Quiz > Cuestionario raptiliano para indagar en figuras de la cultura desde una óptica diferente.
Diez preguntas universales sobre el tiempo que habitamos + un puñado de interrogantes extras sobre su campo de acción.
Ilustraciones > Sebastián Sala
Maxi Falcone es ilustrador, historietista y humorista gráfico. Publicó los libros Esquizomedia e Instagramsci, ambos editados por Rabdomantes.
Fue colaborador del semanario El Eslabón e integrante orgánico del colectivo de humor gráfico Alegría.
Como músico formó parte de Cromattista, además de ser parte de formación primigenia de Matilda.
Además, trabaja activamente en publicaciones del país y la región y es director de arte de la publicación cultural Revista Rea.
¿Cuál es tu humor por las mañanas?
Probablemente es mi mejor momento del día. Me despierto solo mucho antes que las obligaciones reclamen su atención, seguramente por esto suelo estar de buen humor. Incluso en el momento inmediato de despertarme es cuando se me ocurren las ideas. Me pasa a veces que me voy a dormir pensando que tal o cual hecho de actualidad merece un chiste y la solución aparece al despertarme.
Estoy seguro que en los sueños aparecen las respuestas a las preguntas que nos hacemos por la noche. No expresadas directamente, sino que de una forma muy solapada y algo retorcida. Como si te dijera que luego de un sueño fantástico, donde hay viajes a otros planetas, personajes raros y situaciones espectaculares, podés despertar con una decisión tomada acerca del color que tenés que usar para pintar una habitación. No hay relación directamente entre el contenido de un sueño y la desición a tomar, pero de alguna manera ahí está.
Hice varias historietas basadas en sueños, como los 3 chiflados con la cara de Gramsci, o la aparición del doppleganger en Esquizomedia luego de que soñara con “sable chino” de Fito Páez. Algo pasa en el mundo onírico que hace que mis mañanas sean de lo más agradables.
¿Cuál fue tu primer trabajo? ¿Aprendiste algo valioso?
Si bien mi primer trabajo fue lavar autos durante la adolescencia creo que el verdadero primer empleo que tuve fue como diseñador gráfico en una imprenta a fines de los 90. Era una época de mierda en materia laboral. Desempleo muy alto y salarios muy bajos. Todo tipo de abusos estaban normalizados en ese entonces. Aunque muchos pibes aseguren que esta es una época difícil no tiene ni comparación con aquella década infame donde el trabajo era un acto despreciable y las clases no privilegiadas sufrían todo tipo de humillaciones.
Claro que aprendí un montón de cosas valiosas: ¡Que Marx tiene toda la razón!. Que el capitalismo es un sistema miserable y que la explotación laboral es una constante. Que pasar 9 horas trabajando es propio de una vida de mierda y que debemos aspirar como sociedad es a un mundo sin clases ni privilegios.
Un dato merece la pena: ese empleo lo obtuve porque me hice pasar por evangélico. Nada de talento, capacidad o actitud proactiva. El dueño de la imprenta era un pastor o predicador o algo así. La pertenencia a una comunidad o las relaciones son un factor más ventajoso que las competencias a la hora de conseguir empleo. Así funciona este mundo de mierda.
¿En alguna ocasión te sentiste abrumadx por las redes sociales? ¿Por qué?
Tanto con Instagramsci, como en las redes de Alegría metí varios chistes que se viralizaron muchísimo. De alguna manera eso fue un elemento de presión. Después de aquello sentí que los siguientes chistes debían ser tan “hiteros” como su predecesor. Aquello me abrumó un poco. El exitismo es un veneno a la hora de la creación artística. Hay muchísimas cosas que me gustan que no son de gran popularidad, y no por eso son de menor calidad. Por el contrario, hay mucho arte de culto que es súmamente valioso y cumple un rol importante para el artista y el espectador. Esto es una idea que debo recordarme cada vez que subo algo a las redes.
Esa lógica exitística parece haber desbordado las redes y está presente en otros ambientes.
Tengo amigos que los tenía como gente copada que lo primero que me preguntan sobre mis libros es como van las ventas. ¿Qué les pasa? ¿Por qué no se toman el trabajo de leerme y ya? ¿Acaso las bandas que nos gustaban en la adolescencia eran un éxito de ventas?
