En un periodo de actividad profusa, Lupretinia presenta el sencillo Origami, se alista para su primera gira europea y además adelanta una sesión en vivo en estudios Romaphonics. El presente de una artista que redobla la apuesta en tiempos de incertidumbre.
El dream pop se sitúa junto al shoegaze y el noise pop como un género cuyas canciones se describen constantemente como etéreas. Este estilo musical se centra en abrir las progresiones y melodías pop a vastos espacios, llenando cada centímetro cuadrado con instrumentación e imágenes poéticas que evitan lo concreto.
Hoy en día, su influencia en la cultura pop es profunda, aunque no inmediatamente obvia para oídos neófitos. Con el significado del término redefinido con cada nueva generación de seguidores, la corriente dreampopera contemporánea encuentra un valor especial cuando se acerca al formato canción, fusionando elementos de ambos mundos. En ese sentido, la idea de gaze meets canción pop de tres minutos no es nueva, ya que remite a uno de sus estadios fundacionales: The Cure.
Ese entrecruce de elementos sigue siendo una cantera valiosa, en especial cuando hay gente escribiendo canciones que buscan un equilibrio diferente. Desde 2021, Lupretinia busca su propio equilibrio, combinando elementos propios, con una voz grave, canciones de orfebrería y atmósferas con texturas que se corresponden con un background en el arte plástico.
Lupretinia es el proyecto de Agustina Scelzi, artista entrerriana de 32 años que transforma lo cotidiano en un viaje sonoro etéreo. Poeta y compositora, su música es un delicado equilibrio entre la melancolía y la inmensidad, donde las emociones flotan en atmósferas espaciales.
La mayoría de las canciones de Scelzi apenas superan los tres minutos. Se trata de ropajes ensoñadores con melodías pegadizas y melódicas.
Cada tema parece encolumnado en un formato de canción despojada. Scelzi hace un elogio de la brevedad y la precisión, resolviendo con eficacia, sin redundar en lo innecesario. ¿Habrá una regla a lo Prodan para que cada canción pueda ser tocada con una criolla? No lo sabemos, sin embargo, parece que hay algo de eso cuando se escucha «Un cigarrito» y «Valpo», ambas pertenecientes a su debut 9 de copas, de 2021.
Sus sencillos Todos tus anhelos, de 2023, y Hablarte de los días, de 2024, si bien con otras formas, también sostienen esa brevedad consciente, como un compromiso deliberado por la decisión de resolver en cada etapa: al componer, al producir, al grabar.
“Creo que a veces menos es más. Cuando siento que algo se pone redundante, lo saco”, explica Scelzi. “Ya de por sí las canciones son intensas, más que nada en el último tiempo y el material que viene, entonces prefiero que sean una bomba corta e intensa que algo aletargado que pierda fuerza. Además, somos tres en la construcción, pasan tres filtros, inevitablemente se compactan. Y me gusta que así sea”.
Scelzi responde desde Colón, en días demandantes, entre fechas en vivo, promoción del reciente sencillo Origami y preparativos previos a su inminente gira europea en clave solo set.
Para mayo, Lupretinia tiene diez fechas confirmadas y más por anunciar. Barcelona, Málaga, Madrid y Mallorca son algunas de las ciudades donde habrá toques, presentando su música ante un público desconocido.
Además, pronto se estrena una Mural Sessions en Romaphonic, junto a su banda completa.
Con un canal de YouTube que recibe mensajes desde México, España, Colombia y Brasil, parece lógico que Lupretinia tome la ruta con sus canciones, animándose a más, como un desafío propio de un presente complejo.
La palabra de Scelzi, apasionada, convincente, sensible y resuelta, nos deja saber que no se intimida fácil ante lo difícil. Para alguien que supo consolidar su experticia en la sublimación, lo jodido parece ser leña para el fuego de la inspiración.
“Uf, una montaña rusa de sensaciones”, responde sobre sus sensaciones antes de partir hacia el viejo continente.
“Al principio estaba como sedada, como que mi mente hizo un shut down y se mantuvo contenida la emoción hasta hace unos dos meses. Cuando fui al estudio de Igna y diseñamos este set, ahí me cayó la ficha. Hicimos ocho temas en tres días a puro Terma con soda y puchos. Real”.
