Quiz > Cuestionario raptiliano para indagar en figuras de la cultura desde una óptica diferente.
Diez preguntas universales sobre el tiempo que habitamos + un puñado de interrogantes extras sobre su campo de acción.
Ilustraciones > Sebastián Sala
Flor Giusti nació en Rosario en 1989. Escribe, da talleres, saca fotos y coordina la editorial de arte y literatura Mentazines. Estudió Letras en la UNR. Es diplomada en Mediación cultural por la UNGS. Obtuvo becas de formación y creación del Fondo Nacional de las Artes. Colabora con frecuencia en portales digitales escribiendo reseñas sobre literatura. Publicó Anillos de Saturno (2018) por la editorial santafesina Corteza y los fanzines autopublicados DIY (2017) Conocer lo que no es necesario es muy importante así observamos lo que es más bien transparente (2022) Cuándo, cómo, con quién, para qué, cuánto…(2023).
Aquí pueden chequear su Tumblr.
¿Cuál es tu humor por las mañanas?
Cuanto más tiempo pase adentro de mi casa mi buen humor aumenta.
¿Cuál fue tu primer trabajo? ¿Aprendiste algo valioso?
Mi primer trabajo fue en un call center, apenas cumplí los 18 años. Con el primer sueldo fui a la librería El Juguete Rabioso y me compré Glosa de Saer. Duré tres meses en el trabajo, me echaron apenas cumplí el periodo de prueba, pero aprendí que con un trabajo remunerado podés comprarte libros y que a veces esos libros modifican algo de vos.
¿Qué experiencia fue fundamental para que decidieras dedicarte a la poesía?
Qué difícil. Tengo experiencias significativas, pero no una sola. Las primeras lecturas de asistente en el Festival de Poesía: 2006/ 2007. Recuerdo estar paseando por el centro después de salir de una de las primeras clases en la Facultad de Letras. Vi que en el Centro Cultural Fontanarrosa (en ese momento, se llamaba Bernardino Rivadavia) estaba el Festival de Poesía. Escuché ese día a Fabián Casas leyendo ese poema increíble que tiene el verso que dice: todo lo que se pudre forma una familia, y me quedé toda la tarde y volví al otro día. También me acuerdo de mis primeras experiencias con la poesía en contextos de encierro. Hay algo que se produce ahí creo yo, que motoriza la experiencia de la escritura, o la deja más en crudo. Cuando alguien privado de su libertad te cuenta que la poesía lo ayuda, que le hace bien. A mí me hace bien también. El espacio de la lectura compartida, estar con otrxs, leyendo, hablando de literatura/ escritura, con amigxs, en un taller, en una muestra, en un recital, etc. Creo que es lo que me hace dedicarme a la poesía.
¿Cómo te sentiste la primera vez que publicaron algo de tu autoría? ¿Qué era?
Fue un concurso de poesía de la UNR editora, en el 2008. Una antología que editaban que se llamaba Poetas Rosarinos ¿no es gracioso el título? Un poco literal ¿no? Salí en la VII edición.
¿Cómo te llevás con tu rastro digital? ¿Qué pasa cuando te encontrás con publicaciones viejas y te volvés a leer?
Por suerte hay poco de eso en mi Facebook —y también por suerte se puede restringir y lo veo solo yo— Hay unos poemas en un portal que siguen apareciendo en el buscador de Google y quiero que los bajen. Ya les escribí a los de la página pero no logro ubicarlos. Me gustaría que eliminaran esos poemas. Lo digital me exacerba porque siento que estamos mostrándonos todo el tiempo.
¿En alguna ocasión te sentiste abrumada por las redes sociales? ¿Por qué?
¡Re! Tengo una relación que se puede volver muy venenosa con las redes sociales. Pero no tanto por lo que muestro sino por cómo la consumo. En la pandemia miraba cuentas de memes ¡por horas! Stalkear, investigar a gente que me gusta por supuesto que también. Lo último lo hago mucho menos por suerte.
El arte puede ser un propósito en sí mismo, pero también puede influir directamente en nuestra vida cotidiana, asumir un papel social y político y generar un mayor compromiso. ¿En lo personal tuviste alguna influencia así?
Marguerite Duras en su libro Escribir (1993), que es una suerte de retrospectiva sobre su actividad con la escritura. El libro fue publicado poco tiempo antes de su muerte —tenía 79 años cuando publicaron ese libro— Ella dice que la escritura no la abandonaba, que la acompañaba donde estuviera. Esto me sirve para decir que me parece que en cualquier práctica artística, no hay más propósito que el propósito mismo de hacer eso que se está haciendo: escribir, dibujar, sacar fotos, etc. Por lo cual, no veo un antes y un después. Sino que en el hacer mismo esas prácticas influyen y conectan con los demás aspectos de la vida. Lo político, lo social, lo cotidiano. Mientras estoy escribiendo para esta entrevista tengo en el horno unas galletitas que estoy preparando para llevar a la casa de un amigo que me espera a cenar. Pd: real.
