QUIZ RAPTILIANO #56: DORA DO

Quiz >  Cuestionario raptiliano para indagar en figuras de la cultura desde una óptica diferente.
Diez preguntas universales sobre el tiempo que habitamos + un puñado de interrogantes extras sobre su campo de acción.
Ilustraciones > Sebastián Sala

Dora Do escribe hace poco menos de dos décadas y en 2019 publicó su primera novela titulada Ida, editada de manera independiente a través de una financiación colectiva.
Formó parte del grupo de poesía performática Tanga Feroz, además produjo y condujo Jam Club & Poesía del Club 1518. Forma parte del colectivo Puta Junta Poética.
Estudió Filosofía y Antropología, como también las artes escénicas. En 2016 terminó la Escuela de Teatro Callejero, involucrándose con la lógica circense en la Emau.
El extranjero de su nombre, es su segunda novela.


¿Cuál es tu humor por las mañanas?

Es ambiguo. Puedo salir de la cama y ponerme a bailar como quedar tildada con el mate durante varios minutos hasta que reacciono. Me considero una persona alegre, no es común que me levante de malhumor.
¿Cuál fue tu primer trabajo? ¿Aprendiste algo valioso?
En el recreo de la secundara vendía porciones de torta de chocolate con dulce de leche. Daban por hecho que era para Bariloche pero usaba la plata para ir a recitales. Aprendí de la autogestión y a sacarle provecho a las horas en relación al dinero. Hacia $35 con las porciones y los recitales costaban $60, si vendía los cinco días de la semana me sentía millonaria.

¿Quién es tu héroe/heroína? ¿Por qué?

No tengo ningún héroe o heroína porque no me gusta posicionarme bajo esa relación de poder. Tarde o temprano somos todos humanos y la pifiamos. Lo que sí, tengo maestras y maestros, personas que me ayudaron a ser quien soy hoy. Mi viejo fue un hombre que me ayudó a marcar mi camino y a ser buena persona, tener como valores la lealtad y el compromiso con el otro. Mi mamá es la metáfora de la Madre Tierra, ella siempre me dice que hay que ir a lo natural, a lo simple. No consumir por consumir. Mi hermana Bárbara también es una gran maestra, cuando era chica ella decía que quería ser dentista. Y con todas las adversidades que implica estudiar esa carrera carísima, ella lo hizo, estudiando y trabajando. Realmente la admiro. Ahí tengo a mis maestros, a mi papá que me enseñó a ser una persona que respeta, a mi mamá con la sabiduría de la tierra y a mi hermana que me dejó muy en claro que siempre hay que ir por lo que uno quiere.

¿Qué experiencia fue fundamental para que decidieras dedicarte a escribir?

En 5to grado en una prueba de Lengua había que hacer una poesía y me pasó lo que me pasa cada vez que escribo, que busco las palabras en no sé dónde y aparecen. Pensé en las flores de la avenida Pellegrini, en mi mamá y en Tucumán, porque ella es tucumana y siempre me pareció lindo que sea el jardín de la república.
Me saqué un excelente. La señorita había aprobado mi poesía y eso me ensanchó el pecho, llegue a mi casa y le dije a mi papá que quería ser poeta. Me daba risa la palabra poeta, quizás por la conjunción de la o con la e. Él me dijo que bueno, que sea poeta. Me la pasaba escribiendo rimas en la computadora. A los 10 años comenzó mi síntoma de lectora empedernida y devoré todos los libros de mi casa. Cuando los terminé mi papá me llevo a la librería de usados del barrio. Creo que me hice poeta en esa prueba de 5to grado.

¿En alguna ocasión te sentiste abrumadx por las redes sociales? ¿Por qué?

No. Las redes sociales son una mentira necesaria. Gracias al Facebook e Instagram puedo divulgar mi escritura. Son una herramienta y estoy aprendiendo a utilizarlas a mi favor. Plataformas que si se las usa estratégicamente pueden ser muy útiles. Con saber que son ficciones me basta y sobra.

¿Qué te preocupa acerca del futuro inmediato?

Pagar el alquiler y tener para comer. Los humedales, las pibas que no están más, la comida envenenada, el consumo compulsivo y estúpido, lo superficial y banal, el cinismo y perversidad de los gobiernos.

