Quiz > Cuestionario raptiliano para indagar en figuras de la cultura desde una óptica diferente.
Diez preguntas universales sobre el tiempo que habitamos + un puñado de interrogantes extras sobre su campo de acción.
Ilustraciones > Sebastián Sala
Luli Serrano Eguiluz es un periodista mexicana conocida popularmente como Jenesaispank. Dedicada al periodismo cultural desde hace años, fue parte de publicaciones como Frente, Revista Marvin, Noisey, Letras Libres, NylonMag, Rolling Stone, Noiselab, TrackRecord.
¿Cuál es tu humor por las mañanas?
Antes solía ser peor. Me gustaría mucho ser de las personas que ponen una cafetera pero el café me altera horrendamente. Ahora llevo mejor despertar porque me levanto directamente a atender a mis plantas, que a propósito de la cuarentena se han multiplicado. Verlas crecer me apacigua por las mañanas.
¿Quién es tu héroe/heroína? ¿Por qué?
Solía tener un par de héroes pero hace tiempo decidí que era mejor bajar a todos los que estaban en un pedestal y tratarlos como personas normales. Hasta me lo dijo el tarot una vez, con estas palabras directamente: kill your idols. Sin embargo, por contradecirme, elijo a Patti Smith y a Dylan como el par al que le perdonaría de todo, siempre. De los dos admiro su disciplina creativa. Escriben todos los días, igual que Nick Cave. Obreros de la palabra que nunca han dejado de crear y a quienes los años no han disminuido, como era de esperarse.
¿Qué experiencia fue fundamental para que decidieras dedicarte al periodismo?
Que siempre leí en mi casa, mi tía y mi abuela tuvieron siempre libros alrededor suyo, yo crecí con el Selecciones del Reader’s Digest en la tapa del wc y la colección completa de cuentos de esa misma casa que quién sabe quién editó y que contaba con William Faulkner, Lezama Lima, Fernando del Paso, Rulfo. Las palabras siempre me han parecido fascinantes, a mi mamá le gusta contar que llegué muy niña a la puerta de una librería y grité a todo pulmón “este es mi mundo”.
Siempre quise dedicarme a algo que tuviera que ver con libros, en realidad. Lo del periodismo terminó un poco siendo accidente. Muy joven comencé a hacer radio por internet y tenía un programa de cortes alternativos además de ser la encargada de la música de la estación. A los 16 supe que quería hacer algo que tuviera que ver con música y radio, trabajé muchos años para estaciones de formato FM, digital y podcast. Escribí en publicaciones sobre música ya extintas la mayoría y también he sido agente de prensa, label manager, de todo un poco. No lo había visto bien en retrospectiva. Una mil usos total, al servicio de la música.
¿Cuál fue tu primer trabajo? ¿Aprendiste algo valioso?
Mi primer trabajo fue la estación de radio por internet. Nunca me pagaron, pero sí que fue mi primer trabajo, ¡ja! Y aprendí mucho, desde luego. Aprendí cómo se programaba una estación, en ese entonces con un precario reloj digital, corriendo más o menos el año 2002. Mi inseparable era un programita llamado MixMeister. Aprendí también a relacionarme con todas las partes del negocio musical: locución, programación, redacción, conocí managers y aprendí a lidiar con artistas.
¿Qué te preocupa acerca del futuro inmediato?
La vejez de mis padres y mis tíos. La inviabilidad de los caminos musicales. No sé qué va a pasar con tanta precariedad por todos lados. La música ha padecido de millones de recortes que impiden su producción en todo el mundo. La cultura no sirve al capital y por lo tanto se la ha estrangulado. Y si lo que necesitamos para crear con libertad es el tiempo libre que el capital nos roba, la circulación cada vez se adelgaza más. El arte se abre camino siempre, pero preocupa el grado de indolencia con que nos enfrentamos a tanta austeridad.
¿En alguna ocasión te sentiste abrumadx por las redes sociales? ¿Por qué?
