RAÍCES, LECCIONES & HERMANDAD: EL GENKIDAMA DE JUDETRANKI

La senda musical de Judetranki está marcada por los vínculos familiares formativos y las hermandades artísticas potenciadoras. De Haití a la ciudad de Messi, su oficio expresivo se multiplica sin clasificación. Ante todo, es un artista emergente de Rosario. Perfil de un hombre diferente.

 

Hay muchas aproximaciones posibles para abordar a Judetranki. El ángulo perfecto, sin embargo, es justo donde la persona y el artista encuentran la sublimación. Ambas facetas se moldean mutuamente, construyendo una vida común, impulsada desde la pulsión.
Judetranki es un músico que puede cantar canciones, lucirse sobre beats o pasearse sobre el flow con autoridad ondera. Su cadencia cansina y cool parece emanar de un pulso imperturbable. No se dobla. Nada lo apura. Nadie lo corre. Sostiene el tono justo. Tiene mirada profunda. Rompe el silencio solo cuando tiene algo para decir.
¿Cuántos Judes hay allá afuera?¿Cuál es el definitivo? ¿El de Room 41? ¿El dubero de Most High Records, circa 2020? ¿El jefazo de Blow? ¿El cultor de reggae roots? ¿El verborrágico de Por las dudas? ¿O acaso será el relajado cansino de D.O.G.? Hay un Jude para cada ocasión; un tipo impulsado por la curiosidad y la aventura, que salta entre géneros y escuelas con frescura, siempre bien acompañado. Es un caso bien rosarino de Elige tu propia aventura.
Viene cocinando música desde hace años, siempre desde cierta discreción. En los últimos veinte meses cada uno de sus pasos se sintió fuerte, asomando la cabeza con rima y ritmo, gracias a asociaciones que lo hacen brillar cada vez más.
La suya no es la historia de un hombre solo, al contrario: se trata de alguien que se formó y transformó por y para los demás. Un hombre permeable a lo bueno de sus alrededores; un hombre que oye a su interior.
El artista que se mueve con soltura de crossover nato tiene una determinación ganada en la vida real, ahí donde la sublimación encuentra combustible. Su calma natural parece proceder de una certeza: nos hacemos desde la incompletitud. Cuando buscamos sobreponernos a ella, la causa es noble. Judentraki anda en esa, sin apuro. Quiere ser un hombre-artista completo. Lo esencial está de su lado: música, familia y crew.
No le interesa encerrarse a sí mismo en una clasificación. Para taggear está todo ese mundo virtual infinito. Él prefiere reflexionar sobre aquello que lo identifica. Para eso, recurre a uno de sus héroes, Bob Marley, entonando el clásico «Roots, Rock, Reggae» de Los Wailers. “Cuando hay un ritmo, un micrófono, me siento presente, estoy cómodo”, cuenta. “No me siento un rapero. Tampoco del trap, aunque lo hago. Voy bien con el Flow y el Dembow, pero me siento identificado con el roots. Roots rock reggae: esa es mi cancha. El reggae y el roots tiene una influencia muy fuerte en mi país porque estábamos cerca de Jamaica. Me luzco cantando un roots, creo. Soy un cantante de la música del pueblo”.

