ENCUENTRO + CONSTRUCCIÓN: SOL BASSA, FUERA DEL TIEMPO Y PAT PIETRAFESA EN SAN JAVIER

Sol Bassa y Fuera del Tiempo celebraron una noche de música, unión y resistencia en el Club Social Humana, en San Javier. Además, la fecha contó con la presencia de Pat Pietrafresa, quien se refirió al rol fundamental del fanzine en la construcción de vínculos dentro de la comunidad contracultural.

La mejor literatura está en la vida de los otros. Cuando el sol empieza a caer sobre el valle de Traslasierra, todo se vislumbra a través de un filtro carotenoide que tiñe a San Javier de color yema. Mientras toma lugar tal suceso natural, en la esquina más antigua del lugar, un parroquiano bebe vino Toro con Sprite, en un vaso de vidrio. Lo sirve directamente del tetra, con mucha paciencia.
La pulpería de Mario, o sencillamente Lo de Mario, tiene casi todas sus mesas ocupadas. Lo que destaca de ese parroquiano en particular es que se trata del sosias de Rodolfo Fogwill. Con la piel curtida por el sol impasible. El bigote es menos prolongado. Tiene cierta distinción foránea, como un gringo caído bien temprano, quizás nativo descendiente de aquellos ingleses que dieron forma al pueblo a la par del ferrocarril. Es una aparición noble. Impensada. Necesaria.
Nuestro Fogwill serrano bebe vino en paz. Sin hablar con nadie, saluda cuando lo saludan. Es el único que toma vino. Alrededor sale cerveza y Fernet. Por dos horas se mantiene con su Toro con Sprite. Quien depende del mercado está definitivamente perdido, decía Fogwill, el verdadero. Su clon cordobés parece seguir al pie de la letra eso: tranquilo, bebe fuera del mercado, sin depender de las trends.  Mario no sirve ni Apa, ni Ipa, tampoco las bebidas que demanda el hipsterismo que desperdiga gentrificación. Sin pretensiones, disfrutan. Mario y Fogwill dependen, sí, de la rockola que pasa canciones sin pausa. 
El corazón de San Javier, sobre el costado derecho de la plaza principal, presenta un triángulo obtusángulo que forma una pirámide de contrastes. En la calle Castellano, que bordea a la plaza central, nace el triángulo en cuestión. Sobre la esquina más antigua del pueblo se erige la pulpería La Merced, universalmente conocida como Lo de Mario. El clásico lugar ofrece la cerveza más fría, el vino con Sprite bien servido y música funcional. Atendido por su propio dueño, Mario recibe, despacha y sirve bebidas, saludando a todo el mundo, mientras una rocola dispara cuarteto, cumbia y chamamé a máximo volumen, musicalizando toda la zona.
Cruzando la plaza, siguiendo Castellano hasta Cabrera, se encuentra la parroquia San Francisco Javier, ofreciendo pulcritud inmaculada, valores de Dios, Patria y Familia. Todavía mejor: en la puerta sobresalen las figuras corpóreas de María y José, para poder tomarse una foto con el pesebre porque todavía prevalece el espíritu de fiestas, en las primeras semanas de enero.
Avanzando 150 metros por Cabrera, se ubica el Club Social Humana, una mutual cooperativa de actividades culturales, regenteada por un puñado de trabajadorxs del arte. Proponen actividades todas las noches del fin de semana, sirven bebidas y comidas, además de sostener, durante el día, al otro lado del bar, un local con libros, indumentaria, cerámica y alimentos producidos por emprendedores independientes.
Los tres puntos de reunión, con sus diferencias, forman un funcional triángulo con contrastes que marcan el ritmo del fin de semana, especialmente los sábados y domingos, noches de tupida concurrencia. La iglesia propone peña cristiana, con guitarreada voluminosa acompañando el canto de fieles locales y no tanto. Mario mete cuartetazo desde su rocola y bebidas bien frías para parroquianxs localxs y visitantes habituales. Humana reúne a las disidencias y a las expresiones minoritarias que encuentran un reflejo de sus intereses, descubriendo artistas de todo el país. Esa pirámide extraña convive, sin fricciones ni sobresaltos. 
La parroquia tiene su propia inercia, entre fieles que entran y salen, para seguir caminando o perderse paseando. Humana y Lo de Mario, no obstante, comparten fieles en común, gente que prefiere sentarse a contemplar, mientras las horas pasan, disfrutando otro día sin nada que hacer, optando por otros asuntos. Van y vienen, del espacio cultural a la pulpería, y viceversa.
Sol Bassa aguarda la prueba de sonido en Lo de Mario. Sonríe cuando le cuentan anécdotas del lugar. Ya lo conoce bastante, pero aún sigue descubriendo historias. Quedan muchas todavía. Por eso espera seguir viniendo.
Esta noche toca en Humana, junto a Fuera del Tiempo, además de la feria de Alcohol & Fotocopias, con la presencia de Pat Pietrafesa. Una noche diferente para San Javier. Una noche que promete. Rock de raíz, punk, feria de zines, toque, gira. Todo trazado desde el más puro Hazlo Tu Mismo, sin depender de nadie. OK, de alguien sí: el baterista de Fuera del Tiempo tiene que llegar para armar y arrancar la prueba de sonido.
Bassa y su socia guitarrística Martina Andrade beben cerveza fría mientras hacen tiempo. El Fogwill local, a tres metros, sigue silencioso, contemplando la rutina veraniega del pueblo.
“Cumpi, este año vamos a seguir resistiendo como hicimos siempre”, dice Bassa, de cara a un 2024 turbulento que apenas está comenzando. Su afirmación aparece en un dejo de silencio, mientras, entre vasos apurados, flota unánime la sensación de incertidumbre total.Nos tenemos a nosotrxs. Es un montón”.

