Las Nubes están de regreso con Tormentas Malsanas, un LP que las encuentra en excelente forma de cara a un nuevo ciclo creativo.
Elecciones de una vida en el underground, madurar hacia nuevas formas musicales, la inestabilidad climática como síntoma de capitalismo tardío y mucho más en una entrevista exclusiva desde Miami.
Planeta Tierra, 2024. La industria musical evoluciona, impulsada por algoritmos en anabólicos. Los logros ya no son culturales, sino cuantificables por el algoritmo: likes, reproducciones, visualizaciones; nadie es alguien y nada es algo si no ha sido validado por la viralización. Son pocas las personas que miran hacia el afuera. Para la mayoría, ese afuera ni siquiera es posible.
Vivir en un mundo donde todo se mide por likes y reproducciones es, como mínimo, peligroso. También podríamos afirmar que es FUBAR, pero tal vez eso sea demasiado para un segundo párrafo.
¿Peligroso por qué? En primer lugar, fomenta una cultura de superficialidad, donde el valor de una persona, una idea o un proyecto se reduce a su popularidad, necesitando una validación externa constante. Esta dinámica puede crear una presión social para conformarse a ciertas tendencias, en lugar de fomentar la autenticidad y la heterogeneidad. La gente puede sentir que debe actuar o expresarse de cierta manera para obtener reconocimiento, lo que limita la creatividad y la espontaneidad.
Por otro lado, el enfoque en métricas puede desviar la atención de cuestiones más profundas y significativas. Las conversaciones importantes pueden ser eclipsadas por contenido superficial que atrae más atención, haciendo que lo relevante pase desapercibido. Finalmente, el algoritmo de las plataformas sociales tiende a amplificar contenido que ya es popular, creando burbujas de información hegemónica, lo que impide el diálogo constructivo.
¿Qué tiene que ver esto con Las Nubes? Todo y nada. El grupo, integrado por Ale Campos (voz, guitarra, bajo, composición) y Emile Milgrim (batería, percusión, samples, composición), es una anomalía en la matrix, uno de esos proyectos que demuestran que la identidad prevalece ante todo y no es una mercancía del sistema.
En un mundo marcado por la era meta, el post constante y el hype sin importar las consecuencias, rastrear los pasos de Las Nubes se vuelve una tarea imprescindible para volver a creer en el romanticismo del underground. Desde 2017 tocan en Miami, girando por EE.UU. y México, y editando su material fuera del radar. Lograron ganarse el respeto de artistas revolucionarios y referentes globales de la música independiente.
Ale y Emi hacen música por necesidad y posibilidad, al costado del mainstream, lejos de lo esperado por sus pares del underground o incluso por sus fans. Ante todo, valoran la libertad de poder ser ellas mismas.
En 2024, mientras el planeta sigue girando, Las Nubes están de regreso, presentando Tormentas Malsanas, un disco que, a priori, se inspira en la inestabilidad climática de Miami. Sin embargo, como veremos a continuación, este LP esconde capas y matices por descubrir.
Una mañana apacible en Florida, Ale Campos se conecta desde su casa, más precisamente desde un cuarto que parece un taller de guitarras, con sus instrumentos colgados de las paredes. Durante una hora, la conversación gira en torno a cuatro puntos recurrentes: apostar por una vida en la música, sostenerse en el underground, madurar hacia nuevas formas musicales, y la importancia de Tormentas Malsanas como un trabajo bisagra hacia un nuevo ciclo vital del grupo.
Las preguntas logran feedback en la franqueza de Campos, quien hilvana aprendizajes y neurosis, comprobando que todo está relacionado. “Nosotras ya dijimos que, en este punto de nuestra vida, no queremos estar trabajando en una oficina o en una tienda, ni tampoco ser parte del sueño de alguien más”, comenta Campos, con una leve sonrisa y la seguridad de quien lucha por su propio sueño de manera cotidiana.
“Nos comprometimos a meternos de lleno con la banda. Nos vamos a enfocar. Esta va a ser nuestra vida. Estoy feliz de poder hacer esto. Tengo el privilegio de tocar música con mis amigas y de tocar cada noche en diferentes ciudades”.
