Pasaje Noruega editó Febril una narrativa de tiempos movilizados.
Formados como trío y con un presente de forma de quinteto Pasaje Noruega viene agitando los escenarios rosarinos desde 2011. Milongas, candombes, chamames, valses y tangos son las sonoridades que el grupo presenta en el circuito local desde hace años, llevando adelante un imaginario que se hace eco de las vivencias cotidianas y en las transformaciones que la ciudad y la región atraviesan. El grupo integrado por Eugenia Garralda Lazarte (voz), Nicolás Moro (voz y guitarra), Guillermo de Pablo (guitarra), Marco Bortolotti (guitarra y percusión) y Mariano Sayago (contrabajo), acaba de lanzar Febril, segundo esfuerzo que los confirma como lúcidos observadores de su tiempo.
A días del inicio del XIII Encuentro Metropolitano de Tango son Eugenia, Guillermo y Mariano quienes conversan sobre el reciente lanzamiento.
Febril se compone de once canciones que van descubriendo distintas capas de vitalidad luego de cada nueva escucha. Las atmósferas densas saben ceder su protagonismo para el baile que convida y la tensión emocional sabe contagiar empatías sonrientes. El quinteto logra una mirada contemporánea del género que tiende puentes con un léxico que se dispara desde el latido mismo de las esquinas. “Calle oculta”, “Lo que se fue”, “Milonga de la Tablada”, son contiendas de lo cotidiano que libran con el cuerpo y se verbalizan con el corazón en la mano.
En Mestiza, su álbum debut del 2014, Pasaje Noruega presentaba su mirada sobre composiciones ajenas, ahora el grupo toma el control total de su producción y da un significativo paso adelante, demostrando una fecunda identidad y una fuerte convicción de la tripa creativa que gesta palabras y música. “La mayoría son temas nuestros y tres canciones que son de compositores actuales. Uno es Juan Iriarte que es de acá, de Rosario. Fabricio Breventano y Martín Tejera son de Montevideo. Son todos contemporáneos. La apuesta es hacer música nuestra y de contemporáneos”. ” apunta de Pablo, principal compositor del quinteto. “En vivo a veces tocamos temas que son versiones, lo hacemos por darnos el gusto. A la hora de editar discos, de producir nuevo material, vamos a seguir en el camino de nuestra música” agrega. Sobre el funcionamiento interno a la hora de componer, el guitarrista explica que, “generalmente se acerca la letra y la música o se trabaja el arreglo entre todos como banda en los ensayos. También puede llevarse el material el arreglador para trabajarlo, recontra revisarlo y luego ir cambiando cosas en el ensayo. Mariano es quien más arregla. Por ahí nos dice «éste me gustaría arreglarlo solo» y se lo lleva y lo escribe. Luego probamos entre todos”, detalla el guitarrista.
– Mariano, ¿cómo sabés cuáles canciones preferís trabajar junto al grupo y cuáles por tu lado?
Mariano: No hay una manera definida previamente de trabajar en este sentido. Cuando algún miembro de la banda o yo mismo llevamos un tema nuevo muchas veces sucede que lo vamos tocando entre todos en el ensayo y casi sin darnos cuenta comienza a perfilarse un arreglo creado colectivamente. Si esa dirección nos gusta la seguimos y entre todos le damos el perfil final. En otras oportunidades es más práctico que alguien traiga una serie de ideas sobre el arreglo de determinado tema nuevo, y ahí sí trabajar solo suele ser más conveniente, escribiendo las introducciones, interludios, codas, contrapuntos, acompañamientos, etcétera. En este caso suele ser importante, al menos desde mi perspectiva, tener en cuenta dos aspectos: por un lado reforzar con el arreglo el sentido general que puedan tener la letra y la melodía de la canción; y por otro, desarrollar distintas facetas dentro de una misma estética. Por ejemplo en Febril hay cinco tangos, y todos ellos responden a nuestra estética, suenan a Pasaje Noruega podríamos decir, pero cada uno de ellos tiene una sonoridad final que lo vuelve único dentro del conjunto, a la vez que complementario con el resto. Y lo mismo podríamos agregar respecto de las tres milongas que hay en el disco.
– ¿Cómo definirían el crecimiento que se da entre Mestiza y Febril? En el disco nuevo la mayoría son canciones propias. ¿Antes no se animaron a grabar tantas canciones suyas o también estaban en busca de un sonido más suyo?