Por suerte nunca sentí la necesidad de mostrarme feliz, exitoso o alguna de esas mersadas de instagram. Soy de los 90s y conservo ese espíritu melancólico de tipos como Kurt Cobain. Eso de subir selfies contando lo felices que son, no dejan de parecerme algo de tan mal gusto como los que salían mostrando sus ferraris y sus chalets en la revista Caras. El éxito individual en un mundo plagado de fracasos y miserias. ¡Un asco!
¿Cómo te sentiste la primera vez que publicaron algo de tu autoría? ¿Qué era?
En el periódico Espacio y Tiempo de mi barrio, Fisherton, publicaron una historieta que mandé cuando tenía unos 20 años. Creo que esa fue mi primera publicación. Debe haber sido uno de los días más felices de mi vida. Miraba ese periódico a cada rato. Leia y releía la historieta una y otra vez.
Fue el primer capítulo de una serie que seguí publicando ahí. La serie se llamaba “Leyendas de Fisherton” arrancó teniendo un tono serio y fantástico, y de a poco fue derivando a la cosa más humorística.
Igual estaba todo muy mal dibujado y algunas cosas que me acuerdo ahora me dan cringe. Hoy no soy mucho mejor dibujante pero vivo el dibujo con menos solemnidad que en ese entonces. Por otra lado acepté el humor como el tono inevitable dentro de lo que hago. La gente quiere reirse. Es así.
Más allá de tu faceta como ilustrador o músico hay otro detalle en el CV de Maxi Falcone: sos programador.
¿Qué experiencia fue fundamental para que decidieras dedicarte a la programación?
Cuando apareció la internet por el 98, 99 fue todo una revolución que me cambió la vida. Yo estaba recién recibido como diseñador gráfico y sabía que el futuro de la gráfica pasaría por ahí. La primera vez que me conecté a internet fue el día de la entrega de los premios oscar en el 99. Me acuerdo perfectamente porque ese día preferí estar en la computadora y no mirando la ceremonia. Estuve toda la noche conectado por el dial up. Hasta me acuerdo de haber bajado la página de la cnn que tenía un especial multimedia sobre los premios que me parecía fascinante. Empecé a modificar el código fuente de la página para saber como lo habian hecho. Creo que ese fue mi primer contacto con la programación.
Ya más tarde y trabajando como diseñador en una empresa de software me di cuenta que los que tenían más prestigio y mejores sueldos eran los que codeaban. Me fui metiendo en ese asunto cada vez más y más. Hoy estoy muy agradecido de haber decidido aquello. Nada como un trabajo bien remunerado para tener cierta autonomía e independencia.
¿Cómo te llevás con tu rastro digital?
Mirá, a veces me preocupa que la persona menos indicada lea algo de lo que yo hago. Yo tomé posición acerca de temas políticos y sospecho que me ha causado más de un problema. Sobre todo viniendo desde el humor gráfico, donde a veces podemos ser bastante agresivos.
Es muy loco ese asunto. Hay tipos que están en las antípodas de mis ideas y sin embargo se acercan a lo que yo hago con mucha buena onda. Por otro lado hay personas que fueron compañeros de espacios militantes que definitivamente me han cancelado.
Me llegó el rumor de que estoy “blacklisteado” en La Izquierda Diario. Quiero creer que es solo una exageración propia de una desborde emocional de alguien que no soportó un chiste.
No obstante soy bastante honesto y no tengo agendas secretas. Hay cosas de las que me arrepiento un montón, pero también son parte de lo que soy.
Lo bueno del arte es que mañana podés desdecirte de todo lo que hiciste desde una obra. Habitar la contradicción es un acto sumamente vital.
¿Qué tipo de placer culposo disfrutás a escondidas?
Bueno, no se si hablar de “placer” pero suelo escuchar podcast sobre productividad, organización laboral e incluso “emprendedurismo”. Mucho de eso me ayuda organizar mis muchas actividades, plantear objetivos y mejorar mis métricas. Si, también armo métricas.
Entiendo que esto se articula con los discursos propios de la lógica corporativa y las derechas, pero debo decir que me han ayudado mucho con mi trabajo.
Leí Los 7 habitos de la gente altamente efectiva. No puedo decir que puse en práctica todo lo que leí ahí, pero debo admitir que algo de todo es puede ser de gran ayuda. Y si, lo leí “a escondidas”.
