CHARO LÓPEZ: “SOY UNA MILITANTE DEL DERECHO A LA FANTASÍA” 

La multifacética artista trae a Rosario su unipersonal MIAMOR, donde explora las distintas formas de amor en una experiencia que ofrece una mirada sincera y provocativa sobre la vida contemporánea.

 

Charo López elude cualquier tipo de clasificación sencilla. Actriz, guionista, productora, comediante y maestra improvisadora. La de YouTube. La del streaming. La de Netflix. La de Cualca. La de los memes. La de la radio. La de TikTok. La de la remera de Dillom. La premiada. La que te hace reír y pensar. La que te contiene.
Aunque se multiplica, Charo López es una sola.
Como artista, habita narrativas que gambetea de manera vertiginosa, volviéndose única e irrepetible en su improvisación.
Se fortalece en lo impredecible del trabajo sin redes de seguridad, logrando que un tête-à-tête con un desconocido aleatorio se sienta como una obra en sí misma.
Entre la adrenalina de lo vivo y los libretos respetados (hasta cierto punto), habita una apologista de la imaginación, que convierte su oficio tanto en una trinchera afectiva como en una herramienta transformadora.
MIAMOR es su nuevo unipersonal y la excusa ideal para encontrarse a la distancia, adentrándose en aprendizajes, apuestas y frustraciones, porque todo tiene que ver con todo.
La cita es este viernes 14 de marzo, a las 21 horas, en Plataforma Lavardén. Las entradas pueden comprarse en el sitio web de la sala
López presenta una obra que conjuga su talento narrativo a través de un potente contenido audiovisual, para explorar temas de amor, identidad y relaciones humanas, desafiando las normas sociales y ofreciendo una mirada provocativa sobre la vida contemporánea.
En diálogo con RAPTO, López afirma que la obra “es algo difícil de clasificar, pero tratamos de coincidir en las emociones del público presente”.
“Hay mucha paciencia acá. Hay momentos favoritos, como las ganas de volver hacia lo que me hizo sentir bien. Nos tomamos el tiempo para armar algo especial”, explica respecto a los procesos creativos.
MIAMOR es un espectáculo performático de comedia. Monólogos e improvisaciones fusionados con video y ataques sonoros. Un episodio social, un encuentro y una escucha.
De acuerdo con la multifacética artista, lo inclasificable de MIAMOR contribuye al factor sorpresa de cada función, lo que genera un historial fresco, que se renueva con constancia.
La inmediatez de estar cara a cara con la gente le mete una inyección de adrenalina”, agrega.
Me gusta no estar anclada a un guión estricto. Me permito tomar el espacio, con libertad. Tiene que ver con el humor físico, así como también con lo abstracto”, cuenta, sin spoilear nada de MIAMOR.

-Es un gran momento para hablar de amor en días que reina el individualismo y los discursos odiantes.

Sí, es que se habla bastante de política y del amor, no solo como el amor romántico sino también del amor a la patria, el amor al otro, el amor a la tierra, las costumbres y sí, habla de las distintas formas del amor. Para mí es bastante difícil escapar a hablar de política y amor. Es un buen momento para hablar de amor. Siempre lo es. Además es lindo llegarle a la gente desde esa escucha.

-En MIAMOR hay improvisación y también hay una narrativa, ¿cómo fueron encontrando el equilibrio entre ambos pilares?

Somos un equipo grande. Un equipo que opina, que propone y yo siento que tiene muy poco de unipersonal. Está bien, se me ve a mi sola arriba del escenario, pero hay un equipo de gente muy activa. Creo que los shows tardan más o menos un año en armarse. Lo que vos pensás o ensayás o practicás o imaginás, después lo vas resolviendo ahí arriba del escenario, y entonces llega el feedback que necesitás. Cuando estás entre la gente entendés mejor lo que te devuelven. Entendés qué parte está de más o cuál merece estar más tiempo arriba del escenario y tener un desarrollo más profundo. El vivo es lo que te dice cuánto hay que improvisar, cuánto no, hasta dónde y qué cosas sí tienen que estar ya armadas. Creo que sí o sí tenés que hacerlo con gente. Lo salís a probar, a tantear e incluso a cerrarlo con gente. Hacerlo ante el público, de alguna manera, a veces es un riesgo. Es exponerse. Pero es un riesgo que creo necesario. Esto también nace de las ganas que tiene la gente de hablar. Más que nunca tiene ganas de hablar la gente. Es algo que hasta notan otras colegas. Sucede en otras obras. Es llamativo. Estamos todos re brotados. Entonces es combinar. Retomar el oficio de improvisación. Son vicios favoritos, digamos.

-A través de los años vos siempre trabajaste con muchos formatos, ¿qué tiene de especial el unipersonal que lo hace tan único? 

Siento que hay otro alcance. Este unipersonal lo fui armando muy de a poco y tiene que ver bastante con mis cosas favoritas, porque si bien es teatro, también tiene mucho de imagen y tiene video. Entonces se abre la paleta. Eso siempre enriquece, además de que me divierte. También hay parte del video que lo hizo Manu Calmet que es con más material de archivo y después hay un video que lo hicimos especialmente para el show que está filmado en VHS. Decidimos incorporar elementos porque armamos con paciencia. Nos dimos muchos caprichos de varias disciplinas. Todo eso significa una fusión de todas esas áreas para lograr este universal que es en teatro, pero que tiene bastante audiovisual. En el vivo, la adrenalina de la construcción en tiempo real, tiene otra intensidad que lo hace único. Porque cada función es única, por encima de lo establecido. Eso sigue siendo atractivo de transitar.