Mariano: Creo que entre ambos disco hay un desarrollo bastante lógico. En Mestiza grabamos los temas propios que teníamos al momento en que dijimos “ya estamos sólidos como banda, hagamos un disco”. Eran tres canciones y un instrumental. El resto son, en su mayoría, versiones de músicas muy interesantes y viejisimas, quizás poco transitadas en las últimas décadas. Aún así, al momento de hacer este primer disco ya estábamos totalmente embanderados en el movimiento del Nuevo Tango por lo cual al comenzar a trabajar sobre las músicas que formarían parte de Febril era ya muy evidente para nosotros que queríamos incluir mayoría de música propia y versionar la obra de amigos nuestros, no ya de autores de la época clásica. Se trataba, me parece, de profundizar el gesto que ya estaba presente al realizar el primer disco. Todo lo que comento hasta aquí tiene que ver con el repertorio. Otra cosa es el sonido del grupo: este ya estaba definido en buena medida desde hace mucho, y fue desarrollado por Euge, Guille y Nico. Luego al sumarnos Marco y yo hacemos nuestro aporte y contribuimos a cimentar ese sonido, esa visión ya definida previamente cuando Pasaje Noruega era trío. Mucha gente opina que Pasaje Noruega tiene un sonido muy genuino, y quizás esto tenga que ver con ese proceso, muy genuino y simple el también, al que aludía recién.
– Euge, preparando la nota me encontré pensando, por un lado, en la impronta machista del tango y por el otro, en mujeres cantantes de tremenda personalidad, mujeres de talento increíble y con presencia fuerte arriba y abajo del escenario. Es extraña esa ambigüedad que produce el tango.
Eugenia: Es algo que me pregunto yo mismo y también charlo con mis compañeras. Entre las mujeres es algo que también surge. «¿Cantás tango?». Sí, canto tango. Yo entiendo esa pregunta. Es algo que quedó ese título de que el tango es machista. Pero el rock también lo es, la cumbia también, el hip hop igual, ¡el reggaetón ni te lo explico! Entonces la música también expresa lo que vivimos a nivel social. Bajo ese título de «¡El tango es machista!» yo como cantante de tango tengo que conversar con mis compañeras sobre que también hay otras cosas y que es una expresión de lo que siempre vivimos. No quiero irme a ejemplos que me hacen mal como el de Cristian Aldana. ¿Y el rock? ¿Y la cumbia? Tiene que ver con ese lugar y también con que nosotros tenemos mucho por decir y qué decir. Es interesante lo que decís porque hay mujeres que te vuelan la película desde su lugar del arrabal.
Guillermo: Es machista como reflejo mismo de la sociedad.
Eugenia: Hay tangos que yo no voy a cantar nunca, como “Contramarca” en la que el protagonista le deja la cara marcada a una mujer. Eso ya está, es el pasado.
Guillermo: No se cantan más esas cosas.
– Febril es una fotografía de los días que estamos viviendo: laburos precarios, pibes desamparados, policías impunes, goce por los amigos, amor, desamor. El arte del disco arroja una importante imagen del presente, muestra una movilización con una diversidad bien evidente, hombres y mujeres marchando, involucrados. ¿El tango tiene que estar siempre en la calle?
Guillermo: Yo creo que sí. El tango, históricamente, fue una música que desde las letras siempre trató una serie de temas que nunca fueron muy amplios. Trató de la calle, del barrio, esa cuestión de pertenencia. También cuestiones metafísicas; la trascendencia, la existencia, la relación con dios, por ahí se fueron algunos poetas. Después la realidad social. Esos son los tres grandes tópicos que ha tratado el tango. Nosotros decimos que escribimos canciones utilizando los géneros como medios de transporte de esas canciones. Hoy escribir estas canciones y utilizar el tango para mí fundamental. El tango en un momento se convirtió, y en los últimos años ha cambiado, en una postal, una cosa antigua, algo de viejos, el mercado lo llevó hacia eso, desgraciadamente a muchas músicas las determina el mercado, pero por eso volver a llevarlo a un lugar de realidad metafórica o poética, lo que fuera, pero que hable cosas concretas en el sentido de poder transmitir un mensaje real vinculado a lo contemporáneo, con el habla de hoy, con la forma de caminar de hoy, con todo por lo que esté atravesado nuestro lenguaje y nuestra experiencia hoy. Eso es fundamental, la calle es la calle, si no está en la calle no es popular, si no está en la calle no decís nada. Ningún arte dice nada si no está ahí.
