EL VIAJE INQUIETO DE GUARDIANA DE LA BAHÍA

 

Guardiana de la Bahía estrena un mediometraje que combina elementos kitsch y tropicales para un DJ set que nos rescata, por un rato, de la marea pandémica.

 

La vida es mucho más que simplemente permanecer en el camino firme que tomamos por inercia. Cierto ímpetu idealizado de la juventud, en ocasiones, puede dejarnos transitando estadios de confusión, que se representan en angustia y frustración.
Son pocas las personas que eluden la línea blanca de lo predecible para transitar un sendero propio, buscando ir hacia donde nuestros interrogantes nos dirigen. No siempre es posible encontrar una respuesta real, sin embargo, eso no significa dejar de buscarlas o ignorar el eco de los interrogantes.
Dar ese primer paso fuera de lo predecible; ir de una existencia simple hacia una experiencia propia (y acaso más real) es un desafío en sí mismo. Pocxs se atreven a dar ese paso al costado, marchando hacia lo incierto.
Seguramente están pensando que se trata de una introducción demasiado seria para una nota sobre un DJ Set que pretende oxigenar nuestras energías en los tiempos claustrofóbicos que atravesamos. Sin embargo, perfilar a Magdalena Ibarra Troiano, popularmente conocida como Guardiana de la Bahía, o Magui para lxs íntimos, recuerda las palabras de Joe Strummer: “cada segundo debería conducir al siguiente “.
Siempre inquieta, nunca quieta, Magdalena se atrevió a cambiar la piel una y otra vez en un proceso de descubrimiento personal que supo conocer sus cuotas de luminosidad como de angustia.
El deseo se manifiesta de forma impostergable, yendo siempre por algo diferente, que revitalice tanto cuerpo como espíritu. La niña correcta y aplicada que transitó la secundaría y el terciario de manera ejemplar para encontrar un trabajo perfecto al que supo imaginar como ideal, pronto dio paso a una cabeza sedienta de preguntas y a un interior que parecía volver sobre lo inconexo de su infancia. Aventurarse por fuera de lo predecible probó hacerla sentir viva.