Jude Etienne tiene 38 años. En 2009 llegó a Argentina cargando únicamente una maleta. En Haití quedó gran parte de su familia, al igual que sus amigos. Sus influencias y vivencias las trajo consigo, al igual que sus inquietudes expresivas.
Pasó un mes en Buenos Aires hasta que la megalópolis resultó demasiado. Su siguiente destino fue Rosario, según sus palabras, una ciudad hermosa, con escala humana y mucha actividad. Hoy apenas le resta una materia para recibirse en la carrera de Medicina de la UNR.
Rosario probó ser tierra de sorpresas, albergando la llave para otro capítulo vital que combina familia y música. Acá nació Jameel Eloy, que ahora tiene cinco años.
La vida de Jude se sostiene entre facultad, familia y música. Principalmente, hoy comparte los días con Jameel, siendo lo que siempre anheló: ser un padre presente.
Su música está atravesada por los vínculos familiares. En las canciones, Haití y Argentina están unidos, eliminando toda distancia geográfica, en un timeline donde pasado, presente y futuro se entrelazan con una huella sostenida por lo metafísico y lo espiritual.
Judetranki se desmarca del circuito musical rosarino por varias razones. Entre ellas, debe destacarse esa fuerza natural que trae en su corazón. No se limita a cantar canciones: cuenta  historias, comparte mensajes, proyecta deseos.
Su música, desperdigada entre simples, sencillos y EPs, es más que un ejercicio de estilo:  encontramos a un joven que crece musicalmente para alcanzar su madurez desde la perspectiva que únicamente permite la distancia.  Jude crece uniendo las distancias. Jude sana entendiendo esas distancias vinculares.
La familia es un tópico recurrente. La ausencia de su padre durante su infancia y adolescencia persiste, más allá de la reconciliación; el fallecimiento de su madre marcó su obra y su vida; su hijo es el faro definitivo de su presente y futuro; su hermano mayor, fuego iniciador, antes de morir.
Su sensibilidad, reflexiva y constructiva, lo hace, no solo un artista diferente, sino un varón diferente. Mientras que la mayoría de las propuestas de su hábitat sonoro presumen, boquean y dilapidan saliva en banalidades, Judetranki canta desde un lugar donde corazón y razón se conjugan para hacerse poderosos. Mostrar ese lado vulnerable comprende un desafío hercúleo para la mayoría, pero no para él.
“Mostrarse sensible es ambiguo: cuesta porque uno teme a lo que puede pensar la gente, no cuesta porque es el lugar donde me siento más libre para mostrar mi vulnerabilidad”, sostiene, pensativo. “A veces uno no quiere mostrar sus debilidades”.
“Todavía hay cosas que no decodifico en mis canciones porque cuesta.  Hay cosas que son difíciles de mostrar en una canción de tres o cuatro minutos. Creo que la música es un espejo donde uno se puede ver desnudo. Cuando canto libero muchas pulsiones. Lloro a través de mis canciones. Por eso mi hijo y la familia son un centro muy importante”.

Los comienzos de Jude en la expresión musical datan desde su infancia, cuando a los diez años se integró al coro de la iglesia. Su participación en el coro dominical fue estable, lo suficiente como para sentar precedente de primera experiencia oficial en la música. Más tarde, otra vez en la iglesia, participó de un grupo integrado por varones.
Las primerísimas impresiones musicales, en tanto, corren de forma inconsciente. En ese sentido, a medida que afloran las palabras, los recuerdos van emergiendo, en un rastreo profundo. De nuevo, la familia es núcleo iniciático: “mi hermano mayor, Gerard Zamor, era músico. Él cantaba en una banda. Era corista en una banda bastante reconocida en el barrio. Eso me intrigaba desde muy chico. Yo era muy pequeño y él estaba siempre cantando  y cantando. Ahora que lo estoy pensando, creo que ahí nació todo.”
La influencia de Gerard caló hondo en la infancia de Jude. Descubrió artistas cruciales que  fueron influencia musical, pero también política y social. “Esos fueron los primeros amores de la música. Luego llegó el coro”.
Judetranki utiliza cuatro idiomas en sus letras: castellano, francés, creole e inglés. Su lenguaje troncal es el castellano, no obstante. Lo elige pues quiere ser entendido. Sostiene el creole para conservar sus raíces, especialmente como legado cultural para Jameel Eloy.
“El idioma no es una barrera en la música”, admite. “El sonido viaja. Lo que canta uno, lo que toca el instrumentista, viaja solo. Pero acompañado de una letra, de un mensaje, es otro el alcance. El español me permite expresarme de forma completa. Puede que mi castellano no sea tan bueno, pero cuando canto puedo expresarme bastante bien. Logro conectar. El mensaje llega completo: poesía, rima, barra. Yo no busco impresionar, busco expresarme. Mi poesía es cotidiana, pero necesito que viaje”.
Sus letras versan, entre otras cosas, acerca de mandatos familiares y sociales que pesan; ser el hijo varón; cosechar lo que plantaron sus mayores; ser digno consigo mismo; lograr una fortaleza que sostenga a su propia familia, la de su compañera e hijo; cambiar el mundo sí, pero para eso necesita cambiar él.
Con todo, Jude no tiene ínfulas de profeta ni cantapostero. Es un tipo relajado, de cadencia amable. Está lejos de bajar línea: su aproximación es otra. La palabra es compañera, no imperativa. Sabe encontrar el balance desde una entereza personal. Entre la onda pegadiza de los temas y su impronta personal elegante, asoman tópicos universales que atraviesan distancias y barreras, interpelando, por encima de las diferencias culturales y estéticas, a quien esté dispuesto a escuchar.
“Siempre trato mis canciones como poesía. Puede haber algo de ficción, pero también de realidad. Todo lo que canto es lo que siento, se trata de las cosas que vivo. La familia es un pilar muy importante en mi música”.
“Hablo de mi mamá y de mi hijo porque son fundamentales. Mi mamá Marie Louise, mujer valiente, ya no está. Ella se separó de mi papá cuando yo era muy chiquito. Esa falta me marcó para toda la vida. Si bien crecí con mi padrastro, con quien está la mejor, como dicen acá, me faltaba mucho la presencia de mi papá. Esto, sin ser irrespetuoso con mi padrastro. La ausencia fue una constante mientras crecía”, recuerda.
“De chiquito, ya pensaba que, si me tocaba ser padre, iba a darle a mi hijo todo el amor siendo un padre presente. Quiero estar en su vida, no solamente como progenitor, sino como padre. Mis padres fueron muy importantes por todo lo que hicieron por mí. Todo lo que escribo tiene relación con la familia porque me marcó muchísimo. Estoy marcado por eso”, comparte.