“Teníamos que desarmar las canciones, elegir qué iba y qué no, y volverlas a construir con un objetivo completamente distinto y unas referencias completamente distintas. Queríamos algo de un sonido ochentoso, con máquinas de ritmos y sintes, pero sin perder la esencia de la canción. Cuando encontramos el jeit y la onda, el sistema se instaló solo y agarró una súper fuerza de toque”.
“Así que después de esa vorágine que empezó por tres días seguidos en el estudio, y terminó con la grabación de la sesión en vivo de Romaphonic con toda la banda, volví a Colón recontra pasada de adrenalina y desde ahí no bajé”.
“Soy muy intensa para vivir las emociones y sensaciones, así que vengo sintiendo un subidón de energía que se agudiza mientras se acerca la gira, pero intento equilibrarlo porque todo esto requiere de mucha cabeza y gestión. Tengo que estar clara y atenta”.
Origami se estrenó el 21 de marzo. Habría que ver si fue una despedida al verano o una bienvenida al otoño. Lo cierto es que la canción llegó en un momento justo, asentando el trabajo sostenido de Lupretinia, quien se decanta por las buenas canciones, con paciencia, sin correr detrás de tiempos ajenos.
La canción fue escrita por Scelzi, mientras que Ignacio Acevedo estuvo a cargo de la grabación, la producción y el master.
El sencillo es una obra introspectiva y potente. Scelzi vuelve sobre la canción sin fórmula, eligiendo su estilo, que mezcla texturas con una composición enfocada.
Tras una introducción de 55 segundos, la palabra aparece para rezar una plegaria por los gestos de la intimidad, entre lo que nos cambia, lo que queda escrito y lo que no se puede remediar.
Nada está a salvo de la impermanencia: ni las vivencias ni los recuerdos. Mucho menos nosotros, protagonistas estelares de esa misma impermanencia.
¿Qué se dice y qué no se dice? ¿Qué queda escrito para recordarnos cómo cambió todo? La canción va por ahí.
El sencillo, además, sirve como recordatorio de que en el universo de Lupretinia, su voz tiene un rol clave. Se trata de un tono grave, algo corrido de lo esperado en el canon del gaze etéreo. La voz de Agustina tiene un registro poderoso, así como también propone una sensibilidad áspera.
Como el dream pop nos enseñó, todos los elementos suman a un plano mayor, en la tradición gestáltica. Aquí, sin embargo, la canción tiene cierto relato conductor. Lograr una combinación armónica entre tradiciones y alteraciones del género es la meta del proyecto. Esa apuesta hace la diferencia.
El oficio de cantante acompaña a Scelzi desde niña. En la familia circulan videos hogareños de Agustina cantando chacareras arriba de la mesa, o usando el palo de la escoba como micrófono, flasheando ser Shakira.
“Pero hay algo de la voz que está sucediendo ahora que se ha revelado con fuerza los últimos años”, comparte Scelzi. “Tiene que ver con dejar de sentir vergüenza por cómo siento las cosas. Mucho tiempo intenté contenerme en mis emociones y maneras de sentir el mundo, porque sino no encajaba. Pero en un momento me di cuenta de que eso era como un superpoder, no algo para esconder”.
“Realmente empecé a sacarle jugo a esas emociones. A veces es duro, sí, porque vivir en estado visceral todo el tiempo tampoco está bueno, pero lo fui aprendiendo a llevar y a equilibrar. Cuando quiero, me conecto con eso, y cuando no, simplemente es como que pudiera apagar un interruptor. La voz profunda, intensa, sentida, es esa voz, y sucede cuando me conecto con esa parte. Es como que dejo que eso me tome. Siento que marcó una evolución en mí”.
-¿Tenés algún método para hacer canciones? ¿Cómo van apareciendo?
En general, primero me aparecen las melodías o partecitas de algo, y luego lo voy desarrollando. La letra normalmente llega última. Cuando compongo sola, primero grabo lo que me está dando vueltas en la cabeza, le busco un sonido parecido y trato de llevarlo hacia donde me late que va. Luego lo escucho en loop, tratando de identificar qué pide la canción. Acá hay algo que para mí tiene que ver con cómo se construye una pintura. Yo soy Licenciada en artes visuales con especialización en pintura, desde ahí es que encuentro esa similitud. La pintura te pide lo que necesita, pero hay que estar sensible para percibirlo. Hay algo de esa composición de fuerzas pictórica que se asemeja a la construcción de la canción, y creo que inevitablemente opto por el mismo método: meterme en el mood, llevarme al extremo de la sensibilidad, y tratar de identificar qué me pide eso que estoy creando e intentar desarrollarlo lo mejor posible.