¿Cuál es tu límite con el consumo irónico?
Me parece un poco problemática la idea de consumo irónico o pienso: ¿Cuál es el límite entre consumir una cosa y volverla irónica?
Creo que la mayoría de las veces se trata de una cuestión media clasista o de nicho: de sentirse más cool o creernos snobs para no terminar diciendo: me gusta tal o cual cosa. Me parece importante —eso sí— problematizar los consumos culturales y plantearse interrogantes sobre eso que estamos consumiendo. Como las canciones desamor que nos enfurecen a las feministas pero nos encantan. Escribí una novela con la discografía de Luis Miguel de fondo, osea. ¡Ja!
Dejo un tema romántico con cuya letra estoy en completo desacuerdo pero que adoro y que me hace extrañar a una amiga que ya no vive más en la ciudad, la cantamos juntas cuando podemos.
¿Qué te preocupa acerca del futuro inmediato?
La renovación del alquiler, la precarización laboral que precariza también nuestros vínculos y nos hace precarizarnos entre nostrotrxs. Tener plata para poder escribir, hacer proyectos con otrxs, comprar libros, fanzines, obras de artistas cercanxs, viajar, ir al cine, ir a recitales, comer cosas ricas.
Sin deseo no hay poesía: ¿cuándo tuviste claro tu deseo?
Volví a abrir el documento para seguir el cuestionario y estaba segura que a la siguiente pregunta la iba a contestar con el Hexagrama 30: Li del libro I Ching (lo tengo pegado en la heladera).
El hexagrama se puede traducir como Lo adherente/ El fuego. En la traducción tradicional de Wilhelm Richard el dictamen dice: “El trigrama Li significa adherirse a algo. Una línea oscura se adhiere a dos líneas claras, una arriba y otra abajo”.
El fuego no tiene forma definitiva, se adhiere, toma la forma que quiere, del objeto que arde. Es decir, que la luz o la brillantez del fuego dependerá de lo que se quiera hacer arder. Sé que el músico Jonh Cage usaba el I Ching para componer.
Me gusta mucho este hexagrama porque (por lo que entiendo) es un poco hacer llama en lo que uno quiere arder. La claridad del fuego también puede traer algo del hallazgo, de ese entendimiento. La poesía un poco para mí significa eso.
¡Muy cursi pero súper real para mí!
Volviendo a la pregunta, creo que la claridad de ese deseo tomó forma a medida de que me iba encontrando con mis curiosidades. Algo así como hacer llama en ese deseo, en esa escritura, que iba tomando forma a medida de que iba pasando el tiempo. La claridad nunca es la misma, a veces es más opaca, otras deviene más transparente.
¿La perspectiva del tiempo te hizo descubrir algún punto recurrente en tu obra del que no eras consciente?
Puedo seguir con la anterior pregunta diciendo que el hexagrama Li tiene un aspecto muy importante que es la idea de lo perseverante. Eso es lo que más me llama la atención, que pasa el tiempo y la idea de escribir sigue firme. No es más bien un tema, pero sí es un punto que me interesa rescatar. Imagino que mi punto recurrente es que la mayoría de las veces encuentro excusas para de una u otra forma escribir.
¿Alguna vez un poema propio te sorprendió de una manera inesperada? Por ejemplo, terminaste de escribir y te encontraste con algo que te asustó.
Mis diarios personales me asustan muchas veces. No sé si los poemas porque ya cuando llegás a los poemas hay un trabajo previo. La escritura en el diario íntimo se suele reprimir menos. Es un material crudo que me gusta tener a mano para ir sacando cosas. Algunas después toman un poco más de forma, o me dan ganas de que salgan. Retomé escribir diarios íntimos (tengo muchooss escritos en la adolescencia) hará dos o tres años como una suerte de Diario de duelo, había leído Diario de duelo de R. Barthes y me gustó la idea de hacer el mismo ejercicio.
Es interesante porque el libro de Barthes genera una suerte de síntesis sobre la ausencia. Como un estadío más bien estático. Él mismo decía que escribía notitas/frases. A mí me pasa más bien todo lo contrario. Hay una suerte de desborde o griterío en esa escritura muy insoportable. Me da vergüenza leerme en ese estado, me siento muy vulnerable.
Para la mayoría de los artistas, desarrollar una voz propia va precedida primero de una fase de aprendizaje y, a menudo, de emular a otros. ¿Cómo fue esto para vos?