En lo musical,con Jude no se trata tanto de lo inclasificable como de lo improbable: una cadencia natural cultivada al calor de su tierra nativa que hoy encuentra su lugar entre creaciones de productores dispares entre sí, tanto en lo sonoro como en lo generacional, en una Rosario caracterizada por la convivencia de lenguajes en distintas microescenas.
Sus apariciones en los escenarios dejaron en claro que estaba por encima de los guetos: podía compartir canciones con Flor Crocci y la banda de su escuela de música, tirarse rimas con colegas emergentes, o hacer paredes con Selva, en fiestas, o sorprender en Casa Brava.
Los lanzamientos bajo su nombre fueron apareciendo, mostrando facetas casi contrastantes, para confirmar que no iba a quedarse quieto en el facilismo. En las canciones del EP Por las dudas la palabra está desatada, en una neurosis sensible el proceso de vida en que el hijo se transforma en padre. El protagonista busca ser digno de su madre, orgulloso de sus herencia, mientras abraza su rol como padre y cabeza de su propia familia. Por momentos, parece que estamos dentro de su cabeza, atestiguando su neurosis sensible. Aquí, el acompañamiento viene, en su mayoría, de parte de Arpe, con lusio contribuyendo en un tema.  En el single Blow, junto a Selva & Tropical Wachin, la energía está declarada, bien de frente, aunque de manera elegante. Jude es un maestro de ceremonias onfire, que invita a su propio mundo.
Jude se mueve entre pistas de lusio, Pedro Lyricko, Selva Sonidero y Arpe, encontrando el equilibrio ideal, sin forzar nada. Mientras allá afuera todos se empecinan en ser iguales, entregados a la homogeneización del sonido, acá hay una cuadrilla que husmea en otro tipo de construcción. Jude se encuentra en medio de todos.
Para Jude y todo su equipo podría ser más sencillo, apelando a lo obvio de fórmulas seguras: beats, barras, actitud y un gancho repetitivo. Tanto al protagonista como a sus productores le sobran los recursos artísticos para tomar ese camino de la fórmula. Sin embargo, los procesos se encauzan hacia otra dirección. Primero porque el viaje se disfruta siguiendo la química espontánea que se dispara fuera de lo predecible. Por otro lado, para Jude el aprendizaje es continúo, por ende, no está listo para quedarse quieto ni mostrarse desde una única faceta. Rodeado de talentos, tanto en lo musical como lo visual (debe mencionarse allí al realizador Maladata aka Andrés Picech), va incorporando lecciones, desarrollando facetas, encontrándose a sí mismo.
Ante todo, es un aprendiz de algo mayor: la música. Ante esa presencia, se siente humilde. Estudiante de sus formas, es paciente.
Cuando le llegan las pistas, Jude empieza a estudiarlas simplemente desde el disfrute. Las escucha caminando o en el colectivo.
Toma todo y usa sin atarse a nada. Un recorrido por su música (propia y colaboraciones) en Spotify, Bandcamp y YouTube deja en claro su amplio rango, bajando y subiendo; bailando y abrazando; riendo y confiando.
En vivo, su impronta es dinámica, aprovechando la extensión del escenario, comprendiendo el intercambio de energías que debe suceder entre artista y público.
