El ciclo que comenzó tras el 2001, con el pacto no escrito entre los polos emergentes de evitar un nuevo estallido, y que se rompió en 2008, con la crisis del campo, hoy llega a su conclusión brutal con una crisis sistémica y Javier Milei como presidente.
El candidato de la motosierra deberá gobernar sin una estructura política robusta, con un congreso en minoría, sin gobernadores ni intendentes, solo con el apoyo del expresidente Macri y sus halcones.
En medio del río de las congojas y ajustes sin orilla quedará un peronismo y un radicalismo con la tarea de recalibrar sus brújulas políticas y un mandato ineludible: recambio generacional y un tiempo nuevo.
Argentina tiene presidente electo. Alguien que, hace solo dos años, nadie hubiera imaginado. Un nuevo país se asoma.
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