Quiz > Cuestionario raptiliano para indagar en figuras de la cultura desde una óptica diferente.
Diez preguntas universales sobre el tiempo que habitamos + un puñado de interrogantes extras sobre su campo de acción.
Ilustraciones > Sebastián Sala
Santiago Kahn es director de la editorial Maten al mensajero.
Además es docente de Producción Artística y Gestión Cultural.
¿Cuál es tu humor por las mañanas?
¡Muy bueno! Soy muy alondra y arranco temprano y muy manija siempre.
¿Quién es tu héroe/heroína? ¿Por qué?
En el mundo real durante muchos tiempo fue Rodolfo Walsh: lo tenía todo, periodista, militante, traductor, escritor de narrativa. En la ficción siempre fui más fan de Spiderman y Batman.
¿Qué experiencia fue fundamental para que decidieras al trabajo editorial?
Desde chico siempre me interesó la publicación, desde una especie de revista política con compañeros del secundario a una más ensayística con compañeres de la facultad, en el medio los libros con La parte maldita y bueno, cada cuál tiene su vicio. Este es el mío.
¿Cuál fue tu primer trabajo? ¿Aprendiste algo valioso?
Creo que cuenta como primer trabajo atender un kiosco en la temporada veraniega de Villa Gesell donde todos los años mis viejos iban a trabajar, a los 15 años.
¿En alguna ocasión te sentiste abrumadx por las redes sociales? ¿Por qué?
¿Cuándo no? Hay una sensación de constante “disponibilidad” es que es agotadora. Por otro lado entiendo que hay mucha gente que conoce lo que publicamos de esta manera, sobre todo por el limitado espacio que tienen los libros -y más aún los de historieta- en los medios de comunicación tradicionales, así que trato surfear esa ansiedad y tratar de estar siempre al día.
¿Qué tipo de placer culposo disfrutás a escondidas?
Ver videos de youtubers españoles hablando de Cómics y Series tipo ARROW/Flash, etc.
¿Cuán importante es el ocio en tu vida cotidiana? ¿Es imprescindible?
Creo que depende qué entiendas por ocio: me gusta estar siempre haciendo algo. Leer, ver una película, lo que sea. No me banco mucho la inmovilidad y el silencio. Siempre con un libro o la radio o la compu, o las tres cosas a la vez. Pero el modo de mirar el techo o el horizonte sin más me enloquece. Si no tengo nada que hacer, me lo invento.
¿En algún momento sentiste paranoia sobre los algoritmos?
Siempre. Están entrenados para eso. Nosotres nos encargamos de hacerlo, eso es lo más aterrador. Que nos escuchen, que nos lean, que nos conviertan en producto para otro es un toque paranoico, pero no por ello menos cierto.
En tu rol de editor ¿qué buscás en lxs artistxs? ¿Qué es lo que capta tu atención de una ilustración, historia o artista?
Iba a responderte con el cassette puesto sobre contar historias y coso. Pero no le pedimos lo mismo a una ilustración, a una historia y a un artista. Sin historia por más belleza -según el criterio que tomes, además- que tengan las ilustraciones pueden caer en saco roto. La historieta es un lenguaje expresivo fascinante por lo elástico: te permite meterte en mundos imaginarios de les demás, desde lo presuntamente autobiográfico hasta una distopía zombie, siempre hay algo que tiene que conectar, sino cerrás el libro y te olvidás.
Ya hace unos 20 años que la Internet se convirtió en un infinito semillero de artistas de la historieta. A partir de las redes sociales, todo eso llegó a otro nivel, modificando gran parte del paradigma: narrativas, hegemonía editorial y la lista podría seguir. ¿Cómo han influido los diversos lenguajes de las redes sociales en la narrativa y estética de las historietas?
Creo que hay generaciones enteras que están leyendo “distinto” a como leímos nosotres cuando eramos pibes. El acceso es mucho mayor. Las redes sirven para que muches artistas pongan a circular sus materiales de una manera que era impensada hace décadas: en el medio hubo una tanda de autores que pasaron del fanzine abrochado y fotocopiado a los blogs, en los early 2000s creo que había ahí una idea de hacer circular material que emulaba lo que saldría en papel. Y ahora hay mucho que se produce para las redes con una fugacidad total. Creo que va moldeando distintas instancias de producción, lejanas del modelo industrial y la relación de dependencia de un medio gráfico, con libertades y precariedades. Cada vez que trabajamos un libro con autores que produjeron el material para su Instagram, por ej, hay que hacer esa traducción, editar, repensar, reencuadrar pensando en la circulación del libro, diacrónica pero de largo aliento, etc.
En los últimos años las convenciones y encuentros de historietas se multiplicaron por varias provincias del país. El encuentro entre artistas y editoriales se hace más fluido y directo, la información viaja y se forman nuevas alianzas, sociedades artísticas y se establecen vínculos para tratar diversas problemáticas. Creo que la última década fortaleció la idea de una historieta federal. Sin embargo, todavía es prematuro hablar propiamente de una historieta federal.
Como editor que trabaja en dos ciudades y tiene una perspectiva nacional cómo ves el plano federal de la historieta? ¿Es real o quizás es demasiado prematuro pensarlo?