¿Cuán importante es el ocio en tu vida cotidiana? ¿Es imprescindible?

El ocio es mi materia prima. Ir pedaleando a la florida para sacar el bote es algo que disfruto mucho. Igual es complicado, porque vinculo el ocio con el placer y el placer para mí es productivo en sí mismo. Así que tengo un triángulo amoroso: ocio-productividad-placer. Tener sexo, leer, escribir y tomar un vermú son prioridades en mi vida. Otros dirán que son recreaciones.

¿Cuál es tu límite con el consumo irónico?

Me asusta lo perverso de lo mediático. Creo que es algo que se hace para olvidarse de la realidad. Yo prefiero alejarme de la realidad con los libros. Me empieza a doler la cabeza cuando me involucro mucho con el consumo irónico. El límite lo pone mi sensibilidad. Me río pero hasta ahí nomás. Hay mucho odio y ganas de exponer al otro, eso me entristece.

El arte puede ser un propósito en sí mismo, pero también puede influir directamente en nuestra vida cotidiana, asumir un papel social y político y generar un mayor compromiso. ¿En lo personal tuviste alguna influencia así?

Con Tanga Feroz aprendí de la fuerza de lo colectivo y lo potente que es hacer lo que a una le gusta. El hecho de que alguien haga silencio para escucharte o que te lea es ganarle un poco al sistema porque lo que escribo y comunico tiene convicción. No es una palabra ingenua. Entonces el compromiso con la palabra se torna político porque todo nace de una decisión. Nada es relativo ni azaroso.

¿Cómo lidias con las dificultades para escribir, como la dilación, el miedo a no cumplir con las expectativas y la ansiedad de trabajar en proyectos largos?

No tengo dificultades para escribir. Tampoco tengo miedo ante las expectativas porque no las tengo sobre mi escritura. Escribo y ya. No me juzgo a la hora de hacerlo. Tengo meses en los cuales no escribo ni una oración y eso no me genera inseguridad ni desasosiego. En esos meses corrijo producciones anteriores. Clarise Lispector llamaba a esas mesetas creativas como “períodos hiatos”. Disfruto de mis períodos hiatos porque cuando escribo, lo hago de un tirón y cancelo planes para terminar un cuento o poesía, por ejemplo. Tengo una relación espiritual con la escritura, y como todo lo espiritual, se puede palpar a partir de lo físico. Lo siento en el cuerpo y lo hago, no me juzgo si no sucede. Yo sé que tengo un algo adentro que aparece cuando tiene que aparecer.
Tengo ansiedad los días previos a la presentación de mis libros. Antes no, pensarme a largo plazo tampoco.
Es que para mí la escritura es mi amiga, mi aliada, un encuentro conmigo misma. En esos terrenos las fuerzas malignas no tienen cabida.

Para la mayoría de lxs autores desarrollar una voz propia va precedida primero de una fase de aprendizaje y, a menudo, de emular a otros. ¿Cómo fue esto para vos? ¿Cómo describirías tu propio desarrollo como escritora y la transición hacia tu propia voz?

La propia voz la encontré en el consultorio analítico. Empecé a escucharme. Y esa experiencia se cristalizó en mi escritura. Escribo como vivo. Antes vivía sin saber cómo y escribía vomitando. Ahora hago el intento de leer mi vida, prestar atención a lo que digo y cómo lo digo, en ese intento de vivir mejor, la forma de escribir y elegir las palabras cambió.

¿Cómo surge la idea inicial de “El extranjero de su nombre”?

Lo use a Aníbal para decir lo que yo no me animaba. Me encontraba un poco perdida y sin saber bien quién era en realidad. Después de mis sesiones de análisis conversaba con la hoja en blanco, un soliloquio como manotazo de ahogado para poder seguir viviendo. Las preguntas de Aníbal son las preguntas de la humanidad y todos alguna vez nos sentimos extranjeros de nuestro cuerpo y nombre. Yo me llamo Sofía Celeste Di Fulvio, para los otros soy Dora Do. ¿Y quiénes son los otros? Yo también soy los otros. Me apropié del margen porque me sofoqué de las verdades.

