Artista de culto en constante descubrimiento transgeneracional, Carca llegó a Rosario para compartir una noche de alta combustión junto a Helena Nav.
Cerca de las 20 horas del viernes, en la puerta de Berlín, Carca charla con algunos de los integrantes de Helena Nav, la banda que lo invitó a Rosario para encabezar, por primera vez en sus veinticinco años de carrera, un recital en la opus city. Sobre el pasaje poeta Fabricio Simeoni los músicos fuman en calma y ríen con buenos ánimos. El centenar de anticipadas disponibles para la gran noche se agotó unos días antes y se espera una convocatoria sold out.
“Me voy adentro a ver si apuramos el trámite” comenta Carca desde bien arriba de sus dos metros mientras apaga el cigarrillo con su pie. Algunos minutos después ya está sobre el escenario del clásico pub acompañado por sus compinches Tuta Torres (bajo) y Panky Malissia (batería). El trío prueba sonido a un volumen que enloquecería a la GUM hasta hervir la tinta de la birome con la que labraría una multa por ruidos molestos. Pero es temprano por la tarde y no hay ningún agente del control dando vueltas. Para unos pocos oídos presentes suenan las recientes “Donde el filo rebalsa” y “Luz de blues”. Por unos cuarenta minutos el trío chequea detalles acompañado de Heinekens bien frías hasta que terminan con un extracto de “No tenés un buen look”.
Al show del viernes se lo promocionó como el primer recital de Carca en Rosario y en el rigor del cartel es cierto. Con casi tres décadas en la carretera musical, es el primer concierto propio de Carca encabezando. Varios años atrás, en mayo de 2001, el guitarrista se había presentado abriendo para Babasónicos en la esquina de Mendoza y Sarmiento. Por entonces Babasónicos era la banda de sus hermanos y Lavardén simplemente una sala y no una Plataforma multicultural. Casi diecisiete años después de esa oportunidad algunos rostros se repiten, con algunos kilos de más, menos pelo o más canas. Carca luce algunas canas en su característica cabellera enrulada y unas pocas arrugas, por lo demás, la vida en la ruta parece haberlo mantenido en forma. Entre su primera visita y el presente Carca lanzó tres discos, un simple, hizo decenas de recitales propios, filmó una película y grabó una serie. En ese mismo periodo vio a la totalidad de su catálogo metamorfosear de formatos, yendo de CDs a vinilo y ahora al streaming; teniendo en cuenta, además, la resistencia de sus fans más acérrimos que llevaron las grabaciones de Tía Newton a cassettes, MP3 y luego a YouTube. Esos años vieron, también, a Babasónicos en convertirse en unas de las bandas más importantes de latinoamérica y, eventualmente, integrar a Carca a su alineación por pedido del inolvidable Gabo Manelli.
Cuando a las once de las noche en punto Helena Nav toma el escenario queda claro que juegan de locales. Su público los aplaude mientras no pocos clones de Susel Berardo, la misteriosa frontwoman, se acercan al escenario para seguir cada palabra que cante por los próximos treinta minutos. El cuarteto se hace fuerte en una sala como Berlín, donde las dimensiones acompañan a trance hipnótico de su no-wave encausado en un noventismo áspero y sensual. Berardo tiene algo de narradora voyeur en su forma de cantar sobre veneno, víctimas y verdugos. Esa mirada Depalmeana se pasea por muchas de las canciones algo el grupo sabe aprovechar creando un mood casi sin interrupciones y arman una narrativa sobre desafecto y hastío.
Entre las ciento cincuenta personas que se enfrentan al escenario se reconocen muchos músicos, productores y gestores del circuito subterráneo de los 90 y 2000. Hay varios agitadores de la escena hardcore que hoy militan en sonidos que van desde el kraut hasta el dub. Igualmente presentes algunos integrantes de Aguas Tónicas, héroes valvulares de la generación Kasa Enkantada, compañeros ideales de Carca en cualquier hipótesis temporal posible.