“Me vale tener que dormir en una cama diferente cada día. Eso me emociona porque puedo visitar ciudades que nunca he visto, y eso para mí es emocionante”.
Ale habla español desde pequeña. Hija de padre argentino y madre cubana, creció con la camiseta de Boca Juniors. Desde su espontaneidad, sonríe, a veces tentada de soltar alguna “mala palabra” para rematar ideas o frustraciones. Sin embargo, se contiene porque se entusiasma.
Cuando se refiere a las decisiones que las trajeron hasta aquí, logra un tono de quien ha mantenido esta conversación en su mente cien veces. Exteriorizar ese bucle interno refuerza una realidad de Las Nubes: la banda mantiene una perspectiva de trabajo con los pies en la tierra; son trabajadoras de la música que viven fecha tras fecha, sin que nada esté asegurado ni regalado. Hacer entrevistas con decenas de medios en países lejanos, recibir mensajes de oyentes en ciudades que nunca han visitado, y tener discos codiciados por coleccionistas especializados, no distorsionan su realidad. Son una banda trabajadora, un proyecto que vive el día a día, sin desesperarse por ser otra cosa.
“A veces es raro pensar en nuestra banda”, confía Campos. “Tengo muchos amigos que han intentado tener esta vida, que su banda logró mucho más que lo que nosotras hemos podido alcanzar, y aún así tienen que regresar a casa y seguir trabajando para poder salir de nuevo. Llegan a un punto en que dicen: ya estoy cansado, no quiero seguir haciendo esto. Pasa que para ellos nunca nada cambió”.
“Yo tengo esto claro en la cabeza. Aún no estoy cansada y quiero seguir. Es difícil mantener esa mentalidad de trabajar duro para poder hacer esto. A veces, te rompe un poco el corazón cuando las cosas no salen como uno quiere”.
“Siempre pienso que lo más importante es que, cada vez que tocamos para un público nuevo, al menos habrá una persona a la que le gustará lo que decimos, que le quedará. Eso para mí hace toda la diferencia”, concluye.
Tormentas Malsanas (Spinda Records) llegó en junio, tras un extenso periodo de trabajo junto al ingeniero de sonido y productor Jonathan Núñez, un fiel compinche de la banda desde sus orígenes. La sensación al escuchar el disco es que evoca un espíritu noventoso que recuerda días gloriosos, cuando el rock alternativo brotaba con vitalidad de las college radios. Se trata de un júbilo ligero que inunda todo, gracias a oídos atentos a una heterogeneidad de timbres, géneros e idiosincrasias.
Las Nubes nunca se limitó al fuzz. Campos y Milgrin pasean su escucha por música de aquí y de allá. No les interesa uniformarse en un género, sino enriquecerse con aquello que les conmueva. Es fundamental destacar este punto, ya que la banda siempre ha operado desde una sensibilidad particular que la distingue, tanto en la escena a la que pertenece como en las etiquetas que la prensa especializada quiso imponerle.
El grupo sabe combinar ganchos crujientes y coros dreampoperos con un sentido instintivo de la melodía, guiados por la curiosidad. Por supuesto, el fuzz está presente, porque Las Nubes will be Las Nubes.
La situación puede volverse existencial entre interrogantes que corresponden a la edad, a las decisiones que han marcado nuestras vidas y a este mundo eternamente desconsiderado y plagado de injusticias. El existencialismo, sin embargo, aparece en forma de preguntas, marcando puntos aquí y allá, lo suficiente para que uno mismo deba encontrar su propio esquema.
El planeta se revuelve, inestable, entre los estertores del capitalismo embrutecedor. Las nuevas olas conservadoras, con agitadores sexistas pululando en redes y plataformas, marca un retroceso peligroso. Los días pueden ser impredecibles. Tanto como la angustia individual. Entre eso, Las Nubes hacen su propia hoja de ruta, transitando la tormenta mediante la música.