He tenido muchos problemas a causa de las redes sociales. Muchos más de los que quisiera contar acá. Me ha abrumado enormemente mi vida digital desde que la construí hace ya tantos años. He dejado las redes varias veces y cerrado y abierto cuentas en muchos sitios. Todavía no sé por qué no me largo del todo pero también sé que no puedo vivir sin ellas ¿? Aunque también me han dejado enormes satisfacciones como estar en contacto con la gente a la que le interesa mi trabajo y mi perspectiva de vida. He conocido personas a través de las redes que han transformado mi existencia por completo y que no podrían haber formado parte de mi vida de no haber sido por las redes sociales.
¿Qué tipo de placer culposo disfrutás a escondidas?
Creo que ya nada me da culpa. Lo único que procuro es escuchar las mierdas en novedad de cada viernes (que en mi casa es una actividad apodada ‘viernes de escoria’) en otro sitio que no arruine el algoritmo de mi Spotify. Qué cretina.
¿Cuán importante es el ocio en tu vida cotidiana? ¿Es imprescindible?
Es imprescindible, claro. Creo que el ocio es indispensable para pensar, no puedes pensar con todo encima, series, podcasts, textos, películas, videojuegos. Para mí el ocio es el espacio donde me permito pensar sin pantallas de por medio. Me da la impresión de que últimamente el entretenimiento ya pocas veces es ocio, a veces es casi un trabajo estar al día.
Para mí ocio es abstraerme escuchando un disco, mirando un árbol (un modo de meditación que recomiendo mucho estos días), yendo al bosque o platicando con alguien. Quizás bordar.
Ver series durante mucho tiempo fue una obligación para estar al día con el programa de cultura popular que escribí durante cuatro años pero ahora me he permitido darme una pausa. Estoy empezando a ver la temporada tres de Twin Peaks y rompiéndome el cerebro buscando ensayos que me ayuden a disfrutar más lo que estoy viendo y que como iletrada del mundo Lynch a menudo ignoro. Ahora también veo hasta la náusea Mad Men, con total detenimiento. Me gusta masticar las series hasta que mis acompañantes se hartan. Soy muy obsesiva con lo que miro, por lo que me detengo mucho, demasiado tiempo en cada cosa.
Creo que sí habría que hacer una distinción entre el tiempo de ocio digital y el tiempo de ocio-ocio, porque considero que estar frente a una pantalla, sea cual sea el objeto hoy, nos impide conectar con nuestro cuerpo de un modo que necesitamos urgentemente al menos unas horas al día. Hay que dejar de circular un rato por el mundo digital, estar una consigo misma, bordar, gritar al vacío, peinar a tu perro.
Trato de permitirme pensar enfocadamente al menos un momento del día. Yo lo hago viendo a mis plantas, el verde me obliga a salir de mí y pensar en nada y todo.
¿En algún momento sentiste paranoia sobre los algoritmos?
Creo que la sigo sintiendo, pero independientemente de mi paranoia personal y de la real invasión de cada vez más apps y redes sociales a la privacidad de sus usuarios, he concluido que si las máquinas aprenden es de nosotros así que si recomiendan o intuyen mierdas, los que tenemos que cambiar de hábitos somos nosotros. Por supuesto, es asqueante estar hablando de un acetato de los Beastie Boys una noche y que a la mañana siguiente Amazon te recomiende precisamente el disco que mencionaste. Parece que esto nos hace la vida más sencilla, pero el costo a pagar es demasiado alto.
¿Cómo y cuándo surgió el “Jenesaispank” que te acompañó durante años y te dio una identificación con todos los lectores?
Creo que fue a causa de, en primera, leer asiduamente la web Jenesaispop de España. Aprendí mucho leyéndolos y el juego del nombre me gustó siempre. Luego tuve algunos amigos que me apodaron punk o pank porque llevé cresta pank durante buena parte de 2006 y 2007 en que me operaron de la cabeza y me raparon. Llevo en la cabeza una válvula de derivación ventrículo-atrial. Cinco horas en la plancha, una semana en el hospital, un mes en casa y listo. Tenía 22 años recién cumplidos. En ese tiempo escribía un blog y decidí bautizarlo como una suerte de portmanteau de jenesaispas(pop) y mi pank. Ahí sigue toda mi crónica de muchos años, la de los conciertos que vi, algunos ensayos pequeños y otras intimidades que preferiría ya desaparecidas.
¿Cuáles fueron los medios y periodistas referentes mientras ibas creciendo?