Pero no importa el pasado, ni todo lo que pudo haber sido, importa el ahora, el instante mismo en que se eleva el telón para develar la guitarra Flying V que el Príncipe Oscuro hace sonar con “Mi cohete hacia tu luna”. El arranque dispara un golpe tras otro sin solución de continuidad: “Cohete…”, “Luz de blues y “Qué preciosura esta locura”, canción que desata el primer pogo de la noche y donde Carca pide que tengan cuidado con las chicas que agitan entre saltos y empujones. “Visiones de campo”, “No tenés un buen look”, “Príncipe oscuro”, “Sexcondiendo”, “El bajón”, “Qué suerte ser diferente” y el cierre épico con “Nubes negras”: es una lista de clásicos inoxidables para una pequeña secta de acólitos que mantuvieron encendida la llama en sus equipos, walkman/discman o MP3; canciones que detonan oídos desde hace casi veinte años y hoy tienen una merecida y esperada redención en directo, entre sudor, saltos y gritos de histeria glam.
En los cincuenta minutos de duración del show hay absolutamente cero comunicación verbal entre el trío. Carcacha, Torres y Malissia sirven un boogie espacial impulsado por combustible valvular que no necesita de palabras más que en las letras de las canciones, un manifiesto por la fantasía, rebeldía y el poder redentor del rock. Cada minuto musical de Carca es una píldora concentrada (y potenciada) de la fantasía de Marc Bolan, la sátira camp de Russ Meyer, la ambigüedad liberadora de Freddy Mercury y las premoniciones rústicas de Vox Dei.
Carlos Carcacha es Carca. Para algunos Carca a secas, para otros viene acompañado por el artículo El. Son varios los que se refieren a él como El príncipe oscuro o directamente como Miss Universo. El Teacher para sus asociados musicales. Algunos años atrás supo encarnar a Juan Raro en la película Kryptonita (2015, Nic Loreti) y su spin off televisivo llamado Nafta Super (2016), ambas inspiradas en la novela de Leonardo Ayala. Tantos nombres y epítetos a través de los años dan cuenta de un camino largo y pleno de heterogeneidad. Discos, recitales, giras, películas, series, videos, el mismo hombre. Es Carca y punto.
En coincidencia con el antihéroe inspirado en el Detective Marciano, Carca nació en 1971 en La Matanza, más precisamente en Ciudad Evita. Además, tanto Juan Raro como Carcacha comparten un espíritu sabio que aparece al entablar un diálogo amable. Siendo un estudioso del rock argentino de los 60 y 70 se entusiasma al recordar los grupos y artistas que lo impulsaron a su destino de canciones y escenarios. Se expresa con seguridad y por momentos sorprendiendose por los regalos inesperados que le traerían los años, por ejemplo, el respeto que se ganó de pioneros como Alejandro Medina (Manal), Ricardo Soulé (Vox Deix) y Edelmiro Molinari (Almendra, Color Humano). Con algunos, incluso, llegó a entablar una amistad y complicidad musical, como en el caso del compositor de “Que el viento borró tus manos”. “Edelmiro siempre fue un adelantado. Siempre fue así, por eso lo amo. Ahora estamos tocando juntos. Él está haciendo show unipersonal en donde lo acompaño casi la mitad del show” explica el guitarrista mientras baja los escalones que lo conducen al sótano oxidado de Berlín. “Somos muy amigos. Nos conocemos desde hace años con él. Nos amamos porque, la verdad, que somos tal para cual, con menor o mayor talento, somos dos freaks que nos tenemos que unir para el hacer del mundo un lugar más lindo”, comenta Carca sobre la dupla explosiva.
Activando desde temprano un 2018 que promete un disco de canciones nuevas, Carca comenta el planeamiento con el que lleva adelante su camino solista, armando fechas con concepto en diferentes salas históricas del circuito porteño como la sala Margarita Xirgu o Caras y Caretas, donde en octubre pasado celebró los veintitrés años de su debut Miss Universo. “Elegimos tocar en salas que nos gustan y preparando shows especiales, con detalles” comenta sentado en un sillón apolillado. Fundiendo la negrura total de su vestimenta con la oscuridad de los bajos berlineses, su voz grave agrega que “Aparte también nos vamos al interior o al conurbano. Shows en Capital haremos cuatro al año, más o menos, ocasiones donde damos todo. Este año tal vez sean algunos shows más porque venimos embalados”.