Bassa es una cara conocida por estos lares. La guitarrista pasó en giras previas, recorriendo para probar y acercarse a nuevas audiencias. Esta nueva escapada, sin embargo, tiene otro espesor: seis fechas en cinco paradas diferentes. Mina Clavero, Los Hornillos, San Javier y dos toques en Nono. La apuesta llegó de una propuesta local, cuando una productora quedó entusiasmada con su música y se ofreció a armar una gira.
La fecha en San Javier constituye el final del circuito. Pronto habrá de emprender el regreso, entre trenes y micro, hacia Buenos Aires, donde la espera la grabación de un disco nuevo, junto al productor Juan Ravioli.
Tras las nominaciones al premio Gardel y una seguidilla de trabajos de estudio y registros en vivo, Bassa sigue creciendo orgánicamente. En su constancia, no obstante, se aprecia una premura por encontrar el disco perfecto. Busca ese resultado mediante sus propios medios, corrida de lo que espera la industria o las agencias de talentos ubicables dentro del mainstream.

Bassa encara el 2024 dedicada a lo que mejor sabe hacer: música. “El nuevo disco se llama Madera Rosa. Sigo militando, resistiendo. Saliendo a la calle. Y dejando obra”, declara. “En febrero vuelvo a Córdoba”, anticipa, dejando en claro que el verano todavía ofrece novedades.
“Soy como Chuck Berry con una banda en cada ciudad”, comenta, remitiendo al pionero del Rock & Roll, girando hasta sus últimos días por toda la extensión de Estados Unidos. Para la ocasión, su banda se compone de Martina Andrade en guitarra, Ariel Delfino en bajo y Felipe Andrade en batería. Sol, guitarra al frente y voz, lidera con decisión, aprovechando la frescura de la formación fresca. 
“Lo mejor es el trabajo en equipo, no solo en la banda sino también en la producción, y como las canciones van mutando hasta de repente salen otras versiones a la del disco y eso me resulta divertido”, explica a propósito del ensamble local que la acompaña. “Y vuelvo a esa esencia del comienzo: de la zapada, de la improvisación del rock clásico, del blues. De repente pasas varios días con músicos que nunca tocaste. Un mes antes les paso por mail la lista, los cifrados, los temas y voy y ensayamos días antes a la fecha”.
Para Bassa el balance de la gira es positivo. Pudo fortalecer vínculos de experiencias pasadas y establecer nuevos lazos. “Me resulta cautivador llevar canciones pueblo por pueblo. Expandir la obra. Federalizar”, indica.
“Córdoba es uno de los territorios que desde el comienzo recibe con gratitud mis canciones. Compartir escenario y acciones con bandas de la zona como Montserrat y Fuera Del Tiempo, o junto a artistas como Pat Pietrafesa con tanto camino recorrido es inspirador para mí. El fanzine, las listas de canciones para cada fecha con un concepto e ilustración es una constelación vital en mi proyecto y ella es una referente”.  