De manera similar a cómo un día brillante puede tornarse gris ante la amenaza de inclemencias climáticas, Tormentas Malsanas aborda lo común y lo inusual de las luchas cotidianas, desde las dificultades de formar una familia como músicas independientes, siempre girando y dependiendo de ingresos inconstantes, hasta los dolores de envejecer sin una comprensión clara sobre la dirección de la vida.
El disco presenta una canción que se destaca de inmediato: «Caricia», con una duración de diez minutos. Esta pieza tiene arreglos vocales inusuales para Las Nubes, con una construcción de capas que se sitúa tan cerca del dream pop como del drone etéreo. Aunque la canción tiene varios aciertos, el más importante es la comprensión de que la voz es otro instrumento para desarrollar matices, manipular intenciones y maravillar dentro del estudio, trabajando horas y horas.
“En esa canción, yo estaba muy inspirada por Juana Molina. Ella hace muchas cosas con la voz, loopea y crea armonías. Quería que sonara casi como música drone”, sostiene Campos. “También el hermano de Emily vino al estudio porque canta en Broadway. Necesitábamos una voz más grave, ya que la mía y la de Nina son un poco más agudas. Él entró e hizo las voces que escuchás, que son más profundas. Siento que eso ayudó a darle más dinámica y a llenar el espacio”.
Trabajando con tres voces diferentes, la banda y Núñez lograron desarrollar melodías distintas, crear loops y explorar algo que aún no tenían definido. La sorpresa fue grata. “Realmente fue muy divertido grabar esa canción en particular. Me gustó bastante. Esa canción se terminó mientras la grabábamos; no teníamos algo cerrado antes”.
Repasar la discografía completa de Las Nubes después de escuchar Tormentas Malsanas arroja un resultado inapelable: se trata de su material más elaborado. Esto no se refiere únicamente a un trabajo de producción acertado —que lo tiene—, sino que es evidente que el grupo supo permitirse el tiempo necesario para trabajarlo, contemplando distintas acciones.
Entender este importante detalle nos lleva a pensar que, quizás, el grupo esté en una etapa de madurez, algo que no siempre es bien recibido en las esferas musicales under. Aun así, Las Nubes siempre encuentran la forma de distinguirse. Por eso, Campos abraza esta idea de madurez sin tapujos. “¿Sabés qué? Sí. Hemos madurado bastante durante los años”, responde, levantando la mano y sonriendo.
“Hemos aprendido muchas cosas. Te digo ya mismo que el disco que estamos componiendo ahora va a ser diferente de lo que acabamos de sacar. Quiero que esta banda siga así, que nunca sea la misma cosa y siempre esté creciendo. No sé, intentar diferentes cosas, no quedarse en un solo estilo”.
“Y te digo otra cosa”, añade en un tono cómplice, “sí nos re tomamos el tiempo para hacer el disco”.
La grabación de Tormentas Malsanas consumió un plazo prolongado: fueron años marcados por decisiones, cambios de formación e interrogantes variados. Durante este proceso junto a Núñez, el grupo fue cambiando; algunos integrantes se fueron, pero Ale y Emi jamás dudaron en seguir adelante. Llegaron a la conclusión de que no necesitaban ser cuatro personas fijas en la banda: ellas dos podían liderar, sumando otros miembros cuando llegaba el momento de tocar y salir de gira.
“Nos demoramos un poco durante esa época”, admite Campos.
Luego surgió otro inconveniente considerable: el COVID. La pandemia trajo consigo vueltas inesperadas en el desarrollo del proyecto. A pesar de las demoras imprevistas, nunca se detuvieron.
En el disco, la dupla se luce, asumiendo la mayoría del trabajo, mientras Núñez aporta su experiencia. Aunque hubo gente talentosa involucrada, tan querida como cercana, fue el trío quien asumió la mayor parte de las responsabilidades. Tormentas Malsanas marca un antes y un después gracias a los aprendizajes y a la superación que llegaron con su elaboración.
“Estuvimos esperando que viniera alguna gente al estudio, pero no llegaron, así que terminé haciendo todas las guitarras, casi todos los bajos y todas las voces”, revela Campos.