Un cigarrillo armado entre sus podría funcionar como una eventual baliza en el sótano opaco pero Carca no lo prende, prefiriendo encender su verborragia amable y didáctica, esa misma que también impulsa ese apodo de Teacher. “Carca es el teacher ilustrativo” supo comentar alguna vez su hermano Adrián Dárgelos fuera de micrófono. “La música me conmovió desde el primer contacto. Era muy niño. Creo que hoy a mi vida la recuerdo por sus momentos musicales” confía el multiinstrumentista. “Por eso también hoy me considero exitoso, porque logré dedicarme a la música. Logré darme a esa pasión. Porque hoy puedo charlar con vos sobre todo esto” señala con calma. Acto seguido, moviendo sus brazos y manteniendo el cigarrillo entre sus dedos infinitos, agrega, “También es importante es recorrer un camino con coherencia. Saber hacer un camino propio, sin incidencias externas no deseadas. Lo mejor es encontrar la propia esencia de uno. El proceso es largo. Uno va comprobando cosas. Pero es valioso cuando uno llega a lo suyo, eso lleva tiempo y decisión. Tomar consciencia de que hiciste lo tuyo es algo maravilloso”. Con sus palabras Carca deja en claro que supo ser coherente consigo mismo y a eso que predica en “El mago”: Nene no inviertas mal el tiempo / que no es lo mismo ser un maestro que un gil / Probá como es cruzar la línea / probá cómo es cruzar / buscá cual es tu melodía.
– Creciste en un ambiente donde se respiraba todo tipo de música pero te inclinaste por la música rock. ¿Por qué fuiste por ahí y no por el jazz o el tango que también escuchaba tu viejo y sus amigos?
Tiene más que ver con la edad, no con una elección. Hubo gente de mi misma edad que arrancó para otro lado. Son elecciones personales. Yo siempre quise ser un hombre de música. Soy un hombre de música. O también puede decirse que soy un hombre de arte. Me gusta pensarme así más que como un hombre de rock. Si existe algún tipo de rock, no tengo congéneres. O bueno, muy pocos. Lo que se llama rock tampoco me representa. Si bien es cierto que vengo haciendo una trilogía de discos de rock. Podemos dividir en Miss Universo, que es un disco único; después Un millón de años blues y Carca, que son discos emparentados en una psicodelia polirrítmica. Nena es un disco de género de punta a punta, absolutamente. Ese fue un gran gusto que me di. Nena está enfocado al glam rock de los 70, algo que siempre tuve en la cabeza. Siempre tuve esa idea, así como algún día voy a hacer un disco rockabilly o bajo otra música. Después de eso, aparece la trilogía Divino–Uoiea–Carca Registrada que son discos en los que me aboque directamente al rock y a la revisión del rock. Es un rock que verdaderamente es rock. Habla de libertad, de ser único, de festejar el ser único. No veo representado ni por la mayoría de la música que se escucha en la radio ni por el mote que le pongan a la música que suena. Tampoco soy un viejo resentido que piensa que todo pasado fue mejor, al contrario, en ese punto, al escuchar Artaud por primera vez a los nueve o diez años, ya supe que el futuro era mejor. Mañana es mejor, como decía Luis. A partir de ahí trato de hacer una música anacrónica que principalmente me seduzca a mi. Es algo que hablamos siempre con Calamaro. Nosotros somos fans del rock. Él es un músico muy formado. Tiene una capacidad con una prestancia de otro mundo para la música. Es un músical. Tiene una formación alucinante. Siempre hablamos de lo mismo. Somos fanas de la música. En nuestra adolescencia fuimos fanas del rock argentino. Principalmente nos tratamos como fans. Yo soy un fan. Si mis discos me gustan yo soy mi propio fan. Tengo una buena arrogancia. Una arrogancia sana.
– ¿Qué sentís cuando encontrás que muchas personas subieron a YouTube las pocas canciones que grabó Tía Newton? Yo revisé las cuentas de esos usuarios y la mayoría no parecía superar los 20 años.