Para las once de la noche, todo está marchando en Humana: música seleccionada para la ocasión, mesas ocupadas, gente que revisa la feria. El sonido, por supuesto, ya fue probado.
Los instrumentos están armados sobre un patio de concreto, de cara a un jardín que funciona como pequeño auditorio, previamente bajando una escalinata. Abajo, el patio de concreto asoma como una especie de escenario-balcón. “Una experiencia en 360” comenta alguien, mientras camina el lugar, metiéndose entre los instrumentos.
Abajo, junto a jardines estallados de plantas rústicas, hay mesas y bancos que funcionan como una ubicación preferencial agreste. Por supuesto, frente al escenario ad hoc, hay espacio suficiente para que la gente permanezca parada o bailando o cantando o saltando o todas las anteriores.  
Bassa abre la noche. Suenan «Pieza inundada», «Bardito del 93» y «El misterio de Negrita», entre otras. En una coyuntura signada por movilizaciones en todo el país, con la gente en las calles manifestándose contra la Ley Ómnibus, algunas canciones de Bassa reverberan de otra manera, con un sentido proletario que se siente más urgente, tal vez como nunca desde que fueron escritas. Con tanto, Bassa no precisa apelar a la bajada literal ni entrar en redundancias. Lo dice todo entre canciones que llegan una detrás de otra. Se divierte luciéndose, sin hacer de su virtuosismo un onanismo de las seis cuerdas. Prioriza la canción y el feeling blusero que, en esta piel circunstancial, puede orillar con un pub rock basado en rhythm and blues. 
A medida que avanza la lista de canciones, Andrade se revela como el verdadero sostén para que Bassa se despliegue en toda su forma. Andrade conoce yeites, mañas y desvíos espontáneos de la nativa de Coghlan: es el resultado de tocar y tocar, una complicidad sellada por la ruta. 

En un intervalo entre bandas, Pat Pietrafesa toma el micrófono para hablar de la actividad de la editorial Alcohol&Fotocopias.
Se produce una burbuja de amable atención, puesto que se acerca el público sentado en las mesas al igual que los músicos de ambos grupos.
Pietrafesa señala que, ante el frenesí que nos rodea en el cotidiano, se hace preciso razonar nuestro presente comprendiendo los eventos que hicieron nuestra historia.
“La música siempre se junta con los activismos. La música siempre se hermanó con los manifiestos, fanzines y panfletos que acompaña esos activismos”, expone la bajista de She-Devils y Kumbia Queers, editora, historiadora y divulgadora.
“La contracultura siempre encuentra la forma de expresar nuestros sentimientos. La música, por un lado, pero también a través de lo impreso. Las ferias son un lugar de encuentro muy importante. En los recitales, la feria siempre tiene una voz para presentarte, además de las bandas. Te acercás a la feria, te llevás un flyer o un fanzine, te leés un libro. Es algo muy hermoso que ha sucedido en todos estos años en que se fue construyendo y agrandando cada vez más la escena donde caminamos”, reflexiona ante el público atento.
El fanzine representa una anomalía dentro del linaje de la historia del arte y de los medios que amplifican y construyen discursos hegemónicos. Como una divergencia necesaria, la corriente de información del zine, habilita discursos, obras, figuras y movimientos disidentes, mientras mueve a figuras marginadas a posiciones centrales. El fanzine fotocopiado e impreso sigue siendo un medio vibrante de expresión artística que trasciende generaciones, clases sociales y territorios.  Además, los años supieron confirmar el rol fundamental que ha desempeñado el fanzine en la construcción de comunidades disidentes.
Pietrafesa entiende a la contracultura como una forma de consciencia donde construcción, resistencia y proyección de futuro están en nuestras manos, activando. Se trata de un ecosistema completo y sustentable respaldado por actorxs de todos los ámbitos y que trasciende generaciones y latitudes.
Una comunidad que fomenta el encuentro, logrando contención para quienes se sienten alienados, encontrando nuevas formas de convertir sufrimiento en sublimación. Rechazando las soluciones efectistas que anestesian las emociones hasta que se vuelven inmanejables, tomamos la apatía, el dolor, el hastío y la angustia apostando a una expresión constructiva, que tienda puentes comunitarios. Todo lo que se necesita son unos pocos acordes fuertes. O quizás algunas hojas, tijeras, birome y fotocopias. O simplemente Internet. 
Pietrafesa habla de activar. De encontrarse. 