Magui nació en 1990 en la ciudad de Rosario. Su relación con la música data desde el principio de su vida. Sus primeros recuerdos musicales la remiten a escenas familiares.
Más allá de ese estímulo, su relación con la música siempre fue lúdica hasta que ella misma decidió llevar todo a un plano diferente.
Antes de eso, la música habitaba su cotidianidad con una presencia considerable. Su amor por la música era declarado, sin embargo, no tenía conocimientos para abordar esa aventura, para poder hacerla todavía más personal. Interpretarla, conocerla, ejercutarla o racionalizarla parecía un horizonte demasiado distante.
Envuelta en nubes musicales, atesora recuerdos en la casa de su abuela, jugando horas eternas en el salón del piano. “No sé qué hacía, pero la pasaba feliz de la vida”, cuenta.
En la casa había violines y otros instrumentos, aún así, la abuela nunca le enseñó nociones musicales.
Su educación musical llegó a partir de los 23 años, cuando decidió estudiar batería de manera formal con profesores varios.
Antes de sentarse tras los parches, la historia pintaba de otra manera: el primer instrumento en su vida fue el ukelele. Ese instrumento musical de cuerda llegó en 2013, el mismo año en que empezó a estudiar filosofía. De casualidad, nada. Por entonces andaba buscando algo que desconocía, que quizás hasta el día de hoy no sepa apuntar con certeza.
En ese momento era una diseñadora de indumentaria ya recibida, trabajando en Domingo  (reconocida marca de indumentaria masculina) y a la par cursando Filosofía en la UNR. En sus ratos libres intentaba descifrar el instrumento. Entre tanto, en su cabeza iban creciendo interrogantes.
Con algo más de 20 años, tomaba perspectiva de su vida, especialmente de los periodos que se sucedían uno detrás del otro, con gratificaciones claras, pero con sensaciones encontradas y sinsabores inesperados.
Terminó la secundaria, estudió diseño, se recibió. Todo al día y con estupendas calificaciones.  Luego de estudiar, llegó un trabajo ansiado al sumarse al equipo de Domingo. Todo parecía perfecto. No obstante, nadie es infalible a su propio deseo.
Sin ser plenamente consciente, empezaba a transitar un camino de búsqueda que se profundizaría en los años a venir. Ahí afuera tenía que haber algo más que producir.
En Domingo trabajó tres años. Por un tiempo, todo funcionó de maravillas hasta que Magui tuvo suficiente con el sistema capitalista. Necesitando algo más que producir, brotó y pateó el ordenado tablero que era su vida.
Para describir la siguiente etapa de su vida, utiliza el término “flashear” de manera casi excesiva. Lo hace, claro, riendo, pero también comprendiendo que estaba atravesando una crisis personal. Su propia identidad estaba en juego, las decisiones se representaban en forma de volantazos, como acto reflejo a una vida productiva demasiado planificada.
El flasheo principal fue la idea de vivir en un plan ciento por ciento natural. Así, se fue a vivir a Brasil. La aventura duró poco, resultado de una cabeza volátil que buscaba algo sin poder apuntarlo con precisión. “Flasheaba vivir del aire, no sé qué onda”, confía.
Volviendo a los recuerdos de ese periodo, Magui hace pensar en aquella sintomatología existencialista que un italiano supo sintetizar con agudeza: no sé lo que quiero pero lo quiero ya.
Terminada la aventura de Brasil (o acabado el flash), no hubo nada mejor que casa.
Tiempo más tarde, de paso por la ciudad de San Nicolás, se quedó mirando una batería durante el ensayo de una banda amiga. Fue un encontronazo. Un intercambio silencioso que dejó una certeza: “quiero tocar la batería”.
De regreso en Rosario, empezaron las clases. Primero con Nicolas Mazzurco, baterista de Río Chino. Luego en Musimedios, haciendo hincapié en el aspecto teórico. Más recientemente con Ana Lola Velez.
La vuelta a la Argentina trajo aparejada la calma propia de una etapa de crecimiento. Ante la incertidumbre, el deseo respondió multiplicando propuestas creativas. Junto a la música, el diseño de indumentaria tomó color, reavivando el fuego interior.
Sus primeras incursiones musicales dejaban espacio para algo de estabilidad. De esa forma, el diseño volvió a latir fuerte. Empezó a dar talleres y clases de moldería. Con paciencia y un buen entendimiento en su rol de tallerista, su perspectiva laboral cambió. De hecho, su propia perspectiva del tiempo dedicado al oficio fue diferente. A partir de entonces, los astros se alinearon.

Descartes Reciclo marcó el inicio optimista de su faceta profesional como diseñadora.  Dejando atrás la relación de dependencia, su cultura laboral evolucionó hacia algo más armónico, trayendo paz hacia otros aspectos de su vida.
Descartes funcionó como una manera de sublimar parte de la angustia que cargaba. “Derretía plástico, me tiraba al piso a llorar. Después derretía más plástico” comparte, aclarando que todo fue real, burlando cualquier noción errónea de drama queen.
Bajo el lema de Reciclo Ergo Existo, Descartes ofrece una amplia variedad de accesorios de diseño producidos íntegramente con plásticos reciclados. Dichos objetos son únicos, realizados totalmente de manera artesanal, creados e ideados uno a uno. La materia prima es obtenida a través de los mismos consumidores y seguidores de la marca, quienes recolectan y separan su basura para que pueda tener un nuevo destino.
Para Troiano es momento de repensar nuestro vínculo con la naturaleza. Estamos en un proceso que nos obliga a observar y reflexionar para cambiarlo todo antes que sea demasiado tarde. De tener dudas acerca de eso, es suficiente asomarse a un río que luce su peor aspecto en 77 años.
En 2017 aparece Viste Rosario, concurso de diseño para el cual decide retomar la técnica de reciclado de plástico que había desarrollado para su colección final en su tiempo de estudiante.
Tomando inspiración en Piet Mondrian (pintor vanguardista neerlandés, miembro de De Stijl y fundador del neoplasticismo, junto con Theo van Doesburg) propone una colección estampada que obtiene el segundo puesto del certamen. Invirtiendo el dinero del premio en una plancha para sublimar, la llegada de la herramienta produce una estabilidad laboral, conduciendo a otra pregunta: ¿ahora qué?