También hay veces que compongo con mi amigo Matías Aramayo (Blaky, el guitarrista de la banda). El me envía alguna idea en mp3, y yo le mando capas y capas arriba de flashes e ideas, se la vuelvo a enviar, él las emprolija y les da su toque, me la vuelve a enviar y yo le corto de acá, le agrego de allá, y de repente aparece la letra, como una melodía. Con Blako las canciones son más variadas y complicadas a nivel compositivo, yo soy más minimalista y él es más de la técnica, pero creo que hacemos un gran equipo musical. Con él hicimos canciones como «Todos tus anhelos», «Hablarte de los días» y «Origami».
Las canciones, una vez que le encontramos el sistema, son ordenadas y pasadas a su versión más prolija para que queden como buenas maquetas, y ahí son enviadas a Igna: la etapa mágica. Igna toma los temas y los potencia, los maximiza, siempre respetando su esencia y carácter. Creo que él también tiene algo de esto que decía antes, de poder capturar la esencia de la canción y llevarla a su punto más alto entendiendo lo que le pide y lo que necesita.
Respecto a cómo aparecen las canciones no sé si puedo identificar un mood en el que aparecen. Sí puedo percibir que cuando estoy con tiempo y más tranquila estoy más predispuesta a crear algo, sea una canción o una pintura. Cuando estoy re pasada mi cabeza se pone en mood gestión y mi creatividad se va toda por ahí. Pero me ha pasado de desarrollar una idea de canción en momentos medio fuleros de tiempos, onda: me vino esta melodía, enchufo todo en casa y lo grabo aunque sea para no perder la idea. Y recién a los días me siento a armarla y sale. Eso pasó con «Flores de Abril», por ejemplo.
-El estreno de Origami llegó para seguir ampliando tu repertorio de canciones. Siento que el proyecto se sostiene bien con la regularidad de sencillos. Sin apuros por un LP, pero tampoco corriendo detrás de la novedad constante. ¿Cómo te llevás con esa exigencia por la novedad que tiene la industria hoy en día?
Justo el otro día hablaba de eso con Igna (Acevedo), de qué tanto margen tenemos como artistas para tomarnos el tiempo necesario para crear y sacar material. La industria es un pozo negro, siempre te va a pedir más y más, y exigirte que sostengas ese ritmo. En el caso de este proyecto, que es de gestión independiente totalmente, donde cada cosa que se hace está bancada por el bolsillo propio, los tiempos son distintos. Onda, sí, si el proyecto estuviera bancado económicamente por alguien, alguna figura, tal vez lanzaría más material en menos tiempo, de hecho tengo banda de canciones inéditas, pero voy haciendo como puedo, de a pequeños o -a veces- grandes pasos pero siguiendo el propio ritmo, tanto mío como del equipo compositor y productor. También es verdad que hay veces que entrás en la vorágine sin darte cuenta, y de repente estás re ansiedad porque hay que sacar esto en este mes, o aquello en este otro mes, sino pareciera que se va a acabar el mundo, pero cuando me pasa esto viene Igna con su parsimonia y me recuerda de qué es lo importante en la música y para qué hacemos lo que hacemos. No para la industria, sino para nosotrxs mismxs, como una manera de estar en el mundo.
-¿Cuánto de sublimación hay en tu música? A priori, tus canciones parecen referirse a la esfera de lo personal, sin embargo, hay tensiones que son otra cosa.
100% de sublimación. En todo lo que hago creo que pueden sentirse todas las emociones que constituyen la canción, o la pintura, o lo que sea. Es visceral. Yo creo desde mis entrañas, real. Suena re cliché tal vez, pero es así. De verdad que para entrar en ese estado de sensibilidad que hablé antes, me tengo que recontra meter para adentro, y así intentar poner en palabras y en sonidos todo ese tormentón que está sucediendo internamente. Hay canciones autoreferenciales, sí, pero hay otras que no, que tienen que ver con tormentas o historias ajenas que intento canalizar. Me gusta pensar en eso así. Como poder tomar momentos, emociones y situaciones externas que me llegaron de alguna manera, y convertirlos en otra cosa. Como una alquimia emocional.