Cada aparición cuenta porque enseña y construye: en la primavera de 2023 Judetranki apareció como invitado en la tercera edición del FestiMUG. Primero junto a su socio Selva, luego como invitado de Joako22. Ese doblete adrenalínico funcionó como carta de presentación ante mucha gente. Una muestra pública de talento, onda y sorpresa. ¿Quién era este personaje que aparecía sobre el escenario, de manera inesperada, irrumpiendo con estilo y desenfado, encima luciendo unos outfits tremendos?
La apuesta es seguir mostrándose ante un público nuevo, siempre abriendo el abanico de posibilidades. Jude tiene cintura. Está para soltarse. Su próxima fecha es el 7 de junio en El Vacilón, junto a Selva, en la Sala de las Artes.
“Disfruto mucho cuando estoy sobre el escenario. Es ahí donde mejor me siento. Es fuego. Me siento un niño jugando. Vuelvo a ser el niño que reprimieron para no hacer música. Cuando estoy en la tarima y siento que esa energía del público me vuelve, ¡ay!”, explica. “Si el que canta está gozando, eso se transmite. Si bien me falta todavía, siento que aprendí eso: déjalo fluir en el escenario, déjalo disfrutar con la gente”.
“Siento que tengo que estar más preparado para tocar con mayor frecuencia, lograr estar a la altura de las circunstancias de un show muy lindo. Lo importante del aprendizaje en cada fecha es la energía. Más allá del tecnicismo musical, la energía es fundamental: si fluye va a estar todo bien”.
“Arpe, lusio y Selva son productores muy buenos que me ayudaron con temas. Pedro, es mi hermanito, también. No vengo tocando mucho, vamos de a poco”, comparte, antes de señalar un punto crítico de su camino: “la gente de Room 41 me dio una oportunidad tremenda. Fue un quiebre. Me abrieron una puerta. El aliento de la gente me ayudó a seguir adelante. Desde ahí,  vengo conectando con el público, hay un feedback positivo.  Por ejemplo, la invitación del FestiMUG fue especial porque no soy un artista reconocido. Rosario tiene de todo, pero fundamentalmente riqueza artística. Me siento honrado que me hayan invitado”.
El Round 6 de Room 41 se estrenó en YouTube en enero de 2023. El beat lo aportó Pedro Lyricko, Jude metió su onda, hilvanando rimas sobre Maradona, Papa Legba (el protector del mundo espiritual y el mediador entre el hombre y los espíritus), té de tilo y Jah.
Con poco más 3000 reproducciones, esa cápsula acusa comentarios en varios idiomas y de  usuarios de tres países. Más importante, Jude recibe sharauts de colegas como Brapis y Chulimane, entre otros. El respeto de sus pares es fundamental. Cuando esa apreciación se  suma al cariño del público que lo descubre, la emoción lo embarga. Es el crédito necesario para seguir adelante.
Selva, lusio, Pedro Lyricko, Arpe son algo más que socios creativos de Jude: son hermanos de la vida. “Creo que con ellos hay una apreciación mutua. Siempre estoy recibiendo sus producciones, que aprecio mucho”, comenta. “Cuando nos encontramos en el estudio es una química presente. Somos artistas que se entienden. ¿Viste cuando en el fútbol se juega tanto en conjunto que ya sabés dónde se va a posicionar uno, entonces le tirás la pelota, ya como reflejo? Eso nos pasa”.
La verdad que estoy super agradecido con Argentina. Llegué sin tener muchas cosas, pero con esperanzas. ¿Viste cómo la araña va tejiendo su destino? Me siento tejiendo mi camino”. 

 

Texto por Lucas Canalda – Fotografías por Renzo Leonard

 

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