En México crecí leyendo a Adriana Díaz Enciso en una publicación mensual llamada La Mosca, que por otro lado me parecía un toque abominable por su desprecio vengativo a la escena local. Ella siempre era estupenda. Sus textos me parecían ardientes. Escuché y aprendí mucho con Erich Martino, un locutor a quien he seguido durante años en Radioactivo FM y hoy en la plataforma Convoy por su conocimiento enciclopédico de muchas músicas y su generosidad sin pedanterías para compartirla con el público. También leía a Juan Villoro que escribiendo sobre música siempre me ha parecido genial.
Creo que mi gran escuela para escribir sobre música fue leer Rockdelux, la revista musical catalana que recién cerró sus puertas tras legar, en mi opinión, un corpus de pensamiento musical y cultural distintivo, serio, con humor y contundencia. De quienes más jugo saqué allí fue de Joan Pons, Juanjo Sáenz, Juan Cervera, Juan Manuel Freire y Kiko Amat. También había pesados, claro. Pero yo aprendí como nunca leyéndolos aunque como latinoamericana estuviera destinada a leerles con los seis meses de retraso que tardaba en llegar la revista a estos territorios, en particular a los estantes de la tienda clásica mexicana Sanborns. Esta tienda es importante porque allí se podían conseguir muchas revistas importadas sobre música que a la postre también nos formaron a muchos; así pude leer a Sylvie Simmons en Mojo, quien a la postre se convertiría en biógrafa de Leonard Cohen, me gustaba leer también a Paul Morley. Conseguía libros de DaCapo Press que editaban compilaciones de ensayos destacados sobre música cada año. Leía a la bloggera Ultragrrrl y otros blogs de los que desgraciadamente ya no me acuerdo.
-Tenés 37 años y creciste en un paradigma de información bastante diferente al actual. Infancia y adolescencia transcurrieron en tiempos donde la información específica y no hegemónica no tenía un espacio sustancial en el mainstream, por lo que siempre uno andaba indagando por todo tipo de lugares buscando buena data. El cine, la música, los libros, las revistas y hasta cierta TV se complementaban, proveyendo información sobre curiosidades de subgéneros y artistas de culto. ¿Cómo era el proceso de investigación que hacías de adolescente? ¿De dónde salía la información que complementaba a los discos?
Del radio y las revistas, de mis primos mayores que fueron los responsables de forjar mi conocimiento musical y que tenían una enorme colección de música a mi disposición. A mí me sigue pareciendo importantísimo que existan guías, especialmente ahora que todo está disponible. Es indispensable que exista gente en cuyo criterio confías y que te dé un mapa de ruta frente al mar de novedades. Ahora no es solo una persona o una sola radio, puedes guiarte con muchas personas o entidades, aunque claro, la apertura también trae a muchos sobrados que quieren ser gurús y no tienen la menor idea, o peor: no les importa la música y solo quieren ser vistos. Pero entonces las revistas lo eran todo, las publicaciones musicales eran la fuente número uno de data en mi vida.
-Por poco más de cinco años llevaste adelante tu espacio en Tumblr. También estuviste en Medium. ¿Cómo te llevás con ese rastro digital que por entonces fue un punto de referencia de tu trabajo y ahora es parte del pasado? ¿En algún momento volvés a repasar lo allí publicado?
El nickname sigue conmigo en Twitter, donde suelo escribir más de música que de otra cosa. No me avergüenzo de nada pero tampoco suelo revisitarlo. Tampoco he colgado a la red todo lo que he hecho. Mucho de mi trabajo periodístico favorito, el que hice para el semanario Frente hace unos años, existe solo en formato periódico pues su registro digital no está completo y es de acceso restringido. Hace poco me mudé de casa y revisé algunos ejemplares físicos que tengo guardados. Era muy bonita esa publicación, siempre la voy a añorar.
-Ser periodista profesional muchas veces significa abordar y tratar tópicos por decisión de un jefe de redacción o productor. Sin embargo, afortunadamente, hace años que el espacio para los periodistas dejó de estar limitado a la necesidad de un medio.
En tu caso llevando adelante diferentes blogs, ¿cómo surgía lo que escribías? ¿Qué terminaba en en el blog? ¿Qué tipo de disparadores eran necesarios para escribir desde el costado más personal y hasta de autor?