Por supuesto que a la primera que le copié fue a Alejandra Pizarnik. El libro en la mesita de luz de mi pieza parecía una presencia, como su fantasma. No tiene nada de malo ser pizarnikita un tiempo, para saber que luego hay que seguir y buscar a otras maestras, otras voces, otras lecturas. Reivindico esa exploración y me parece importante no reprimirla. Yo tuve docentes en la Universidad que sentía que un poco hacían eso, reprimir esa escritura entusiasta. También lo hacían otrxs por fuera pero me parece que cuando te pasa eso en un ambiente educativo, cualquiera sea, formal o no, tenés como una suerte de responsabilidad… no sé. Lo que digo es que hay que tener mucho cuidado con la escritura de lxs demás, porque es una cosa muy sensible, muy íntima, que el otrx te comparte, y más si es alguien que arranca recién su exploración.
Después en la actualidad, Internet con más accesibilidad, permite el encuentro con lecturas que quizás cuando yo era adolesente no eran tan comunes. A partir de los 19/20 se me abrió un mundo nuevo con el Blogspot y me encontré con gente de la ciudad y alrededores que subía sus escritos, me pasaba poemas de autores desconocidos, etc. También tenía unos amigxs en un foro de música que me pasaban sus canciones y bandas que les gustaban y también yo hacía letras de canciones para ellxs: por suerte no conservo ninguna de esas letras.
Antonio Porchia decía “Qué te he dado, lo sé. Qué has recibido, no lo sé”. ¿Cómo es tu relación con los lectores? ¿Al escribir tenés presente al lector/a?
¡No puedo creer que la gente me lea/ escuche! Ayer fui a una reunión y una chica que había visto dos veces me dijo que me conocía por algo que había leído y me dijo: vos sos poeta. Y la verdad es que sí. El tema es lo que trae hacerse un poco cargo. Que eso también no te coma y te conviertas en un personaje medio cringe. Tengo presente al lector cuando leo en voz alta, al escribir no, pero a veces suelo intervenir un texto cuando leo en público. Modifico algún verso, me fijo que sea más lindo para escuchar.
¿Alguna vez sentiste que la escritura resultó un método de supervivencia?
En la pandemia mi diario personal tomó mucha relevancia, estaba muy atravesada por un duelo amoroso y escribir me anclaba en un mundo que me interesaba habitar. Me suponía un movimiento. Eugenia Almeida en su libro Inundación —un libro que me gusta mucho y que doy bastante en mi taller— dice que la escritura permite moverse y que eso es natural. Escribir no es otra cosa que alguien que mueve un cuerpo, como caminar, correr o nadar. Hay alguien que escribe: “Como todo paisaje de supervivencia, el que se queda quieto, muere primero”, dice.
¿Cuáles fueron las lecciones más importantes que llegaron con tu rol como editora en Mentazines?
Mentazines fue un proyecto que nació con mi pareja de ese momento. Cuando ese proyecto personal afectivo se disolvió y nos separamos mi duda más grande era saber si era posible que el proyecto continuara, si iba a encontrarle la forma, para no solo materializar fanzines nuevos, sino también ver si era capaz de resignificar ese proyecto y que deviniera en una cosa nueva. Esa fue mi gran lección. Que era posible y que además ahora tenía que buscar otras formas. ¡Y aprender a usar el InDesign!
Mentazines surge como algo que está anclado en lo afectivo. Es algo que está muy presente en mi escritura y también en autores y artistas que siguen esta idea de lo vincular como forma para editar y hacer obra. Rosario tiene una gran tradición.
¿Te parece que hubo una revalorización del vínculo entre editores/as y el público con la proliferación de ferias de arte impreso de los últimos años? Ese contacto más directo logró eliminar distancias y dispersiones de la distribución estrechando vínculos y fortaleciendo la movida.
(Retomo la escritura de esta nota después de cenar y ver el último capítulo de la tercera temporada de High Maintenance siendo las 22:30. Recomiendo ampliamente)
Decía que Rosario tiene una gran tradición en lo que respecta a ediciones donde lo colectivo y lo vincular es central. Pienso en Diario de Poesía, El Lagrimal Trifurca, por nombrar algunos. Entre lxs contemporáneos más cercanos: Iván Rosado, las propuestas e ideas de Claudia del Río, las muestras en El club, Ediciones Danke y Neutrinos. Todos proyectos que me han ayudado a pensar lo colectivo y la edición y lo siguen haciendo ya que en su mayoría están activos.
Creo que sí se ha revalorizado el vínculo entre autores. Pero me permito cambiar por una palabra que está más bien de moda. Los vínculos entre artistas se van retroalimentando y con él, las prácticas que se desprenden de eso que está pasando.
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