Otra cosa que también leí “a escondidas” (aunque nunca nadie lee nada de forma pública) son un par de libros de Elizabeth Gilbert. Leí Comer, rezar, amar y Libera tu magia. La verdad me gustaron mucho ambos libros.
¿Cuán importante es el ocio en tu vida cotidiana? ¿Es imprescindible?
Me la paso trabajando y cuando no tengo nada que hacer me siento culpable. Entiendo que esa culpa es una construcción del enemigo que nos quiere productivos, eficientes y manipulables, pero no puedo evitarlo. Debería darle más lugar al ocio. Creo que lo único que hago que podría calificarse como “ocio” es mirar series. No obstante también hay una lógica productivista en tanto que siempre busco una idea, un giro, o un argumento para poder aplicar en mi trabajo como autor.
El arte puede ser un propósito en sí mismo, pero también puede influir directamente en nuestra vida cotidiana, asumir un papel social y político y generar un mayor compromiso. ¿En lo personal tuviste alguna influencia así?
Un debate que nos damos siempre es acerca de la utilidad que tiene el humor político que hacemos. Si realmente en algo modifica la conducta del espectador. Nunca lo sabremos pero estoy seguro que ejerce su influencia.
Creo que mi primer contacto con las ideas de izquierda vinieron con las historietas de quino en la página de la revista que venía con Clarín los domingos. Allí estaban Quino y Caloi haciendo unas páginas magistrales. Creo que fueron de muchísima influencia en mis ideas. Incluso en Mafalda aparecían muchos debates que siguen vigente hoy día en nuestro país. Hoy podríamos decir donde están parados Susanita y Manolito y donde están parados Mafalda y Libertad. Y también sabemos de qué lado estaba parado el autor y dónde estaba el bien.
Durante los primeros años del gobierno de Macri escuché mucho decir que Pakapaka había hecho mucho más en la batalla cultural que 678. Creo que algo de eso hay. Una idea tiene más fuerza si es impulsada en el marco de la expresión artística y el entretenimiento.
¿Cuál es tu límite con el consumo irónico?
Sinceramente no hago consumo irónico. Hasta Los 7 habitos de la gente altamente efectiva lo consumí sin ironía alguna. Y además no tengo tiempo. Prefiero volver a ver Breaking bad que reirme de una telenovela turca.
Para la mayoría de los artistas, desarrollar una voz propia va precedida primero de una fase de aprendizaje y, a menudo, de emular a otros. ¿Cómo fue esto para vos?
Soy miembro de la sacrosanta iglesia de los Crumbnianos. Somos un montón en Argentina, algunos supieron despegarse a tiempo y otros siguieron pegados ahí. Yo sigo firmando con mi nombre y apellido como el gran Robert y no me cambié el nombre por una única y monosilábica palabra como suelen hacer los humoristas.
Y sí, la gran influencia es ese asunto de ponerse como personaje y hablar desde allí. Ahora y desde hace tiempo vengo derivando para otros costados pero creo que aún sigue presente el abordaje inicial desde allí.
¿La perspectiva del tiempo te hizo descubrir algún punto recurrente en tu obra del que no eras consciente?
Hay temas permanentes de los cuales soy plenamente consciente: el trabajo, la conflictividad social, la lucha de clases, la explotación del hombre por el hombre, y el capital. Pero hay otros temas que solo pude ver con el tiempo: la infancia, la adolescencia y el paso de los años.
La frase esa de Rilke “la verdadera patria del hombre es la infancia” me hace mucho sentido: En el fondo siempre siento una nostalgia por aquel momento de la vida. Seguramente tiene que ver la añoranza de mis viejos y las ilusiones de una vida mejor. Debe ser por eso que sigo dibujando. Hay algo ahí que no murió, que sigue presente.
El libro en el que estoy trabajando está ubicado en mi adolescencia en los años 90s y en el rock como el rescate a una vida anodina y sin sentido. Definitivamente el rock murió en el 94 con el suicidio de Cobain. Hoy esa cultura rock es un esperpento de viejos pedófilos y machistas con afinidad hacia las ideologías más retrógradas. Es realmente una pena.
¿Cómo describirías tu militancia política a través de los años?
Profundamente conflictiva: Soy hijo de militante y uno de los primeros mandatos que recibí era no hablar de la actividad de mi viejo ni de las reuniones que se hacían en mi casa. Tenía 5 o 6 años y todavía estaban los milicos en el poder. En la adolescencia desprecié ese activismo político de mi viejo porque en ese entonces la política era una actividad despreciable regida por el menemato con el neoliberalismo como única ideología dominante.
