Obrero del electropop desde hace una década, Pali Carignano habita el circuito independiente con una propuesta que se bifurca hacia diversas sonoridades.
Acaba de publicar De todos para nadie, EP producido entre el confinamiento y las calles vacías.
Pali publicó De todos para nadie, un puñado de canciones que entran en una clasificación general de electropop. Bajo la lupa, sin embargo, ese electropop deja entrever climas de progressive house, guitarras de garage rock, algo new wave.
Bailables y cantables, sus temas son directos, una inyección para darse al movimiento sin perder la compostura necesaria para seguir adelante con el día. Tienen la carga justa de divertimento para un tiempo imposibilitado de pistas de baile, recitales o fiestas colectivas de gran escala.
De todos para nadie se fue armando progresivamente. Con dos simples como Todo con vos y Homenaje ya listos, Carignano decidió ir por más. Fueron apareciendo «Qué fui» y «1914». La cosa tomó otra forma y desde allí empezó a resolver.
«1914» fue hallada entre carpetas de viajes anteriores pero no olvidados. De hecho, la canción vuelve al escenario presente luego de formar parte del álbum debut de Proyecto Sarajevo, un dúo electropop que Carignano integró junto a Albano Candal y que supo gozar de buena actividad en su momento, llegando a lograr una visibilidad interesante y el apoyo de varios músicos underground de la ciudad, entre ellos Checho de Matilda.
“Siempre me gustó esa canción y me di cuenta que valía la pena hacer una nueva versión, ya que la temática de la letra completaba ciertas ideas que quería plasmar en el disco”.
Carignano compuso, grabó, produjo y mezcló todo De todos para nadie en su casa. Signo de los tiempos irrevocable, llegó a trabajar el disco sin salir de la cama, mientras afuera las calles estaban silenciadas por el confinamiento pandémico.
El laburo indoors tuvo su primera vuelta el año pasado con la publicación de su EP debut titulado La fuente de todo.
Paulo Carignano nació en Camilo Aldao hace 33 años, pero se crió en otra localidad cordobesa, Los Surgentes, hasta que terminó la escuela secundaria. Llegó a Rosario con la idea de estudiar. Primero hubo una incursión a Comunicación Social de la UNR. Luego llegó el Sonido.
Desde 2006 empezó a desandar un recorrido que lo llevó por rincones de una Rosario que, por entonces, funcionaba como un hervidero. Inquieto, se sumó a experiencias colectivas como Planeta Cabezón, el circuito underground de recitales, las fiestas espontáneas que se reproducían por la ciudad hasta que el amanecer o la GUM les pusieran fin. Abrazar ese cordón cultural orgánico fue una inyección de plenitud en su espíritu, llevando su sensibilidad a otro nivel.
Por encima de los vaivenes de una ciudad complicada, Pali tiene una certeza: “no pienso irme de acá”.
Como estudiante de sonido encontró una salida laboral relevante: operador de radio. Desde esa posición clave para cualquier emisora y programa, Pali abrazó la ciudad desde otro lugar, permitiéndose conocer cientos de personas que, en más de una década de trabajo, transitaron los micrófonos mostrando sus propuestas de música, cultura, política, deportes y mucho más.
Carignano se adentró en la música electrónica cuando su adolescencia iba remitiendo. Años de escuchar rock y sus derivados lo llevaron a formar bandas, pero viviendo en la ciudad, en un ámbito más solitario, su curiosidad lo llevó por otros ámbitos.
El interés por la música electrónica se alimentaba desde dos frentes: el disfrute de oyente, por un lado; la producción de música, un proceso de experimentación donde cabeza e instrumentos se complementaban, fue la otra parte para un romance definitivo.
Es curioso observar el proceso de transformación que acontece en Carignano (al igual que en miles de estudiantes que año tras año se relocalización en ciudades debido a la educación pública) al salir del hábitat natural y empezar a recibir información fresca ocurre un choque de ideas: toda la data nterior tambalea mientras la juventud permeable permite que lo nuevo cale profundo. Entre tanto, los procesos a nivel personal (nueva ciudad, la familia que se elige, otras experiencias, la necesidad de independencia) se reflejan en las inquietudes de una producción que empieza a despuntar.
En la actualidad, con algo más de quince años en la otrora Chicago argentina, Carignano es un rosarino más. La mixtura cultural que abrazó apenas llegó es parte de su identidad.