Eugenia: La calle es el lugar donde siempre estamos, también. Siempre hay que salir a la calle, a trabajar, a vincularte, a generar relaciones. Podríamos estar encerrados componiendo con esa cosa de «soy compositor y no sé qué» pero en realidad la inspiración viene de la calle. De lo que te pasa en el día a día, que no te alcanza la guita, que te fue mal en tal cosa. También uno se encuentra cada vez más en la calle porque vivimos tiempos represivos. Hace poco también nos preguntabamos un poco sobre eso, sobre la forma en que surgió la tapa del disco. Surgió en 2016, pensemos en una movilización, pensemos en el contexto, así fuimos llegando a esa cosa tan colorida que hay en la tapa. Eso pasa, también, porque los cinco integrantes de Pasaje Noruega tenemos esa forma de pensar. Sabemos que tenemos la necesidad de salir para decir lo que pensamos y lo que consideramos justo.
Guillermo: Para decir tenemos cosas buenas y cosas malas. Generalmente uno, bah, qué sé yo, (risas) a veces a mí me cuesta escribir sobre la bueno (risas) siempre estoy más tiempo escribiendo sobre lo malo. Hay temas en el disco que cuentan historias que son simplemente retratos, otras que son más un retrato con crítica social importante, casi metáfora, otros como la milonga “De 2 en 2” que es una canción feliz, si se quiere. Hay de todo. Si realmente te vinculas con la realidad en un nivel consciente te encontrás con cosas buenas y cosas malas. A veces hay que ser un poco creativo para inventarse lo bueno, digamos.
El nuevo disco se presentó a mediados de abril en Distrito 7 antes unas trescientas cincuenta personas, una convocatoria que sorprendió al quinteto y confirmó una vez más que la constancia es fundamental para desarrollar las propuestas culturales independientes así como también es necesario contar con un espacio donde llevarlas a cabo. Desde su primeras actuaciones como trío y hasta la actualidad, Pasaje Noruega habita el circuito cultural autogestivo teniendo el claro que esas mismas arterias de producción independientes son las que contribuyeron a su propio encuentro, formación y desarrollo. Las encuentros de baile con milonga de domingo por la noche o durante la semana; los conciertos para pocos o con pista suficiente para tirarse algunos pasos de bailes; las presentaciones instrumentales en clave intimistas; todo es parte del universo activo del tango rosarino, el universo que los hizo encontrar y que los estimuló hasta convertirlos en protagonistas.
– Es buenísimo que el recital haya tenido esa respuesta. Dice mucho sobre la regularidad con la que trabajan. También es interesante ver cómo D7 se convirtió en un epicentro para la música popular. Es positivo tener una agenda que proponga y también un público que responda.
Guillermo: Hoy tener un lugar implica una serie de cuestiones de seguridad que funcionan como un doble juego: son certeras porque se necesitan protocolos de seguridad pero también hay una cuestión de mafia inmobiliaria y municipal que le hace el visto bueno a los grandes boliches, a los Rock&Feller’s, Johnny B. Good, todas esas cosas que tienen arreglo directo con ellos. A la vez quieren tratar de cooptar toda la propuesta cultural de la ciudad, eso implica que ciertos lugares con propuestas cultural chicas o alternativas, que no son el gran negocio, son difíciles de mantener. Lo que tiene el D7 es que ha logrado una agenda cultural alternativa muy interesante. Hay propuestas realmente que se salen de lo mainstream. Al mismo tiempo ofrece a los artistas un buen escenario, una buena técnica, una buena gastronomía. Es un buen lugar para presentar lo que uno hace. Llevarlo adelante debe ser una tarea bien intensa. Hace poco alguien de ahí me decía “Ojalá surjan tres o cuatro más de éste tipo de lugares. No puede ser que seamos los únicos porque tampoco a nosotros nos beneficia. Con una mayor multiplicidad de propuestas llega un mayor movimiento de gente”. Eso no es el caso de lo que estamos viviendo.
Eugenia: cuando nos pusimos a pensar en presentar el disco tuvimos cuenta todas las variables que estamos mencionando. Dijimos «Hagámoslo en el D7». Es un espacio donde laburamos mucho. Nos sentimos identificados con esa forma de laburar lo cultural. Nosotros somos parte de MUTAR -Músicos Tangueros Rosarinos- y siempre es necesario pensar en cómo uno quiere trabajar. Al momento de pensar la presentación vimos que no era precisamente un teatro pero sí tenía una cercanía con el público, algo que a nosotros nos gusta siempre establecer.