Puede que suene extraño, pero en su primera presentación en las bandejas en 2014, la hoy afamada Guardiana de la Bahía utilizó otro nombre: DJ Nené. Fue debut y despedida. Nené pasó al olvido, sin segundas vueltas.
Guardiana de la Bahía comenzó simplemente como el nombre de su cuenta de Instagram hace años.  Lejos de ser un guiño romántico a los soleados 90, Troiano es guardavidas certificada. A medida que su emprendimiento de diseño iba creciendo, su cuenta iba adquiriendo movimiento. La gente empezó a identificarla de esa forma. Con las nuevas fechas, DJ Guardiana de la Bahía tomó fuerza. El chiste quedó, pegando fuerte.
Su presencia en el ámbito del diseño jugó a favor para poder cohabitar el circuito de la moda y el arte. Pronto DJ Guardiana de la Bahía fue abriéndose camino en galerías de arte como Estudio G y Carambola o eventos en La Toma.
Más tarde llegó la nocturnidad y la pista de baile que escapaba más allá de la madrugada. El oficio la llevó a plazas tradicionales como el mítico Berlín y también a festivales masivos junto al río Paraná como NÚCLEO o Quema.
En la actualidad, Guardiana de la Bahía describe a Feuer como un segundo hogar. De hecho, el espacio de calle Maipú comandado por su colega Mariano Marcial Pérez es casi su residencia segura en estos improbables tiempos de pandemia. También destaca las experiencias en Melmak, sobre avenida Pellegrini. Se trata de espacios donde es feliz, trabajando junto a un equipo piola.

Abrir las compuertas hacia la música fue un viaje de ida. Desde entonces, no hubo pausa.
Por un periodo considerable tocó en una banda ska, Lavanda Sonora, integrada por nueve músicas. Su partida del grupo se debió a la superposición de horarios: los ensayos del fin de semana iban a contramano de su cada vez más demandado oficio de DJ.
Actualmente integra Vishanas, dupla de música electrónica experimental junto a la artista Candela Avendaño, una apuesta a reivindicar a aquellas mujeres que la historia contemporánea puso en la infame categoría de villanas.
El primer lanzamiento de la dupla utiliza recortes de cantos y frases de famosos personajes del universo Disney. La realización de ese trabajo coincidió con la primera parte de la pandemia. Durante una semana, Troiano y Avendaño se concentraron en la producción, entregándose la jornada completa para terminar la aventura. Dormir, comer, fumar, mirar series, samplear, tocar, repetir.
Por estos días Vishanas piensa en su siguiente producción trabajando con paciencia alternando el Ableton, con loops y samples. Músicas, actrices, cantos, declaraciones: Vishanas recorta, samplea y recicla, haciendo música que definen como viajes sonoros.