Al referirse a un circuito al cual sienta pertenencia apunta que vive allí donde haya movida y un deseo genuino de colaborar. Se siente parte de un canal subterráneo donde conviven tanto la escena de DJs y raves con los nichos indies de pop y rock. En ese sentido, Carignano destaca la fortuna de haber compartido escenarios con colegas como Matilda y Cállese Hombre Horrible, entre otros.
Con la capacidad de sumarse a una diversas de propuestas que circulan en la ciudad (en tiempos de normalidad, al menos) Carignano ejerce una pseudo doble personalidad musical que le permite seguir indagando en sus intereses estéticos. Pali y Paulo Carignano funcionan como dos perfiles de una misma persona. Separando las aguas (en lo posible) Pali es el proyecto electropop, Paulo Carignano es su proyecto como productor y DJ.
Esa diferencia de perfiles se activa con el trabajo en vivo. De esa forma, a la hora de participar en fiestas sale Paulo Carignano. Cuando se presenta la chance de tocar en un recital y ejecutar un instrumento en vivo sale Pali.
Para Carignano, la producción musical fue el camino sin retorno. Estudiar sonido, dando rienda suelta a su curiosidad por la producción y desarrollo de sonoridades, marcó el comienzo de una aventura que sigue firme hasta hoy.
“Conocí un universo de estilos que fueron nutriendo mi oído y mi forma de incorporar nuevas técnicas a la hora de componer”, señala. “La electrónica resultó un canal para desarrollar nuevas formas de expresión que gozaban de una profundidad sonora mayor de lo que podía lograr solo con la guitarra”.
Criado en una burbuja musical donde el imaginario popular se nutría de familia y amigos, Carignano mantuvo una relación de escucha desprejuiciada. Los primeros recuerdos musicales que considera genuinos llegaron a través de un primo algo mayor: una vez al año se veían y el niño Paulo aprovechaba para grabar en cassette discos que tenía su pariente. Como piedra fundamental de una generación desprejuiciada y sensible aparece Anesthesia de Fun People.
Con apenas 10 años el niño Paulo además circulaba por las ondas sonoras de Deftones, Marilyn Manson y muchas bandas de finales de los 90. Cuando sus padres vieron que el niño estaba sediento de más material, pero no había disponibilidad alguna en el pueblo, comenzaron a pasarle música que ellos mismos escuchaban: Virus, Sui Generis, Soda Stereo, incluso hasta Guns & Roses.
Una década después, ya independizado en Rosario, esa nutrición de su infancia le haría lugar a la data fresca. Sin embargo, Carignano conservaría una necesidad popera de estribillos y cierta estructura de canción. “Trato que en mis canciones convivan todos los géneros musicales que me apasionaron”, afirma.
Creciendo desde el conjunto de experiencias que dan forma a su background, Carignano sabe aprovechar cada aprendizaje por eso, más allá del ropaje pistero de sus canciones, todavía parte de una vieja escuela de composición: guitarra y voz.
“Elijo producir las canciones con texturas electrónicas. Muchas personas que componen música electrónica llegan a distintos resultados a través de la experimentación sonora. En ese clímax puede que inspiren frases o melodías vocales que se amalgaman con la música. En mi caso no es así. La canción ya está armada y completa en su estructura, y lo que hago es traducir, materializar, lo que quiero lograr en la producción”.
Por ahora no hay una presentación oficial para De todos para nadie. Con la pandemia complicando el panorama del circuito musical en toda la provincia, los espacios son contados y las fechas escasean.
Más allá del complejo contexto, Pali no pierde las esperanzas. En su cabeza ya tiene pautas sobre lo que podrían ser las nuevas canciones en vivo. “Lo ideal sería en formato banda, mixturando las bases electrónicas con el espíritu y la interpretación que solo personas arriba de un escenario pueden generar”, cuenta. No desespera: sabe que tiene compinches íntimos que lo acompañan en todas.
Preparado para cualquier oportunidad que se presente, no descarta la posibilidad de presentarse en solitario, cantando y tocando guitarra y teclados arriba de pistas.
De sus dos proyectos Carignano prefiere, sin dudas, lo que hace con Pali. Expresarse es imprescindible y allí puede hacerlo cantando, tocando, hablando.
“Transmito ideas” dice. “Me fascina el hecho de que otras personas puedan sentirse representadas por las canciones”, concluye.
Por Lucas Canalda + Renzo Leonard Ph