Suelo enfrentarme a la pluma como desahogo. Mi escritura al principio consistió sobre todo en arrojar mis impresiones sobre lo que me hacía sentir la música en ese momento más allá de la data que pudiera aportar sobre ella. Ese siempre ha sido mi enfoque favorito en la escritura musical, el que transparenta a los autores y sus circunstancias. No estoy de acuerdo con esos jueguitos recientes en los que alguien te etiqueta en una publicación y exige que sin explicación alguna compartas un par de portadas de discos que te gustan. ¿A mí de qué me sirven las tapas sueltas? Yo quiero saber por qué a la gente le gusta lo que le gusta, que trate de asir de alguna forma su experiencia y la comparta. Y eso es lo que he escrito en mis blogs durante estos años, con la suerte de que existen personas interesadas en leerlo.
-La industria musical latina hoy reposa mucho sobre el enorme mercado que es México. Con sellos independientes, bandas, giras, diversidad de sonidos y cada más influencia en el mercado vecino de EEUU, la industria allá sigue creciendo.
¿Te parece que eso se corresponde con los medios especializados? ¿Las revistas, sitios, radios y demás esfuerzos periodísticos resisten en México mientras que en otras partes del mundo la cosa tiende a decrecer?
Absolutamente no. México tiene cada vez menos espacios de radio y revistas, cada vez menos esfuerzos periodísticos dedicados a la música mientras que el mercado musical crece porque como público consumimos desmedidamente en plataformas como Spotify, lo que nos convierte en un mercado jugoso.
En contraste, veo cada vez menos medios que se dediquen a difundir la labor musical en el país, y sobre todo medios que se tomen en serio su papel de difusores culturales. Como público estamos en un constante loop de reafirmación de nuestros propios vicios y tendencias a causa de los algoritmos. Otro problema es que aunque parezca que la industria se ensancha y ofrece más oportunidades a nuevos músicos, la realidad es que el camino es estrecho, solo caben determinadas personas y determinadas maneras de hacer música. La tendencia es homogeneizarlo todo y que el mismo tipo de música se escuche en la radio de hits de Nigeria que en la de Buenos Aires. Creo que es importante resistir a través de otra clase de curadurías, de la visión de personas de carne y hueso que saben sortear estos acotamientos y hasta cierto punto taras tecnológicas para llegar hasta proyectos que verdaderamente son de avanzada, que sorprenden. Y que sean personas capaces de relatar su tiempo y sortearlo a través de la música. No veo que esa sea la tendencia, por otra parte. Ya nadie quiere leer nada, mucho menos de música, lo que siempre me parecerá una desgracia supina.
-En los últimos cinco años el paradigma de la industria musical digital estableció un ritmo de novedades constantes mediante el lanzamiento de simples, videos, EP, discos, remixes, etc.
Es un ritmo que obliga a estar constantemente presentando novedades para mantenerse siempre en el candelero sin quedarse atrás en la catarata de información cotidiana.
¿Cómo te llevás ese flujo incesante de data?
La verdad es que lo he ido asimilando después de un largo periodo de adaptación en que me angustiaba enormemente la cantidad de cosas increíbles que me estaba perdiendo por pura estadística y porque nuestro tiempo en la tierra es finito y no podemos humanamente escucharlo todo.
Creo que la catarata de música es un problema, la verdad. Y el problema es que cada vez más se siente como que la música es ‘lifestyle’ y al categorizarla como tal, siempre pasa a segundo plano. Es música de fondo y nada más. Esa era la tendencia hasta la pandemia en toda clase de festivales, al menos en México. La música como pretexto para venderte algo. No sé qué cambiará a partir de estas circunstancias. Sin embargo, siempre voy a preferir calidad a cantidad pero como el torrente novedoso no parece detenerse, me parece saludable contar con algunos filtros y criterios para no enloquecer. Yo ahora me guío a través de los textos de Bandcamp que están muy bien escritos y enmarcan los destacados de su plataforma. Sigo también a diversos periodistas y personas involucradas en la música en el ámbito local de países clave que me interesan de siempre: España, Argentina, Chile, Perú. En la última década lo que más escuché fue música en español, que atraviesa un estupendo momento si sabemos mirar a través de la paja de la novedad y la atracción momentánea.
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