– ¿Cuáles fueron los primeros lugares de pertenencia cuando se metieron en el circuito de tango? ¿Había un espacio donde se encontraron con gente que los hizo meter más en la movida?
Guillermo: Cuando empezamos el lugar más claro para eso era La Chamu. El Olimpo también. Ahí encontramos un montón de gente que nos ayudó, y, con quienes fuimos charlando en esta búsqueda nuestra de hacer canciones propias dentro de estos géneros Encontramos gente que estaba en la misma o que ya venía haciendo ese laburo. Maestros, formadores, amigos y amigas. Fueron esos dos lugares, principalmente La Chamuyera, de trasnochar y de ir a conocer la movida y conocer la gente. También toda la movida que armamos con MUTAR, desde ahí generamos nuestros propios espacios, nuestras actividad,es el festival que se hace desde hace seis años. Pasaje Noruega se fue desarrollando de la mano del MUTAR. Fueron contemporáneos y atados uno del otro. Aparte de tener compañeros y compañeras muy valiosas fuimos generando material y formándonos para poder producir nuestra música.
– ¿Para poder reapropiarse del género hubo que perderle un poco el respeto a eso medio sacralizado que tenía, y tiene, el tango?
Mariano: Para poder hacer tangos propios la generación a la que pertenecemos debió querer ser el presente de un proceso histórico tanguero y para poder desear eso debimos dejar de sentirnos extranjeros en nuestra propia historia cultural. Y eso cristaliza por un lado en escribir y cantar con nuestra lengua, la de hoy, no ya la de Discépolo, Manzi, Cadícamo, que aunque muy bella ya no es tan nuestra. Y por otro en dialogar con otras músicas que suenan hoy mismo y dar lugar a las nuevas formas. Como dice mi amigo Luis Ciliberti: “en definitiva hacer nosotros hoy lo que otros hicieron antes en su tiempo”, y de este modo ir enlazando generaciones. Es cierto que conviene ser un poco iconoclasta para evitar que el camino recorrido hasta aquí se transforme en una mera pieza de museo, pero nunca perder el cariño y la admiración por quienes hicieron esta música antes que nosotros. En otras oportunidades hemos dicho que para caminar el presente del tango necesitamos los dos pies, uno apoyado bien firme en nuestra basta herencia musical y el otro dando un paso hacia ese otro tango que imaginamos nos gustaría escuchar dentro de 20 años.
– ¿Encontró el camino de regreso la canción original? Es cierto que por mucho tiempo el tango quedó relegado al consumo de una postal o a la recreación composiciones clásicas. Durante los 90 también hubo una revalorización desde ciertos cantautores o grupos de rock que tomaban al tango como punto de partida. Más cercano a estos días muchos autores se animaron de vuelta a la canción original sin desconfiar del uso de un léxico bien contemporáneo.
Guillermo: En la década del 70 ya estaba medio mortadela la cuestión. Era esa como engominada en la tele con mucho brillo.
Eugenia: ¡Grandes valores del Tango!
Guillermo: ¡Claro! Mucha gente ha laburado de eso. Estoy seguro que a muchos músicos muy valiosos no les quedó otra y tuvieron que laburar ahí. Gente muy increíble pasó por ese programa. En los 90 los tipos que empezaron a componer tango de vuelta como Alfredo Tape Rubín o Julián Peralta, que armó la Orquesta Fernández Fierro o El Pastillero, son tipos que vivieron la escena de rock de los 80 en Buenos Aires. Vivieron esa efervescencia cultural impresionante que creó nuevos códigos y lenguajes urbanos. Charly, Spinetta, Fito Páez, Sumo y muchas de las bandas que surgieron en los 80 , crearon un nuevo lenguaje del rock argentino. Podés o no estar de acuerdo, te puede gustar más o menos, pero crearon una especie de capital cultural, eso es innegable. Toda la gente que creció con eso y nosotros, que crecimos en los 90, escuchando toda esa música, escuchando otras músicas de afuera, vivimos el 2000, todo el under de nuestra ciudad, las casas Okupas, tuvimos bandas, hicimos recitales, viví todas esas instancias, nos apropiamos de eso, el nuestro es un lenguaje de ese capital cultural rockero. Por muchos años yo toqué en bandas, toqué rock, todas esas cosas sirvieron para después me interesara en el tango y todo lo que escribo ahora está atravesado por ese lenguaje. No es que el tango se cortó en los 70 pero ahora estamos haciendo tango de vuelta pero hablamos como los compadritos del 40. Eso imposible. También sería una falsedad absoluta. Por eso también son tan falsos los grupos que tratan de imitar esa estética. Es una cosa extrapolada, digamos. Está bien, capaz tenés que hacerlo para trabajar. Yo también, como cualquiera, tengo que ponerme un disfraz para trabajar pero después, reivindicar eso, o llamar auténtico a eso es imposible. No tiene nada que ver con cómo se habla hoy ni con lo que atravesó el país en los últimos veinte años, se trata de otra cosa.