Sí, es muy gracioso que esas canciones, que son siempre las mismas, se multipliquen. Por un lado es un pasado pisado. Por el otro, me parece de lo más natural. Si bien es absolutamente halagador y te llena de energía para mil años más, es de lo más natural. Escuchar los discos de Pappo’s Blues y de Color Humano en los 80 tampoco era una moneda muy corriente. Me acuerdo, sobre todo, la resistencia que había para con el rock. Éramos muchos menos. Cambió mucho el mundo. Algunas cosas cambiaron para mejor. Es alucinante que alguien o pronuncie tu nombre en cualquier contexto, en entrevistas o recitales. Es alucinante que alguien tenga ganas de ir a buscar, a la plataforma que sea, los registros de tu música. Me parece enternecedor. Antes vos ibas a una hora y media de tu casa, viajabas, en tren o colectivos, esto o lo otro, para comprar un disco del que sólo conocías la tapa. Lo comprabas y no sabías qué había adentro. Hoy en día podés clickear todo un disco al instante y es maravilloso. Por eso también hoy mi música está en constante redescubrimiento.
– Eso se debe a que vos siempre estuviste en actividad. Más allá de las compañías por las que pasaste y por una distribución algo deficiente vos seguiste tocando, entregando tus canciones en vivo.
Sobre todo ahora que nos podemos cagar en las compañías discográficas. Somos nuestros propios todos. Ahí el paradigma cambió para bien en mi opinión. Tampoco quiere decir que toda la música sea buena, pero hay una libertad de existir y que posteriormente la elija.
– ¿Tuviste un desencanto en tu paso por compañías grandes?
No, de desencanto no porque tuve mis experiencias. Hice un disco con Universal. Siempre tuve problemas. Problemas, dolores de cabeza y que las cosas nunca fueran a mi manera. Ahí es donde digo “Wow, me metí en esto por ahora y termino haciendo una cosa de lo quieren los demás”. Se te chifla el moño ahí, viste, entonces volvés a trabajar solo.
– Tu música tiene una impronta muy hormonal. Sin embargo pocas veces se remarca que no es necesariamente testosterona. Al principio de tu carrera solista hay androginia y ambigüedad. En los 90, en plena marejada de testosterona y chivo, vos te permitiste otra sensibilidad con Miss Universo o Nena.
Terrible esa testosterona. Es muy cierto es que apuntas. Gracias por notar eso. Yo lo llamaría…bah, no lo llamaría de ninguna manera, me parece que tiene que ver más con una parte de ser una persona susceptible al mundo. Me parece que los que derrochan testosterona no están escuchando una parte de uno mismo. Se están perdiendo algo. Por eso pasan las cosas que pasan con las mujeres. Cada vez aflora más el Neardental. Sin ser peyorativizar al Neardental que capaz que era un ser más evolucionado que nosotros. Es inadmisible abordar el arte sin sensibilidad. También, ahora no recuerdo bien quién lo dijo si Serrat o alguno de esos genios, que uno lo hace todo para la mujer. O sea, para la persona a la cual querés enamorar, sea un hombre o una mujer, no importa. Uno siempre todo lo que hace, lo hace para ganarse el amor o lo que sea de las personas que quieras. Hay que ser un encantador de eso. Un dulce. A mi no me sale otra forma de relacionarme con la mujer en sí.
– Hay un culto alrededor de Carca. Antes señalaba que tu música es redescubierta una y otra vez. Es casi una cuestión transgeneracional desde tu primer lanzamiento solista. Los discos pasan de mano, de oído y de formato, de cassette a CD y luego al vinilo. Ahora llegaron al streaming. Así como vos también conociste y tocaste con tus referentes hoy las bandas jóvenes tocan con vos, te reconocen como referente sin importar que el estilo.
Ahora ya están todos en Spotify, creo. Hubo un primer estado y ahora llegaron todos. Como te decía antes tampoco era fácil encontrar los discos de Color Humano. Me parece que está sobrado decir, por demás, que es la música la que aguanta. Las canciones siempre van a ser descubiertas. Va a ser bueno eso, siempre, en toda época. Tía Newton con todas las vicisitudes que tuvo, porque en realidad fuimos un grupo de amigos de adolescencia, casi infancia, llegó lejos. Todos teníamos cosas distintas en mente. Entonces ya en un momento, la verdad, nos deshizo. Teníamos que trabajar mucho y no todos tenían esa chispa de esta vida tan sacrificada. También es una vida tan generosa pero hay que hacer muchísimos sacrificios. Es un muy difícil toda la otra vida que hay más allá de ser músico. Las parejas, esto, lo otro, qué sé yo. Me la aguanté y sigo estando acá. Voy a seguir estando siempre porque tengo una necesidad superior de hacer música.