La idea de realizar un mediometraje a partir de un DJ set tiene una intención sencilla: capturar su presente. “Es un acá está la Guardiana“,  cuenta.
Casi en un entramado kitsch, el concepto propone un juego ficticio entre lo veraniego, lo tropical y lo artificial del neón montado.
Psicodelia, fruta y vegetación artificial se combinan en un hogar pistero que cobija a un grupo reducido de fieles del beat. En pocas palabras, hablamos de un Boiler room del litoral, con mucho amor comunitario alrededor de una DJ que predica en la pista de baile.
El trabajo fue grabado íntegramente en Ohana bar. German.flv estuvo a cargo de la cámara y la edición. El lugar la representa y lo potencia. Describe a Ohana como “hogar ideal para un DJ Set representativo”. Allí Guardiana estira sus alas, sintiéndose cómoda, con ganas de brillar.
Musicalmente, el set consta de varias partes. En un comienzo casi tímido, la sonoridad hawaiana se vuelve protagonista, invitando a soltarse. El tono va subiendo paulatinamente. Entre transiciones y crescendos, DJ Guardiana de la Bahía incorpora sonidos percusivos africanos y latinos.
El movimiento se va intensificando con bases techno y entre sorpresas que guarda la DJ anfitriona. Sin incurrir en -demasiados- spoilers específicos, el set incluye a músicos rosarinos como \unexCoder y Guillermo de Caminos, además de nombres argentinos del house minimal, lofi y del techno.
La novedad llega en un contexto difícil para el circuito cultural. Mientras que la segunda ola sigue apretando fuerte a la nocturnidad, la actividad de venues y clubes de bailes (si es que existe algo así en Rosario) quedó reducida a su plaza mínima y ajustada a los horarios de la gastronomía.
En el resto del mundo los índices van en la misma dirección desalentadora: según un estudio del sitio especializado Pirate Studios, el 54% de lxs DJs profesionales registró una pérdida de ingresos debido al stop que forzó el Covid-19. La misma encuesta revela que el 67% de lxs DJs se dedicaron a la producción musical durante la pandemia, mientras que una gran cantidad recurrió a plataformas como Twitch para transmitir en vivo sus sets.
Más allá de su producción con Vishanas, la agenda de DJ Guardiana de la Bahía sufrió el parate pandémico, debiendo refugiarse en transmisiones vía redes sociales o aprovechando oportunidades con sets diurnos.
En marzo de 2020 Guardiana de la Bahía venía tocando dos veces por semana. Apenas desatada la pesadilla covidiana, quería seguir con esa velocidad, pero no sabía cómo hacerlo. No caía en cuenta de la realidad abrumadora que golpeaba alrededor. El  viernes por la noche llegaba cargado de abstinencia.
La pausa sirvió para concentrarse en nuevas energías. Empezó a canalizar la adrenalina nocturna en el acto de experimentar. Primero con el streaming. Luego, en compañía, abrazó la curiosidad creativa. Ahí surgió el proyecto Vishanas.
Los meses de aislamiento fueron de convivencia comunitaria. Viviendo con dos perros (Alfonso y Martita) y varixs roomies la supervivencia anímica fue colectiva. “Pasó que dijeron pandemia y entre todxs, re angustiadxs, encontramos una forma de soporte emocional y de creación artística”, dice.
Como un hábitat de contención, las cinco amigas hicieron del espacio común un espacio de resistencia, enfocando su creatividad en algo nuevo: La Residencia Mística.  Algo para ellas mismas que pronto emergió (vía streaming) hacia el afuera.
La Residencia Mística cobró vida cada fin de semana con música en vivo. Abrazando la improvisación desde una mayoría de instrumentos de percusión, teclados, Ableton, voces, programaciones, etc, se lanzaron a jugar. Desde el confinamiento, Arlén Del Futuro, Candela Avendaño, Francine Rostan y Juli Diclerico, hicieron de la alquimia una resistencia de exploración indoors que luego se manifestó hacia el afuera.
Lo fundamental de lo comunitario es algo que Troiano destaca. La familia también se cuela en su discurso. La familia conformada por el caminar de la vida, la elegida, la que se corre del biologismo.
En la cultura hawaiana ohana significa familia. Más allá de los lazos de sangre, ohana enfatiza en una familia vinculada, en la que sus integrantes son responsables del crecimiento y la nutrición de todo el grupo humano. No hay dudas: Ohana era el punto ideal.
Para Guardiana de la Bahía, el estreno del domingo, por sobre todas las cosas, es una confirmación de esa ohana que se forjó durante el tiempo complejo de la pandemia. Mientras alrededor había incertidumbre y dolor, el calor de la familia la sostuvo y la hizo crecer para mejor.
Con las olas covidianas yendo y viniendo por todo el planeta, Guardiana de la Bahía sigue alerta.  Cuidando a sus creyentes del bajón o el aburrimiento, está atenta a cualquier emergencia. Su DJ set llega este domingo 11 de julio a las 20hs en YouTube. Prepárense para ser rescatadxs.

Por Lucas Canalda y Flor Carrera

 

 

Si te gusta lo que hacemos RE DA invitarnos un cafecito
para poder seguir produciendo ☕

comentarios