Probablemente mi primera participación en la política fue en el 2001 gritando que se vayan todos en la puerta del Concejo. Jamás imaginé que menos de 20 años después estaría trabajando adentro.
Formé parte de varios colectivos artísticos, incluido Planeta X, probablemente la más politizada de todas esas experiencias. De todos modos, jamás sentí mucha afinidad con esas militancias hasta el año 2015, donde la vuelta de la derecha era una amenaza patente. Allí participe primero del colectivo El Avispero e inmediatamente después de Ciudad Futura. Cabe recordar que desde el año anterior ya venía publicando en El Eslabón y participando de la cooperativa La Masa. A fines de ese 2015 el mismo Monteverde me invita a trabajar en el Concejo como asesor.
Estuve dos años ahí y me terminé yendo de una manera muy conflictiva. Fue una enorme desilusión. Si te interesa conocer más detalles sobre ese asunto te recomiendo leer el Instagramsci.
Hoy por hoy siento un clima bastante similar a lo que era el final de los 80s: Inflación muy alta y una clase política que no está a la altura de la situación. La diferencia que en ese entonces estaba muy presente los años violentos de la dictadura y su total fracaso. Hoy hay generaciones nuevas que no encuentran voz para su descontento sino en las expresiones más violentas de la derecha. Y debo decir que en parte las entiendo.
Soy parte del colectivo Alegría y esa es hoy por hoy mi única participación militante. Seguiremos dibujando y publicado cosas hasta que perdamos la energía. Son tiempos muy difíciles. Ya no podemos hablar de la avanzada mediática y judicial de la derecha. Hoy hay un fracaso notable del campo popular y las izquierdas que han dado lugar a este clima enrarecido. Nuestros políticos, profundamente cobardes, no dejan de mirarse el ombligo y pelearse por las migajas de poder que han dejado las corporaciones y los capitales, los cuales vienen por más.
Las colaboraciones-asociaciones son frecuentes en tu camino. ¿Las colaboraciones te ayudan a encontrar otras perspectivas? Luego de tantos años de trabajo acompañado ¿podrías encarar un proyecto de disco solista siendo único responsable?
Qué tema tan interesante: Por un lado, no podría encarar la grabación de un disco solista porque no estoy haciendo música. Desde hace años que vengo sintiendo la música como algo ajeno y distante de mis intereses más cercanos. Por otro lado, la pandemia me dejó algo en claro: necesito trabajar solo. Cuando nos mandaron a encerrarnos en nuestras casas yo sentí una enorme sensación de alivio. Todo lo que me interesa de este mundo está en mi casa.
De cada proyecto que participé sentí que entregaba más de lo que recibía. Como dijo George Harrison sobre los Beatles: John y Paul estaban dispuestos a escuchar un tema mío solo después de que grabemos 14 o 15 temas de ellos. Algo así viví en cada proyecto del que participé. Resignaba tanto mi participación al punto tal que las bandas me resultaban algo totalmente ajenas.
Esto se me hizo intolerante después de la lectura de Gramsci y la militancia. En todos lados hay relaciones de poder y de alguna manera yo era siempre un subordinado. Esto lo extrapolé a grupos de amigos, organizaciones y cuestiones similares que no pude sostener bajo los mismos términos que tenía hasta entonces. Terapia ayudó mucho para esto. Debo decir que el principal responsable de ponerme en ese lugar fui yo por ende tuve que trabajarme mucho ese asunto.
Estoy tan metido en las historietas por esto mismo: las escribo y dibujo yo mismo. Digo lo que necesito decir. Y nada me interesa más que manejar el sentido y el concepto de lo que hago. Dibujar las ideas de otros y tocar las composiciones de otros no deja de ser algo similar a un trabajo asalariado, pero sin salario. Y para eso prefiero simplemente programar.
Los últimos años estuvieron marcados tanto por la grieta como por la corrección política.
¿El humor gráfico tuvo que encontrar un nuevo lugar más cerca de los márgenes para no quedar cercado entre el higienismo y lo panfletario?