-Desde la gráfica, las fotos, el vestuario y los videos que incorpora la obra, proponen una invitación a desprenderse un rato de lo concreto, jugar a otra realidad. Podemos decirle fantasía. Eso me parece importante en épocas donde prima una realidad unidimensional. ¿Cómo cambiar nuestro mundo si estamos tan atados a lo concreto? La fantasía tiene un papel considerable ahí.

Tengo una necesidad de despegarme de lo concreto. La fantasía está. Es algo que a mí me importa mucho y es una de las cosas que trato de militar: el derecho a la fantasía. Coincido en esto que decís. Antes era otra cosa. Con la aparición del streaming y todo eso, siento que hay cada vez menos fantasía en los medios y menos elaboración. Todo se volvió cada vez más literal y más cotidiano. Todo lo que se ve de fantasía en MIAMOR está hecho muy adrede.  También la idea, un poco, es que durante el show todo eso se vaya rompiendo. Todo lo que aparece como armado y tan cuidado, termina siendo un caos total. Es un show. En un momento se va toda la mierda y eso es divertido.

-Recién hablaste de literalidad. En un plano general del mainstream y en distintos niveles, hay una mucha chatura y una literalidad casi absoluta en los medios.

Sí, es cierto. Creo que hay de todo, igual. No hay que dejarse infectar o marear por las tendencias. Trato de consumir mucho a los artistas que no están haciendo lo que hay que hacer. Es muy difícil esquivar la daga también, pero con esto de que ahora la mitad de la semana somos como vendedores de las redes de nuestros shows o de lo que hacemos, y la otra semana hacemos lo que hacemos, es bastante difícil escaparse de la tiranía del algoritmo y todo eso. Creo que todavía hay muchos artistas que están luchando contra la literalidad y con la chatura, que siguen haciendo cosas disruptivas aunque es cada vez menos hitero hacer eso. Pero cada vez que aparece alguien que se maneja con personalidad, para mí es una felicidad absoluta.

-A través de los años como artista siempre apostaste al absurdo.
¿Qué pasa cuando la realidad te mueve la vara de ese absurdo?

Es un aprendizaje nuevo, porque ahora cuesta un poco más el humor absurdo. La realidad está muy difícil de analizar. Hay que ver para dónde van las cosas, entonces siento que es una etapa más de observación que de propuesta. Eso es parte importante de los procesos: permitirse observar, escuchar.

-Vos formás parte de una generación de artistas que desde formatos híbridos fueron creciendo en una etapa de intensidad sociopolítica de nuestro país. Ustedes estuvieron siempre al pie del cañón ante esos cambios, luchando, dejando claro su postura.
¿Sos de pensar en esos procesos de crecimiento que se dieron ante el ojo público? Como que fue madurar en público a velocidades intensas. 

No, yo siempre tengo la sensación que esto recién empieza. Siempre tengo esa sensación,  te juro. Y sí, a veces cuando veo cosas, que tienen diez años, o más, me asombra, y digo, ay, qué chiquitos que éramos. Pero no me gusta hacer mucho balance, porque los balances me dan miedo. Tengo miedo de necesitar que eso pase siempre, entonces trato como de bajarle la espuma. Como dice la canción: no te creas tan importante. Fuimos acompañando cosas que pasaron muy por encima de nosotros, de nosotras, siempre. Hicimos lo que nos salía, qué sé yo, nunca nada estuvo muy digitado, por suerte.

-¿Y podrías trabajar de una forma digitada y atada a un guión?

Y…me encantaría poder hacerlo, me cuesta mucho. La verdad es que me cuesta muchísimo, pero a veces lo intento. Cuando hago alguna serie o una peli o algo así, que es como un oficio muy distinto a lo que yo suelo hacer, intento ser prolija y la verdad que me cuesta bastante. Siento eso, como que es algo que estoy aprendiendo, como algo nuevo que llega.

– Nunca te quedaste en la comodidad del éxito establecido. En ese sentido, siempre encontraste desvíos en la novedad.
¿Lo nuevo es una búsqueda por sentirte más libre?

Me gusta cambiar. Estar en proyectos distintos, nuevos. El vértigo de todo nuevo, otra vez. Sentir que estás empezando de cero. Es como ir aprendiendo. Lo vas a hacer mejor cada vez que arranques otra vez. Empezar de cero nunca me preocupó. No siento que haya un pérdida en eso. Si lograste hacer una vez, seguramente podés hacerlo de nuevo.  Pero no es igual, tenés otro background. Lo hacés diferente, mejor.

-Estuviste viajando con MIAMOR. Me da curiosidad saber cómo funciona en otros países. ¿Cómo es el momento donde abrís el juego al público? Supongo que cada idiosincrasia te depara algo diferente.

Yo lo que siento es que en todos los países, las personas coincidimos en los mismos sentimientos. Más allá de la cultura, los trabajos son iguales, el trato es igual, el amor es igual, la pasión, las frustraciones. Más allá de las economías hay algo siempre muy profundo, muy humano que coincide, que es como el miedo a la muerte, como que más o menos todos somos el mismo bicho con la misma botonera y la profundidad no cambia mucho. Entiendo, claro, que siempre puede haber diferencias. Yo asumo ese riesgo, me gusta. Es parte de la aventura.

– Hay una frase hecha que tiene décadas: la risa es la mejor medicina.
¿Alguna vez no te fue suficiente el humor para enfrentar alguna situación jodida?

Sí, obvio. Más de una vez. Mostrar los dientes no siempre alcanza, ni cuando te reís ni cuando te enojas. Y está bien que así sea.

Por por Lucas Canalda

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