Fuera del Tiempo es una banda de punk rock de Traslasierra. El grupo está integrado por Leila Acosta en voz, Nico Larroque en guitarra, Facu Lamonica en guitarra, Diego Martínez en batería y Chulo Becerra en bajo. Para la fecha, están en versión reducida de cuatro.
En 2024 van a cumplir tres años tocando. El primer ensayo oficial del grupo sucedió un 25 de julio. “Justo el día fuera del tiempo, el día que no existe”, recuerda Leila. “Fue práctico ese título. Nos gustó y quedó como nombre de la banda”. La cantante se refiere a que el 25 de julio se celebra el Día Fuera del Tiempo o Día Verde. La jornada está asociada al calendario maya, que se extiende entre el 26 de julio del calendario gregoriano y el 24 de julio del año siguiente. En ese almanaque, el 25 de julio no existe.
El quinteto tiene más de diez temas propios, además de algunos covers que mechan en vivo. Como carta de presentación en las plataformas puede encontrarse un EP homónimo grabado en el estudio ByB por Claudio Bergalla, en Villa Dolores, luego mezclado y masterizado en Patea discos independientes por Osker Formoso.
En vivo, sus canciones apenas exceden los tres minutos. La entrega es directa y siempre armónica. Tal vez con su formación completa la cosa tome un tenor ruidoso, pero ahora Larroque ocupa todo el espacio con el oficio propio de alguien formado en la escucha de una musicalidad ilimitada. 
En un primer contacto es justo decir que la música de Fuera del Tiempo se siente honesta. No pretenden ser otra cosa más que ellxs mismxs. Sus canciones ofrecen catarsis. Son un consuelo ruidoso, desaliñado y que golpea la cabeza, accesible a cualquiera que esté dispuestx a caminar en los márgenes de una sociedad demasiada aletargada por el capitalismo embrutecedor que no deja de transformarse y afirmar su nociva vitalidad. 
La suya es una mano amistosa hecha música. Eso queda rubricado al conversar con la banda, fuera del escenario. “Se viene una época de unión y resistencia”, comenta Becerra, otrora integrante de D.A.J. (Diferentes Actitudes Juveniles), una de las bandas más recordadas de la escena Buenos Aires Hardcore. “Tenemos que estar donde nos necesiten”, agrega, confirmando que la banda tiene razones de ser radicadas en la militancia cultural.
“La banda es un refugio. Lo que está sucediendo alrededor nos afecta y lo tratamos en la banda”, considera Acosta. “Tocar es eso. Estar. Contener. Nos reímos y decimos que es nuestro psicólogo. Vamos enfocando: lo que nos pasa a nosotros, lo que sucede alrededor. Nada está separado”. 
Para Larroque, son tiempos complejos que traen nuevos desafíos que nos necesitan preparadxs. “Habrá muchas movidas para apoyar. Es un momento para resistir, pero también para crear.  Vendrán nuevas canciones nacidas de este contexto”, afirma.  “Recientemente, en Villa Dolores, se realizó el primer festival por los derechos humanos. Además, en diciembre, también se hizo la primera marcha del orgullo. Se hizo justo en este contexto”, explica el guitarrista. “Esos movimientos hay que sostenerlos. Vamos a estar ahí”.
Con tanto sucediendo, la banda trata de ordenar prioridades sabiendo que el escenario político social se está alterando semana tras semana. “Se planifica en el día a día. Hasta hace un mes teníamos una idea de proyectar movimientos con un EP bajo el brazo” confía Chulo. “Ahora vemos desde lo cotidiano. La vida individual de cada integrante se fue modificando por lo que pasa en la actualidad.Acá hay muchas cosas para decir y sostener. Lugares no van a faltar para construir”.
“La estrategia inmediata de la banda es salir a tocar por ciudades cercanas. Lo más cercano es Merlo. Allí la movida está activa, con bandas de punk rock muy buenas. Lo mismo en la ciudad de Córdoba. Estamos en la provincia de Córdoba, justo en el medio del país, por ende, podemos ir para cualquier lado. Ahora la cosa es medir los pasos”, concluye el bajista.   

La falta de escenario logra una horizontalidad total en la banda, con todos los integrantes en la misma línea frente al público. Larroque ocupa el espacio, caminando con soltura, sin soltar el mástil de la guitarra. Chulo, por su parte, oscila entre pasos atrás-adelante en su lugar. La cantante mantiene su presencia, palabra por palabra, mientras la velocidad arrecia.
Fuera del Tiempo toca un set ajustado. Canciones propias como «Libre», «Desenmascarando» y «El cuarto», entre otras, la mayoría todavía sin publicar. Además, invitan a Pat para tocar «Morir hoy» de She-Devils. Además, presentan sus versiones de «Wanna be your dog», «Iron Lion Zion» y «Out of time». 
«Morir hoy», junto a Pietrafesa, sale muy bien. La canción se siente vigente en parte gracias a la urgencia con la que fue escrita, además de su existencialismo rebelde que rechaza el adoctrinamiento.
El público conoce todas las canciones del grupo, haciendo valer la localía. Por eso reclama sus favoritos y también se conocen los temas todavía inéditos.
El final llega con la gente bailando, ya pasadas las dos de mañana. Algunas voces piden por más, pero la banda se despide. La pista se enciende con DJ Pipi, entre temas de Las Bistec, Los Peyotes, Elastica, Ramones y The Slits.
Cuando Humana baja la persiana, permanecen las voces de la gente que emprende la vuelta. La noche está cerrada, al igual que toda la actividad del pueblo. En la esquina más antigua de San Javier, sin embargo, el Fogwill transerrano sigue apostado, bebiendo vino. ¿Qué pensará sobre el mercado? ¿Quién será en realidad?

Texto + fotos por Lucas Canalda

 

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