de este año reseteador. “En este sentido todas las personas que hoy forman parte de Densha vienen con ese espíritu generoso, llegan trayendo su aporte a lo que está hecho y dando su propia versión”.
El nuevo periodo del grupo empieza a construirse a partir de un camino previo. La química colectiva tendrá sus frutos abrazando la libertad total como lo hicieron Lucero y Picech años atrás. La identidad está en construcción, mientras el horizonte invita a nuevas aventuras en formas de canción.
Romance funciona como el cierre de un círculo; una primera vuelta se termina y todo empieza a girar de nuevo, la diferencia es que ahora el viaje es de cinco (o seis) personas. Otra vuelta en el carrusel de Densha GoGó es todo un reto, hace falta un sentido de aventura genuino para sumarse. Pero como cantan en “Lo que nos gusta”: “Si me cuidás te amaré mucho y si me desafiás voy a ser tu compañera”.
Lucas Canalda + Renzo Leonard + Agos Avaro