Desde poco antes de la cuarta ola feminista y hasta la brutal derrota del FDT en las elecciones del año pasado fue una época bastante horrible para el humor gráfico. Una generación pareció haber recurrido a la censura como herramienta válida para dar su batalla cultural. Ignorando que eso era el recurso propio de los gobiernos de facto y las expresiones más fascistas. Horrible. Luego de siete años de hacer humor en El Eslabón con total libertad, nos voltearon un par de tiras. No lo podía creer. Y yo mismo decidí cerrar Instagramsci el día que censuraron un chiste de Langer en Barcelona. Por estupideces como esa la derecha ganó tantos espacios.
Alegría fue un espacio de resistencia a toda esa pelotudez. Con cada publicación era sabido que te iban a putear. Siempre, sea quien sea. No obstante, nos mantuvimos firmes y jamás salimos a pedir disculpas por hacer algo tan nimio como un chiste.
Durante el primer año de Macri llegamos a recibir amenazas por mensaje privado. Los dos últimos años empezaron a corrernos por “izquierda”: Si hacíamos chistes con Carrió éramos “gordofóbicos”, si hacíamos con Vidal éramos machistas, si hacíamos chistes con la borracha de Bullrich o el ágrafo e ignorante de Macri estábamos banalizando la problemática social.
Con la llegada del gobierno de Alberto se nos fue la mitad de la gente y empezaron a putearnos “los compañeros”. Éramos “troskos”: “correte que estamos gobernando un país” nos decían.
Justo después hicimos un par de chistes sobre el FIT y unos cuantos “camaradas” nos declararon sus enemigos. Fundamentalmente gente de La Izquierda Diario. Esos tipos no dan más de pelotudos. También nos ganamos un montón de puteadas cuando hicimos chistes sobre ciertas careteadas blancas socialdemócratas escondidas en algunos feminismos y ese progresismo falopa que hoy es parte del gobierno.
En los últimos tiempos sumamos un montón de seguidores en tanto expresamos el desencanto de gran parte de la sociedad con las alternativas que nos da la política partidaria.
La conclusión que puedo sacar es la siguiente: hay que preservar los principios más allá de los vaivenes de la época. Ni higienismos ni panfletos. A la larga todo eso es cartón pintado.
Con Instagramsci hubo varios éxitos que terminaron viralizados en redes.
¿Tener un inesperado hit viral puede ser contraproducente al generar una necesidad de mantener esa exposición?
Tal cual. Es lo que te decía en la pregunta acerca de sentirse abrumado por las redes sociales. El mandato del éxito y la popularidad son un veneno. Hoy por hoy me doy cuenta que algunos “hits” del Instagramsci no funcionan fuera de su época. Lo que más rescato es que sobre el final, ya muy desencantado, empecé a problematizar y cuestionar algunas vacas sagradas que podían ser adorables para algunos lectores. Perdí muchos “laiks” pero siento que gané credibilidad cuando el futuro se puso tan oscuro luego de la pandemia.
A través de los años hiciste tu contribución a la batalla cultural escribiendo, dibujando y tocando. Sin embargo, en la militancia de esa batalla cultural la historieta siempre fue una constante. ¿Por qué te parece que es tu constante fija a través de los años? ¿Es el humor el caballo de Troya definitivo para dar pelea?
La historieta es historia, narración, personajes y conflictos. La historieta es la forma más barata y efectiva que tengo para contar algo. La historieta es el único recurso que tengo para abordar los temas que me interesan. Probablemente porque pienso en historietas desde antes de aprender a leer.
Hoy el mundo sufre niveles altísimos de desigualdad social. Y a mí como a todos los que leen esto nos tocó estar en el 99% de la población que tiene una vida de mierda dedicada a enriquecer al 1% restante y lo seguirá haciendo de forma sistemática hasta que muera. Cada vez somos más manipulados y controlados. La internet, las redes y los celulares resultaron ser el recurso perfecto para esto. Luego de años de evolución un sujeto promedio tiene una enorme ignorancia y es incapaz de aprender algo dado que tiene una capacidad de concentración menor a 4 minutos. La gente de todo el planeta está harta cansada y profundamente desdichada, pero no sabe muy bien la razón de eso y encima oculta sus desdichas porque siente vergüenza de ello, y solo le queda entretenerse un rato con sus pantallas hasta volverse más idiota.
En este contexto, ¿puedo pensar en el arte por el arte, las formas, la armonía, la melodía y la belleza? Hay historias que urgen ser contadas antes de que sea demasiado tarde.