-Recorriendo tu canal de YouTube sorprende gratamente ver que hay muchos mensajes del exterior. ¿Qué te hace sentir esa llegada?
Eso es un flash zarpado. Siempre sentí que me iba a costar más la llegada del proyecto acá en donde vivo que afuera. Pensá que yo vivo a dos cuadras del Río Uruguay en Colón. No estoy en ninguna gran ciudad, entonces el contraste por ahí se siente más. Y me encanta. Por ahí estoy paseando a Frida, mi perra, y me llega una notificación de Youtube que alguien de Ciudad de México ha comentado un video. Yo ahí arranco a los gritos de emoción, ya no me da vergüenza hacer eso. Grito, salto. Imagínate la emoción que es para mí que algo que está creado independientemente, con recursos propios, desde las tripas, de repente le haya llegado a alguien en otra parte del mundo y que le haya movido algo, que lo haya interpelado. Es una locura hermosa.
-A propósito de la gira por Europa y los mensajes del exterior, pensaba lo paradójico de ser artista independiente en nuestro país. Te vas a tocar allá varias fechas, recibís mensajes de muchos países de sudamérica y, sin embargo, es re jodido armar una gira similar en Argentina. La pena es que, siendo que Entre Ríos y Santa Fe son provincias hermanas, aún se complica hacer intercambio entre escenas.
Fa, te juro. Igual por suerte ahora se está dando una movida federal hermosa, nos estamos conectando como rizomas de a poquito, construyendo un nuevo frente que no necesariamente tiene que vivir en las grandes ciudades para poder hacer o crear. Va lento pero va, porque somos muchos los que no negociamos ciertas cosas, los que queremos desarrollar nuestros proyectos de una manera distinta, sensible, más en conexión con el otro. Es como una manera de resistencia. En el último tiempo me he contactado con otros proyectos que están en la misma y en plan: dale agus armemos una fecha acá y nosotros después vamos para allá, ó che, le pasé tu música a esta otra banda que la está re moviendo acá y le re gustó, te mando su música, y así sucesivamente. Creo que esa manera de hacer está creciendo y para mí hay que prestar atención a esos movimientos, porque es por ahí.
-Recientemente tuvimos el estreno de Origami y ahora se viene la gira. ¿Cuáles son los pasos que se vienen luego de Europa?
Origami para mí fue como un antes y un después porque encaré ese lanzamiento desde un lugar mucho más profesional y mejor parada. Antes estaba como más dubitativa y débil por una serie de malas experiencias. En 2024 estuve a punto de dejar todo lo musical, me había agotado, porque sinceramente ser una mujer en este rubro, que además se produce independientemente, desde una ciudad del interior, en un contexto de brutal individualismo, con herramientas adquiridas de manera autodidacta y sobre el pucho, no es fácil. Pero sucedió algo clave: un día de total tristeza, ya pensando en “ya fue todo”, mi amigo Lucas Márquez, quien produjo toda la gira europea, me dice: “Amiga, sacate el pasaje, es ahora, la tenemos que hacer”. 10 minutos después, me habla otro amigo, Marcos Martín, productor del norte argentino, me dice: “Agus, vengan con toda la banda a tocar a Tucumán y Salta”. Minutos después me contactan de Romaphonic para grabar la sesión que hicimos en febrero. Todo eso en un lapso de media hora. Y ahí me dije, vieja, yo moví todo esto, no me voy a tirar para atrás ahora. Agarrás, planteás una estrategia inteligente, te armás un calendario y le metés. Así fue como cambié 100% la actitud que tenía para con el proyecto. Contraté prensa, vendí casi toda mi ropa y cosas para pagar la sesión, la producción de unos cuantos temas, el diseño del solo set, las sesiones fotográficas, entre otras cosas. Diseñé un mapa a seguir y conformé un equipo de back up. Y funcionó.
Por Lucas Canalda
Fotografías de Lucia Diez Imoff