Eugenia: Al tango siempre lo escuchaste. Desde un poco más cerca o más lejos, siempre lo orejeaste, está, es una música que es bien de nuestra zona del mundo. Si vos me preguntabas hace diez años atrás si hoy iba a estar cantando tango, seguramente te hubiera dicho que no. Ahora tengo 30 y hay cierta situación de resignificación de letras de tango que escribieron, no sé, en la década del 30, yo la siento como propia ahora. El lenguaje aparece con cierta facilidad pero está impregnado de las vivencias de que hemos traído. Ciertos grupos de rock siempre me van a gustar y creo también en mi forma de cantar eso aparece, de manera indefectiblemente. También, haciendo ese nexo en función de que el rock tiene esa cuestión de rebeldía, capaz que estoy diciendo un cliché, a nosotros nos interesa esa forma de decir. Me gusta la actitud. Yo estoy acá diciendo esto porque es lo que pienso y entonces, vamos a ver, vamos a charlar, vamos a enfrentar esas ideas.
– En Rosario quienes cantan sobre el contexto áspero que se vive parecen pertenecer a la movida del rap, de la cumbia, también el tango. El rock, sobre todo en el centro, se enfoca otras cosas.
Guillermo: lo del hip hop es tremendo. Hace poco hicimos una experiencia mezclando tango y hip hop, había raperos, scratch y bandas tocando en vivo. Las cosas se desbordan, claramente. Si el centro está negado a los pibes de barrio, lo hacen donde pueden. Tiene cosas tremendas, unas movidas bárbaras de las que uno ni se entera porque somos de otro palo. Lo que cantan los pibes, por fuera del estilo, son tremendas, re vinculados con su entorno. Lo que me pasa a mi con el rock, al menos en este último tiempo, es que no les creo nada a algunos. Después de Capusotto no le puedo creer a ningún rockero. Hay un montón de bandas que me gustan mucho, bandas nuevas que aparecen, pero hay cosas que han hecho los rockeros de los 90 y del 2000, toda esa casta que se ha generado acá, Bersuit y cosas así, vos ves ahora cómo se les ha caído la careta a Cordera, Aldana de El Otro Yo que ahora está preso por cuestiones gravísimas, veo eso y digo ¿Ésto es el rock? No, claramente no, esa gente son farsantes que han engañado a pibes por casi tres décadas. El rock para mi era otra cosa cuando yo tenía esas edad. Yo escuchaba otras bandas con otros valores, bandas de rock que siguen tocando y siguen manteniendo esos valores. Ese rock es el under, sigue siendo el que pasa por abajo. El rock que ves en la tele o escuchás en la radio habla de pelotudeces, cosas que después de Capusotto son increíbles. No podés seguir cantando “Nena te veo en el bar”. Tal vez sea una exageración lo que estoy diciendo (risas) pero lo que se sigue vendiendo como rock es eso. También sé que hay bandas que no van por ahí.
Eugenia: También tenemos que saber que no hay un sola clase de rock. Recién se me venían muchos grupos a la cabeza. En algún punto, creo, que si el rock está en crisis, debería replantearse desde dónde está haciendo todo, qué es lo que quiere hacer, quiere seguir por esos caminos? Lo que veo desde el género del hip hop es esta cosa de cantar la posta, de decir que las cosas no están tan bien dentro del discurso de los grandes medios de comunicación de “está todo bien, está todo bien” o de “La ropa de Awada” mientras están cagando a tiros a ciertos sectores sociales. Todo lo que tiene que ver con lo autogestivo, con lo under, con crear lazos que no plantean cuestiones comerciales sino de compartir y generar cosas siempre es la salida.