¿Cuándo fue la primera vez que pensaste conscientemente sobre la conquista de la identidad?

Cuando estudiaba Antropología, tuve de docente a Juan Nobile, que forma parte del equipo de antropología forense. Él nos dijo, “nos encargamos de darle verdades a los familiares de los desaparecidos en la dictadura”. La única verdad es el origen, lo demás es discutible. La identidad es cosa seria, y saber de dónde venimos es el primer paso para conquistar dicha identidad.

El libro permite un abordaje psicoanalista que no pasa desapercibido. Al mismo tiempo es apto para una lectura amplia que supera al gueto de entendidxs.
¿Cuánto trabajaste en ese aspecto psicoanalista?

Fue el devenir. No es que me senté y dije “voy a escribir un libro que tenga un abordaje psicoanalista”, de hecho al principio lo pensé como un cuento. Después me di cuenta que por la extensión y por la problemática en sí, el género cuento me quedaba chico. El libro fue el producto de la suma de muchas palabras flotantes. Lo analicé después. En el mientras tanto de la escritura fui poseída por el espíritu de Aníbal. Yo lo use a él y él me uso a mí. Una experiencia religiosa.

Un acierto del libro es apuntar al trabajo como factor constitutivo de las masculinidades (de otras épocas, pero sigue presente en la actualidad). Aníbal quiere ser otro, quiere una compañera, pero para eso, primero, un trabajo acorde a su idea o proyección.
¿Te interesaba indagar sobre ese aspecto o fue algo que llegó aparejado con la búsqueda de identidad?

Fue algo que el inconsciente del personaje me lo pidió. Quiroga dijo: “Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final”. La atmósfera del Telecentro, el trabajo mal pago, la violencia de los empleadores, la sumisión ante éstos, me ayudaron a agarrarle bien fuerte la mano a Aníbal y acompañarlo hasta que salga del infierno. Fui su analista, jajajaja.

“El extranjero de su nombre” representó un vínculo muy fuerte entre tu papá y vos. Ahora que fue publicado y va ganando distancia desde el tiempo en que lo escribiste, ¿de qué forma recordás ese vínculo entre padre-hija-libro?

Esta entrevista me está haciendo llorar. Gracias. A mi papá le leí los primeros capítulos una tarde de verano, estábamos en la vereda tomando mates. Le gustó la historia, conversábamos sobre cómo sería el aspecto físico del personaje. No le gustó que diga “los peces más pelotudos”. Me acuerdo y me río. El libro está dedicado a la memoria de él. Dice así: “A la memoria de mi papá, Luis Ángel Di Fulvio”. Yo sé que de alguna manera, publicando el libro, me di la chance de que siga viviendo después de vivo, (quise escribir “muerto” pero escribí “vivo”). Él sigue estando vivo a través mío.

Como mencioné antes: el libro permite abordajes varios. Entre ellos, creo que podría encontrar un camino entre lo performático y el teatro. ¿Te interesaría explorar esos lenguajes para “El extranjero de su nombre”?

Me encantaría. Hago teatro desde los doce años y me gustaría tanto la obra de teatro de El extranjero de su nombre como la película. Acá iría el meme de Okupas que dice: “sos media fantasiosa vos, ¿puede ser?” jaja. Y sí, soy fantasiosa pero me tomo muy en serio a todas mis fantasías así que quizás eso suceda.

Aníbal quiere cambiar su vida, quiere ser otro, quiere otra identidad. Siempre arranca con ímpetu de conquista, con fuerza suficiente, pero después se va desgranando, entrando otra vez en la inercia de siempre. Allí hay algo universal: cada unx de nosotrxs tenemos una inercia de la cual es complejo salirse. ¿Sentiste algo así alguna vez? ¿Pudiste romper con círculos similares?

Constantemente siento eso. Mis días son ambiguos, me despierto con ímpetu de vida, al mediodía no le encuentro el sentido a nada y por la tarde reafirmo mi deseo. Me desgrano y me armo en el cotidiano. Creo que en el norte está el corte de ese círculo vicioso. Me gustaría ser más estable, pero aún lloro pensando en abismos, después me alegro por mis conquistas y al ratito ya estoy llorando de nuevo.

 

 

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