“No era lo que habíamos planeado en principio, pero nos dio la oportunidad de experimentar e intentar cosas nuevas. Trajimos diferentes percusiones, y me divertí bastante. Hice cosas con armónicas, con pedales, con diferentes guitarras. Fue genial poder tomarse ese tiempo”.
La entrevista con Campos sucede durante una pausa de descanso en la gira de presentación del LP. El primer tramo del tour las llevó por ciudades de la costa oeste de Estados Unidos y México. En una semana, volverán a tomar la ruta, esta vez en dirección a la costa este.
“Nosotras hacemos todo”, explica Ale sobre la gestión del grupo. “Venimos de la escena del punk, del DIY. Tenemos esa formación. Para esta gira, estuvimos trabajando con una agencia por primera vez, algo a lo que no estamos acostumbradas. Fue un poco raro alejarnos de nuestro hacer, pero la pasamos muy bien”.
“El mejor show que tuvimos fue en Mexicali (México). Había un montón de gente, y el paisaje también estuvo muy lindo. Manejar por las montañas fue increíble. Muchos lugares en esta gira nunca los habíamos visitado. Hicimos varias cosas en la naturaleza, caminamos bastante por montañas y ríos. Eso fue muy bonito. Afortunadamente, pudimos hacer eso”.
“Siento que, más que nada, nuestro público está en México”, afirma Campos. “En México nos quieren mucho y nosotros queremos mucho a México. Y ahí va cualquier persona. Los géneros de música no dividen a las personas allá; todos están mezclados”, observa.
Tormentas Malsanas tiene ediciones en vinilo y CD. Sus lanzamientos anteriores incluyen ediciones en cassette, splits y singles. En sitios especializados de internet, así como en disquerías de culto, su música es buscada por seguidores y coleccionistas. Al mismo tiempo, muchos de sus seguidores son coleccionistas.
Tanto Ale como Emi han estado tocando desde adolescentes. Aunque formalmente se reconocen como parte de los circuitos punk y hardcore, integraron grupos de diferentes sonoridades antes de formar Las Nubes. En ese sentido, gran parte del público local, además de otras ciudades, conoce a Las Nubes porque ellas venían tocando y girando desde hace tiempo. Tienen una audiencia que proviene de diferentes escenas, fieles al proyecto actual.
En YouTube, sus videos reciben mensajes de Argentina, España, Venezuela y Chile, así como de Francia, Canadá o Inglaterra.
La pregunta, entonces, es quién exactamente constituye el público de Las Nubes. Se trata de un fandom pequeño, pero fiel, que hace notar su fervor.
“Sucede que Emily y yo venimos de ese mundo del vinilo. Porque ella y yo trabajamos para una tienda de discos durante una década. Conocemos a mucha gente de diferentes partes del mundo por eso: coleccionistas de vinilo”, cuenta.
“También vengo de la escena punk de acá, de Miami, de hardcore. Antes de Las Nubes, tocaba en bandas de punk y powerviolence. Me iba de gira con ellos bastante. También toco hip hop y conozco a mucha gente por eso”.
El presente de Las Nubes es saludable. La gira de Tormentas Malsanas es la más extensa de toda su carrera. Unos días más de descanso y luego, otra vez a tocar, noche tras noche, en diferentes ciudades. La ruta las espera.
Mientras tanto, el disco sigue girando, con reseñas en la prensa, entrevistas que aparecen publicadas en varios idiomas y algunas sesiones que se estrenan.
A principios de 2025, tendrán que abordar aviones hacia Europa. España las espera. Seguramente pronto habrá más anuncios en diferentes países del viejo continente.
Campos, mientras tanto, tiene una idea fija: venir a Argentina con Las Nubes. “No voy a parar hasta que vaya a Argentina a tocar. Para mí es el objetivo principal”, señala, uniendo las palmas de sus manos, como un ruego inconsciente.
“Quiero ir a tocar en Argentina con esta banda. Se lo vengo prometiendo a mucha gente desde hace muchos años. También me muero de ganas de regresar, porque no he ido desde que tengo 17 años”.
Por Lucas Canalda
Fotos de Sal Rispoli
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