Es una obsesión muy pública, creo que se nota al ver el catálogo, que hay una búsqueda de no acotarnos a ser una editorial porteña: trabajamos con autores múltiples provincias del país, con José Sainz (Rosario) y Cata Reggiani (La Plata) como editores también. Crack Bang Boom es hoy la fiesta nacional de la historieta, el año nuevo para muches; hay movidas en Córdoba, Viedma ó Catamarca pero lo que pasa en Rosario no tiene parangón. Creo que Comicópolis sí lo tenía, sería buenísimo que eso vuelva a pasar, y que se potencien las experiencias en otras ciudades como pasa con el EPAH en Mar del Plata. Siento siempre que voy a olvidarme de mencionar alguno y me van a putear, pero me entendés a lo que voy: fuera de las grandes ciudades y capitales provinciales todavía hay mucho por crecer, hay muchas ciudades importantes del país en las que no hay eventos ni comiquerías o las pocas que hay no tienen la creciente producción nacional. Eso es importantísimo, para mí, que los festivales y ferias ayuden a generar cotidianidad con la historieta argentina. Que no sea algo de una vez al año, sino que sea de 12 meses, 365 días de la historieta al año. Hay que trabajar para ello.
La historieta independiente en nuestro país siempre marcó una diferencia con lo que es la producción y cultura hegemónica de historietas extranjeras. Hablo de historias, estéticas, problemáticas, sensibilidades y más. En los últimos años esa diferencia también fue abrazada por las editoriales no tan indies, digamos.
¿Los intereses y consumos culturales de las nuevas generaciones obligaron a parte de la movida a actualizarse?
Me encantaría poder ahondar y repreguntar, jaja, ¿qué sería “no tan indies”? Parafraseando a Charlie Feiling (“¿Por qué si no tuvimos apogeo tenemos decadencia?”) lo principal es romper con la romantización de la era industrial donde se hacían historietas como chorizos y de añorar los modelos de producción importados. Creo que lo que pesa acá es que el grueso de la producción en la actualidad está conducida por las autoediciones, las editoriales conducidas por autores y un puñado de editoriales pyme en ciernes; para las multinacionales la escala es muy pequeña para interesarse pero muches autores pueden luego publicar afuera (Europa más que nada y algo de EEUU) porque los libros son buenísimos y porque hay mercados muuuuy diversos como el francés. No tengo ninguna posta pero creo que estamo en los tiempos de los mil nichos y, dentro de todo, se producen cosas bastante eclécticas.
Antes mencionaba el cambio de paradigma que llegó a partir de las redes sociales. De repente, un artista independiente amasa cientos de miles (o millones) de seguidores muchas veces superando con facilidad a las propias redes sociales de las editoriales que lo superan. ¿Cuáles fueron los cambios obligados que tuvieron que enfrentar las compañías para mantenerse a flote y mostrarse todavía esenciales para el artista y para el público consumidor?
El tema en esa cuenta, muchas veces, es que las multinacionales ven los miles de seguidores pero saben que la “tasa de conversión” de eso a la venta de un libro concreto no es tan sencilla. Porque el contenido en las redes es ubicuo, capaz hay lectores, megusteadores, en todo el mundo que después no consiguen el libro en el país (¡o en la ciudad!) en la que viven, o les copa para ver algo en su feed pero quizás no tendrían un libro que lo recopile. Me fui de tu pregunta inicial… no hay nada esencial, creo que también aparecieron otros subproductos: cuadernos, billeteras, agendas, totebags, remeras, con ilustraciones pero no sé si -salvo un puñado de excepciones- son de historietistas.
Siguiendo con esas enormes diferencias entre el alcance del artista y la editorial que publica su trabajo: Cuando pasa eso en EEUU y Europa, generalmente el artista opta por mantenerse independiente y tratar directamente con su público consumidor. En nuestro país todavía hay una coexistencia piola entre artistas muy populares y editoriales independientes. ¿Por qué se da esa convivencia?
No sé. Acá siento que todo sigue en una escala muy módica, salvo por lo poco que se publica por Random House Sudaméricana y algo que tenga Planeta, el grueso de la producción sigue siendo en editoriales pequeñas, autogestionadas, independientes, no hay un star-system porque no hay un mainstream. Ojalá siga creciendo la cantidad de gente que lee historieta argentina, que la historieta argentina sea más diversa de ambos lados del papel o pantalla, más federal. Pero de puro quisquilloso, creo que hay autores masivos pero hay pocos autores populares. Uno de los más leídos es Chanti, por ejemplo, que publica en Revista RUMBOS, la muy masiva revista dominical del Grupo Clarín para decenas de diarios de las provincias -principalmente Mendoza y Córdoba con Los Andes y La voz-, y es posible que el 84,7% de la gente no lo conozca si se lo cruza por la calle pero capaz si lo ubican a Tute o Nik. El humor gráfico en los diarios y revistas impresos y digitales sigue teniendo más popularidad. Pero me gustaría tener un dato que lo certifique y dejar de opinar a boca de jarro.